La fotógrafa afincada en Suecia Esther Garrison expone su serie documental ‘En Karagandá: un viaje al interior de Kazajistan’ en la Real Sociedad Fotográfica de Madrid.
‘En Karagandá: un viaje al interior de Kazajistan’, de Esther Garrison, se puede ver en la Real Sociedad Fotográfica de Madrid hasta el próximo 11 de febrero.
La exposición forma parte de un proyecto que su autora está realizando sobre la vida cotidiana en el Este. ‘En Kagarandá’”’ ha sido comisariada por el equipo Fotonline, y coordinada por Angélica Suela de la Llave.
Una mirada sin juicios sobre la vida cotidiana en una región que desempeñó un papel crucial en la industrialización y modernización de la Unión Soviética como productora de carbón y ahora olvidada. Poco se sabe sobre esta región hoy en día aparte de que ha vuelto a cobrar prominencia como exportadora tras la guerra de Ucrania y Rusia. Un recorrido que parte de Karagandá, la capital de la provincia homónima hasta la mina de carbón Shubartol Komir pasando por Temirtau, considerada una de las ciudades más contaminadas del planeta.
Según nos vamos adentrando en la región una sensación de soledad y abandono comienza a impregnar el ambiente. El espectador puede observar las viejas huellas de la Unión Soviética, la inmensidad de las estepas, los rostros curtidos por inviernos implacables, edificios que vieron mejores días décadas atrás o comunidades viviendo a escasos metros de acerías del tamaño de una ciudad. En las imágenes de la acería en Temirtau se mezcla una visión apocalíptica con un un homenaje a las semanas de dura batalla en la acería de Azovstal, Mariupul, durante el conflicto ruso ucraniano.
A pesar del tono melancólico, la exhibición finalmente sirve como tributo a la resiliencia y perseverancia de la gente de Karaganda, que se ha negado a dejar que su región se desvanezca en la oscuridad. Es un poderoso recordatorio de la fuerza perdurable del espíritu humano, incluso frente a desafíos aparentemente insuperables.
Esther Garrison
Esther Garrison es autodidacta de la fotografía y con ayuda de su padre el fotógrafo Manuel García Quintana, Esther se empezó a interesar en la fotografía a través de sus trabajos de viaje. Consultora y auditora en el campo de la sostenibilidad, Esther ha tenido la oportunidad de ser testigo de primera mano del impacto social y medioambiental de diferentes industrias en distintos lugares del mundo, desde Colombia a Siberia pasando por el corazón de África.

“¿Qué me motiva a disparar el gatillo? No suelo salir con la cámara con un proyecto concreto, las circunstancias determinan lo que hago. Normalmente empieza con un viaje, ya bien sea por trabajo en Namibia, un viaje vacacional a la Patagonia o un fin de semana en Amsterdam donde acabé fotografiando en secreto a las prostitutas del Red Light district”.
“Mi ambición es poder evocar el sentimiento de un momento, lugar, situación… Poder transmitir lo que yo sentía en ese momento. Si hay un nexo de unión en lo que hago yo diría que es la soledad. Siento una especial atracción en retratar la dureza y tristeza de la condición humana pero también la belleza que eso conlleva”.