Juan Santos, fotógrafo y docente, escribe sobre las distintas estrategias y acercamientos a la autobiografía visual, principalmente a través del formato libro. ¿Cómo nos representamos cuando se trata de nosotros mismos? En esta primera entrega se centra en el inventario a través de dos autores: On Kawara y Sol Lewitt.
El telegrama de On Kawara, fechado en febrero de 1970, dirigido a Sol Lewitt con el texto “I´m still alive” (“aún estoy vivo”), es un vínculo relevante entre estos dos artistas. No se trata de una casualidad. Tampoco de una correspondencia entre ellos –que eran amigos–, en la que Kawara le comunica con urgencia que sigue vivo.
El telegrama es parte de una serie, que comienza con tres telegramas, que On Kawara envió en 1969 al comisario Michel Claura para la exposición “18 PARIS IV.70”. En ellos escribió sucesivamente: I AM NOT GOING TO COMMIT SUICIDE DON’T WORRY (No voy a suicidarme no te preocupes); I AM NOT GOING TO COMMIT SUICIDE WORRY (No voy a suicidarme preocúpate); y I AM GOING TO SLEEP FORGET IT (Me voy a dormir olvídalo). Estos telegramas, expedidos en días diferentes, son el comienzo de un proyecto autobiográfico. Poco más de un mes más tarde, Kawara remitió un nuevo telegrama a los coleccionistas Dorothy y Herbert Vogel que decía “I´m still alive” (“aún estoy vivo”). Envió casi novecientos telegramas con este texto a amigos y conocidos durante más de tres décadas, de los cuales el enviado a Sol Lewitt es tan solo uno más.
El interés que despiertan Kawara y Lewitt como artistas autobiográficos reside tanto en el uso que hacen del inventario como en su forma de construir la autobiografía con una aparente ausencia del “auto”.
Kawara convirtió su vida en su obra, explorando los conceptos de tiempo y espacio a través del lenguaje y los números. Su autobiografía recorre la mayoría de sus proyectos, incluyendo sus ‘Date Paintings’ (pinturas de fecha) de la serie ‘Hoy’; las postales de la serie ‘I Got Up’ (me levanté); los telegramas de la serie ‘I Am Still Alive’ (aún estoy vivo); los mapas de la serie ‘I Went‘ (fuí); las listas de nombres de la serie ‘I Met’ (conocí); los recortes de periódico de la serie ‘I Read’ (leí); y los calendarios (‘Calendarios de Cien Años’ y ‘Un Millón de Años’).
Los medios de comunicación están también muy presentes en la obra de Kawara desde que se estableció en Nueva York en 1964. El 4 de enero de 1966 creó la primera de sus ‘Date Paintings’: lienzos de medidas variables pero de un solo color (rojo, azul o gris), con la fecha en que se hicieron inscrita en blanco. Kawara produciría varios miles de estas pinturas a lo largo de cuarenta y ocho años. Este conjunto constituye la serie ‘Hoy’. Cuando pintaba uno de sus ‘Date Paintings’, Kawara recortaba también noticias del periódico de ese día en las cuales anotaba o señalaba algo de su interés. Posteriormente pegaba estos recortes en hojas que reunía en archivadores de anillas. Esta serie se tituló ‘I Read’ (leo).
Kawara cataloga tanto sus actividades diarias como el paso del tiempo en su obra. En ‘I Got Up’, envía postales a sus amigos con la hora en la que se había levantado de la cama ese día y la dirección donde se hospedaba. Las postales no están escritas de su puño y letra sino impresas con un sello, remarcando esa ausencia del autor. Incluso envía la misma postal a la misma persona en días sucesivos. En ‘I Met’ escribe los nombres de las personas que ha conocido ese día. En ‘I Went’, señala sobre mapas fotocopiados los movimientos realizados ese día. De esta forma consigue reflejar cómo lo que hacemos, leemos, con quienes nos relacionamos o los lugares que visitamos conforman y determinan nuestro día a día, y, con ello, gran parte de nuestra biografía.

On Kawara. From I got up, 1968–1979. Stamped ink on postcards. Various dimensions.
Los telegramas de ‘I Am Still Alive’ se diferencian de las series anteriores en que el objeto no es siquiera elegido o tocado por el artista, sino que involucra a otras personas: los empleados de las oficinas de telégrafos. Kawara utiliza un medio de comunicación rápido, usado normalmente para comunicar noticias urgentes, para enviar un mensaje totalmente diferente. El telegrama refleja la fecha y hora del momento de la entrega. El soporte es el utilizado en el lugar de destino del mensaje –la oficina de telégrafos en la que se imprime–, lo que supone una renuncia al control estético, a la forma final de la obra e incluso al control estricto sobre su vida, o su muerte, una vez que su primera afirmación es I AM NOT GOING TO COMMIT SUICIDE. En este proyecto lleva aún más lejos algunos de los elementos ya presentes en I got up. Kawara hace presente al destinatario, el otro, como protagonista necesario de su biografía: su relato existe en tanto en cuanto alguien lo recibe. Quizás sea este su proyecto autobiográfico más simple y efectivo. De hecho, el mismo Kawara comenzó a responder a las peticiones de información sobre su obra o su participación en exposiciones con ese único texto: I Am Still Alive.
Los elementos autobiográficos utilizados por Kawara: el inventario de fechas, noticias, lugares, personas… hablan de él mismo, pero a la vez revelan una aparente ausencia del autor, como hemos visto en los proyectos mencionados.
Esta aparente ausencia nos conduce hasta el destinatario del telegrama con que comenzábamos: Sol Lewit.

