Levadura fotográfica

Blas González comienza una nueva serie de entrevistas en los que nos traerá a personas que conforman el «trípode» del mundo fotográfico: los y las creadoras, los y las espectadoras y los y las agentes culturales. Se trata de la «Levadura fotográfica» que contribuye al fermento creativo que nos rodea. La primera entrevista, con el creador de la editorial Aluda Negra, Xosé Lois Gutiérrez Faílde.

Mi primer contacto con la editorial Alauda Negra fue a través de la publicación del trabajo de Tere Fernández (Ourense, 1975), una fotógrafa emergente gallega que publicó ‘La velocidad de las lágrimas’, un fanzine que la autora definió como un “nuevo contenedor” para la nostalgia, un objeto definido como lugar para el encuentro físico con las emociones, que “ahora se pueden sentir” en la materialidad del papel.

Un año después me volví a encontrar con la editorial Alauda Negra en el festival de fotografía FFoco de La Coruña. Allí, Julian Barón presentaba ‘O Desengano‘, un proyecto artístico que, en la conmemoración del 20 aniversario del hundimiento del Prestige, intervenía los escenarios de la catástrofe con fotografías de los voluntarios recogiendo el chapapote en los meses que siguieron a aquel aciago noviembre de 2002.

Estas imágenes se transformaban posteriormente en objeto de exposición en la Fundación Seoane de La Coruña y, adicionalmente, en un singular fotolibro editado por Alauda Negra. Impreso con tintas blancas sobre papel negro, contenido y diseño del fotolibro confluyen para transformar la experiencia del espectador y ser vehículo efectivo del significado artístico.

Algunos días después de la presentación de este fotolibro, tuve ocasión de conversar telefónicamente con Xosé Lois Gutiérrez Faílde –fundador de Alauda Negra– y me interesó especialmente que comentase como promover su proyecto editorial desde Sarria, en el corazón de la provincia de Lugo, tiene más que ver con una reivindicación identitaria que con una manifestación de resistencia.

Meses después coincidimos nuevamente en uno de los “Encuentros 5+1” –diálogos en torno a la fotografía–, y puede certificar la solidez de su posición.

Mi interés por el fotolibro está centrado en tres cuestiones: la concurrencia que se produce en el medio entre la intención del autor y la experiencia del espectador, la convergencia entre las características hápticas del libro como objeto y lo semiótico, y la capacidad que el fotolibro tiene para habilitar un diálogo entre fotógrafos, diseñadores, impresores, editores, libreros y, por supuesto, los lectores.

Este interés es  el hilo conductor de esta entrevista con Xosé Lois, un reflexión que sitúa la cuestión del fotolibro en las coordenadas que le son propias: el acontecimiento fotográfico.

Todo proyecto creativo tiene su origen en una chispa de inspiración ¿Por qué Alauda Negra? ¿Podrías comentarnos las motivaciones y objetivos iniciales para lanzarte a fundar un nuevo sello editorial? 

Alauda Negra es la conclusión lógica de toda una intrincada serie de derivas y experiencias que he tenido alrededor de la edición. Siempre he estado vinculado a la producción de libros, fanzines y revistas desde muy joven. Nunca, aún así, con un sello propio.

En 2018 comencé a pensar en una plataforma que sirviera  para publicar mis propios trabajos. Al año siguiente arranqué con el primer lanzamiento de Alauda: ‘Ein Stück‘ (Una Pieza), una plaquette de mi autoría que abría la futura colección de “Papeis” (Papeles). Para mi sorpresa, y por encima de los avatares que en ese momento deparó la pandemia; atrajo atención.

Trasladé el modelo a las primeras propuestas que realicé entre autores de mi interés: cuidado en el diseño editorial, fidelidad con un modelo de trabajo paciente y bidireccional entre la edición y el contenido de la obra y una postura táctica basada en priorizar la visibilidad de los trabajos publicados por encima de las limitaciones o convencionalismos de la infraestructura de la industria gráfica vinculada al fotolibro en Galicia. Nuestro nombre, déjame decirlo, sale de un verso de la poeta Chus Pato, madrina del proyecto.

‘Ein Stück’  (2018)  de X. Lois Gutiérrez Faílde. © Alauda Negra.

Al principio fue el papel… Sin duda, este es uno de los sellos de identidad de la editorial y sospechamos que está en la genética de Alauda Negra. En la declaración se manifiesta “Papeis & libros” y se destaca la importancia del soporte en la difusión de la obra artística. Mi experiencia emocional con las publicaciones de Alauda Negra está mediatiza la experiencia física del libro o el papel ¿Qué criterios tenéis en cuenta a la hora de diseñar una edición? ¿De qué manera el soporte determina la viabilidad de la obra?

