Edurne Herrán es una artista que se vale de diferentes disciplinas, incluida la fotografía. De ella echa mano cuando lo necesita, como por ejemplo en el proyecto que presenta hasta el 9 de abril en Montehermoso de Vitoria, ‘Futuro Perfecto’. La entrevistamos para que nos hable de su trabajo y de su visión del mundo de la imagen.
Edurne Herrán nació en Alemania, aunque vive en Madrid. Ha estudiado de todo: Bellas Artes en el País Vasco y Berlín, un Máster de Gestión cultural, un Máster de investigación de Arte, un Máster de Fotografía en EFTI… Vamos, es una chica formada. Pero su aspecto es, como mínimo, llamativo.
Edurne, hasta hace nada, iba con el pelo rosa fucsia y vestía de negro “para no parecer un teletubbie”, según sus propias palabras. Ahora, ha recuperado el negro en su cabello para presentar su trabajo ‘Futuro Perfecto’. No es un dato sin importancia. Edurne se dio cuenta de que el aspecto externo, la imagen, condiciona el trato que recibimos. Y decidió hacer varios experimentos artísticos, “un happening” según sus propias palabras.
Se desdobló en once personalidades. Las sacó a la calle, las puso a buscar trabajo o a ligar, incluso las llevó a un vidente. Y ahora con todo ello ha planteado una exposición que se puede ver en el Centro Cultural de Montehermoso en Vitoria.
La fotografía, la que nos hacemos, la que compartimos, nuestros retratos, sirven para crearnos una identidad. No es la primera vez que Herrán explora sobre estos elementos, ni la primera que reflexiona sobre la fotografía y la imagen. ¡Tiene hasta un trabajo ‘#Photographrers’ sobre cómo posamos los fotógrafos con nuestras cámaras en las redes!
Quedamos con Edurne Herran (Ingolstadt-Donau, Alemania. 1978) en una cafetería y no decepciona. Edurne tiene personalidad de sobra para once alteregos y más. Es activa, habla mucho, evitando ser pedante. Quiere comunicar, quiere que se la entienda. Y como a nosotros nos encanta conversar…
¿A qué Edurne hago la entrevista? ¿Cuál de todas está aquí?
Las demás se llaman de manera distinta. Aunque tendría que ser Miren, la historiadora, que habla mejor. Yo soy una suma de todas, menos de la pija, con ella tengo poco que ver. Éste es un trabajo muy autobiográfico y lo he vinculado completamente a mi vida.
Exactamente, ¿qué es lo que vamos a ver?
Muchos de mis proyectos parten de algo emocional, de algo personal, aunque hable de cosas universales. ‘Futuro Perfecto’ comienza con la Edurne, la primigenia, la de pelo rosa. Me he tirado muchos años con el pelo así. Y notaba que sufría mucha discriminación, especialmente cuando iba a entrevistas de trabajo. Pese a que, además de Bellas Artes, estudié gestión cultural, tras las entrevistas cogían a compañeros que tenían peor currículum.
Tras eso, bromeaba diciendo que iba a comprar una peluca buena y me iba a quitar los pendientes para buscar curro. El detonante fue lo que me dijeron en una misma semana dos personas que no se conocían. Una me dijo que mi look le parecía muy agresivo, hasta que le daba vergüenza ir conmigo por la calle. En cambio, la otra me dijo que era un angelito. Y yo me decía, madre mía, cómo cambia la percepción, qué es lo que tenemos en nuestra cabeza, cómo proyectamos para que te digan eso.
Empecé a jugar con la idea de hacerme un cambio. Lo que no tenía tan claro es que de esto, de mi cambio, iba a surgir un proyecto. Y empezó cuando surgió Miren. Yo me llamo Miren Edurne. Y desdoblé mi personalidad entre Miren y Edurne.
Total, que empezó a salir Miren y empecé a jugar poniéndome la peluca morena. Y cambió todo. Desde que las señoras en el metro no se agarraban el bolso cuando entraba, cómo me trataba la gente, cómo me miraban los tíos y las tías. Era muy distinto el trato. Entonces me dije: aquí hay un filón. Y estuve jugando así.

Las gemelas © Edurne Herrán
¿En qué consistía ese juego?
Desglosé mi currículum, que tiene partes serias y partes, no locas, pero sí creativas. A una le he dado solfeo, gestión cultural, el máster de investigación… Y a la otra le ha dado todo lo más práctico, las exposiciones, etc. Que sigue siendo un currículum muy creativo, pero que tiene ese matiz. Entonces he estado mandando currículums, subiéndolos a webs de búsquedas de empleo. Y recibiendo diferentes respuestas. Éste es un experimento que aún está abierto.
Con las ‘gemelas’ también he hecho otro experimento en el que me leen el futuro con una aplicación, un escáner donde tú pones la mano, Y lo hice como Edurne y luego me quité los pendientes, me puse la peluca, cambié de ropa y lo hice como Miren. Hay un señor detrás de esa máquina que elige los parámetros. Y bueno, no dio ni una, pero además fueron predicciones muy diferentes.

