Todos conocemos el poder de la fotografía para evocar, para rescatar emociones. También sabemos de su capacidad de comunicar de forma directa y simple. Pero hay quien ha dado un paso más allá y lo utiliza como una forma de terapia. Así nace la Fotología. Eva Sala entrevista a David Viñuales, fotógrafo y autor de ‘El camino de la Fotología, de las fototerápias a la fotografía’ .
David Viñuales atesora una trayectoria multiperfil como doctor Educación Artística y arteterapeuta especializado en fotografía y psicología de la imagen. Desde 2009 desarrolla proyectos de fotografía participativa y rehabilitación psicosocial y dirige el programa de arteterapia de la Fundación Agustín Serrate.
David es además fotógrafo profesional. Estudiante de filosofías orientales, sobre todo el taoísmo. En su obra personal realiza imágenes que invitan a detenerse desde un profundo agradecimiento y respeto a la generosidad de la naturaleza. Defiende la fotografía como una forma de estar en el mundo más plena, como una extensión de nuestros sentidos.
En estos momentos ha publicado la segunda edición de su libro ‘El camino de la Fotología, de las fototerápias a la fotografía’ en el que defiende que la fotografía nos ayuda a desarrollar nuestra presencia en el medio que habitamos. Visitará Madrid los días 5 y 6 de noviembre para impartir un taller de fotografía terapéutica y participativa en Pie de Foto. Conversamos con David sobre su libro, sus talleres, así como diferentes modos y técnicas de utilizar la fotografía más allá de la creación artística, adentrándonos en fototerapias y su modo de pensar.
¿Cómo empezó tu interés por la aplicación terapéutica de la fotografía?
Al comenzar los cursos de doctorado en psicología trabajé con personas con anorexia nerviosa. En este caso particular, la propia imagen y la percepción del mundo eran causa de un trastorno de carácter obsesivo-compulsivo y generaban así enfermedad. ¿Podría acaso darse la vuelta al planteamiento y hacer que la imagen fuese la cura? Ahí empecé a investigar la implicación de la fotografía y la imagen sobre las personas: las imágenes y el arte promueven procesos creativos de la persona que nos permiten enfrentar bloqueos que a veces nos atascan o no nos dejan salir de una situación. En el caso concreto de la anorexia, la cura un trastorno obsesivo-compulsivo estaba fuera de nuestros objetivos, pero se promovieron situaciones positivas a medio plazo. Después he seguido trabajando con salud mental desde la misma pregunta.
Durante el trabajo que realizo en fotografía participativa o en tutorías de creación artística a menudo el componente biográfico y emocional es muy alto. Planteamientos y técnicas que mencionas en tu libro me han servido para legitimar y entender mejor lo que elaboro de modo intuitivo durante la práctica.
La fotografía nos conecta de forma muy directa con los recuerdos y estos tienen una fuerte base emocional. Yo no he descubierto nada en este sentido, sino todo lo contrario, lo que he hecho es filtrar y proponer. Si no estuvieras usando ya técnicas de fotografía terapéutica de un modo intuitivo, lo que explico en el libro te sonaría como un cuento chino. En el capítulo dos propongo un pequeño estado de la cuestión que reflexiona y organiza todo esto.

© David Vinuales
Tu libro abre una puerta de diálogo entre personas que venimos del mundo de la creación artística y personas que vienen del ámbito de la psicología. Personalmente no tengo formación como terapeuta, a veces el límite es muy difuso. ¿Tú qué opinas?
En el curso que realizo sobre fotografía terapéutica planteo y trabajo ese límite. Por un lado ayudar a no tener miedo, a hacer las cosas. Tener el corazón y la base ética para verlo es muy importante y promover el bienestar con un fondo e intención claros es necesario. Tengo una base fuertemente humanista y parto de que las emociones son de las personas y no de los psicólogos; lo que pasa es que si se profundiza en los aspectos emocionales de otra persona, puede suceder que sin una preparación adecuada, se incurra en hacer más un daño que bien. Hay que revisar si existe una intención de ayudar a esa persona y en qué sentido. Un proceso creativo puede ser terapéutico en si mismo pero no es necesariamente un proceso de terapia. Hay que tener muy claro el límite, conocer suficientemente el otro lado, y saber diferenciar un acompañamiento terapéutica de un acompañamiento artístico.
