KBr de la Fundación Mapfre propone un recorrido por la carrera del fotógrafo americano William Eggleston, considerado uno de los pioneros de la fotografía en color.
‘William Eggleston. El misterio de lo cotidiano’ se puede visitar en el KBr de la Fundación Mapfre en Barcelona desde el 29 de septiembre al 28 de enero.
‘El misterio de lo cotidiano’ constituye la más amplia exposición que hasta la fecha se ha presentado en España sobre Eggleston. Organizada cronológicamente, aborda sus trabajos en blanco y negro (que se presentan por primera vez con motivo de esta exposición) y aquellos por los que es más conocido, los realizados en color a partir de 1965. Desde entonces, el autor consiguió cambiar la consideración de lo que merecía la pena ser fotografiado y abrió su atención a todo tipo de objetos, llevando a la práctica fotográfica una «mirada democrática».
Durante sus años universitarios en la Universidad de Misisipi, Eggleston conoció la obra de Henri Cartier-Bresson y Walker Evans, que, según sus propias palabras, le abrieron los ojos a la posibilidad de una fotografía realizada con mayor libertad. El «instante decisivo» de Cartier-Bresson le hizo comprender que se podían condensar movimientos y escenas complejas en una única imagen partiendo de motivos prosaicos y cotidianos. Del trabajo de Evans, le interesaron no solo los temas, también los encuadres frontales, simples y equilibrados, no exentos de elegancia. Si bien no llegó a terminar la carrera, el autor tuvo también la oportunidad de conocer la pintura de los expresionistas abstractos, que le revelaron las posibilidades del color en su trabajo, lo que le ofreció ciertas cualidades pictóricas a sus fotografías.
«No imaginaba ser capaz de hacer algo mejor que una copia perfecta de Cartier-Bresson. Y finalmente lo conseguí. Pero llegó un punto —entiendo que tuvo que ver con el deseo de buscar mis raíces y volver a Memphis— en el que tuve que enfrentarme al hecho de que lo que tenía que hacer era salir a perseguir paisajes desconocidos. Lo que era nuevo en aquella época eran los centros comerciales, así que los fotografié».
A partir de 1965, Eggleston se sumergió en un universo extraño y familiar al mismo tiempo que exploraba la cotidianeidad de las pequeñas ciudades del sur de Estados Unidos. Fotografiaba todo lo que se ponía ante sus ojos: tiendas de comestibles, bares, escritorios de oficinas, supermercados, estaciones de servicio, retratos de su familia y de amigos, etc. La mecanización del campo y la acelerada industrialización del automóvil abarató en la década de 1960 los costes de los vehículos, de modo que las familias comenzaron a poder disponer de más de un automóvil. Las tiendas de barrio empezaron a ser sustituidas por los grandes centros comerciales, conocidos como malls, que dieron inicio a una vida social que antes se había reservado a las plazas de los centros de las ciudades. En los malls, ubicados en los suburbios, se podía encontrar cualquier cosa en un único espacio, desde restaurantes hasta tiendas y cines, y todo ello acompañado de mucho color, luces y brillo. Un nuevo mundo de consumo que Eggleston no tardó en capturar.

William Eggleston
William Eggleston (1939, Memphis, Tennessee, Estados Unidos) es una leyenda viva de la fotografía. En 1976 el MoMA (Nueva York) organizó una exposición individual de su obra, que fue la primera vez que este museo dedicaba una muestra completa a la fotografía en color.
Junto a otros grandes de la fotografía contemporánea como Garry Winogrand o Lee Friedlander, Eggleston forma parte de una generación de autores cuya obra, durante los años setenta, liberó a la fotografía de muchas de las reglas y los conceptos restrictivos del medio; uno de los más relevantes: que la fotografía artística sólo podía serlo si estaba realizada en blanco y negro.
Los protagonistas de sus fotografías suelen ser motivos cotidianos sin ningún atractivo aparente: unos zapatos viejos, el congelador repleto de comida, una chaqueta colgada, el interior de un baño, un camión parado en una vía de servicio, etc., y a pesar de ello sus imágenes no tienen nada de ordinario. El artista pronto mostró que era capaz de convertir lo más sencillo en algo interesante y enigmático y que lo banal podía ser tan apasionante como la vida misma.