A las fotos de Plossu hay que abordarlas con espíritu libertario, con la mente olvidadiza de todo lo últimamente visto, dejar que se abra esa puerta hacia la nadería que puede serlo todo en un nanosegundo mágico. Pensar que nada y todo importa, al igual que ese polvo muerto que de repente centellea en la luz más cruda del mediodía en el sur y nos revela aquí lo inaudible-invisible-intocable. Las piedras inermes conmocionan la vista tal vez por ser testigos de su propia inmovilidad.
La metafísica del Mediterráneo es callada y nada soberbia. Se constituye y destruye a la par, porque se insufla por los poros de un ojo abierto, no avezado, un ojo de niño intacto en el envoltorio adulto, como el de ese niño grande que es Bernard, a pesar de la vida, a pesar de todo. El niño más curioso que me ha sido dado conocer, creo. Bernard me recuerda terriblemente a Bernard Noël, sí, otro Bernard, ¿será sólo coincidencia? En los dos habita mucho el silencio, y el olvido de todo lo que se puede olvidar sin daño, sin ‘necesariedad’.
Ah, ‘le journal de l’oubli’ de Noël:
– Qu’est-ce qui est partout?
– Ce qui n’a pas de form
– Mais le sans-forme a-t’il un nom?
– Oui, l’oubli.
(¿Qué es lo que está en todo sitio?
Lo que no tiene forma
¿Tiene lo sin-forma algún nombre?
Sí, el olvido.)
Es tan fácil olvidar lo que no es evidente. Tan fácil pasar de largo, olvidarse de ver lo que mira Plossu…
Nunca me arrepentiré de haber contemplado las imágenes banales, corrientes, los ‘aquínopasanada’, de haberme quedado como idiota durante un rato, y frustrada, y tal vez dubitativa, para bruscamente abrir mis branquias de pez, dejar respirar en mí lo mínimo y permitir que me abofetee tanta evidencia antes no percibida: el todo está aquí en esa planitud / plenitud de la ceguera, el éblouissement soudain de la vida en reposo, cuando no la requerimos para nada y pasa ampliamente de nosotros, del paisaje quieto, no aquietado, donde casi nada evoluciona. Sin duda es un privilegio captar esa inmovilidad del extra muro de nosotros, sin duda es un privilegio poder, simplemente, verla. Eso mismo nos permite la mirada sobre las cosas de Plossu, ese grande de la fotografía. No por el lirismo de sus capturas –aunque lo haya, y mucho y grande también– sino por la humildad, el pasar sin imprimir huella, el simplemente pasar por los lugares comunes y hacerlos tan significativos, gracias, Bernard.
Ce qui crie dans ce qui se tait. / Lo que grita dentro de lo que se calla.
Yves Picquet