Inés Plasencia es investigadora del archivo fotográfico de Guinea Ecuatorial entre los años 1861 y 1936, en años de la colonia española. Rubén H. Bermúdez charla con ella sobre el uso de la fotografía para construir una imagen de raza y el control de los medios de producción de imágenes para tener una voz propia .
Inés Plasencia es investigadora en la Universidad Autónoma de Madrid, gestora cultural y, antes de meterse en una tesis del «tamaño de un mastodonte», escribía literatura. Publicó un libro que se llamó Maniobras Completas, con Papel de Fumar Ediciones. Dice que a veces quiere terminar la tesis para volver a escribir cuentos. Ese mastodonte del que nos habla es una tesis doctoral sobre el archivo fotográfico de Guinea Ecuatorial entre los años 1861 y 1936.
Inés, ¿en qué consiste tu investigación?
Resumiendo mucho, consiste en la localización y estudio de las fotografías de Guinea Ecuatorial que se encuentran en diferentes archivos nacionales españoles y extranjeros. Muchos están en Madrid: el Archivo General de la Administración, el Palacio Real de Madrid, la Biblioteca Nacional, el Museo de Antropología. Las fotografías están muy dispersas, pero también hay otros archivos, por ejemplo en Liverpool o en la propia Guinea Ecuatorial y en las familias que han podido conservar fotografías de aquella época. También hay varias web donde puedes encontrar fotografía de Guinea Ecuatorial de época colonial.
¿Por qué el archivo fotográfico de Guinea Ecuatorial?
En realidad no tengo ningún vínculo con Guinea Ecuatorial, a veces en la investigación los temas te aparecen y ya no los puedes soltar. Cuando acabé la carrera tenía muy claro que quería hacer investigación sobre historia de la fotografía y empecé a trabajar con fotografía del siglo XIX, me interesa mucho como comienzan algunos lenguajes fotográficos, de dónde vienen, y por supuesto los legados de todo aquel contexto histórico.
¿Legado? ¿Qué legado? (Interrumpo).
Me preguntas por el legado y nos saltamos varios pasos en esta narración, pero bueno. La fotografía nace en el siglo XIX y enseguida, entre otras cosas, se convierte en un instrumento no sólo con intenciones artísticas. Tiene un uso muy importante como registro en instituciones de control como las administraciones coloniales, hospitales, cárceles y para la ciencia en general. Estas instituciones de control generaban, y generan, construcciones culturales de los sujetos subalternos, es decir, los negros, los delincuentes, las mujeres, los locos. Los otros.
Creo que en general la fotografía ha sido, y es, un agente muy importante en la difusión y construcción de la raza y el racismo. Quiero decir, los medios de producción y difusión de imágenes siempre han estado en manos de esos lugares del poder que provienen de Europa, siendo los otros pueblos representados de una manera determinada sistemáticamente. Si, por ejemplo, pensamos en las fotografías de esclavos y cómo son representados frente a la tradición del retrato burgués, creo que se ha dejado un poso en la cultura visual de representación de las personas negras muy ligada a la representación del cuerpo de un esclavo.
Entonces imagino que te será muy difícil encontrar algo más allá de fotografías hechas por el hombre blanco colonizador en tu investigación sobre el archivo de Guinea Ecuatorial…
De hecho lo interesante es que no tanto. Lo que he percibido es que hay una división muy grande de qué tipos de archivos estamos consultando y qué información nos dan esos archivos. Si estamos consultando los que pertenecen a la administración española la mayoría de las fotografías obviamente privilegian a los españoles blancos. Sin embargo, en archivos familiares, en archivos más pequeños o incluso haciendo un rastreo más exhaustivo se encuentran otras voces. La cuestión es que es más fácil acceder a los primeros.
Nos revela cómo la fotografía ha estado condicionada, ya que los medios de producción y difusión de imágenes siempre han estado en manos de esos lugares del poder que provienen de Europa.
La difusión es también un legado colonial, es decir la conservación de esas fotografías en estos archivos es muy desigual a las fotografías conservadas en archivos familiares. Es una cuestión de posibilidad de conservación y acceso a esas fotografías.
Uno de mis intereses es cómo los africanos participan de manera muy temprana en la producción de la fotografía, son agentes clave. Creo que muchas de estas producciones africanas eran una forma de resistencia en cuanto a la propia representación y sobre todo a la autoafirmación de estatus sociales o de pertenencias.
A veces creo que la manera de luchar contra determinados estereotipos es usar la misma herramienta que se ha utilizado para crearlos; la fotografía es una forma de resistencia.
La primera vez que nos vimos me hablaste de agencia. ¿Qué es eso?
