La reconocida fotógrafa finlandesa Elina Brotherus es una de las protagonistas de la actual edición de PHotoEspaña. Por un lado, forma parte de la sección oficial con ‘Playground’, uno de sus últimos trabajos, en el Fernán Gómez Centro Cultural de la Villa. Por otro, la galería cámara oscura recoge una recopilación de sus trabajos anteriores titulada ‘A New Sense of Order’, en Off PHE. Motivos más que suficientes para charlar con ella.

Este año PHotoEspaña ha confiado en la comisaria británica Susan Bright. Entre las cinco propuestas que ha presentado bajo el título ‘Déjà vu?’ se encuentra el trabajo de uno de los nombres más importantes de la fotografía contemporánea europea, Elina Brotherus. 

En el Centro Cultural de la Villa podemos disfrutar uno de los últimos trabajos de esta fotógrafa, ‘Playground’. Es la segunda vez que la autora participa en PHE. En esta ocasión, con este “patio de juegos”, trata de mostrar que el arte es la única ocupación que permite al ser humano adulto seguir jugando como si fuera un niño.

Tras dos décadas trabajando a ambos lados de la cámara, haciendo una fotografía autoreferencial, se encuentra con que ya posado en todas las formas posibles, en todas las formas imaginables. Es entonces cuando, para avanzar, toma las indicaciones del moviemto Fluxus. Se trata de una corriente artística de los 60 y 70, centrada en las artes visuales, pero también entraba la música, la literatura o la danza. A modo de partitura dan unas indicaciones para conseguir crear ciertas obras. Así inicia un nuevo camino, fotografiándose con perros salchicha encima de un piano tocando a Chopin, tapando su cara con una bolsa en un autorretrato… Jugando. 

Elina Brotherus (Helsinki, 1972) sin duda trasmite ese espíritu lúdico de sus fotos en su forma de hablar, de vestirse, de reír. Se licenció en la rama química en 1997. Pero posteriormente dio un giro y también se licenció en Fotografía en la Universidad de Arte y Diseño de Helsinki. Combina la fotografía y el videoarte, basándose en el autorretrato y el paisaje, y usa sus experiencias personales, como su propio divorcio, como inspiración para sus obras, que tienen, además, un fuerte carácter performativo. 

© Elina Brotherus

Quedamos para la entrevista en la galería cámara oscura, pues, hasta el 28 de julio se puede ver la muestra ‘A New Sense of Order’, que viene a ser un resumen de qué hacía Brotherus antes de buscar inspiración fuera. Trabajos en los que investigan la relación de la fotografía y la pintura, la figura humana y el paisaje y, en distinto grado, dependiendo la época, su biografía.

Ella tiene ese aire de niña rebelde, de Pippi Långstrump con pelo a lo garçon con flequillo recto, que se inventa sus propias normas. Que se ríe, que disfruta, que sufre. Que se viste de flores y trajes de verano. Juan Curto, el director de la galería, se ofrece como traductor. El resultado es una especie de juego, un “teléfono escacharrado” derivado de mi escaso inglés, el algo de castellano que entiende Elina, y las intervenciones de Curto que “modela” preguntas y respuestas, un auténtico ‘Lost in Traslation’. Una reinterpretación.

¿Cuál es tu primer contacto con la fotografía? ¿Por qué la fotografía?

Yo estaba estudiando otra cosa. Estudiaba Química, y me di cuenta de que eso no era lo que quería hacer el resto de mi vida. Entonces pensé: «vale, ¿qué es lo que puedo hacer?». Estaba interesada en las artes visuales, en hacer algo más creativo, pero no tenía demasiada confianza en mí misma como pintora o dibujante. Pero tenía el recuerdo de mi infancia, de mi padre revelando fotos en blanco y negro en el cuarto de baño.

© Elina Brotherus

¿Tú padre hacía fotos?

Sí, como aficionado. Por ello pensé que la fotografía podía ser una opción, porque así no tendría que dibujar, la cámara sería el dibujante. Pero en Finlandia es muy difícil entrar en la escuela de arte. De cada ochocientas personas que lo solicitan, sólo son admitidas ocho. Al final pude hacer un máster de fotografía.

La escuela de Helsinki marca mucho al autor, sin embargo tú vas por tu cuenta. ¿Cómo decides utilizar tu fotografía para expresarte?

No sabría decirte, la verdad.

Cuando empiezas a hacer fotos y empiezas a hacer autorretratos, ¿eres consciente de lo que significa hacer autorretrato, tomas esta posición desde el principio?

Nunca me planteé hacerlos desde un punto de vista artístico, puesto que estudiaba arte. Todo lo que me planteaba lo hacía desde el arte, estaba viviendo en una especie de burbuja de arte. Quizás comencé a hacer más autorretratos cuando me divorcié, ya que había dejado de tener a alguien que me hiciera fotos. Así que pensé que si quería ver algún día cómo había sido, tendría que hacer yo misma esas fotos. 