Mano @ Edurne Herrán
Pero no se quedó ahí la cosa, ¿no? Hay más Edurnes.
El de las once personalidades es el proyecto al que más cariño tengo. Quise experimentar con las personalidades, los diez alteregos más la mía, que todas suman la que sería la Edurne global. Porque dicen que somos muchas mujeres en una sola.
En esencia, el proyecto trata de que he ido cambiando mi aspecto, mi indumentaria, el pelo, los pendientes, el bolso… Todo con lo que me pueden prejuzgar a simple vista. Para prepararlo he leído muchísimo sobre comunicación no verbal, sobre psicología, sobre el trastorno de identidad múltiple… Me valía de un montón de cosas, distintos referentes, de cine, series de televisión, de todo.
Yo lo que necesitaba era ser juzgada por personas que no me conocieran, que no tuvieran ese filtro de la personalidad, que sólo fuera aspecto externo.
¿Cómo ha sido la experiencia?
No sé ni cómo no he chiflado. Llevo dos años y medio haciendo esto. Cuando conseguí la financiación, le dí el apretón final. Pero he tenido que hacer parones por higiene mental, pues he llevado el proyecto a mi vida.
Yo iba a comprar el pan como una, como otra. Unas salen de noche, otras no. Cada una hacía diferentes papeles. Y para construir los personajes tenía que enfrentarme a cómo me iba a tratar el otro. Al fin y al cabo estoy hablando también de cómo nos construimos una identidad. No somos nosotros únicos y necesitamos del otro.
El yo del espejo. El reflejo que nos transmiten los demás también forma parte de nuestra identidad.
Es que parece una tontería, pero en el momento en el que a mí me decían una cosa como estás más guapa o así, cambiaban mi chip.
Además, subí a las redes sus personalidades porque era una información muy valiosa a quién le gusta una y a quién no le gusta. Eso era supervalioso para mí. Para el análisis de imagen me venía muy bien. También las he subido a Tinder con cuentas falsas y a ver quién ligaba más, siendo yo todo el rato.
Hay once retratos diferentes. ¿Qué tiene de fotográfico tu proyecto?
Hay varias partes relacionadas con la fotografía. En el proyecto hay muchísima documentación con el bolígrafo-espía con el que hacía mucha foto de proceso. Cuando iba a la peluquería, por ejemplo, o cuando íbamos al vidente.
Yo no soy fotógrafa, no me considero fotógrafa al uso, pero sí utilizo la fotografía. A la hora de realizar los retratos de estudio, sí buscaba una limpieza. Por otro lado, hay que tener en cuenta que Cindy Sherman, Sophi Calle, junto a Orlan, han sido grandes referentes para hacer este trabajo. La fotografía está presente, pero ha sido más bien un happening.

Experimento nº 3 © Edurne Herrán
¿Siempre que hacemos un autorretrato, estamos generando un alter ego?
No. Siempre no. Pero los retratos suelen estar muy cuidados. Eliges un encuadre, una ropa, una luz… Sobre autorretratos hay proyectos muy bonitos. Hay gente que siempre posa igual. O gente que se hace cientos de fotos hasta que cuelga una en internet.
Al final todos hacemos un poco tu búsqueda de una imagen pública.
Un poco sí. Todos buscamos cómo nos presentamos en sociedad, qué ropa y qué peinado te pones. Ahora, otras cosa es cómo te presentas en sociedad. Una cosa es cómo crees tú que te estás presentando, pero hay que tener en cuenta la lectura y la mirada del otro. Y a veces nuestra imagen genera resultados diferentes.
Me recuerda a muchos visionados en los que alguna gente cree que sus imágenes cuentan cosas que los demás no vemos.
Es que se están proyectando. Porque cada uno trae su mochila de experiencias, de códigos. Porque cuando hablas de identidad, ¿de qué hablas? Yo pensaba que iba a perder mi identidad al quitarme el pelo rosa. Pero la identidad es el contexto, el idioma, las raíces, cómo hablas, lo que comes, cómo te han educado, a qué colegio has ido, con qué personas te has relacionado, cómo te llamas. Tu nombre marca mucho.