Cuando digo agencia me refiero a la capacidad que tiene un individuo o un grupo para actuar en su estructura social. Recuerda que en general, y fuera de círculos especializados o con un interés en profundizar, la historia de África todavía es «la historia colonial de África», como si no hubiera ocurrido nada antes. Lo que se ha extendido es la narración de una historia africana en la que los africanos no son protagonistas.
A lo mejor es difícil de explicar sin ver imágenes, pero en determinadas fotografías de tipo antropológico a veces es posible encontrar, a través de la distancia o de como actúan frente a la cámara, un tipo de resistencia. Cómo se comportan las personas retratadas en su propia representación, una reacción ante este encuentro que es el encuentro fotográfico. El retratado, el negro o la negra de la colonia, en el caso de este tipo de fotografía antropológica, es el objeto de estudio. No va a un estudio a que le hagan una fotografía, es muy diferente.
Creo que actualmente en el estudio de la fotografía colonial se le está dando bastante importancia a otros tipos de agencia. Hay también fotografías donde trabajadores, aquellos que no eran élites ni parte de la administración colonial, acudían a estudios a realizarse retratos para precisamente retratar que habían alcanzado cierto bienestar económico. Estas fotografías tenían la finalidad de enviar a las familias originarias un retrato, como se ha hecho siempre y como se hace ahora. A veces son trabajadores de plantaciones. No son la mayoría y es una práctica poco conocida, pero las hay.
Lo que pasaba es que un señor de Bioko iba a un estudio para retratarse con sus mejores ropas y su mejor peinado, o se ponía algo que le dejaba el fotógrafo. Enviaba la foto a su familia para decirles cómo le iba la vida y un tiempo después, un editor de postales europeo podía comprar los negativos y convertir esa fotografía familiar en una postal exótica de un señor africano vestido de manera exótica y que se vendía como postal. Algunas de estas fotografías que se realizaron los propios trabajadores son difundidas en Europa como postales cambiando totalmente su significado. Y ahí es cuando yo hablo de desaparición de agencia. Cuando rastreas los usos de la fotografía, te das cuenta que ha habido otros usos, nunca negando la jerarquía colonial y la violencia colonial, pero ha habido otros usos.
Mi búsqueda de cómo participan los africanos no quiere para nada neutralizar la desigualdad y la asimetría en esta agencia. Creo que es muy importante remarcar esto mucho, siempre. Pero repito que parte de la narración es también esa negación de los africanos en su propia historia. En esa historia creo que la imagen tiene algo que decir y mucho que ver con esa narración. El sistema de difusión que te decía antes.
¿Y la gente no se cabrea cuando dices estas cosas?
Afortunadamente me muevo en unos ambientes en los que esto no molesta, siendo sincera. Yo no me he encontrado mucho con negación ni nada de esto, aunque sí me han intentado convencer de que la fotografía la realizaban los blancos cuando yo les estaba mostrando que no fue exactamente así.
Me pasa más a menudo encontrarme con algunos fotógrafos que viajan a África, y hacen unos retratos que, si los comparas con las fotografías que se hacían en la época colonial, prácticamente son iguales. Es tan evidente que me cabrea.
¿Hay manera de cambiarlo?
Es que para evitar esto, tendríamos que evitar que el mundo fuera racista, colonialista, patriarcal, es decir, no podemos evitar que la imagen sea de determinada manera si el mundo es así. Es casi un imposible. Lecciones en historia de la fotografía, educación, conocer de dónde vienen determinadas imágenes, historia del racismo… Sería un buen punto de partida para pensar de dónde vienen determinadas construcciones. Es innegable que África sigue siendo representada como una unidad, que sólo aporta catástrofe y folklore a la humanidad. Esto es algo naturalizado.
Mi posicionamiento como historiadora del arte es que la fotografía también puede aportar cambios, enseñar otros significados, cambiar nuestra visualidad. No sé, ¿hasta qué punto puede permear una investigación o un proyecto artístico?
Y, ¿qué podemos hacer los fotógrafos y fotógrafas negros? A mi me cuesta desaprender, me cuesta encontrar claves para construir mis propias imágenes en mi proyecto.
Esa pregunta es trampa porque yo no puedo decirle a un fotógrafo negro que ha de hacer. Y además tampoco soy fotógrafa. Que quede claro. Lo que creo que es obvio es que España adolece particularmente de una reflexión sobre la afrodescendencia, la esclavitud, el colonialismo y el racismo. Casi todo está por hacer. Lo que creo es que es importante tomar en serio el valor de la voz propia, la experiencia como artista y como fotógrafo. Ya no es momento de grandes voces, desde luego. Que se hable de la experiencia de ser negro en España, y no creo que deba interesar sólo a los negros.
Lo que sí le diría a los historiadores del arte es que tenemos que ser responsables de hacer una historia del arte inclusiva, no sólo los que nos dedicamos a los estudios poscoloniales.
Es importante tomar en serio el valor de la voz propia, la experiencia como artista y como fotógrafo.
