Javier Tles es un fotógrafo zaragozano que lleva varias décadas metido en el oficio. Es uno de los fotógrafos publicitarios más reconocidos y creativos del panorama nacional, que también desarrolla una interesante fotografía personal que le permite expresar lo que realmente le gusta. Tles es el padrino del tercer aniversario de Clavoardiendo, que se celebra el 21 de marzo en Madrid, donde presentará el corto ‘Santa Ana’, del que formó parte, y la publicación del mismo título que surgió tras el rodaje.

Javier Tles (Zaragoza, 1965) brilla con luz propia en el panorama nacional de la fotografía publicitaria desde hace más de 20 años, mostrando un equilibrio entre lo innovador y lo elegante, abriendo camino a nuevas formas de mirar, siempre rodeado de artistas y diseñadores de otras disciplinas, consiguiendo gustar al que no sabe y sorprender al iniciado.

Rompedor, su obra se adelanta creando tendencias en un medio publicitario encajonado cada vez más en ideas importadas y preconcebidas, Javier Tles defiende la fantasía y la creatividad por encima de modas, discursos fáciles y técnicas de marketing para “dummies”.

Hazme un breve resumen de tus años en la profesión, ¿Cuántos llevas en la fotografía? ¿Más de 20?

Yo me dedico a la fotografía publicitaria y, aunque cada vez menos, hago fotos de autor, proyectos personales, que a veces se exponen y otras sólo son alimento para el alma. Hace veinte años o más que hago campañas de publicidad, en España y en otros países y aplico mis conocimientos técnicos a lo que la publicidad necesita.

Y, ¿cómo ha evolucionado tu forma de trabajar en esos 20 años?

Una cosa es hacer fotografía y otra trabajar como fotógrafo. Trabajar para publicidad, normalmente uno lo asocia a la creatividad, pero la creatividad unas veces se puede aplicar y otras no. Últimamente no mucho porque las marcas y las agencias quieren cosas muy concretas y dejan muy poco espacio a la creatividad del fotógrafo. 

Campaña para Vueling © Javier Tles

¿Y antes sí?

Hace unos años, por ejemplo, te llamaban para hacer una campaña, y presentabas un boceto de cómo usarías la luz, cómo harías la imagen que ellos quieren conseguir, mandabas un dosier con referencias y fotos tuyas o de otras personas, mostrando el tipo de enfoque que tú le darías.

¿Y se respetaba?

Más que respetarse es que se tenía mucho más en cuenta la opinión del fotógrafo. Ahora mismo, al menos en mi caso y otros muchos que conozco, el fotógrafo es sólo un técnico que necesita saber, en mi caso que suelo fotografiar personas, comunicarse con ellas, dirigirlas, que sepan cuál es su papel, cómo han de posar o actuar. Y les vas dirigiendo en función de lo que la campaña necesita. 

Campaña ‘The Hidden Flag’ © Javier Tles

Antes, hace unos diez años, podía plantear más cosas y se tenían más en cuenta. Ahora trabajamos con bocetos muy cerrados, y la libertad de movimientos es muy poca. La agencia ha vendido una idea, el cliente se la ha comprado, una imagen concreta y eso es lo que quieren. Y el espacio para ti es poco, porque poco puedes aportar cuando la idea, la luz ,el lugar, el personaje, la posición de la persona o del objeto ya está pactado.

Ahora la evolución que veo es que hay mucha más presión desde el cliente. Creo que dejan menos espacio a los creativos para sacar buenas ideas, y todo está basado en el marketing y lo que el marketing dice que hay que hacer para que esa campaña funcione.

Yo hago dos tipos de fotografía, la publicitaria, que es de la que vivo, y los proyectos personales, que son en los que creo. Son proyectos que me interesan y los hago por convicción. Normalmente tienen como protagonistas a las personas, a la vida, el paso del tiempo. Son los temas que trato. Puedo irme a Japón a hacer un tema sobre los afectados por el tsunami o el escape nuclear de Fukushima, porque es un tema que me preocupa y quiero ayudar aportando imágenes y esclareciendo cosas, así que voy y lo hago. Luego lo ofrezco a medios y si les parece bien, me lo compran. 

‘Ultraniños’ © Javier Tles

Pero eso te permite crear investigar para luego…

Me permite expresar cómo veo las cosas, plasmar un sentimiento, una situación, una filosofía o unas emociones. Y eso puede acabar siendo una exposición, un librito o simplemente una experiencia para mí o para mostrar en mi web mi enfoque, los colores que me gustan o mi forma de ver determinadas situaciones. Es ahí donde expreso quien soy yo como fotógrafo y cómo veo a través de la cámara, mi trabajo personal.