A mí, en ese momento el concepto no me interesaba. Ahora sí, pero no entonces. Hace años estaba interesada en cómo expresar emociones, estados emocionales a través de una fotografía. Por eso hacía uso de mí misma, como ejemplo de las diferentes condiciones en las que puede encontrarse el ser humano.

¿Por qué no retratabas a otras personas?

Porque de otras personas no puedo decir cuál es la verdad. Yo no estaba interesada en actuar o en hacer performance, en mis primeros trabaos. En aquel momento me interesaba hacer la foto en el momento exacto en que yo estaba sintiendo algo. 

© Elina Brotherus

Haces las fotos, pero llega un momento en el que enseñas. Hay una comunicación en la que tú eres la protagonista y muestras tu vida, algo que ahora todos hacemos en redes sociales, pero hace veinte años, no. ¿Cómo afrontaste eso entonces?

Cuando estudias arte quieres llegar a ser un artista. Y creo que siempre he tenido el deseo de hacer público mi trabajo. Hace veinte años la gente me preguntaba: ¿cuál es tu problema? ¿Narcisismo? Porque te haces fotos a ti misma… Hoy es mucho más fácil para mí, porque gracias a las redes sociales ya nadie me hace la pregunta de si soy narcisista.

¿Cómo te enfrentabas a que la gente pudiera reconocerte y confundirte con el personaje de tus fotos?

Siempre he tenido una buenísima defensa cuando la gente se acercaba a mí con alguna pregunta desagradable, diciéndole que esa no era yo, que era una fotografía. Yo nunca digo: ésta soy yo. Nunca. Siempre digo: esa persona de la fotografía. La protagonista, o esa mujer, o esa chica… Nunca digo yo. Nunca digo Elina. Nunca. Ni siquiera al principio. 

Pero sí que es verdad que antes tu obra tenía mucho vínculo con lo que te pasaba a ti vitalmente. Lo personal se convertía en arte… El divorcio, u otras cosas…

Tiene una parte autobiográfica, pero no toda. Y tiene también un componente lúdico.

¿Qué valor le das al humor en la fotografía?

En mi nuevo trabajo tiene un papel muy importante. Pero un “humor seco”. Para mí es muy importante que, en la foto, yo tengo que estar seria, y de este modo está mucho más abierta a distintas interpretaciones.

¿Por eso nunca sonríes en tus fotos?

Al principio no era posible, porque yo usaba cámara analógica con “película muy lenta” (lo dice en castellano) y con tiempos de exposición de hasta cinco minutos. Intenta permanecer sonriendo durante cinco minutos…

© Elina Brotherus

¿Hasta qué punto tu trabajo, que parte de lo personal, tiene un componente político?

Una vez hice una foto que me gusta mucho con una artista austriaca llamada Valie Export, miembro de las Early Feminist Avant-Garde Artist.  Ella es una de las artistas de la vanguardia feminista de los años setenta más importantes.

El año pasado tuve una gran exposición en Viena, y el museo me pidió realizar alguna obra con una artista austriaca, del mismo modo como había hecho con mis amigas de Finlandia, cuando salimos dos en las fotografías. Y yo dije que sí, que genial, y que si me podían dar alguna idea.

Y ellos me dejaron muchos libros de artistas austriacas, y a mí me gustó mucho Export. Ella había sido redescubierta recientemente. Había sido muy importante en los años 70, y después fue un poco olvidada, y ahora está resurgiendo de nuevo. Ya es una mujer mayor, puede que tenga más de 75 años, pero aceptó hacerse una foto conmigo.

Hice la foto llamada ‘Disobedience’. Ella había hecho un trabajo en los años 80 titulado ‘Stand up, sit down’, y como en la mayoría de estos remakes del Fluxus no vi la interpretación original, sólo seguí las instrucciones.

Hice lo mismo con Vali Export, tan sólo cogí el título y lo utilicé a mi manera. ¿Qué hice? Imprimí dos camisetas: en una pone Stand up, en la otra Sit down. Yo me puse una y ella la otra e hicimos lo opuesto de lo que ponía en las camisetas. Yo aparezco sentada con la camiseta en la que pone Stand up, ella está de pie con la que pone Sit down. De este modo no obedecemos. Creo que ésta puede ser vista como una pieza política, precisamente porque en ella está Valie Export.

© Elina Brotherus

De hecho, mi sensación es que en tu trabajo, tanto en éste como en lo que tienes en Fernán Gómez, hay un punto no sólo de humor, sino precisamente de reirte un poco del sistema, ser un poco microantisistema, hacer una pequeña guerrilla… Rebelarte al mundo de la fotografía, rebelarte a cómo hay que representar…

Pienso que soy muy independiente, y quizás esto pueda también considerarse hoy en día un acto político… Hay una mujer, artista, que realmente reevindica su independencia frente a toda clase de actores. Realmente me tomo la libertad de hacer aquello que quiero. Respetando a los demás, pero puede que el hecho de que sea una mujer que desobedece cuando siente que esto es necesario quizás me otorgue ese rol de modelo para otras mujeres más jóvenes.

