El periodista y fotógrafo Ramón Peco autopublica ‘Trampa para pájaros’, un fotolibro en el que, a se propone un juego al lector partiendo de una única fotografía fragmentada.
‘Trampa para Pájaros’ es, según su autor, “una forma más de contar cómo la ficción y la fotografía suelen ir de la mano, incluso en las fotos que pretenden mostrar fielmente eso que llamamos realidad”.
Las ideas que hay tras este libro entroncan con la literatura de George Perec, pero también con la concepción de la pintura de Brueguel El Viejo y El Bosco.
“Este fotolibro no hubiese sido posible sin la ayuda del diseñador Jaime Narváez”, explica Peco. “Conoció el proyecto cuando prácticamente solo era una idea y un puñado de bocetos. A él se deben muchas de las decisiones que se han tomado para hacerlo realidad”.

Por sugerencia del autor, incluimos el texto ‘Trampa para pájaros: alegoría y paisaje’ escrito por el filólogo Ignacio García Crespo, al entender que facilita la comprensión del libro. García Crespo es un buen conocedor del proyecto «que ha acertado de lleno en este meticuloso análisis sobre algunos de los secretos que guarda en sus páginas el libro».
TRAMPA PARA PÁJAROS: ALEGORÍA Y PAISAJE
Último refugio de la fotografía impresa, parecen lejos de agotarse las posibilidades de un formato como el fotolibro que, aupado por el feliz encuentro entre la creación fotográfica y el diseño editorial, se ha consolidado como uno de los medios de expresión más versátiles y productivos con el que cuentan los fotógrafos.
‘Trampa para pájaros’, el proyecto del fotógrafo Ramón Peco —con la colaboración de Jaime Narváez como diseñador— da buena cuenta de esta vitalidad. Con la experimentación formal como punto de partida, la fragmentación de una imagen de alta resolución articula en este trabajo diferentes planteamientos como la dramatización de la escena, la introducción de elementos ficcionales o la hermética apelación a referencias plásticas históricas —el título del libro es el de un conocido cuadro de Pieter Brueghel el Viejo—.
Sin embargo, de entre todos los juegos y sugerencias que ‘Trampa para pájaros plantea’, tal vez pueda pasar inadvertido, por demasiado evidente, un aspecto, poco común en el arte contemporáneo, que creo fundamental para entender su alcance, me refiero al carácter paisajístico y alegórico de sus imágenes, el cual, en parte, aclara la mencionada referencia a uno de los primeros paisajistas occidentales.
La memoria cultural del paisaje
Fueron los pintores holandeses, a finales del siglo XV, los creadores en Europa del género pictórico del paisaje. Y es con ellos con los que nace la posibilidad de una teoría que explica la relación entre territorio y representación: la evidencia de que el paraje que vemos en una obra artística no existe más allá de su representación; es decir, el paisaje entendido como una invención, una forma de sensibilidad en la que la naturaleza se convierte en una función de la cultura y “la vida imita al arte”, según el conocido y, en apariencia, paradójico aserto de Oscar Wilde. Hipótesis culturalista expuesta con claridad y concisión por el crítico francés Alain Roger en su ‘Breve tratado del paisaje’.
Pese a esta tardía aparición del paisaje como género pictórico,(1) la representación retórica del territorio es una operación de larga duración, inscrita en la tradición occidental como tópico literario de la poesía bucólica latina y, podríamos pensar que, a partir de su herencia, convertido en una especie de arquetipo de una cultura común europea. Esta idea, la de una cultura común europea que reclama la continuidad del mundo de la antigüedad en el presente, surge en la Alemania de entreguerras como respuesta al nacionalismo excluyente y agresivo que asolaba Europa en aquellos años. Historiadores del arte como Aby Warburg, su discípulo Erwin Panofsky o el romanista y filólogo Ernst Robert Curtius defendieron esta teoría desplegando en sus trabajos y estudios una asombrosa erudición.
Como explica Robert Curtius, el tópico poético que desde tiempos del Imperio romano hasta mediados del siglo XVI constituye el motivo central de todas las descripciones de la naturaleza, es el llamado locus amoenus. “Lugar ameno” que tiene como elementos esenciales la vegetación y el agua distribuidas en un paraje apacible: árboles y sombra, un prado y una fuente, un arroyo o un río. Es en este paisaje idealizado en el que tienen lugar las escenas amorosas de carácter alegórico de la tradición bucólica —la que va de Teócrito a Sannazaro y Garcilaso, pasando por las Bucólicas de Virgilio— y el mismo que reaparece ahora en ‘Trampa para pájaros’ de Ramón Peco, según una sorprendente trasferencia cultural cuyo legado insospechado emerge como una especie de corriente artística inconsciente que parece querer confirmar la hipótesis de la pervivencia del mundo antiguo a la que antes hemos aludido.
Et in Arcadia Ego
Romper con un tópico es una forma de revitalizarlo. En sus ‘Metamorfosis’, Ovidio introduce una significativa innovación en la poética del locus amoenus. El paisaje apacible y amable, propicio para el deleite y el amor, es ahora el escenario de una tragedia. Es una forma de sorprender al lector que, guiado por las convenciones del tópico, no espera un desenlace violento. Este mismo recurso disruptivo — la misma trampa— es el que, no por casualidad, introduce Ramón Peco en la escena que tiene lugar en su libro y el que, además, y esto es lo más importante, habilita la posibilidad de una lectura alegórica: semiocultas en la maleza descubrimos dos parejas de personajes en aptitudes violentas que nos arrebatan con su presencia del embeleso de las aguas mansas y la amable verdura: hemos sido expulsados del Paraíso y, como los intrigados pastores que pinta Poussin en Les Berges d´Arcadie, quedamos paralizados ante el túmulo funerario cuyo hallazgo nos arranca del sueño del amor. Inscrita en la piedra están las palabras fatales que los antes felices jóvenes tratan de descifrar: Et in Arcadia ego: “También yo estoy en la Arcadia”. El idilio ha terminado, el sueño es solo un sueño, también la muerte reina en la Arcadia. La niebla que nos envolvía se desvanece, vemos las figuras de Dante y Virgilio cruzar la puerta del Infierno, inscrita en el dintel hay una advertencia: “Pierdan toda esperanza los que entran”; se escucha tañer la campana de John Done; Antonius Block, caballero cruzado, pierde su partida de ajedrez; un cuervo grita nevermore, por las calles de Roma desfila un general victorioso, tras él, un siervo le susurra al oído: memento mori, memento mori…
(1) Igualmente tardía es la llegada del termino “paisaje” a nuestro idioma, un galicismo que no aparece en castellano hasta principios del siglo XVII, cuando es utilizado por los funcionarios de la corte de Felipe II como un tecnicismo con la función específica de describir los lienzos de esta clase en el inventario de bienes del monarca realizado tras su fallecimiento.