En publicidad lo que hago es llevar a cabo imágenes que están asociadas a conceptos que una marca quiere transmitir. Una marca quiere lanzar un producto, llama a una agencia de publicidad, esta agencia le hace una creatividad para vender su producto, piensan en una imagen concreta y llaman a varios fotógrafos y al que le toca desarrolla la idea de la agencia.

‘Noúmeno’ © Javier Tles

A pesar de eso, he visto muchas veces, tanto en campañas antiguas como recientes, que te gusta disfrazar mucho al personaje o al objeto. ¿Eso forma parte de una visión personal? ¿Ha cambiado el equipo con el que trabajas?

Es que alguna de las campañas que hago tienen un componente onírico que vas más asociado a un sueño que a una idea. Pero eso viene dado por ellos. En mi equipo trabajo con estilistas, maquilladores, diseñadores de escenografía, retocadores que nos ayudan a componer la imagen. Últimamente mucho retoque, algo que no me molesta, porque quiero conseguir una imagen ideal para que el cliente muestre su producto como quiere, y le llegue al consumidor como algo ideal que le apetecería tener o comprar. Entiendo la parte de “teatro” que hay.

¿Cómo te haces fotógrafo?

La primera vez que cogí una cámara con el ánimo de empezar a usarla y de entender la fotografía yo tenía 28 años, ahora tengo 54. Me fui con un amigo a Mallorca y el me enseñó las cosas básicas, velocidad, diafragma, etc. Y comencé a investigar por mí mismo, Entonces no existían las redes como las conocemos ahora. Tenía dos opciones, meterme en una escuela, cosa que intenté, pero no me gustaba. Me sentí muy dirigido y yo solo quería que me enseñaran una técnica para luego usarla como quisiera, así comencé a investigar por mí mismo. 

‘Migrations’ © Javier Tles

Entonces se trabajaba con diapositiva y negativo, y a base de hacer muchas fotos y cometer muchos errores fui sacando conclusiones. Comencé haciendo reportajes de lo que me interesaba. Me gusta compartir las cosas que veo y descubro con mis amigos en general y una forma mucho más concreta de hacerlas era poder mostrarlas en foto. Podía haberlo hecho en vídeo, pero me parece más complicado explicar algo con un frame que con una secuencia. Y como las cosas difíciles me van, comencé a darle vueltas a la fotografía.

Al cabo de poco tiempo, como en mi entorno había muchos diseñadores gráficos, hacía fotos más dirigidas a la comunicación gráfica: objetos, personas, retratos, etc. Y empecé a entrar en un mundo muy diferente al del fotógrafo de reportaje, en un mundo más técnico, donde hay mayor control de luces, más preparado, menos improvisación, y más dirigido a comunicar algo y a venderlo.

¿Cuáles son los fotógrafos que te empiezan a llegar, por libros o publicaciones?

Yo nunca he usado muchos, ni he tenido muchas referencias. Tengo algunas, pero las tengo porque han pasado muchos años y me he ido encontrando con gente que me ha interesado mucho, en festivales y lugares a los que he ido. ¿Las primeras referencias? Empecé a ir a Arlés y a Perpignan. En Barcelona teníamos la Primavera Fotográfica y empecé a ir a exposiciones. Me interesaba mucho ver qué hacían los fotógrafos que documentaban lo social. Por ahí empecé con los reportajes. Los clásicos los visité en algún momento pero tampoco han sido una referencia muy clara par mí. 

‘Watashi’ © Javier Tles

¿Pero qué nombres recuerdas de aquellos finales de los 90 en Barcelona, un panorama bastante potente, no solo de fotógrafos, sino de colectivos, de agrupaciones de gente que hacía cosas, que hacía acciones? 

Yo tenía contactos con fotógrafos que había en ese momento a través de revistas que había aquí, como AB, B-GUIDED, también trabajaba para El País de las Tentaciones, y lo que veía ,sobretodo eran fotógrafos que hacían cosas relacionadas con la moda. Me gustaba mucho como retrataba a las personas Leila Méndez, que es una fotógrafa y amiga a la que siempre he admirado. Había cantidad de fotógrafos y de agrupaciones, pero nunca me asocié a ninguna. Cuando quería saber algo preguntaba, pero la información no fluía mucho en mi caso. Todo era bastante solitario.

Cuando comencé a ir a Arlés, empecé a descubrir ese tipo de fotografía más personal, y no siempre relacionada con una guerra, o una desgracia, sino algo más artístico. Y me encontré con Helmut Newton, con muchos clásicos, con César Lucadamo. No recuerdo muchos nombres, pero es cuando empiezo a abrir mi mente a otro tipo de fotógrafos. 

‘The Lack of the Water’ © Javier Tles

En tu trabajo más íntimo, has tocado mucho el tema de los espacios y los elementos, sobretodo en tu tierra, lugares muy oníricos y personales. Háblame de tus influencias, si las tienes.