Alauda Negra se mueve bajo una certeza esencial: es un laboratorio editorial en todos los sentidos. Por la peripecia de mi propia experiencia no puedo concebir una editora de otro modo. La colección “Papeis” es justamente el entorno de trabajo que sirve de andamiaje a todo el proyecto. Entenderás que partir siempre de un soporte cerrado y estandarizado –siempre el mismo tamaño de plancha para todas las  publicaciones– fija una exigencia natural de búsqueda y experimentación con el diseño, la secuenciación y el encarte para cada una de las referencias que se van publicando.

Hay un doble sesgo en esta dinámica: la producción se reduce a un coste con retorno rápido para poder mantener el proyecto, sin olvidar la exigencia de crear objetos-libro singulares que hagan que los autores puedan reconocer en ellos su propio trabajo.

‘Friccións’ (2022) © Ariadna Silva

Rosendo Cid, Misha Bies Golas, Iván Nespereira, Tere Fernández, Jacobo Ameneiro, Lois Cid o Luis Díaz Díaz -y próximamente Ariadna Silva, Ruth Montiel Arias, Amador Lorenzo son algunos de los autores gallegos que han publicado en Alauda Negra, y con trayectorias artísticas bien diferentes. ¿Cuál es el ideario artístico de Alauda Negra? 

Nuestro ideario se nutre del de todas aquellas personas que, con su generosidad, se embarcan a publicar en Alauda. Insisto en esa vocación táctica que tiene como horizonte deslindar ciertos convencionalismos del sistema editorial de fotolibros y priorizar el propio proceso como espacio genuino de un tipo específico de  acontecimiento cultural.

Nuestro ideario artístico es publicar trabajos que no entran en la escala más o menos institucionalizada en la que hemos colocado la producción fotográfica: exposiciones, festivales, fotolibros y/o ferias.

Estas plataformas son necesarias para redefinir el proceso de normalización de la fotografía contemporánea en España y hasta cierto punto comenzar a olvidarnos de él e integrar la fotografía como una práctica artística legítima en sí misma.

Me interesa trabajar con aquello que cada autor/a aún no ha decidido hacer visible definitivamente o ha mostrado o exhibido pero que necesite otra formalización. En esas coordenadas y con la tipología de soportes como las plaquettes o los fanzines Alauda Negra ha fijado, por ahora, su marco de trabajo.

Dentro del marco dialéctico y de concurrencia que el fotolibro promueve entre los distintos agentes de la comunidad, soy consciente de la relación estrecha que desde la editorial mantenéis con los autores. Hasta la fecha, sólo he escuchado elogios sobre vuestras publicaciones y me gustaría saber cómo se desarrolla este diálogo con los autores, cuál es su grado de implicación y qué impacto tiene en la obra final.

Es muy agradable oír eso, de verdad. La parte más importante del proceso de edición es precisamente la más delicada: concitar un sentido mútuo de pertenencia hacia aquello que publicas por parte de todas y cada una de las personas que están implicadas en crear un objeto-libro. Te aseguro que en cada publicación que hemos sacado de la prensa he sentido esa energía compartida. Y en gran parte, debo decirlo, gracias a la paciencia y al compromiso de todas las personas que se han embarcado conmigo en el proyecto.

Lo mismo ocurre hoy: los autores y autoras que están trabajando en las próximas publicaciones mantienen un vínculo invisible que puede durar años entre el primer contacto y el momento de lanzar su publicación. Hemos acabado creando una comunidad de intereses alrededor de Alauda Negra. No dudes que para mí forjar y mantener este vínculo puede ser tanto o más importante que publicar.

Algunos análisis sobre el ecosistema del fotolibro sugieren que este es demasiado endogámico, con un enfoque centrado en el proceso de creación y venta, pero que genera muy poca actividad o posterior diálogo en torno al objeto artístico. “O Desengano”, sin duda, se integra en un concepto más ambicioso de proyecto editorial, prolongando la experiencia de la performance y la exposición al ámbito privado del espectador. Sin embargo, audiencia y trascendencia de los fotolibros sigue siendo un fenómeno insular. ¿Qué opinas sobre la cuestión y cual crees que debe de ser la misión de un editor en general –y de Alauda Negra en particular– dentro de este ecosistema cultural? ¿Cuáles son las estrategias de difusión de Alauda Negra, la forma de conectar con nuevas audiencias?

Somos una editorial muy pequeña y nuestra capacidad de generar impacto fuera del exiguo circuito comercial donde nos movemos depende, en la mayoría de los casos, de oportunidades; más que de efectos de planificación.

Pero es bien cierto que en la breve vida de Alauda hemos participado en cuatro exposiciones, bajo el amparo de FFOCO que mantiene el pulso de la difusión del medio fotográfico gallego de un modo maravillosamente firme y dentro de un marco de colaboración con el fantástico espacio LEIRA.HAUS, en Lugo.

