La Maleta

Bernard Plossu es uno de los nombres destacados de esta edición de PHE. Una exposición en el Jardín Botánico y un nuevo libro, ambos titulados ‘La hora inmóvil’, lo traen a Madrid. Ana Zaragoza lo mete en La Maleta para conocer mejor la personalidad y la fotografía de este incansable fotógrafo de viajes.

Se inaugura PHotoEspaña en el Real Jardín Botánico de Madrid. Con la comitiva de autoridades, encabezada por Manuela Carmena, llega Bernard Plossu. Vestido en escala tonal gris de la cabeza a los pies, pasa desapercibido aun siendo uno de los protagonistas del evento. Lleva una caja de papel fotográfico en una bandolera hippie, un estuche de carrete en una mano y su Nikkormat colgando del cuello. Más fotógrafo que ninguno de los presentes, se pasa, en contadas ocasiones, al lado de los reporteros para fotografiar el acontecimiento: Carmena visitando su exposición.

La muestra recoge una selección de imágenes inéditas del autor, tomadas en los últimos treinta años, que hablan sobre la metafísica del Mediterráneo. Son fotografías en blanco y negro de sus viajes por España, Francia, Italia, Grecia y Turquía, que representan momentos aparentemente vacíos, pero que al mismo tiempo recogen una esencia que permanece inmutable, la de esa hora inmóvil que da título a la exposición y al libro que la acompaña.

Bernard Plossu fotografiando a Manuela Carmena en su propia inauguración. © Ana Zaragoza

Bernard Plossu fotografiando a Manuela Carmena en su propia inauguración. © Ana Zaragoza

Bernard Plossu comentando su exposición 'La hora inmóvil' con Manuela Carmena. © Ana Zaragoza

Bernard Plossu comentando su exposición ‘La hora inmóvil’ con Manuela Carmena. © Ana Zaragoza

Rafael Doctor define a Plossu, en el texto del libro ‘forget me not’, como “el paseante perpetuo”. Esta es una definición con la que el autor se siente identificado: “Sí, claro, aquí tengo la cámara. Aquí hoy es la una y cuarto de un día de inauguración y he pasado la mañana en el jardín haciendo fotos. Soy el último fotógrafo. Me llaman el dinosaurio de la fotografía. Estoy haciendo fotos todo el tiempo. Es una buena definición, sí, él me conoce bien. Tengo el ojo abierto todo el tiempo, también cuando no llevo una cámara. No se trata de hacer la foto, hay que ver. Si tienes una cámara puedes hacer la foto. Pero a veces no hay una foto, hay solamente algo que hay que ver, saber ver. El fotógrafo tiene que tener mucho… en francés acuité, como notar pequeñas cosas, admirar detalles, aprender de los detalles”.

Sin embargo, Plossu no se siente identificado con ninguna etiqueta, no es un fotógrafo de viajes, él es fotógrafo y va de viaje; pero también cuando está en casa es fotógrafo, lo es todo el tiempo. Para él la fotografía es una manera de vivir, de tener un tercer ojo. Y ahora que no es tan joven, no viaja mucho. Ni siquiera en Madrid se siente de paso: “Aquí no estoy de viaje, aunque estoy en el parque en Madrid, soy el mismo fotógrafo que en el Sáhara. Para mí venir a Madrid no es viajar, ya que es como mi ciudad también”. Insiste en esta idea reivindicando que “¡no hay que viajar! Josef Sudek, el fotógrafo más grande de Checoslovaquia, hizo todo en su casa, en su entorno. El viaje interior. Yo voy de viaje porque soy de la generación hippie, beatnik y todo eso, pero hay fotógrafos que ‘viajan’ a lo que tienen cerca. Esto es importante decirlo”.

Fotografías de la exposición 'La hora inmóvil, una metafísica del Mediterráneo' de Bernard Plossu en el Jardín Botánico de Madrid. © Ana Zaragoza

Fotografías de la exposición ‘La hora inmóvil, una metafísica del Mediterráneo’ de Bernard Plossu en el Jardín Botánico de Madrid. © Ana Zaragoza

En el mismo texto de Rafael Doctor se habla de Bernard como “El fotógrafo de las cosas tontas. El fotógrafo que ve y nos dice que veamos donde aparentemente no se ve nada”. Plossu está de acuerdo en que esta podría ser una forma de explicar la metafísica del Mediterráneo y comenta: “Sí, la metafísica está llena de pequeños detalles. Para ver lo que es la metafísica mira en internet al pintor Oramas, que es un pintor de Canarias. Ha hecho algo que se llama la metafísica solar y eso es muy interesante de ver porque es nada, es un cactus, una casa, pero se ve qué es la luz metafísica”.

Rocas y pitas. Jorge Oramas

Rocas y pitas. Jorge Oramas

José Jorge Oramas (1911-1935) fue un pintor canario que murió muy joven, con tan solo 23 años. De su corta carrera artística dejó un legado de obras de las que se dice que fueran precursoras del minimalismo y que beben de pintores como De Chirico y Carrá, que son también referentes para Plossu. La obra de Oramas es una mirada personal del mundo que lo rodeaba, la realidad insular convertida en un mundo puro y esencial, en un paisaje hueco. Se siente un eco entre el Mediterráneo metafísico de Plossu y el Atlántico de Oramas, hay elementos comunes retratados, pero sobre todo, ambos trabajos comparten la luminosidad, se reflejan el uno en el otro en el retrato de lo que Bernard llama la mala hora. Hablando del trabajo expuesto en ‘La hora inmóvil’ Plossu comenta: “Hay muchas fotos hechas en la mala hora, puede ser un título también. La mala hora en la que no se hacen fotos”. Se refiere a ese momento del día, entre las doce y las dos de la tarde, en el que el la luz cae directa y vertical sobre las cosas.

