La fotógrafa catalana Pilar Aymerich presenta su primera gran retrospectiva bajo el título ‘Memoria Vivida’, que recoge de forma cronológica la obra de la Premio Nacional de Fotografía 2021.

El Círculo de Bellas Artes de Madrid acoge desde hoy 19 de septiembre y hasta el 7 de enero ‘Pilar Aymerch, Memoria Vivida’. La muestra también se podrá ver en septiembre del año que viene en el Centre d’Art Tecla Sala, que ha colaborado en su realización, junto a La Fábrica y el mismo CBA.

A través de 154 fotografías se recoge la carrera profesional de la fotógrafa. Aunque se incluyen sus imágenes más icónicas y reproducidas, Neus Miró, comisaria de la muestra, ha querido destacar e incluir otras muchas fotografías que apenas se han podido ver, en una apuesta por ampliar la visión y perspectiva sobre el trabajo de Aymerich.

En este sentido, destacan las imágenes tomadas en La Habana en 1982 o las que conforman el proyecto ‘Viajeras a La Habana’, un trabajo compartido que Pilar Aymerich y la historiadora Isabel Segura comenzaron en 2008 y que se exponen por primera vez.

La propuesta, ordenada cronológicamente para evidenciar la simultaneidad entre los diferentes trabajos de la fotógrafa, incluye el cortometraje ‘Entreacto‘, en el que Aymerich aparece como actriz. Realizado en 35mm, sólo se pudo ver en una única ocasión anteriormente, en 1974 en un cine de Barcelona.

© Roberto Villalón

Tras formarse en dirección teatral en la Escuela de Arte Dramático Adrià Gual en Barcelona, Pilar Aymerich estudió fotografía en Londres y París antes de establecerse en 1968 en su ciudad natal, donde inicia su carrera publicando habitualmente en revistas como Serra d’Or, Triunfo, Destino, La Calle, El Viejo Topo o El País. Aquellos años de formación en teatro dejaron una importante huella en Pilar. “El teatro la marcó y se convirtió en algo distintivo en su producción. En sus fotografías la escenografía tiene un papel fundamental”, ha destacado Neus Miró durante la presentación.

En 1974 empieza a colaborar en Televisión Española, en programas como ‘Personatges‘ (con Montserrat Roig); ‘Crear i viure‘ (programa cultural de arte); ‘Per molts anys‘ (con Rosa Maria Sardá) o ‘La Luna‘ (con Julia Otero). Impartió clases de fotografía en el Área de Juventud del Ayuntamiento de Barcelona y seminarios en el Institut d´Estudis Fotogràfics de Catalunya.

Su labor como fotógrafa de calle logra una gran relevancia a partir de 1975, en consonancia con la visibilidad que adquieren los movimientos sociales después de la muerte de Franco. Su cámara fue testigo de manifestaciones, huelgas, celebraciones y movimientos sociales siempre desde una consciencia social, humanista y feminista. Los reportajes fotográficos de aquellos eventos conforman una secuencia de imágenes en la que se puede seguir la evolución de los actos, casi de forma narrativa. 

En sus fotografías se mezclan los hechos que hicieron que Barcelona (y todo el país) cambiara radicalmente y sus protagonistas; tanto la gente que salía a la calle reclamando sus derechos como aquellas personalidades de la cultura del momento que posaron para ella (su vinculación especialmente con el mundo del teatro es una constante en su trabajo). “Soy el producto de mi generación. He estado muy marcada por los acontecimientos”, ha enfatizado Pilar Aymerich en la presentación.

Otro de los rasgos distintivos en la vida de Aymerich (y reflejado en su trabajo) es su implicación en las diferentes causas sociales y políticas. Este compromiso ha dado lugar a algunas de las fotos más representativas, no solo de su carrera, sino también del momento que atravesaba España. Es el caso de las imágenes que recogió en las Jornades Catalanes de la Dona, organizadas por la Asociación Nacional de Comunicación Humana y Ecología, asociación feminista de la que Aymerich era miembro. Las reuniones se celebraron en el Paraninfo de la Universidad de Barcelona en 1976 y supusieron un impulso al feminismo. Las fotografías que captó aquellos días manifiestan un tipo de fotoperiodismo que huye de la distancia y de la supuesta objetividad del documental; incorpora a su propia praxis los planteamientos y reflexiones feministas, algo realmente inusitado en el panorama de aquellos años en España.

© Pilar Aymerich

Sus imágenes surgen del conocimiento de una situación dada, de la familiaridad con el entorno y de las relaciones interpersonales que construye. “No sé si soy fotógrafa o una persona que hace fotografía”, reconoce Aymerich. “Como fotógrafa tengo muy en cuenta lo que tengo delante como persona. Para mí la ética es fundamental”.

De forma paralela al seguimiento en el ámbito público durante los primeros años de la transición, Pilar Aymerich realizó también un registro fotográfico de lo que sucedía en la capital catalana en el sector cultural. “El valor de la cultura ha sido siempre muy importante para mí, fuera también del propio ambiente cultural”, ha comentado. Destaca especialmente todo aquello relacionado con el teatro, así como los vínculos personales y profesionales iniciados ya en su etapa formativa y mantenidos durante toda su carrera.

En estos años, los setenta, la escena teatral en la Barcelona es especialmente vanguardista y se suceden los proyectos que desean innovar en formatos y contenidos. Como el Teatre Lliure, que en 1976 se abre al público como un proyecto, liderado por Fabià Puigserver, que ya desde su concepción optará por una arquitectura teatral radical; se rompe con el teatro a la italiana y se sitúa el escenario en el centro del espacio teatral. Las fotografías de Aymerich darán testimonio en esta ocasión de la construcción de este singular teatro y de las obras que se representarán.

También en el 76 se lleva a cabo la primera edición del Festival Grec de teatro en verano, que prosigue hasta la actualidad. Esta primera edición fue programada por la Asamblea de Actores y Directores y tuvo lugar en el teatro griego que se construyó en el año 1929 en la falda de la montaña de Montjuich. 

En 2021, el trabajo de Aymerich fue reconocido con el Premio Nacional de Fotografía. En su fallo, el jurado destacaba “una trayectoria en el ámbito de la fotografía a pie de calle, desarrollada a partir de la década de los setenta, que plantea cuestiones acuciantes en la realidad social y política tardofranquista, que aún hoy son de relevancia. Una obra que germina desde una noción ética en la que la fragilidad es el punto de partida de una narración fotográfica”.