Arresto Domiciliario

Arresto Domiciliario, la sección pandémica de entrevistas hechas por los lectores arranca con Jorge Alamar, fotógrafo, docente y gestor cultural, además de director de La Fotoescuela de Valencia. El cuestionario es obra de Olmo González, creador del festival Fiebre Photobook.

Jorge Alamar (1985) estudió Comunicación Audiovisual en la Universitat Jaume I de Castellón. Fotógrafo, docente y gestor cultural, puso en marcha el Photobook Club Valencia, del que fue coordinador hasta 2017. Actualmente impulsa, junto a Marta Martín Núñez el proyecto Dispares, que tiene como objetivo conectar y dar visibilidad a la actual generación de la fotografía en Valencia. También dirige La Fotoescuela y desarrolla proyectos pedagógicos alternativos.

Eres director de una escuela de fotografía en Valencia (La Fotoescuela) y nunca has publicado un fotolibro (que yo sepa) ni sueles mover proyectos de fotografía propios, ni siquiera tienes página web ¿Te consideras fotógrafo? ¿Veremos un proyecto tuyo publicado como fotógrafo en algún formato algún día? 

Antes de nada me gustaría, dado el contexto, mandar mucho ánimo y energía a todas las personas que de una manera u otra forman parte del panorama fotográfico en nuestro país.

Dicho esto, un familiar me descubrió la fotografía con 12 años y me cambió la vida. Con 15 iba a la biblioteca de mi pueblo a sacar todos los libros que había y con 17 hice mi primer encargo. A partir de ahí fueron viniendo muchos más, la universidad, donde arrasaba con las asignaturas que tuvieran que ver con la imagen, cursos especializados y también proyectos fotográficos personales, que como dices, ni tú ni mucha gente ha visto.

Sí, me considero fotógrafo. Sin embargo, desde el principio, aunque inconscientemente, comencé a tener un interés todavía mayor por comprender o estudiar el medio fotográfico en profundidad. De adolescente a través de los “grandes maestros”, después leyendo mucho, tratando de comprender la historia o historias, descubriendo y analizando a muchos otros fotógrafos, etc.

En definitiva, por no alargarme demasiado, se resume en que la pasión por pensar la fotografía sobrepasó a mi yo fotógrafo. Actualmente disfruto muchísimo del lugar que ocupo, de cómo me relaciono con la fotografía y las cosas que hago. No hago fotos pero sí necesito crear, mancharme las manos de barro, aunque desde otras facetas que por suerte esta disciplina nos permite.

Respondiendo a la segunda pregunta, no lo sé, un proyecto fotográfico al uso no creo, pero nunca se sabe. Tengo la certeza de que me voy a dedicar siempre a esto y voy a seguir dejándome llevar. Ah, web sí que me haré pronto, pero comparto buena parte de lo que hago en Facebook e Instagram. 

Conozco varios proyectos en los que has ejercido como comisario, ¿podrías explicar el que te haga sentir más orgulloso?

Respeto y admiro mucho el trabajo de los comisarios y comisarias que se dedican si no de pleno sí prácticamente al comisariado. He tenido la suerte de conocer y compartir conversaciones apasionantes con algunos de ellos como Alejandro Castellote o Laura Terré, con quien tuve una que me marcó para siempre cuando tenía 23 años. Pero por otro lado, también me interesa mucho la apertura que últimamente está habiendo en ese ámbito, de unos años hasta ahora creo que se ha acentuado la posibilidad de que otras personas, otros perfiles muy variados ejerzan puntualmente ese rol, lo que bajo mi punto de vista está aportando perspectivas muy nutritivas.

Yo no soy comisario, no quiero dedicarme exclusivamente a realizar proyectos curatoriales. Sin embargo, es un trabajo que reúne ingredientes que me encantan: conceptualizar, investigar, conectar, acompañar, solucionar problemas, gestionar, ejecutar…Cuando lo he hecho ha sido con seriedad y entusiasmo. Y lo seguiré haciendo cuando surja o lo necesite. En cuanto a quedarme con un proyecto, que era realmente lo que me preguntabas, no podría, cada uno ha sido importante por diferentes razones. Pero una vez hechos, sí pienso mucho en cómo fue la reacción del público en cada caso, en qué fue capaz de generar en su momento y la huella que dejó. 

¿Qué le falta a la fotografía española y qué le sobra?

