Los fotógrafos son gente extraña

Los fotógrafos sabemos que cada persona interpreta de una manera distinta una imagen dada y que, por eso mismo, su foco de atención será diferente. Por tanto, depende de quién vea esta foto, así se fijará en una cosa u otra. Habrá personas que se fijen en la cámara. Esa no es una cámara cualquiera, con ese fuelle, ese tamaño y esa cosa que le está metiendo por detrás el propio fotógrafo. Habrá gente que se fije en las piernas, porque esos muslos no son los de un fotógrafo metido en un estudio haciendo retratos. Son las piernas de alguien que sube y baja montañas, que escala riscos y camina durante horas con tal de conseguir la foto soñada. También los habrá que pongan su atención en los cacharros que le cuelgan del arnés. Está claro que parece que los ha comprado en una ferretería. Es extraño porque cuando nos imaginamos a un fotógrafo lo primero que nos viene a la cabeza es un señor con varias cámaras colgadas al cuello cubriendo una manifestación o un evento deportivo. Es difícil que alguien se imagine a un fotógrafo con esas botas de pescar chanquetes, esos cachivaches metálicos y esa pinta de no haberse peinado en varios años. Quizá esta foto sea la prueba definitiva de que los tiempos están cambiando.