Blas González nos acerca el trabajo de la fotógrafa suiza Corinne Vionnet, una de las pioneras en la selección y reutilización de las imágenes obtenidas en internet. Especialmente conocida por su serie ‘Photo Opportunities’, sirve a González para reflexionar sobre las posibilidades expresivas de la posfotografía, en la segunda entrega de su serie ‘Click en mi cabeza’.
En una entrevista realizada en el International Center of Photography en 2008, Fred Ritchin, profesor, reconocido experto y director del proyecto PixelPress, que promueve el desarrollo un fotoperiodismo responsable en la era digital, reflexionaba sobre algunos de los retos de la fotografía en este nuevo espacio de cambio tecnológicos y cultural que hemos dado en llamar Postfotografía, y sugería a los jóvenes postulantes a fotógrafos:
“Lo que yo sugeriría a todos esos jóvenes que quieren ser fotógrafos en un mundo postmoderno es que se conviertan en fotógrafos de imágenes. Ellos son los que seleccionan lo que es importante en Flickr. Pueden seleccionar esas 50 imágenes que necesitan ser miradas hoy y evitarnos ser desbordados por miles o millones de innecesarias imágenes. Este es un nuevo tipo de definición de trabajo: editor o curador de imágenes en un mundo Web 2.0 que filtraría las imágenes como un servicio al público”.

Siguiendo una línea similar, aunque más exquisitos argumentos, Fontcuberta, en su magnífico ensayo sobre la obra de Joachim Schmid, justificaba esa vuelta al archivo como espacio de experiencia y hacer bandera de la ecología visual en estos tiempos en que las cifras y la banalidad de las imágenes causan vértigo y cierto desasosiego respectivamente. Se impone una postura más crítica ante esta situación y el artista debe de asumir el rol de curador, buscando y promoviendo estrategias para reutilizar estos vastos recursos.
La nómina de postfotógrafos que operan en este territorio incluye nombres como el propio Joachim Schmid, Erik Kessels, Eva Sternram, Nicole Belle, etc… O los españoles Carmen Calvo, Paco Gómez, Andrés Pachón o Javier Viver. Tal como Ritchin sugiere, será solo en el acto de edición, controlando lo que se incluye y lo que se excluye, cuando comenzará a tener sentido la imagen en el mundo digital, y una nueva generación de artistas visuales explotarán todas las posibilidades de la fenomenología fotográfica.

La temprana relación entre fotografía y turismo es analizada en casi cualquier historia de la fotografía, pero el ensayo de Carmelo Vega ‘Lógicas turísticas de la fotografía’” estudia en profundidad y desde distintas perspectivas la relación entre ambas: Si en la época de los viajeros, la fotografía constituye el instrumento encargado compilar, cataloga y presentar al gran público no-viajero lugares remotos, en la época del turismo será un elemento esencial para visualizar la puesta en escena de la industria que comercializa con la utopía de un nuevo espacio y un nuevo tiempo como sucedáneo del paraíso.
El turista fotografía como justificación de su presencia en los escenarios de la felicidad prometida, captura los trofeos que certifiquen lo extraordinario de su experiencia. Los lugares del peregrinaje turísticos saqueados fotográficamente; el turista ansía en obtener una toma lo más parecida posible a la del catálogo publicitario de la agencia de viajes: la estilizada altivez de la Torre Eiffel en un atardecer parisino, la misteriosa presencia emergiendo de entre bruma del Golden Gate Bridge de San Francisco o el sobrio rigor de la torre del Palacio de Westminster son imágenes que cualquier turista sueña con incluir en su galería de móvil. Capturado el trofeo, es obligado subirlo a las RRSS y esperar una gratificante dosis de serotonina en forma de likes.

En su serie ‘Photo Opportunities’, la artista suiza Corinne Vionnet utiliza estas imágenes subidas por turistas en Flickr de un mismo lugar. Apilando un centenar de instantáneas tomadas desde puntos de vista próximos, emerge una nueva perspectiva del monumento, envuelto en una especie de aura, nos ofrece una visión definitivamente alejada de la masificada realidad que domina estos lugares. El aura perdida que Benjamin atribuía a reproducibilidad de la imagen fotográfica, es de alguna manera recuperada mediante la confrontación de la pluralidad, del que emerge la singularidad irrepetible y sagrada del lugar, su aura.
La fotografía de Vionnet se asemeja a un lento proceso de destilación, en el que lentamente se van eliminando las impurezas visuales que contaminan las imágenes banales del turista, y del que emerge la figura insistente y adivinada del lugar, un perfil identificable, aunque borroso que quizá sea más parecido a la huella que estos destinos turísticos dejan impresa en nuestra memoria.

Tal es el poder de la postfotografía, de lo viejo –sí, lo viejo: en el tumultuoso fluir de las redes sociales, dos semanas sepultan cualquier pasado bajo tal cantidad de imágenes, que quizá no merezca la pena ni buscarlo- nace algo nuevo, capaz de promover un nuevo e inesperado debate. El reciclado al que nos invitaba Schmid tiene la virtud de extraer un nuevo discurso estético hurgando entre los desperdicios de las “lógicas” del turista.