A lo mejor me estoy equivocando, pero pienso que es curioso que hay más tendencia a que las mujeres tiendan al autorretrato, a la fotografía escenificada pero siendo ellas protagonistas… No hay tantas referencias masculinas en ese sentido. ¿Cuáles son tus referencias? 

Pienso que cuando yo era más joven hacía este tipo de fotografías con muchas cosas que podríamos llamar hermosas, y buscaba también una especie de poses particulares que construyeran imágenes bellas. Pero hoy, como puedes ver en la exposción del Fernán Gómez, no podría estar menos preocupada por la belleza. Es como que me hubiera tomado la libertad de mostrar a otras mujeres, que no tenemos que ser sexis o estar monas tratando de gustar a los hombres. Estoy muy en contra de eso. Las mujeres no deberíamos intentar estar guapas para los hombres. Ese es mi mensaje para las generaciones más jóvenes.

© Elina Brotherus

¿Has hecho algún tipo de colaboración con el mundo de la moda o similares? Lo digo porque a la mujer se la representa en el mundo de la moda como muerta, pasiva, o sexi y deseable, pero nunca como poderosa, o nunca como casual… Tu obra es justo lo contrario a lo que sale en el mundo de la moda.

No, no he trabajado en el mundo de la moda. Y estoy de acuerdo contigo respecto a esa representación de la mujer. Además, yo soy una persona amigable, me gustan las personas, socializar, etc., y simplemente pienso que las mujeres no deben ser tratadas como objetos.

Llevas unas décadas en esto de la fotografía. Personalmente pienso que la fotografía muchas veces nos genera una ilusión que no siempre se cumple. Intentamos generar cosas, un mensaje, y luego, por el camino, se suele perder. ¿Tú crees que lo que tú quieres contar llega al espectador?

Yo creo que el mensaje es múltiple o polifacético, y muchas veces poco claro incluso para mí misma. Pero mi experiencia es que cuando encuentro mi público, con frecuencia es gente que siente que les aportas algo y, a menudo, vienen a contarme sus interpretaciones, o a decirme por qué se sienten tocados por determinada pieza. Así que siento que la gente saca cosas de mi trabajo, aunque éstas pueden ser muy diferentes de las cosas que yo saco realizando esas piezas, o de las razones por las cuales yo hice una determinada pieza. En este sentido, mi intención a la hora de realizar una obra no es importante, porque creo que cada persona puede tener su propia relación con la obra de arte.

¿Y tú crees que esa relación es más emocional o intelectual?

Yo creo que depende del espectador. Cada uno tiene su propia manera de relacionarse con la obra, su propio bagaje.

© Elina Brotherus

¿En qué te ha sorprendido y en qué te ha defraudado la fotografía?

Yo creo que la fotografía es un lenguaje limitado. Esta es la razón por la que también hago vídeo, y así se complementan el uno al otro. A menudo trabajo el mismo tema con imagen fija y con imagen en movimiento, y así consigo ambos puntos de vista. En ocasiones siento que debo mostrar todo el proceso, y no sólo uno de los puntos de vista. No sé si esto significa que la fotografía, en cierta forma, me ha decepcionado, o más bien que nunca estoy completamente satisfecha. También hay muchas cosas que espero poder llegar a hacer en la vida, como exponer en la Bienal de Venecia o en Nueva York… ¡Todavía tengo ese tipo de sueños!

Respecto a lo positivo, no soy capaz de imaginar otro tipo de vida. Mi vida como fotógrafa es mi vida. Es un trabajo fantástico y totalmente satisfactorio dedicarme al arte a través de la fotografía.

¿Sólo realizas un trabajo artístico o tienes también encargos profesionales?

Niente. Sólo artísticos. En ocasionas enseño o hago talleres. Y también he hecho tres retratos oficiales, ya sabes, el retrato del alcalde, el del rector de la universidad, ese tipo de cosas. Pero el noventa y nueve por ciento de las cosas que hago son exposiciones y, cada vez que es posible, intento hacer un libro. Los fotolibros son muy importantes para mí.

¿Cómo te planteas un trabajo en un libro? Sé que trabajas con un diseñador, y que siempre dices que éste tiene que tener la libertad necesaria para hacer su propio trabajo…

En los últimos libros he dado mucha libertad al diseñador. En mis primeros trabajos sí que quería mostrarme más a mí misma, pero he llegado a comprender que ser diseñador de fotolibros es una profesión realmente especial. En Europa hay algunos muy buenos, y yo quiero trabajar con los mejores.

Tú eres de Helsinki y vienes aquí, a Madrid. ¿Hasta qué punto la fotografía es un lenguaje universal? ¿Existe un salto cultural, no?

No, yo creo que no. Acepto muchas exposiciones por todo el mundo, y en en todo el mundo la gente es la misma.

© Roberto Villalón