Yo he ido siempre a mi rollo, sin fijarme demasiado en nada. Siempre me he movido por las emociones que me generan ciertas cosas e intento plasmarlas en mis fotografías. Y casi siempre preguntándome sobre qué hace la gente, qué piensa, qué hace su cara cuando está asociado su pensamiento a una historia y su actitud.  

Hay un fotógrafo, Nadav Kander, que siempre me encantó, que además de tener un trabajo comercial y generar tendencias, tiene un trabajo muy fuerte de retratos. Con él hice un minicurso una vez, el único que he hecho en mi vida. Y ahí aprendí cómo trabaja alguien. Siempre me gustó la visión de Txema Salvans, que trabaja para muchos medios internacionales y también el trabajo de Txema Yeste, un fotógrafo de moda catalán muy internacional, pero cuando yo empecé también ellos hacían reportajes. Siempre me ha gustado su impetú y su forma de trabajar con las personas y los modelos, con ese punto anclado en los 90.

‘Shy Car’ © Javier Tles

Me interesa el trabajo de Gregory Crewsond, que hacía grandes producciones para generar “cuadros” que luego vendía y trabajaba la luz como se trabaja en el cine, con muchos medios. Imágenes muy relacionadas con la psicología y con los sentimientos de las personas. También Naomi Harris,  que tenía un libro llamado ‘American Swings’, que trataba de gente que frecuentaba parques nudistas. Vincent Fournier, que siempre ha sido un enamorado de todo lo relacionado con los viajes espaciales, la NASA. Tiene un libro muy bonito titulado ‘Past Forward’, que me gusta mucho. Pero mi favorito es Kander, es con el que más me identifico.

Luego hay otros como Jeff Wall, que puedes encontrar en el MoMa o en la Tate de Londres, porque tiene mucha salida artística.Y ahora me interesan muchos más, toda la corriente de gente joven que está tratando las cosas de otra manera, muchas veces como se trabajaba hace 20 o 30 años, pero desde el punto de vista actual, trabajando con negativo de nuevo, con cámaras de medio formato, como hace Bego Antón, o Dani Pujalte que tienen una visión intimista y propia sobre los espacios y las personas, algo que yo he hecho muchas veces, cosas que había tocado a mi manera y con las que guardo cierta relación. Me gusta mucho Carlota Guerrero, que tiene un trabajo muy interesante, con una proyección internacional muy fuerte, haciendo trabajos siempre alrededor de la mujer, con imágenes muy cuidadas.

‘Olimpic’ © Javier Tles

¿Qué piensas de las nuevas tecnologías? ¿Del paso de lo profesional al amateur y del amateur al profesional? ¿Es Instagram un medio en sí mismo?

La fotografía se ha popularizado, cosa que me parece por un lado bien, porque si me gustó a mí, porqué no le va a gustar a todo el mundo. Y entiendo que la fotografía es pura magia y que permite disfrutar y conectar con algunos sentimientos propios que de otra forma es más complicado llegar, con la fotografía te relacionas con la gente de otra manera. Tener una cámara en la mano te hace comunicar de otra manera. 

Pero hay una fotografía de autor que se funde casi con la de publicidad, con una personalidad enorme, y me viene a la memoria Shinji Nagabe, que hace algo que no habíamos visto antes, que es muy cañero y muy de lucha, una forma de denuncia desde el punto de vista personal y artístico.

No creo que no lo haga nadie, solo que lo tiene en su cabeza y lo expresa desde un punto de vista propio. Nagave tiene un trabajo muy chulo, desde un punto de vista muy divertido y muy directo y de denuncia. Pero no hace nada nuevo. Tapa las caras, mete mucho color, tiene ese punto de vista surrealista tan japonés que mola, y me gusta. Entiendo que ahora es muy fácil acceder a la fotografía con muy poca inversión, incluso con un móvil puedes hacer fotos muy buenas. Por un lado, facilita el acceso, pero a nivel profesional, ha perdido valor, y a nivel comercial, ni te cuento.

‘Millenials’ © Javier Tles

En el mundo en el que yo trabajo, prácticamente cualquiera hace una campaña para cualquier marca grande, con un equipo muy limitado. Y como casi todo va para redes, no necesitas los equipos de antes que eran carísimos en conjunto. Ya no necesitas medio formato, y puedes trabajar de una forma más sencilla, pero creo que eso perjudica directamente a la calidad. Todo ha perdido un poco el valor. 

Luego está la gente que hace fotolibros, y que apuesta por un trabajo más personal, con la ayuda de la autoedición. Les tengo mucho respeto porque plasman ideas y descubrimientos, prácticamente por amor al arte, porque de eso, por desgracia, poca gente puede vivir. Y me parece una pena. Estar regalando tus sentimientos, tus puntos de vista, junto con tu trabajo, tus horas de edición, el retoque, el concepto… Ahora mismo es casi gratis. Me parece una pena, que a los proyectos casi mas bonitos se les saque tan poco partido. No me gusta hablar de dinero, pero con este sistema de vida que posiciona el dinero como algo importante, y que estés entregando tu alma y tus ideas para el arte, y que sea gratis, es una vergüenza.

