La galería Blanca Soto acoge la quinta edición de ‘Aquí y Ahora’, exposición comisariada por el artista Imanol Marrodan y que en esta ocosión lleva por lema ‘Revelar o Rebelar’. En ella participan autores como Santiago Sierra, Jon Gorospe o Julia Martos, y también la japonesa Emi Anrakuji, que por primera vez expone en España.

 ‘Aquí y ahora’ puede visitarse en la galería madrileña Blanca Soto hasta el 10 de enero. Esta iniciativa, que cumple con esta su quinta edición, muestra el trabajo de Álvaro Campo, Adrián Castañeda, Yassine Chouati, Jon Gorospe, Julia Martos, Jorge Pérez Higera, Antonio Samo y Santiago Sierra. También forma parte de esta colectiva que agrupa a estos artistas bajo la consigna de ‘Reverlar o Rebelarte’ a la japonesa Emi Anrakuji, que de esta manera expone por primera vez en nuestro país.

Emi Anrakuji (Tokio, 1963) es una fotógrafa japonesa obsesionada por el cuerpo humano en su forma más íntima. Es el resultado, en parte, de sus largos períodos de hospitalización. Después de graduarse en la escuela de arte en Tokio a mediados de los años 80, Anrakuji sufrió un tumor cerebral que le impidió desarrollar su creatividad durante más de una década. Mientras fue recuperándose, lentamente, comenzó a hacer dibujos y grabados hasta llegar finalmente a usar la fotografía como elemento fundamental de expresión.

Ganadora en 2006 del New Photographer Award en el Higashikawa Photography Prize. La prestigiosa editorial Nazraeli Press ha editado varios libros sobre su trabajo. Ha publicado junto con Daydo Moriyama en Witness #2 (Number Two) y se pueden ver algunos de sus trabajos.

Su trabajo es extenso pero aún poco conocido en España. En ‘Aquí y Ahora’ se puede ver hasta el 10 de diciembre algunas de las fotos de su serie ‘O Mapa’. En un intento de acercarnos a su trabajo, hemos realizado una entrevista mediante correo electrónico.

‘O Mapa’ © Emi Anrakuji

Tu larga e interminable enfermedad, tu lucha por la supervivencia te llevó a innumerables horas de soledad. Seguramente esto es lo que provocó en ti esa íntima exploración sicológica a través de la geografía de tu cuerpo usando como herramienta la fotografía. Una investigación y búsqueda de tu identidad, dentro de ese aislamiento obsesivo, una línea de escape y huida hacia adelante y evolución personal, ¿no?

Sí.

De esta experiencia surgirá tu trabajo ‘1800 millimetres. It’s the size of my bed’. ¿Cómo lo definirías?

Aunque  es verdad que la serie ‘1800 millimetres. It’s the size of my bed’ marca el inicio de mi rotorno como artista, y le tengo un apego especial, es simplemente un punto de inflexión que ya pasé. Nosotros, los humanos, necesitamos la catarsis para liberar el estancamiento en nuestra vida. Yo no soy del tipo de persona que la maneje demasiado bien  y ralizar una activiadad artística a diario me ayuda a salir del estancamiento.

¿Cuál ha sido tu relación con el mundo externo a ti? Supongo que a través de la fotografía es una manera de explorarlo. ¿También de explorarte a ti misma desde fuera?

En realidad no pensé nada. He sentido todo el tiempo la oscuridad del cosmos.

Tu trabajo transmite cierta fascinación por el lado oscuro, por lo siniestro e irracional; espacio explorado por artistas como Francis Bacon inspirado, en parte, también por las escenas íntimas que recogían los pasteles de Degas que tanto le encantaban. Esa pulsión íntima también está muy presente en tu trabajo.

Esa pregunta me llega, pero simplemente hago mi trabajo. Eso es todo, incluso ahora.

Tu rostro nunca aparece en tus exploraciones o autorretratos, ¿por qué?

En cierto sentido, la fotografía tiene un poder mágico, a menudo capta lo invisible, como la vida y la muerte, la realidad y la fantasía, emociones profundamente ocultas o incluso «la nada». Y las cosas mágicas no necesita del rostro humano. El rostro desalentaría la imaginación humana.