Ramón Peco
Ramón Peco, actualmente escribe sobre tecnología y fotografía en La Vanguardia, donde coordinó la sección de tecnología Anteriormente he trabajado como redactor en Verne, El País Tecnología, El Confidencial y S Moda. También ha escrito en Quesabesde, Condé Nast Traveler, Vanity Fair y Divinity.
Selicenció en Periodismo en la universidad Complutense en 2003, el mismo año en el que también terminé de estudiar el Master de Periodismo Digital de El País. Aunque lleva trabajando en medios de comunicación desde 1997, su primer trabajo como redactor de un medio lo logró en el año 2002. Entonces me incorporó al periódico de internet Estrella Digital. La mayor parte de sitios en los que he escrito desde entonces han sido medios digitales.
Su experiencia más genial, según sus palabras, hasta la fecha fue trabajar en Soitu. Allí escribió bastante sobre tecnología y coordinó la primera sección de fotografía que existió en un medio de información general en castellano. Tras el cierre de Soitu puse en marcha El Fotógrafico.
Otros sitios en los que ha trabajado la red social blipoint.com; medios de tendencias como Vanidad, Neomoda y Neo2; y aprendió bastante sobre el periodismo cercano pateando la calle en la Agencia EFE y El Día de Ciudad Real.
También escribe el blog de la revista experimental Lalata. Un proyecto fascinante que te invito a conocer.
Es autor de los libros de fotografía ‘Campo de fuerza’ e ‘Informe C’, del libro experimental ‘Fantasmas’, editado por la editorial Lo Ves; y de ‘Nueve Diálogos’, en el que entrevista a los principales creadores de publicaciones experimentales de España.

- ‘Trampa para pájaros’ de Ramón Peco
- Autoeditado.
- Textos: Ramón Peco.
- Idioma: Castellano.
- Diseño: Jaime Narváez.
- Preimpresión: LaTroupe.
- Impresión: Laboratorio para el arte
- Número de páginas: 24 páginas.
- Tamaño: 140 X 210 MM.
- Edición: 100 ejemplares.
- ISBN: 978-84-09-34101-6.
- Precio: 15 euros.