Los fotógrafos son gente extraña

Ya sabemos que las imágenes pueden interpretarse de mil maneras distintas. Es más, sabemos que las fotografías mienten, tal y como asegura ese viejo y conocido mantra que circula dentro del mundillo fotográfico. Que ves una foto de un astronauta soviético, pues resulta que es un fotógrafo disfrazado de astronauta. Que ves una foto de un monje levitando, pues en realidad se trata de un fotógrafo disfrazado de monje levitador. Que en una imagen aparece el comité federal de un nuevo partido que critica a la casta reuniéndose en una sala repleta de paisajes idílicos, pues resulta que es una exposición colectiva de fotógrafos de naturaleza. Eso sí, no falta el intelectual con gafitas, el macarra barbudo, el hípster, el obrero de la construcción, el padre de familia moderno, el melenas ayuda-ancianitas-a-cruzar-la-calle y el antiguo guerrillero maoísta. Nosotros queríamos luchar contra la casta de fotógrafos célebres que venden mucho y cobran bien, porque en este mundo terriblemente injusto hay que repartir la riqueza. Y no lo digo yo; lo dice la ONU. Así que, si sigue habiendo injusticias en el mundillo de la fotografía no es culpa nuestra. Si todavía hay fotógrafos que venden una barbaridad mientras otros nos comemos las uñas es culpa de otros. Nosotros nos pusimos nuestras mejores galas, el perfume más adecuado, la mejor sonrisa y los peinados que mejor nos sentaban. Dijimos bien alto que una foto de paisaje debería valer lo mismo que otra cualquiera. Pero nada, ni puto caso. ¿Será por las pintas?