Antoine D’Agata reflexiona sobre el compromiso con la fotografía y el coste que conlleva su intento constante por llegar más allá. «Sigo pagando el precio de la honestidad, pero es la única manera que conozco de contar». Una entrevista de Jon Gorospe.

Cuando empecé a interesarme por la fotografía como acto de escritura, el trabajo de Antoine D’agata (Marsella, 1961) me hizo una pregunta que jamás he olvidado: «¿Desde dónde?».

Esta cuestión resuena y hace ecos cada vez que me enfrento al juicio emitido con el acto de mirar. Desde dónde hablamos, y sobre qué, lo considero un pilar maestro del acto creativo. Trato de entender qué es lo que legitima una mirada.

Cada vez que me enfrento a un trabajo fotográfico, su intención hace que me salten las alarmas. Por eso la obra de Antoine, situada en los límites de lo que el grueso de la sociedad podría calificar como admisible, es tan magnética para mí.

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© Antoine D’Agata/Magnum Photos

Esto hizo que viajara desde Oslo hasta Gran Canaria al taller que impartió en el archipiélago organizado por LaShop & Insights Project. Poner a una conversación pendiente fecha y lugar, tratar de arrojar sobre la mesa unos temas que tanto me han preocupado. Soltar una batería de preguntas con la esperanza de que sean respondidas.

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© Antoine D’Agata/Magnum Photos