Andoni © Edurne Herrán
Uno de tus personajes es “masculino”, Andoni. Ya hemos visto ciertas diferencias en las fotos de CV. Pero, ¿piensas que se representa de manera diferente en fotografía a los hombres que a las mujeres?
Eso te lo respondería muy bien Cabello Carceller. Yo parto de que nuestro cuerpo es distinto, otra cosa son los derechos. Pero en este trabajo no he pensado tanto en eso, porque como lo vinculaba con mi vida… Andoni es el nombre que hubiera tenido si hubiera sido chico. Toda mi vida ha estado conmigo la sombra de Andoni. Como la sombra de Edelweiss, que es el nombre que quiso ponerme mi padre. Pero bueno, Andoni está muy vinculado a mi adolescencia, en la que yo era grafitera. También tengo un lado oscuro.
Hablas de tu pasado. También tienes un trabajo muy divertido que trata de forma original la revisión del álbum familiar, ‘Growing Pains’ (Dolores del crecimiento).
En el fondo es un poco autorretrato, pero ausente. ‘Growing Pains’ es un proyecto que me ha dado muchas alegrías aunque sea un poco dramas. Toca muchas cosas. Hay memoria, el paso del tiempo, el refuerzo de la imagen… Por eso, cuando conocí a Miguel Trillo, nos enamoramos instantáneamente, porque sin hacer un trabajo parecido, tocábamos los mismos puntos los mismos temas.
‘Growing Pains’ tiene mucho que ver con este otro que se expone ahora. También se utiliza mucho la indumentaria. Para hacerlo pedí a mucha gente fotos de su álbum familia. Esto fue un proceso muy bonito porque muchos llamaron a sus familiares para que buscaran en el álbum. Por presupuesto tuve que acotarlo a diez personas.
Cuando digo que es un autorretrato, es porque en realidad estoy hablando de mí, estoy hablando de algo que le pasa a mi entorno. Y hablo también de algo más universal que es todo este drama que nos pasa a muchos de nuestra generación con la crisis. Que sí, nos hemos formado y nos hemos preparado, pero necesitamos ayuda económica, eso cuando no hemos vuelto a casa. En el proyecto se mezcla un poco de todo. Gente que aparentemente vivía como yo, emancipada. Pero no todos los meses me llega.
Yo los llamo los triunfalosers.
Se nos llama niñultos, una mezcla entre niños y adultos. También la generación bumerán porque se ha ido y vuelve. Y es extraño, porque nos hemos sobrepreparado, sobreformado, pero todo el modelo en el que crecimos se ha derrumbado. Ya no te digo cuando nos dedicamos a lo creativo.
Aquí el traje funciona como una metáfora. Cuando somos pequeños normalmente no elegimos la ropa. Nos la dan hecha, es una jaula y una protección. Y yo lo que hice fue agrandarla, porque somos distintos. Pero parece que seguimos siendo niños para unas cosas y para otras se nos exige una adultez.

Growing Pains’ © Edurne Herrán
El resultado genera cierto extrañamiento, cierto toque ridículo.
Yo no quería que quedaran ridículos. Pero lo que es ridículo es nuestro sistema social. Y cómo hemos llegado a eso. Pero también se juntan otros factores. Por otro lado, yo me niego a crecer. El paso del tiempo me duele muchísimo. Es una mezcla muy extraña.
También tienes otros trabajos relacionados con esos clichés fotográficos que ayudan a construir una imagen. Un proyecto en el que basándote en unas plantillas para hacer fotos para curriculums en las que todo eran trajes con corbata, hacías lo propio con indumentarias femeninas. ‘Invisible (wo)men’.
Estudié también Estilismo de Indumentaria. En ambos casos hablo de la apariencia. En aquél proyecto hablo de la indumentaria como atributo. En ‘Futuro Perfecto’ me aplico a mí diferentes plantillas, no sólo referidas a la indumentaria, sino también de comportamiento.
Yo iba por la calle mirando cómo hablaba la pija por teléfono, cómo camina la otra, como va conduciendo, cómo se aparta el pelo, cómo lleva el bolso… Ha sido mucho trabajo de campo. Y sobre todo, este proyecto lo he hecho gracias a los demás. A las reacciones que me iba dando mi entorno, los que sabían, que además me mandaban mucha información.