Si lo que quieres es ayudar a otras personas necesitas otra formación, hay gente que no está desarrollando proyectos creativo sino que están desarrollando proyectos de ayuda a otras personas. Esto está muy bien pero hay que conocer muy bien cuales son los procesos de las terapias, cuales son los límites, en qué momento se está y también contar con supervisión.
Por otro lado, cuando acompañas a una persona en un proceso de terapia creativa acompañar no es lo mismo que conducir o incluso arrastrar. Para todos los terapeutas, independientemente de los años de práctica, uno de los principales hándicaps que nos encontramos está en la gestión de la relación terapéutica. Para mi es fundamental. En cualquier caso, todos nos equivocamos y también hay que convivir con esto. El sentido común también es clave.
¿Y qué opinas del trabajo conjunto entre terapeutas y artistas?
Es un trabajo muy interesante y rico. Cuando dos profesionales trabajan con un cliente conjuntamente, la relación terapéutica se vuelve más compleja y los profesionales tenemos que entendernos para sacar el mejor partido a la situación.
En el momento de la toma de imágenes experimentamos en ocasiones un estado meditativo, un momento de conexión con el aquí y ahora, una mayor conciencia, una concentración en la que te olvidas de la cámara.
¡Sí! Es un momento de trascendencia. Prefiero no llamarlo meditación porque cierta connotación socio-cultural de esta palabra puede causar rechazo. Me interesa más hablar de “activación”. La fotografía propicia un momento de concentración en el presente y una relación con el entorno totalmente intuitiva. Me interesa mucho la presencia como algo vital que nos aporta sentido y bienestar. Trabajo mucho a través del caminar, de la consciencia sobre el propio cuerpo, la respiración. La fotografía se convierte en extensión de nuestros sentidos, de nuestro brazo. Para mi el acto fotográfico es algo muy físico: levantarte, girar, transitar…
Me interesa mucho trabajar esos momentos en los que conectas con algo, el momento que te das cuenta de que conectas con una vibración de un modo potente. Hay un momento en que tú y el todo eres uno, como dice el Tao. Este es el momento en que la fotografía trabaja. Cuando la emoción genera un impulso y de repente haces “clic”, ese “clic” responde a un impulso emocional que todavía no es un sentimiento, no es algo que hemos racionalizado, simplemente disparas. Cuando decimos “esto me ha gustado” ya estamos hablando de sentimientos.
La fotografía, la imagen, conecta directamente con la emoción, te ayuda a reconocer el evento. Una de las magias de la fotografía es que aúna dos caminos, el camino de lo físico –el recorrido de lo físico en que estamos– y a la vez registra el recorrido emocional que hacemos interiormente. De este modo, la fotografía es una especie de médium entre nuestro yo interior y aquello que está fuera, lo que diría Freud, entre el yo y el ello. La fotografía lo que hace es reunir lo que la psicoterapia separó en dos de forma definitiva y tajante, para nuestra forma de entender el mundo. La fotografía nos plantea que eso no tiene por qué ser así.
Cada vez que que esto sucede es una celebración de estar vivo, una celebración de ser con nuestra sensibilidad; cada uno tenemos la nuestra. En este sentido somos todos muy iguales, parte de lo estético de una imagen da paso a una significación más real y menos construida.
La fotografía permite también al contemplarla, volver a una emoción. Permite la reunión entre interpretación y vivencia. Esto sucede también en el arte, el arte es una expresión de lo emocional y permite volver ahí.

© Grisart
¿Como cuando vemos imágenes de un viaje o un evento que nos hace sentir bien?