Dame una razón para no tirar la cámara por el balcón, ahora mismo.

Pues que la cámara no tiene la culpa, la tiene el sistema, je, je.

Todos los fotógrafos tenemos la casa donde naces, donde tienes tus raíces, y todos tenemos un lugar lejano que nos llama. Bego Antón, Islandia, y tú, Japón. ¿Cómo te ha influido esa cultura en tu trabajo y en tu forma de pensar?

Un fotógrafo es una persona curiosa por naturaleza. Y cuando te das cuenta de que la gente en otros lugares del mundo vive cosas muy diferentes a las tuyas, vas, lo vives y lo plasmas. Y lógicamente, eso te influye. 

La primera vez que fui a Japón volví con la cabeza al revés. Pensando en cosas que nunca me había planteado, di valor a otras cosas. Como la primera vez que fui a Latinoamérica, que también entendía lo cercanos que viven a la tierra, al árbol, a los pigmentos, y cómo viven ellos la vida. Y una de las cosas buenas que tiene la fotografía es las ganas de compartir, de mostrar, y cuando eres curioso y quieres compartir, una de las cosas que sueles hacer es viajar, muestras cosas de otras culturas que te resultan chocantes, y lo haces por eso, para que otros lo puedan disfrutar.

‘Fukushima’ © Javier Tles

Creo que la fotografía en general, además de ser un medio para informar y sensibilizar es un medio para enriquecer a todo el mundo. La gente que ve, que compra un libro y va a exposiciones, y está al día de lo que se hace en fotografía tiene la oportunidad de descubrir mundos que de otra manera no vería. Nuestra labor es muy bonita, muy romántica y muy honesta, porque lo que hacemos es compartir.

¿Qué representa el viento y la niebla en tu mundo?

Hay elementos que me rodean, que los he vivido desde siempre. Yo, que soy de un sitio de Zaragoza al lado de Los Monegros, el viento, frío, el calor, el espacio abierto, la nada, las he vivido desde siempre. Cuando empecé a hacer fotografías vi que podía plasmarlos de alguna forma. La niebla es muy recurrente en fotografía, como los objetos abandonados, como el mar… Todos los hemos fotografiado.

A mí me interesa la vida y lo que rodea la vida: el viento, el agua… Y hay muchas maneras de trabajar sobre eso y de representarlo. Lo que presentamos en Madrid para el aniversario de Clavoardiendo es un proyecto que hemos hecho con César Pesquera, Cristian López y Kako Méndez, realizadores y directores creativos en agencias de publicidad. Nació de la idea de hacer una trilogía sobre el viento, e hicieron un primer ensayo que es un cortometraje sobre la tramontana, un video arte-documental, un falso documental. Y cuando fueron a por el segundo viento, el Santa Ana, que se da en California, yo me sumé al equipo. Y además del video, propuse hacer algo más orgánico, más analógico, algo en papel. 

‘Santa Ana’ © Javier Tles

He fotografiado parte de la filosofía que envuelve a un viento, en este caso el Santa Ana. Nace en las montañas secas y va a morir en las costas. Cuando está en marcha, aumentan los suicidios, los asesinatos y los incendios. Es un viento agresivo y relacionado al calor, al rojo, al mal.

El viento es un fenómeno que la filosofía trata desde muchos puntos de vista, y siempre hay mucha filosofía detrás de todos los vientos del mundo, y en este, supuestamente, cuando los españoles llegaron a América, le llamaron el viento de Satanás,  y esto mutó a Santa Ana. Nosotros hemos hecho una película que no abandona ese punto satánico, desde el punto de vista gráfico solo cambian dos letras. El tratamiento que hemos hecho ha ido por ahí.

Yo hice fotografías durante el rodaje de la película y otras que me fueron interesando. Las imprimí en papel de alta calidad, y junto a un amigo, Pau Arregui, decidimos maltratar las fotos. Las metimos en diferentes químicos y de ahí salieron las fotos con las que hemos hecho este libro.

Dime un lugar en el mundo donde buscarte si no te encontramos.

Si me buscas y yo puedo, estaré en Mallorca, donde estoy ya mentalmente. Me gusta viajar a cualquier lugar,  todos me gustan porque me gusta la gente, la vida. Pero búscame en Mallorca.

‘Santa Ana’ © Javier Tles
El jueves 21 de marzo, a las 20 horas, en la Librería Grant, celebraremos el 3º Aniversario de Clavoardiendo, donde presentaremos el corto ‘Santa Ana’, y regalaremos a los socios la publicación con el mismo nombre, acompañados de Javier Tles.

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