Bueno, es que la historia universal es la historia del hombre blanco…
La historia escrita es la historia del hombre blanco, pero la historia se reescribe siempre.
Hablando de historias reescritas, ¿se sabe poco de la colonia en el país colonizador, no?
Es que no se estudia en el colegio. Si tienes curiosidad lo descubres enseguida pero no hay memoria alguna, y la que hay es muy light. Es el mito del colonialismo bueno de España en Guinea Ecuatorial cuando en realidad, claro, fue violento y de explotación. Recientemente ha salido un bestseller y una película; algunos más se habrán enterado de algo, aunque sea desde la perspectiva de esa escritora o de ese director que es muy superficial y tópica. Ahora que lo pienso, no sé qué es peor…
Es grave. Durante la colonia y después de la independencia muchas familias vinieron a España, una gran parte de la población de Guinea Ecuatorial, y no están aquí, quiero decir, es como si no estuvieran. La pregunta de «y tú de dónde eres», el «qué bien hablas»… Qué te voy a decir.
Te tengo que preguntar, ¿por qué tanto interés en África?
No es sólo que sea África o que me interese determinada voz o discurso, lo que me interesa es no obviar discursos silenciados. Como historiadora del arte, como tantos otros, un día se me ocurre que hay cosas que no nos han enseñado y que las tenemos que buscar nosotros. En cinco años de carrera no estudié a un solo artista negro.
¿Me preguntas que por qué me interesa la fotografía en África y no un señor llamado Miguel Ángel del siglo XVI?
Es la tradición occidental…
Pero es que la tradición es una construcción también, aunque sería muy extenso discutir esto. Quiero decir que a mí Miguel Ángel me interesa, pero esto es como lo que hablábamos de la representación y la agencia. Mi herencia es una construcción, yo soy una mujer y tampoco tengo mujeres en la historia del arte. Ni una hasta el siglo XX. Entonces, ¿mi tradición? Bueno, mi país está a catorce kilómetros del norte de África y a dos mil de Italia.
Lo que pasa es que no se puede pensar en la tradición occidental sin pensar en los vacíos premeditados y sistemáticos que ha tenido y tiene esa tradición, así como la violencia que la acompaña. Entiendo la etiqueta del arte europeo, pero es que Europa no es necesariamente blanca, es más, no lo ha sido nunca. ¿Por qué mi tradición no son los artistas de África? Es una cuestión de la construcción de la historia.
Tengo que aprovechar para que nos des referentes de fotógrafos afro. Las investigadoras sabéis mucho…
Es difícil elegir, te podría decir otros, pero bueno. Me gusta mucho Nathalie Bikoro, aunque no es fotógrafa, tiene una serie de grabados de Alicia en el País de las Maravillas en África (lo hizo pensando que no encontraba referentes conocidos) que es maravillosa. Busca por Alice in Wonderland. Me encanta Sami Baloji. Me gusta Santu Mofokeng, sobre todo The Black Photo Album. Me gusta la fuerza y activismo de Zanele Muholi. Me gustan historias como las del colectivo Afrapix, luchando con la cámara contra el apartheid. Grace Ndiritu me gusta, Kiluanji Kia Henda, me gusta mucho la serie de los monumentos: Redefining the power. Carrie Mae Weems siempre, Jean-Claude Moschetti, Leonce Raphael Agbodjelo… No sé si podría darte una lista de todo lo que me interesa, pero me interesan las reflexiones artísticas en torno al poder y la historia.
Al margen de tu investigación das conferencias, participas en seminarios, ¿qué más cosas haces?
No son cosas al margen de mi investigación, casi todo lo que hago es en relación con ella. Acabo de trabajar con Maryam Jafri en el caso de Guinea Ecuatorial para la exposición«The Day After», que se inaugura el 15 de abril en Tabakalera, en Donostia. Tengo por delante una primavera bastante ocupada con proyectos de gestión cultural y congresos. Y como esto es una revista de fotografía, para quien le interese, en la Universidad Autónoma organizo junto con Olga Fernández y Juan Albarrán un seminario anual que se llama Políticas de la (no)imagen, sobre fotografía, en noviembre o diciembre. Éste será el tercer año.
¿Qué vas a hacer cuando acabes la tesis mastodóntica?
Sólo hay una pregunta más incómoda que ésa, que es «¿cómo va la tesis?». Bueno, echo de menos escribir, me refiero a cuentos. Resulta que no tengo capacidad para compaginar las dos cosas. Pero escribir ficción es otro tipo de relación con el mundo y echo de menos esa relación. De todas formas, es mejor no prometer nada y menos en público. Aparte de eso, claro, seguir investigando sobre arte y fotografía en África, aunque en España no es fácil investigar, como ya sabemos todos. Pero se pueden hacer cosas muy bonitas e interesantes siempre.