© Emi Anrakuji

¿Tiene alguna relación tu trabajo con la cultura tradicional japonesa en general? Hay algunas imágenes tuyas que tienen cierto aire misterioso recordando a antiguas pinturas o grabados Yūrei-zu (Ghost Paintings), un género de arte japonés de imágenes de fantasmas y otros seres sobrenaturales.

No.  Simplemente soy yo. Lo que sea y donde sea soy simplemente yo.

En tu trabajo hay cierta fascinación por el vacío intemporal, unido a un erotismo que provoca cierta inestabilidad emocional al espectador. ¿Cómo crees que se interpreta este sentimiento de complicidad?

Elige la que tu quieras, no tengo una opinión al respecto.

En una entrevista con Lens Culture, usted mencionó: «Mi trabajo no es sólo acerca de mí, sino de ti». ¿Intencionalmente desafía al espectador a reflejar o ir hacia adentro a través de su fotografía? ¿Qué espera que el espectador obtenga de su trabajo?

Nuestra vida es cadena de dificultades. Estamos vivos sólo porque somos capaces de encontrar pequeñas felicidades o esperanzas entre estas vicisitudes.  Muchas personas no sienten nada al ver mi trabajo. Incluso algunos pueden sentir que mi trabajo es repulsivo. Pero sé que otras personas, independientemente de su edad y sexo, responden de forma natural a mi trabajo y sienten algo. Por otro lado, conozco otra gente que, independientemente de edad o sexo, responden de un modo natural a mi trabajo y sienten algo. Quiero decir a esas personas que este trabajo es suyo, y que mi arte es un espejo para ellos.

Hay algunas fotografías tuyas en las que apareces con objetos dentro de tu boca, como si quisieras objetivizar y definir tu propia fisicidad interna. ¿O tienen más que ver con cierta sensualidad líquida?

Todo es para mostrar mi dolor.

En tu serie ‘Chasm’ (grieta) esa complicidad con el espectador como voyeur está aún más latente visualmente dentro de la misma imagen. Iconografía que me recuerda a la última y misteriosa obra de Duchamp precisamente titulada ‘Étant donnés’ (algo dado, considerado con ciertas premisas o intenciones) ¿Cuál es el secreto que guardan tus imágenes en general? ¿Cuál es ese mensaje encriptado?

Lo intento.

Ese erotismo y sensualidad hecho en primera persona, por una mujer, tiene cierto matiz transgresor. Una forma, supongo diferente, de aproximación al cuerpo de la mujer en una sociedad dominada por la visión corporal de las mujeres desde el imaginario masculino.

Creo que mi trabajo no es erótico en absoluto. Es como un Eros y Thanatos. Creo que ambos significan lo mismo.

¿Que fotógrafos o artistas de tú país te interesan más? ¿Cuales son tus referentes a nivel internacional?

No estoy interesada en ninguno.

© Emi Anrakuji

¿No crees que hay una cierta estética y sensibilidad común en el arte japonés y en la fotografía contemporánea que se hace allí concretamente? Una sutil medida del tiempo quizás distinta que palpita de un modo diferente al de occidente. O crees que la globalización ha unificado esos tiempos y medidas?

Lo siento mucho, pero no me interesa la cultura japonesa.

¿Hacia qué líneas de trabajo crees que puede evolucionar la fotografía como herramienta e instrumento de creación?

Mi fotografía necesita de algún objeto, con ellos expreso mis sentimientos.

Para ti, desde tu experiencia íntima de autoconocimiento y exploración, en estos momentos de globalización, de pérdida de identidad, conflictos bélicos y la destrucción de los recursos naturales cómo definirías el arte y para que nos puede servir?

Dicho sencillamente «nunca se sabe». Nosotros, como seres humanos, no conocemos la verdad del universo o la dimensión de Dios. Al mismo tiempo, esto siempre estará cubierto de oscuridad. Mi trabajo nunca es claro porque yo, como humana, soy parte del universo. Todos estamos fundamentealmente solos. Luchamos, pensamos, buscamos, y a veces nos regocijamos en medio de la soledad, mientras vivimos desesperadamente. Nacemos, vivimos y finalmente morimos. Esto solo es maravilloso.

 

© Emi Anrakuji

Puedes ver algunos trabajos on line aquí.