Perfiles de frente

Raisa Maudit es acción, es feminismo, es punk. Raisa es crítica, es reflexión, es fiesta, es víscera y es piel. «Raisa es pura resiliencia».  Nueva entrega de los ‘Perfiles de frente’ de Andrés Senra.

La primera vez que vi a Raisa Maudit (Canarias 1986) fue en un bareto madrileño, se me acercó con una mirada candy-candy me plantó delante un papelito en el que me pedía que escribiera una razón para suicidarme, a continuación me pidió un cigarro. En ‘Cultura del suicidio’, Raisa se planteaba las siguientes preguntas: ¿Qué significa suicidio? ¿Qué implica a niveles socio-políticos? Raisa llevaba a cabo un estudio de las causas, las estadísticas, las relaciones políticas y sociales del suicidio y pedía al público participante que redactara su propia carta de suicidio. Una vez recogidas las cartas, Raisa construyó un archivo sonoro online.

Apelar a escribir tu propia carta de suicidio puede parecer algo siniestro, sin embargo es una reflexión que, desde mi punto de vista, todas deberíamos hacer si no lo hemos hecho ya. En el fondo, si hay algo que no nos deberían poder arrebatar es nuestra propia voluntad de poner fin a algo que nos pertenece tanto como nuestra propia vida. Sin embargo, desde la moral, la religión, la familia, la psiquiatría o el Estado, por poner unos ejemplos, siempre se nos ha querido privar de este derecho. Esto desde un punto de vista puramente existencial, pero el proyecto tenía otras implicaciones.

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‘FART Global Art Fair’

La carta era un elemento catártico que te permitía verbalizar aquellas cosas que encontramos opresivas o simplemente terribles en nuestras vidas y que nos dejan absolutamente inmovilizados. ‘Cultura del suicidio’ te permitía liberar tus demonios y hacerlos contra un mundo completamente plegado a los designios del mercado en plena estafa, por aquel momento llamada crisis económica, donde los casos de suicidios por desahucios, bancarrotas y la precariedad general no permitían otra salida. Una amiga británica que me visitó por aquella época decidió no volver por un tiempo. Era imposible soportar el clima generalizado de fatalidad, el estado de shock generalizado, mientras cada uno de sus amigos españoles íbamos cayendo de uno en uno en el desempleo.

Para mí, Raisa se sitúa en la línea de la larga tradición de disidencias que tan bien documentó Marcus Greil en su canónico libro ‘Rastros de Carmín’, una historia secreta del siglo XX, y es que, Raisa, nacida una generación posterior de la fecha que muchos consideran el bautismo oficial de ese movimiento estético, político y musical que se llamó punk (el concierto 100 club punk festival en Londres en 1976), tiene mucho de su energía. Ya no es posible volver a mirar la estética con los ojos de los que la han construido desde la autoridad del pensamiento hegemónico. Esta mirada periférica, tan propia de la metamodernidad, se destila en muchos de sus trabajos.

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‘Spice nihilista’

En ‘#Esputum’ la obra consistía en un muestrario de esputos encontrados durante sus paseos por las calles de la ciudad, como si de un flâneur contemporáneo se tratara. Un flâneur a la deriva en una ciudad donde un esputo se convierte en un objeto bello, un fluido corporal estetizado.

Pero no todo son dramas, en ‘Amor Cortés’, un readymade que ironiza con la propia idea de readymade, Raisa opera sobre una figurita de porcelana que representa una típica escena barroca de amor cortesano. La pieza ha sido manipulada para que la cabeza de la mujer aparezca convenientemente decapitada, siguiendo la tradición de la revolución francesa.

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‘Amor Cortes’

La cabeza de la baronesa muerta es aprovechada por su compañero noble para realizarse una fellatio. El juego infantil por el que sometíamos a nuestros muñecos a las imposibles posiciones del Kamasutra (yo lo hacía, a lo mejor vosotros no), se rebela como estrategia de crítica política y feminista.
Raisa presenta una obra irónica, pero profundamente melancólica. Nos toca ser felices, multitud de campañas publicitarias así lo anuncian. Si no puedes participar del mercado, solo te queda la infelicidad.

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‘Residencia Masturbatoria en la casa de Raisa Maudit’

Sus performances juegan con una cultura pop distorsionada, imágenes sexuales sugerentes y escatologías varias, desde el humor, la provocación, el juego y la crítica política, produciendo una estética anarquista, subversiva y empoderadora. Raisa lanza una mirada sobre el mundo actual, nuestras relaciones cotidianas, la hipocresía, la esclavitud laboral y la masa de detritus en que se convierte nuestra vida, haciéndolas confluir en un objeto artístico.

Gran parte de su obra cuestiona el poder, parodiándolo o mostrándolo descarnadamente. Envolviendo al espectador en un juego decadente que opera como revulsorio de conciencias. La artista lanza así una mirada feminista y postqueer sobre este establishment del arte contemporáneo que tan mal nos representa.

Y entonces llegó la fiesta, en ‘Twerking para la Revolución, a las barricadas papi’, el público de la performance participativa lleva a cabo una batalla (literal) de culos desatados por el jolgorio del twerking. Como si de una clase en el gym se tratara, aprendemos a recuperar el control y el descontrol de esa parte del cuerpo tan denostada por constituir en sí misma, ya no el alfa, sino el omega del ser humano, y no solo eso, se convierte en nuestro arma en la lucha para abrirnos camino. La gente se anima tanto y se libera tanto durante la acción que la pobre Raisa suele salir bastante perjudicada.

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‘Space nihilista’

Este año presentó una gran exposición individual en la Galería Swinton and Grant de Madrid, en la que pudimos ver piezas brillantes como ‘Space nihilista’ donde deconstruía el concepto de mitomanía a partir de la creación de una vida paralela del grupo Spice girls, tan de su generación.

También se podía ver ‘Lectura y adoctrinamiento’, una de sus piezas de videocreación entre mis favoritas. A manos de Raisa llegó el libro El varón domado un libro que se autoproclama como pilar del movimiento de liberación masculino y que no deja de ser una sarta de textos sexistas. En el video, Raisa es azotada por un hombre camuflado con una balaclava mientras lee uno de los capítulos salidos de la peor pesadilla de un mundo construido desde el poder de la voluntad de saber, del vigilar y castigar, sobre el que tanto reflexionó Foucault (ese lugar común).

Es el discurso de estas mujeres el que, finalmente, nos puede aportar algo al tan tristemente sobrerrepresentado arte del varón hetero, gay, siempre blanco, que impera en la casposa escena contemporánea. Así como os lo digo, cariños: Raisa es pura resiliencia.

Post scríptum: Por si esto no fuera poco, Raisa, además, cogestiona junto a Zony Gómez el espacio expositivo, evento, lugar de encuentro y hedonismos varios Storm and Drunk, que se ha convertido en la sensación de la escena arty madrileña, pero eso es otra historia de la que les hablaré en otro momento.