Las afinidades [s]electivas

Ni Platón, ni Tanizaki…

…podrían estar ausentes de esta ‘Umbra’ de selvas domésticas.

Conozco y desconozco a Mauricio, a partes iguales, desde hace años, y creo que este libro de sombras es absolutamente suyo, le pega a la piel como uno de esos filmes transparentes que se usan ahora para envolver y proteger, dejando ver algo pero nunca el todo, ahuecando la distancia necesaria para un espacio –¿vital?– que sin duda le es necesario.

Me extraña el no necesitar mirar mucho, sé que más tarde volveré a hojear esas hojas gruesas del papel ciento cincuenta gramos, de negro profundo aunque imperfecto, no será ni lo pretende, creo, el exclusivo negro Kapoor. Me basta percibir que el movimiento tan apacible –compasivo– de esa jungla de dormitorio también encierra luchas del amanecer, el continuo situarse en el mundo frágil de uno mismo, un impregnarse de la vida circundante y hacerla suya, una vez y otra, sin desfallecer o sí, desfalleciendo y recuperando la cordura exigida, incansablemente.

O será que me basta percibir la felicidad, siempre incompleta pero así hermosa, de todas las mañanas dadas, de tantos anocheceres otorgados por la luz, tamizada, apaciguada, domada.

A Mauricio siempre le ha gustado, justamente, la luz, la foto, los fotógrafos, el arte. Desde que lo conozco le he visto codearse con la plasticidad del mundo y también ayudar a su conocimiento, aupar y difundir esa visión privilegiada que algunos poseen sobre el mundo, ese entendimiento sibarita de la vida, algún respeto ecléctico de sus sabores, algo así, difícil de cernir y expresar. Ser diseñador o comisario, amante de la creatividad y de la creación, diletante con cámara, paseante de museos, festivales y exposiciones, animador de tertulias… pero nunca fotógrafo confeso. Et pourtant !

En la caverna siguen los esclavos, con sus inseguros dedos, trazando líneas por encima de las sombras, tal vez articulando un lenguaje inútil porque inescuchado y creyendo que es eso el mundo, la vida. Y los hombres del Oriente intentan oír y reproducir los sones de esos condenados a la penumbra, filtrando la luz con delgados tabiques de papel. A su vez se envuelven en el tamiz luminoso. A su vez trazan frágiles líneas que emborronan los contornos. Y, quizá, ese elogio de la sombra, de las sombras, no sea sino la manifestación del pudor que nos protege del mundo sin aislarnos del todo, un torpe y magnífico biombo traslúcido que salve nuestra intimidad.

  • ‘Umbra’ de Mauricio d’Ors
  • 124 págs.
  • 15,5 x 20,5 cm.
  • Impresión en tritono sobre Gardapat Kiara de 150 grs.
  • Tapa dura
  • A la venta en Amazon.
  • PVP: 35 €