El arte de ser artista

Ser artistas es todo un arte. Y para ser un artista de éxito, sólo hay que seguir unos sencillos pasos. Un poco de humor y cierto sentido crítico en esta nueva sección de Sergio de Luz.

En estos días en los que vivir es un arte, me ha parecido acertado hacer caso a mi encefalograma y reflexionar sobre fotógrafos, artistas y fotógrafos-artistas.

Lo cierto es que viendo cómo se las gastan algunos artistas de nuestro país, uno no sabe si analizar su obra o halagar el simple hecho de haber llegado dónde están gracias a una ingeniería lingüística, planificación y dudosas artes en cuyo escenario se pisotean cabezas inocentes (en todos los sentidos). Se llega a utilizar a otros artistas para su total conveniencia y se les deja de lado cuándo ya no se les pueda sacar más jugo o cuándo éstos se vuelven agrios y sus preguntas incómodas.

Intentaremos explicar una de las maneras con las que estos artistas llegan a conseguir la excelencia en el íbero ejercicio de la picaresca, aspirando a la etiqueta (o trofeo) de «artista emergente”. Casualmente, muchos de estos burlones, muestran “la misma obra” durante años, una y otra vez, sin aportar nada nuevo a su disciplina artística. Obras que se han hecho y repetido de manera ininterrumpida a lo largo de la historia del arte contemporáneo.

Es todo un arte, éste, que suele superar a su talento como artista, la maña con la que consiguen ser artistas de éxito o recibir la codiciada etiqueta mencionada anteriormente. Es el arte de los codos abiertos, el arte de aprovecharse de los demás, el arte de que hablen (bien) de uno, el arte de comunicar superlativamente cualquier muestra que se realice (por muy cutre que sea el evento). Cuestionando, así, el criterio de los que alimentan su archivo de prensa.

Comentar algún ejemplo de estas artes, simplemente, no le haría justicia a ninguna de ellas ya que merecen ser explicadas con serenidad. Por ejemplo, me detengo en el «curriculum”, concretamente en el apartado donde se habla de premios.

El premio es muy importante para cualquier artista, como todos sabemos, no solo para seguir comunicando su obra y prestigio, también para engordar su curriculum. Son poderosas herramientas que llenan los días en los que la actividad se relentiza.

Un artista puede recibir premios de dos formas. La primera es la que hemos experimentado la mayoría de nosotros; presentándose a cuantos concursos permita tu obra. La otra, usando y manipulando unos cuántos cientos de “contactos” menores.

Para cocinar un premio necesitaremos:

  • Unas decenas/centenares de amigos.
  • Un responsable de blog, revista o agrupación artística.
  • Un nombre chulo para el premio, en otro idioma a ser posible.
  • Mucho morro.
  • Un par de cebollas.

Receta para una persona. Dificultad media. Precio muy asequible.

Instrucciones:

  • Se enciende el horno.
  • En una olla se cocinan a fuego lento los amigos (contactos de redes sociales, fans, otros artistas, colegas del colegio, hijos de los mismos o incluso sus exparejas). Después se deja reposar.
  • En otra sartén se dora la píldora al responsable de un blog (por ejemplo) de miles de seguidores (¡o no!). El contacto inicial es clave ya que es necesario hacer ver cuánto admiras su trabajo y dedicación al mundo del arte patrio. Deja pochar la pelota hasta que tu admiración se vuelva translúcida y no quede duda alguna del amor incondicional por todo lo que hace y escribe.
  • Después de haber precalentado el horno durante un par de meses, se prepara el molde. Estimula la idea de organizar unos «very fucking cool awards”, no olvides destacar todo lo que esta persona conseguirá por tener el privilegio de gestionar unos premios tan importantes. El artista le hace el favor de su vida, se convertirá en alguien respetado por tan noble iniciativa. Cuidado con la intensidad, vigila siempre que no se queme, pues el sofrito inicial es crucial en toda receta.
  • Una vez ligado el sofrito, ofrécete como el amigo fiel quién será tan amable de recomendar un jurado compuesto por algunos de los mejores y más prometedores artistas, curadores, marchantes e incluso coleccionistas del panorama actual. Todos ellos, elementos que dejamos reposar inicialmente, los cuales se verán muy honrados por el mero hecho de que, al fin, su opinión sirva a una causa justa.
  • Una vez formado el jurado, introdúcelos en el molde con mucho cuidado de que no se caiga nadie, son de confianza y deben estar de acuerdo con los artistas puestos y propuestos como candidatos (ente los cuales, por supuesto, debe estar tu nombre). Introduce el molde en el horno y mantenlo a una temperatura baja. No olvides alimentar el ego del otorgante en todo momento.
  • A continuación se deja al otorgante frente a los fogones, después de todo es un honor para él y debe sentirse privilegiado por organizar estos premios tan importantes. Vigila y supervisa la forma en la que el otorgante se pone en contacto con cada miembro del jurado ya que también debe encargarse de la comunicación del premio. Ten a mano un cuchillo cebollero por si fuera necesario estimular este proceso.
  • Asegúrate de que tu candidatura es sólida, convenciendo, incluso, al otorgante para que facilite la identidad del favorito (tu, ¡por supuesto!) a los votantes y poder dirigir el voto.
  • Vigila los votos cada tres días.
  • Estudia la frecuencia de las votaciones, y cuando éstas mermen enciende el grill. Asegúrate dorar todos los ingredientes apretados en el molde. Apaga el horno y deja reposar durante una semana.

Antes de sacarlo del horno pica un par de cebollas para que tus lágrimas sean visibles al otorgante y tu emoción no quede bajo sospecha. Pica cinco cebollas si es la primera vez que te atreves con esta receta.

Comunica tu éxito correctamente, es importante que el otorgante se impliqué una vez más y maximice los resultados obtenidos.

Por último actualiza tu curriculum e intenta que medio planeta sea conocedor de tan preciado galardón y, lo más importante, cuánto lo mereces.

En próximos capítulos seguiremos analizando esta nueva clase de artistas con otros ejemplos de estas malas artes, “hacer un libro de fotografías con nueve imágenes y cobrar por contarlo” o “como exponer tu obra en ferias internacionales a coste cero”, entre otros…