‘Invisible (wo)men’ © Edurne Herran
Utilizas muchísimos lenguajes en tu obra, pero ¿hasta que punto piensas que la fotografía es capaz de comunicar por sí misma?
Depende del proyecto. En unos sí, y en otros no. Pero a mí me gusta mucho el texto junto a la foto. Necesito del lenguaje escrito. Conmigo nunca ha funcionado lo de que hable la obra. No mira, la obra no habla. Si hablara la obra yo saldría corriendo, ja, ja.
Por eso es muy enriquecedor hablar con el artista, y que te hable de cómo se sentía él. No es lo mismo poder dedicarte por completo a un proyecto o tener que trabajar por la mañana en un trabajo alimenticio. Para mí esa información es valiosa y me permite entender. Porque claro, como estamos acostumbrados a sacar falta por todos los lados: Yo hubiera hecho… Y aquí por qué no… Pues porque no eres tú y es él o ella.
¿Por qué hiciste un máster de fotografía? ¿Qué te impulsa a ello? Y a pesar de ello no te consideras fotógrafa.
Ya revelaba en el instituto y en primero de carrera vimos algo de fotografía. Luego me fui a Alemania pero estudié Escultura. Antes veía la fotografía como algo sólo para documentar y registrar, cuando me iba de vacaciones, o a una exposición. No era nunca parte de un proyecto. Como mucho sólo buscaba hacer una buena foto para un catálogo.
A la fotografía le fui dando su peso poco a poco. Pero creo que es algo social. Cuando digo que yo no soy fotógrafa, pese a que hay gente que se cabrea, no pretendo ningunear a nadie. Está claro que la fotografía es un arte como disciplina. Lo que pasa que yo echo mano de la fotografía dependiendo del proyecto, sea con el móvil, bajando imágenes de internet o con el boli-cámara.
Bajo el paraguas de artista me salvo, porque sigo considerando que para que alguien se defina como fotógrafo tiene que tener un dominio, no hablo ya de la técnica, sino que tiene que tener una maestría. Para mí la fotografía es un recurso.
Tú que lo ves un poco desde fuera, ¿es el mundo de la fotografía un mundo cerrado?
Hay como varios sectores. Yo estoy en contra de las cerrazones. Debería ser todo mucho más fluido, más orgánico y que se respetara más el trabajo de los otros. Estas discusiones de blanco y negro o color, que si la “Hassel”, que si me he comprado una cámara… Pues hijo, a mí me han dado una beca y yo las fotos las he hecho con móvil, un boli y mi cámara, y para lo que yo quiero expresar, sirve perfectamente. Ahora, cuando necesito algo muy bien hecho, llamo a mis amigos que controlan más.

‘#PHOTOGRAPHER’ © Edurne Herrán
¿Te parece que los fotógrafos nos empapamos suficientemente de otras disciplinas?
Como siempre, hay de todo. Pero la fotografía no es sólo técnica, eso lo tengo clarísimo, y menos hoy en día. Hay que nutrirse de otras disciplinas. Pero sobre todo, un fotógrafo que no controle de pintura, tiene una gran carencia respecto a luces, composición… Es como si escuchas ‘Tainded Love’ y desconoces o reniegas del pop de los 50, cuando esa canción viene de ahí.
Pero yo no quiero quedar de nazi. Que todo tiene muchos matices. Pero vamos, los pintores también utilizan la fotografía y todos estamos en el mismo barco.
Todos podemos hacer click. De hecho ahora todo el mundo hace fotos constantemente. ¿Pero entendemos lo que es la imagen?
Yo creo que las nuevas generaciones, sí. De tanto consumir imágenes, creo que van afilando el ojo. Tampoco puedo decirlo de forma rotunda. Ojalá para la ortografía pusieran el mismo entusiasmo, je. Pero de eso te puede hablar mucho Fontcuberta. ¡Estoy enamorada de su cerebro! Es un gran comunicador.
Partiendo de esa idea de que todos podemos ser fotógrafos, me parece muy interesante discernir qué es arte y qué no, cuándo una foto es arte y cuándo no. Eso me parece muy interesante.
Yo creo tiene que ver con la frecuencia en la que emites el mensaje. Si tú no la emites como arte, no es arte.
Bueno, eso a mí me ha llevado a plantearme si como yo soy artista, ¿todo lo que hago es arte? Si le mando una foto a un amigo, ¿eso es arte?
Pues creo que no. El emisor decide, en este caso tú, qué es arte, qué no lo es.
Entonces no depende tanto del canal. Porque yo puedo hacer un proyecto artístico en Facebook o en Instagram y lo puedo jerarquizar como arte.
Otra cosa será si los demás lo valoramos como buen arte o no.
De hecho, al principio, mi proyecto eran fotos de perfil. Nadie sabía que era un proyecto.
¿Y qué te parece de aquellos que pretenden que el arte sea elitista, pero luego no ven bien que no lo entienda el vulgo?
Eso a mí me fastidia mucho. Y parte de que enseñe la documentación en sala en mi exposición es por eso. Porque quiero que la gente entienda el trabajo que hay detrás. Me gusta que en cierto tipo de proyectos se vea que no sólo me he hecho unas fotos.

© Roberto Villalón