Es esto, pero además, imagínate que has trabajado el proceso de entrar ahí. Puedes llegar a un lugar más potente de lo emocional. Trabajar por un lado el acto de hacer fotografía y luego trabajar la visualización de imágenes en un estado de conciencia más preparado. Visualizar otro tipo de imágenes, no únicamente las de un viaje o un evento familiar significativo, sino imágenes que hayas trabajado o realizado tú misma en un proceso personal de contacto con tus emociones. Esas imágenes te van a acercar a espacios emocionales menos construidos y más tuyos.
Entiendo la importancia de dejar atrás lo mental para llegar a la emoción, leer la imagen desde el cuerpo.
Uno de los enemigos de la fotografía es la elaboración en búsqueda de los patrones estéticos específicos de turno. Al final salen unas fotografías rígidas, construidas… una forma de trabajar la fotografía que no conecta con la realidad, con el estar presente.
¿Por qué hablas de fotología y no de fotografía?
La fotografía en si misma es un registro de luz, como disciplina no es capaz de abordar todo lo que está sucediendo alrededor suyo, los nuevos usos, la forma de entender el mundo a nuestro alrededor… por eso desarrollé el concepto de Fotología entendiendo que la fotografía es una herramienta para adquirir conocimiento y pensar. Con el término fotología quiero invitar a utilizar la fotografía como un modo de conocernos, conocer el mundo, acercarnos a los demás y a todo lo que nos rodea de una forma más consciente y más incorporada a nuestro conjunto de recursos en la experiencia.
Además con el libro quiero abrir una puerta para que todos los nuevos usos de la fotografía puedan tener un sentido articulado y poner en valor el trabajo que realizan profesionales que vienen de distintos campos como artistas o fotógrafos que están utilizando la fotografía en procesos participativos, terapeutas que utilizan la fotografía con personas con problemas de verbalización o salud mental e incluso educadores que trabajan con niños y jóvenes… la fotografía funciona como un lenguaje cercano que facilita adquirir conocimiento y encontrar resonancias emocionales. La fotología aporta sentido y un marco desde el que comprender y articular lo que la fotografía actúa.
El proyectos de fotografía participativa he encontrado personas que se expresan mejor a través de la fotografía que de la palabra, ¿pensamos en imágenes? ¿Qué nos aporta la fotografía?
La imagen es un modo de comunicación primigenia. Las imágenes forman parte de nuestra forma de entender el mundo desde el principio de la historia del ser humano y a nivel de evolución de las personas, desde las edades más tempranas del ser humano. Los niños en la etapa pre-verbal toda la comunicación y todo el pensamiento que tienen es visual principalmente, reconocen a la mamá sin conocer el código “m-a-m-a”. En este sentido, la fotografía nos ha permitido volver a acercarnos de una forma que no se había podido hacer con otros modos de creación artística, al modo de pensamiento visual.
Ahí es donde radica la importancia y la revolución social hacia la fotografía. ¿Por qué todo el mundo está haciendo y enviando fotografías? Porque nos conecta. No solamente porque la fotografía sea rápida e instantánea, sino porque podemos compartir una cantidad de contenidos emocionales con otras personas que de otra forma no podríamos hacer. El uso de fotografías en ámbitos terapéuticos, en ámbitos donde se quiere ayudar a las personas a mejorar situaciones concretas dadas por enfermedades de todo tipo, o porque esas personas tienen problemas de comunicación verbal, se ha ido introduciendo la fotografía para mejorar los estadios de comunicación y de bienestar.

© FES-MAP
¿Somos conscientes de cómo utilizamos y consumimos imágenes?
Estamos en una época en la que visualmente somos analfabetos. Los grades popes de la comunicación controlan los estereotipos con los que hay que motivar los impulsos de mercado. Vivimos en una sociedad con una cara perversa. En un momento que habíamos conseguido una alfabetización general y en la que todo el mundo teníamos acceso al conocimiento aparece la imagen como una nueva fórmula de control social. Aunque hace poco sucedió una cosa mágica: la Real Academia de Oxford ha galardonado como palabra del año 2015 un emoticono y esto es un hecho histórico porque desde Egipto no sucede que utilicemos un ideograma como parte de nuestro esquema de comunicación. A día de hoy me cuesta escribir mensajes sin emoticonos porque transmites información adicional a las palabras. Estamos en un momento de revolución social y de cambio de paradigma: la imagen es muy importante, y también lo dicen los señores de Oxford ☺. Tenemos que empezar a incorporar toda esa riqueza visual que somos capaces de generar en nuestro día a día y en nuestra forma de comunicación.
