ARCO ya ha cerrado sus puertas, pero es el momento de hacer un repaso sobre qué pudimos ver, cuáles son las sensaciones que nos dio o qué autores destacaron desde un punto de vista fotográfico. Y, ¿quién mejor que Carmen Dalmau –historiadora y especializada en fotografía actual– para llevarnos de la mano en este recorrido?

35 años de paseos por ARCO me generan sensaciones de tránsito por un paisaje demasiado conocido, con el riesgo de lo ya visto antes, bien sea en otras ediciones de la feria, en la última Biennale, en la 13documenta, en los salones del Reina madrileño… pero en esta edición, quizás más que en otras, se percibe que navegamos en aguas tranquilas, sin sobresaltos ni estridencias, sin apenas concesión al espectáculo, a bordo de un viaje con viejos amigos, sin darnos cuenta de que han envejecido porque hemos envejecido a la vez.

Arco-08

Tacita Dean © Roberto Villalón

ARCO parece desear transmitir que es una feria que ha perdido los exabruptos de la adolescencia, las exageraciones de la juventud y ha entrado en la sólida madurez en la que se sienta la cabeza y se olvida de veleidades pasadas, amando ya sólo la belleza formal y, una vez más, el arte por el arte.

Soy consciente de que la percepción siempre es selectiva y que cada momento vital modifica las lecturas, para mí también han pasado 35 años y deambulando cuatro horas habrá muchas cosas que no habré visto, pero aprecio en esta edición mucho más mercado que exhibición, que las únicas transgresiones son las que el propio espectáculo necesita para ser atendido por los medios de comunicación, desviando la atención de lo esencial, la inversión segura en manos de una reducida élite, que sabe de su inversión sin riesgo con el valor añadido del barniz de la cultura, del prestigio de clase, la reputación del oficio y el glamur del arte. Se observaba mucho movimiento de venta en las trastiendas, en los corrillos y a muchos coleccionistas sopesando las oportunidades de inversiones poco arriesgadas.

Arco-03

Gilbert&George en los pasillos de Arco © Roberto Villalón

En cuanto a la fotografía, que es lo que amamos en este espacio, he visto mucha pintura que parece fotografía –Kota Ezawa y sus cajas de luz reproduciendo la pintura holandesa, Gil Heitor Cortesao y sus pinturas que parecen fotografías ampliadas de catálogo de revista de decoración– y mucha fotografía que parece pintura –Elger Esser con sus románticos paisajes que aparentan paisajes del siglo XVII pintados con cámara oscura, o Manuel Franquelo, y su fotografía sobre papel de aluminio, ‘Cosas en un cuarto’, adquirida por la Fundación Sorigue, que desde lejos es el trampantojo de un objeto escultórico–.

Arco-color

Darren Almod @ Roberto Villalón

La fotografía ya ha conseguido, sin discusión alguna, el estatus de valor refugio, tan seguro como puedan serlo la pintura o la escultura. Firmas ahora clásicas que fueron de actualidad en el siglo pasado, como Mona Hatoum –causó sensación en la primera edición de ARCO y hoy está presente en todo museo de arte contemporáneo que se precie–, Gunter Brus, en una galería de Viena, cuyas fotografías son testimonio de lo que era provocador en 1965, el accionismo vienés y el artista que utilizaba su cuerpo como lienzo, Jo Spence, Helena Almeida, en quienes la fotografía se ha convertido en el recurso para vender y estar presentes en el mercado.

Otros fotógrafos apostaron por los grandes formatos, por el color, para competir con óleos y acrílicos, y también aquí se demuestra que lo lograron, Darrend Almond o Thomas Ruff con sus abstracciones conseguidas de leer los sustratos digitalizados de sus negativos, o con sus gigantes fotomontajes, Gilbert & George, la pareja inglesa que jugaron a ser esculturas vivientes.

Entre los grandes formatos llama la atención encontrar pequeñas joyas, los bellos desnudos de Man Ray o los Mapplethorpe, que se presentan como tentaciones exquisitas. La fotografía de los pies rojos de Lothar Baumgarten, duplicada en dos galerías, nos acompaña en este itinerario de flanêur.

Arco-02

El caramelo de Vik Muniz © Roberto Villalón

Junto a ellos reconforta en el paseo reconocer obras que ya están en los museos pero que se pueden aún adquirir en una feria, piezas de Hannah Collins, Roni Horn, Hamish Fulton, William Eggleston, Tacita Dean, Hans Peter Feldmann, Barbara y Michael Leisgen, Yasumasa Morimura o Pierre Gonord que exhibe un poderoso retrato en la galería Juana de Aizpuru, retando y aplastando la cabeza de Juan Baptiste Huynh alojada en una galería al otro lado del corredor, o el gran panel del colectivo KwieKulik y el caramelo de Vik Muniz reproduciendo ‘El éxtasis de Santa Teresa’ de la capilla Cornaro.

Arco-07

Madoz vs. Muñoz en Arco © Roberto Villalón

Entre los clásicos españoles convertidos en objeto de culto que no pueden faltar en una edición de ARCO, hallamos piezas de pequeño formato como las de Jorge Ribalta, Joan Fontcuberta, y también encontramos las de Juan Manuel Ballester y sus gigantes paisajes, y Marlon de Azambuja, consolidado desde la 12documenta, que trae un panel citando a la fotografía de la Escuela de Düsseldorf. Chema Madoz reta con una alfombra escultórica a la escultura de Juan Muñoz en la galería Elvira González. Y por supuesto, no hay edición de ARCO sin las obras de Alberto García-Alix.

Irene Grau se suma a estos clásicos en ascenso meteórico, Premio Festival Off de la pasada edición de PHotoEspaña y adquirida en la presente de ARCO por la Fundación María Cristina Masaveu Peterson, artista a quien hay que seguir a través de sus paseos por el bosque y sus cartografías, así como a Greta Alfaro con un posicionamiento más silencioso y tranquilo.

Tampoco faltan en la vertiente fotográfica más documental, nombres como Gabriela Iturbide, Cristina García Rodero o las ‘990 faces’ de Hans Jurgen Raabe, o quienes se relacionan con el espacio como Lucia Koch o Carlos Garaicoa. La estetización llega hasta la guerra con las fotografías de Richard Mosse que regresan un año más, grabadas en película infrarroja expuestas en la Galería canaria Leyendecker, y cuyas piezas alcanzan precios de mercado muy elevados.

Un trabajo de Suzanne Lacy sobre el maltrato, o el Photoshop de Cory Arcangel traído por Team Galería representan algunas de las escasas muestras de una fotografía con interés por temas sociales o experimentales.
El díptico del trozo de tarta que Bill Beckley se toma solo el día de su cumpleaños y la pared en la que Jhon Baldesari ha escrito como un estudiante aplicado ‘I will not maker any more boring art’ pueden resumir la melancolía que me ha transmitido esta edición de la feria.

Abandono el IFEMA confirmando esta sensación con el juego visual de Luca Pozzi ‘Supersymmetric Partner’, en la que interviene introduciéndose en una pintura del Veronese, y la acuarela de un fotograma de Xisco Mensua –’Run’– de la escena de la carrera por el Louvre de los tres jóvenes de ‘Bande à part’ de Godard.

Arco-05

Xisco Mensua en Arco© Roberto Villalón