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Fotografías de la exposición ‘La hora inmóvil, una metafísica del Mediterráneo’ de Bernard Plossu en el Jardín Botánico de Madrid. © Ana Zaragoza

La exposición se completa con un catálogo editado por La Fabrica que, según el autor, “es un catálogo de la expo, pero es también un libro en sí mismo. Hay catálogos que son creatividad, este es un libro de verdad”. En la presentación del libro, unos días después de la inauguración de la exposición, están presentes, además del autor, el editor, Álvaro Matías, el editor gráfico, Gonzalo Golpe, y el diseñador, Juanjo Justicia del estudio underbau, entre otros. Según Bernard, el planteamiento del libro era el siguiente: “Blanco, ¿cómo se hace un libro blanco?. Es que vivir en el Mediterráneo, en Almería o en Grecia o en Italia no es solamente el sol rojo y las cartas postales. La luz es muy blanca y el mejor momento es el peor, no se ve nada. ¿Cómo se hacen fotos de nada? Es este nada blanco que es la metafísica, ¿vale?  Allors… las fotos en la expo, todo bien, pero, ¿cómo se hace un libro blanco?”.

Para el diseñador, Juanjo Justicia, ese era precisamente el reto y la idea central del diseño del libro. Para él ha sido fácil porque ha vivido doce años en Almería y conoce perfectamente ese fenómeno. “Yo sé cuál es la luz, la tenía muy presente en la cabeza. Es una luz muy intensa que casi te ciega y, bueno, la verdad es que enseguida jugamos con ese elemento. Nos pusimos a hacer un libro con muchísimos blancos, con un papel muy blanco también, y creo que el resultado final si que consigue de alguna manera esa experiencia de la metafísica del Mediterráneo y de esa hora central del día”.

Plossu explica que en las fotografías del libro, lo que se ve es el mundo real, cosas que pasan todos los días frente a nuestros ojos. Comenta que hay buenas fotos, como la de la playa, y hay fotos de cosas feas, y es esta la mezcla la que funciona. “Porque el mundo está hecho de esta manera, fifty-fifty. Hay cosas maravillosas y hay cosas duras en la calle. En este libro hay fotos de momentos que no son atractivos”. Son fotografías de su día a día, imágenes tomadas sin la pretensión de hablar sobre la metafísica y sin embargo, “en un momento dado he visto que era un tema más fuerte que yo. A veces tienes algo muy personal que aparece en tus contactos y tú ves que algunas fotos siguen una historia, que viene poco a poco, y eso pasa solamente cuando llevas muchos años en la fotografía”.

L'heure immobile. Copyright Bernard Plossu

L’heure immobile. © Bernard Plossu

Bernard Plossu es un autor con una gran cantidad de libros publicados. Durante la presentación confiesa que normalmente no deja la edición de sus imágenes en manos de otras personas, pero éste ha sido un caso único. “Doy la confianza total y me voy. Ellos han hecho su libro con mis fotos, y aquí está el resultado. Fue una buena experiencia”. Bernard insiste en esta idea de trabajo en equipo haciendo hincapié en que si alguien compra el libro, tiene que ser firmado por todas las personas que han participado en la creación del mismo y que están allí presentes. “Es un libro de equipo, no es Plossu, no existe el libro sin ellos. Me parece que esta es la manera justa de firmar este libro. Es como un director de cine, todo el tiempo se habla de Truffaut y de Godard, pero nadie habla de Raoul Coutard, y sin un buen camera-man no hay película. Pues sin un buen equipo no hay libro de fotógrafo”. Este planteamiento es, para Gonzalo Golpe, de una gran generosidad por parte del autor. Es una de las cosas que destaca de Bernard, tanto la generosidad como la confianza con la que ha trabajado con ellos durante todo el proceso de creación del libro. Acostumbrado a trabajar con la nueva generación de fotógrafos, Gonzalo considera que “Bernard es un ejemplo y debería de alguna manera tomarse como modelo».

Gonzalo añade: «Ha hecho tanto, tanto, tantísimo, ha generado una imagen tan clara de lo que es un autor y ha llegado a este punto donde se muestra tanta generosidad, mostrando la falta de necesidad de afirmar que él es Bernard Plossu. Me parece que algunos jóvenes deberían apuntarse a este recorrido”.

Plossu acaba la presentación de su libro contando que está ahora trabajando sobre Madrid, una ciudad que le gusta mucho, a la que lleva viniendo desde el 73 y en la que se siente como joven fotógrafo. Comenta que hay algo de «nervioso» en Madrid que le hace bien. Sale a fotografiar con Luis Baylon porque Luis ve las fotos que Plossu quiere hacer y viceversa. “En tres días he hecho 20 rollos, eso nunca pasa. Y aquí estamos, haciendo fotos…”.

Bernard Plossu © Ana Zaragoza

Bernard Plossu © Ana Zaragoza