Te formaste con Judy Weiser, en tu libro mencionas técnicas de fototerapia: fotoprotección, fotolicitación…
Conocí a Judy en 2008 y he asistido a sus formaciones para terapeutas. Ella es una de las principales pioneras en el uso de fotografías en psicoterapia y una gran impulsora de todo este mundo desde finales de los años 70.
En el libro he cartografiado las principales familias de técnicas. La fotoproyección utilizada en psicoterapia es una cosa, la fotolicitación que viene de la antropología es otra cosa, y las técnicas de fotodrama y fotoreactuación cercanas a la teatralización, tienen que ver con el cuerpo: cada una toca diferentes procesos de las personas y ambas invocan situaciones a través de la fotografía.
En el entorno propiamente artístico la fotoproyección quizás no es la técnica más recomendable porque entras en el mundo emocional directo de la persona. Fotolicitar (fotoprovocar), sin embargo, que al fin y al cabo es dar voz dándole una cámara a una persona e invitándola a construir sus imágenes y auto representarse es genial para la creación artística. Al final del libro propongo técnicas propias que he desarrollado desde el campo de la salud mental, sobre todo en el ejercicio de la toma fotográfica.
Un tema que tocas en el libro y me fascina es el de la magia y la fotografía.
El tema de lo mágico lo toco porque me resisto a pensar que no hay cosas que son mágicas y maravillosas… a mi me gusta la magia, es parte del juego y la ilusión. El hiperracionalismo me aburre someramente. Lo mágico normalmente choca con lo científico. Pero de repente hay personas como Salmenpera, una doctora que conocí en un congreso lleno de psicólogos en Finlandia, y que ha entendido que lo mágico aporta en ciertos procesos más que otras dinámicas, que por otro lado, encasillan a la gente más que ayudarla. Por mi parte produzco y colecciono barajas de cartas, entre ellas de tarot, barajas con fotografías como las Walker visuals, etc. y con mis clientes las utilizamos, porque el componente de lo mágico es un componente de lo inesperado, la sorpresa, y da opción a cosas que de otro modo no aparecerían.
Las constelaciones familiares también me interesan mucho. Desconocemos mucho del modo que almacenamos las cosas, de la forma que generamos empatías o nos relacionamos con los demás, y de repente el poder de sugestión en lo social es muy potente. Al final hay una parte de Gestalt que se da en todo esto. Cada uno utiliza fórmulas un poco diferentes pero los resultados vuelven a encontrarse muchas veces. En Gestalt también se utiliza mucho la movilización, la reactuación, los roles…
¿Crees que hay formación en intervención fotográfica o fotografía participativa en nuestro país?
Cada vez se pide más al artista que intervenga con fotografía socialmente y comienza a haber exposiciones de fotógrafos que hacen una fotografía que de algún modo les es beneficiosa o terapéutica, aunque pienso que todavía no hay mucha formación en este campo. Con Grisart surgió la opción de hacer este curso de fotografía terapéutica y participativa, porque hay una gran sensibilidad hacia nuevas formas de entender la fotografía e hicimos una apuesta formativa seria y fundamentada. En el campo concreto de la fotografía participativa, sé que Las Cientovolando habéis impartido talleres en Lens y La Casa Encendida, y por otro lado, he visto que van surgiendo algunas formaciones de intervención fotográfica cortas que imagino y espero que irán creciendo con el tiempo.
¿Por qué acaba siendo terapéutico esto de trabajar con arte o con imágenes?
Al final es terapéutico porque el arte o la imagen es una fórmula que despierta la creatividad y es inherente al ser humano.