Sol LeWitt : Fotografía. George Stolz. Fundación ICO / La Fábrica Editorial. Madrid, Spain 2003. ISBN: 8495471736
Sol Lewitt realiza en 1980 su proyecto ‘Autobiografía’, un trabajo formado por 1101 fotografías que el artista tomó de cada uno de los objetos de su apartamento en Nueva York antes de mudarse a Italia. Lewit utiliza la fotografía para inventariar los objetos que le rodean y que, de algún modo, hablan de quién es él de una forma diferente a la de las memorias habituales. En sus propias palabras: “la mejor imagen de mí mismo no es tanto la de un retrato ordinario sino las fotografías de todos los objetos con los que he vivido”. Ese “con los que he vivido” puede ser la clave del título: Autobiografía -en lugar de autorretrato-, en contra del análisis efectuado por algunos autores. Los objetos se impregnan de una memoria que se les atribuye con el paso del tiempo, se convierten en contenedores de esa memoria.
En este trabajo, Lewitt es consciente de esa memoria acumulada y toma el papel de narrador y protagonista a la vez. Recorre su intimidad a través de esos objetos, donde conviven libros y relojes con zapatos y cacharros de cocina. Cualquier rincón es susceptible de inventariarse. Y hace su registro aparentemente sin preocuparse de la calidad de las imágenes. Los objetos no están especialmente iluminados ni centrados, incluso algunas imágenes están desenfocadas, subexpuestas o mal encuadradas. No importa tanto el detalle como el conjunto, que funciona por acumulación, presentado en cuadrículas de tres por tres fotografías del mismo tamaño. Todos los objetos están al mismo nivel, sin destacar unos frente a otros. Lewitt proporciona toda la información disponible a su alrededor, al menos superficialmente, para que el espectador imagine o reconstruya su biografía: “El objetivo del artista no es instruir al espectador, sino proporcionarle información”. Sin embargo, la secuencia y las agrupaciones elegidas nos sugieren la presencia de una narrativa.
La ausencia a la que aludíamos antes en Kawara se produce aquí al sustituir la propia imagen por la de los objetos que lo rodean. Más de mil fotografías y ninguna del propio artista –a excepción de una en la que aparece una imagen de Lewit en la misma cuadrícula que otras fotos familiares o las que muestran folletos o posters de sus exposiciones, o sus propias obras–. A pesar de su importancia y de su merecida fama, paradójicamente, el hilo unificador de su obra está en su insistencia en reducir el papel del ego del autor en la creación.
Al contrario de lo que sucede con el planteamiento artístico de Kawara, este trabajo de Lewitt pudiera parecer una anomalía dentro del conjunto de su obra, que se recordará más por su adscripción al minimalismo o al arte conceptual. Sin embargo, en muchos de sus proyectos –sobre todo los fotográficos–, utiliza como estrategia la seriación, una suerte de inventario, ese “modo mecánico y ciego” al que se refería en la ejecución de una obra conceptual.
Podría decirse que este trabajo de Lewitt es un ejemplo canónico de inventario biográfico, creado a través de la fórmula de tentativa de agotamiento de un espacio físico, como lo haría Perec. El protagonista aquí es tanto el espacio como los objetos de los que el autor se ha rodeado a lo largo del tiempo. Objetos elegidos cuidadosamente para que le acompañen: los libros, los cuadros, las fotografías familiares, y otros accidentales o mucho más banales. También aquellos que no señalaríamos como definitorios de una vida: los utensilios de cocina, las herramientas, las plantas…
Es posible que los objetos no nos acompañen hoy en día durante tanto tiempo como lo hacían en el pasado, que no se impregnen de una memoria tan duradera en esta época del usar y tirar. Sin embargo, el inventario sigue siendo una estrategia efectiva de evocación.

Sol Lewitt: Fotografía. George Stolz. Fundación ICO / La Fábrica Editorial. Madrid, Spain 2003. ISBN: 8495471736
‘Sol Lewitt: Fotografía’. George Stolz. Fundación ICO / La Fábrica EditorialMadrid, Spain 2003. ISBN: 8495471736