¿Se acuerdan de Pablo Abraira? ¿De aquel que cantaba eso de gavilán o paloma y que fue protagonista de la adaptación teatral de Jesucristo Superstar? Bien, pues el que aparece en la foto ni es Pablo Abraira, ni canta un pimiento, ni ha hecho teatro. En realidad es un fotógrafo (quién lo diría), pero parece que canta con tanto sentimiento como el dúo Pimpinela. En realidad no está cantando (menos mal porque lo hace fatal) sino dando una charla, bueno, una masterclass que suena mucho mejor y queda más profesional. ¿De qué hablaba? Pues de compromiso e ideas, vaya novedad. ¿Es que los demás no tenemos ideas? ¿Acaso no nos comprometemos cada vez que traemos un hijo al mundo? Esto sí que es compromiso, ya te digo, mucho más que hacer fotos. Y lo de las ideas ya es el colmo. Entiendo que los fotógrafos quieran vender su trabajo como un auténtico derroche de ingenio, fantasía y creatividad. Ya; ¿y el que inventó los Donuts? ¿Y la persona que diseñó la bicicleta? Eso sí es ingenio y no fotografiar una playa paradisiaca al amanecer. El caso es que pones a un fotógrafo delante de un micrófono y se desata un huracán de bellas palabras, buenas intenciones, mejores conceptos y un sinfín de ética social, buen rollo y responsabilidad medioambiental. Vamos, ni que hubiesen inventado la rueda. Yo les ponía a todos a cavar zanjas en agosto, ya verás cómo ponían los pies en el suelo y se enteraban de que no son ni más ni menos que el resto de mortales. Ya os digo yo lo que son: un atajo de listillos con una cámara en las manos.