La exposición de ‘O Desengano’ surgió, justamente, del interés de FFOCO por el proyecto editorial. Tras emplazar a Julián, nos pusimos a trabajar en ello muchos agentes y plataformas diferentes. Fue, probablemente, el proyecto expositivo más completo que he realizado hasta el momento: por su naturaleza, por su complejidad, por la necesidad de hacerlo visible; también.

El rol de editor se desdobló también en el de comisario y mediador cultural y deparó acceder a una dimensionalidad nueva para mí a pesar que he desempeñado trabajos de curaduría en otras ocasiones…

Con distancia, creo que el modelo de producción logró generar un espacio transversal para acabar haciendo que ‘O Desengano’ ocupase su lugar en todos los sentidos. Las imágenes acogieron una nueva formalización fuera del papel y se ubicaron en el territorio donde fueron tomadas por y a través del libro.

Evidentemente, la recepción del trabajo se enriqueció fuera del propio libro pero sin que la publicación dejase de tener su función de catalizador del discurso y la recepción del propio display expositivo. Acción y recepción convivían en la misma experiencia: ese era el entorno de experiencia al que aspirábamos cuando concebimos ese proyecto y de alguna manera generó muchas evidencias sobre cuál puede ser el paradigma de resolución de un proyecto expositivo que parte de una publicación.

Julián Barón y Xosé Lois G. Failde durante el acto de presentación de “O Desengano” en el FFoco (2022). © Leticia Tojar

Los nombres de algunas editoriales españolas incluyen una componente utópica, cuando no un preocupante vector de incertidumbre (Fracaso Books, Ediciones Posibles, Debacle Ediciones, Demente Ediciones, Sonámbulos Ediciones..). Sin duda, un proyecto editorial tiene que conciliar la vocación artística con la viabilidad económica y,  aunque es una cuestión incómoda y prosaica, sin duda es determinante para decidir la estrategia editorial. ¿Qué nos podrías revelar sobre esta cuestión?

Creo que poco más puedo decir que certificar que la industria cultural del fotolibro en España no es, todavía, una industria cultural… Es un hecho. Creo que en algún momento deberíamos reflexionar, de manera pública y rigurosa, sobre el contexto de precariedad en el que se desarrolla aquí la edición de fotolibros.

Por último, me gustaría un comentario sobre el futuro. Hace unos meses contesté mediante un artículo en Clavoardiendo, el controvertido comentario de Paolo Gasparini sobre la saturación del mercado del fotolibro. Me gustaría saber su opinión sobre esta cuestión y cuáles son los planes de futuro de Alauda Negra.

Recuerdo tu artículo, efectivamente; pero desconozco el alcance o la importancia de la polémica… Vivo y trabajo en Galicia. Alauda Negra es una editora orgullosamente “local”: no veo “saturación” ni “moda” en mi entorno. Percibo desde aquí que hay una profunda necesidad de normalización de ese soporte para la fotografía que es el fotolibro, el fanzine, el folleto o lo que buenamente hayas elegido para proyectar tu trabajo.

No comparto, y lo sabes, que hagamos de la edición de fotolibros algo académico, un ejercicio extenuante que deba reducirse al manejo de procesos cerrados o gremiales que pueden acabar con la ilusión y el patrimonio personal de los editores. La producción de fotolibros en Galicia es mínima, casi subalterna; como en muchos otros lugares de España.

Aún así, creo en lo que hacemos desde aquí. Me miro en Dispara (Tono Arias), Estraperlo o fuera del estricto ámbito del fotolibro, en Lacon con Grelos y Bartlebooth, dos editoras que me fascinan. También me inspira la arrolladora energía de mis queridos Pólvora, el brillante catálogo de Gimme five, los maravillosos trabajos de La Mosca ediciones, el apabullante refinamiento de Biel Books o la coherencia del proyecto editorial de Ojos de Buey…

Bajo estas influencias, creo que editar pueda resultar un paradójico ejercicio de contención y riesgo pero es un ejercicio saludable –y necesario– para la vida cultural de un grupo o comunidad cualquiera.

Imagen del proyecto ‘Ánima’ (2023) © Ruth Montiel Arias

Con este afán, espero publicar el segundo volumen de la colección de libros con el fascinante trabajo ‘Ánima’ de Ruth Montiel Arias, lanzar nuevas referencias de la colección de “Papeis” con trabajos de Fernando José Pereira, Ariadna Silva, Amador Lorenzo o Elisa Gallego –entre otrxs– y abrir una nueva colección de láminas (“Zeitgesteir”) con el trabajo de Nachok… Confiemos en la supervivencia, a pesar de todo ¡es tan humana como la propia fotografía!