Le falta expandirse mejor fuera de España y le sobra talento.

¿Cuál es tu texto de fotografía de cabecera?

Me gusta mucho el que escribió Paul Graham para la graduación de sus alumnos de la Universidad de Yale en 2009. Se titula “La fotografía es fácil, la fotografía es difícil”. Es directo, certero, terrenal, metafísico, alentador y para todos los públicos. Pero no soy de cosas favoritas ni de cabecera, hay muchísimos textos increíbles. Hace tiempo que intento “leer fotografía” desde fuera de la fotografía. 

¿Y tu fotolibro favorito?

Imposible elegir sólo uno. Pero Angus Iglesias, que ha sido alumna mía acaba de publicar “Caleidoscopia” y es muy bonito. La ha pillado en plena tormenta, pero cuando aminore lo presentará. 

Si no trabajaras como profesor ¿qué habrías sido?

Algo que tuviera que ver con crear y comunicar. Siempre he pensado que me encantaría tener otra vida para ser locutor de radio, es el medio de comunicación que más me llena y creo que se me daría bien. Tengo un proyecto de canal de Youtube sobre fotografía que tiene papeletas de hacerse realidad a medio plazo, quizás con él pueda saciar mi fantasía radiofónica. 

Como profesor, ¿cómo gestionas el rol de autoridad en clase?

No trabajo desde la autoridad sino desde la confianza. 

¿Hay algún modelo educativo que tengas de referencia en tu escuela?

No, pero como dice mi amiga Mar Reykjavik, hacer es la mejor forma de pensar. Trato de que ese hacer suceda como camino hacia las aspiraciones que cada alumna o alumno pueda tener. 

¿En la fotografía española hay más puñales que cámaras?

En general creo que hay buen rollo. Pero he visto ya dos series de mafia durante esta cuarentena, cualquier cosa que nos pase entre nosotros me parece de chiste. 

Me gustaría que explicaras cómo fue el proceso de edición y diseño de ‘Dossier Humint’ de Julián Barón en el que participaste, alguna vez me lo has contado, y creo que puede ser interesante para el público especializado en fotolibros.

Estoy pasando el confinamiento en casa de mi madre y justo tenía aquí guardada una versión del libro con los pliegos sueltos. El diseño fue cosa de Eloi Gimeno, donde estuve presente fue en la edición. Imagínate cientos y cientos de fotos de baldosas prácticamente iguales y el propio Eloi, que había preparado plantillas de páginas, Julián y yo encerrados durante una semana con una pantalla grande de TV decidiendo si una foto determinada entraba, salía o cambiaba de sitio.

Tanto para elegir como para secuenciar no teníamos normas, cánones a seguir, las razones por las que normalmente determinábamos si una foto era interesante o no quedaban fuera de esta ecuación. Había un concepto claro, intuición y una especie de sinfonía en la cabeza a por la que íbamos con todas las consecuencias. No es ningún secreto que mucha gente rechaza este libro, en cambio a otros tantos les alucina, es curioso. Fue un viaje, un gran aprendizaje para los tres. 

¿Qué no debemos perdernos de la fotografía valenciana?

En Valencia hay muchísimas fotógrafas y fotógrafos con trabajos realmente potentes a pesar de no ser tan conocidos a nivel nacional. En los últimos años la escena ha crecido y madurado mucho, a todos los niveles. Hay festivales, editoriales, comisarios, diseñadoras especializadas, gente que arriesga y hace propuestas originales, público. Valencia es un diamante en bruto, un caramelo. Tiene un clima increíble, no es una ciudad pequeña que se agote enseguida ni tampoco enorme, cultural y urbanísticamente está creciendo muchísimo.

Hay que trabajar para que las grandes posibilidades que tiene se hagan realidad. Quien quiera ir descubriendo fotografía que se está haciendo aquí puede consultar la plataforma online Raïm que lleva Estela Sanchis o buscar Dispares, un proyecto que comisario junto a Marta Martín Núñez. 

¿Yung Beef o KaseO?

¿Fotos o imágenes?

Añadiría otra pregunta ¿Cómo vives y cómo os afecta como escuela la situación que estamos viviendo?

Lo vivo con una extraña tranquilidad y fe en que todo tomará su forma, sea la que sea. Hasta ahí llego, ando dándole vueltas pero no tengo conclusiones. El tiempo dirá.