Fernando Bayona es una de las referencias nacionales de la fotografía escenificada. Sus series sobre el mundo del circo, los cuentos o la vida de Jesús le han hecho célebre y, en ocasiones, polémico, hasta el punto de vivir amenazas de muerte por sus fotografías. También realiza una importante labor como gestor cultural, siendo el director de las becas EmerGen-T de Torremolinos. El amor y el odio como motor de la vida, junto a la especial atención a temáticas homosexuales son signos distintivos de su trabajo.
Fernando Bayona (Montizón, Jaén, 1980) parece un buen chico. Tiene muchos admiradores por sus fotografías, pura escenificación, series donde la luz y la puesta en escena son un aspecto fundamental. Cuida hasta los últimos elementos y, aunque su trabajo se suele disfrutar en galerías, parecen estar más cerca de la publicidad.
Bayona se hizo “famoso” por el revuelo que se montó hace ya unos años por su serie ‘Circus Chritsi’, en la que humaniza la figura de Jesús contextualizándolo en el presente, donde sexo, drogas, rock y ambigüedad sexual forman parte de este nuevo imaginario. Hace ocho años de aquello, que a veces se nos olvida que la censura siempre ha estado muy vigente. Es verdad que tal vez ahora hubieran pedido cárcel para el andaluz.
Curiosamente yo lo conocí por aquella época. Recibimos una extraña invitación a un café por parte de un protoinfluencer que nos juntó a Bayona, David Trullo, Antonio Fernandez Alvira y a mí, pues aquél chico creía que íbamos a triunfar en el mundo del arte. Conmigo no acertó, pero con los otros tres, sobradamente. Desde entonces, sigo a Bayona y he visto evolucionar su trabajo. En casi todas sus series prima la puesta en escena barroca, casi imposible, aunque también es capaz de ser austero y reflexivo, como en aquella serie (Paragraph 175) que realizó recordando que en los campos de concentración también se exterminaba a los gais.
Es divertido ver el Facebook de Fernando o su Instagram donde no duda en salir en calzoncillos mostrando su trabajada anatomía, mezclando esas fotos con los bocetos y trucos de sus series o su vida social con su marido desde hace una década.
A veces parece salido de una película porno gay, con sus camisas de cuadros a modo de leñador generoso, o como ese profesor despistado que acaba colaborando íntimamente con sus alumnos. No teman los lectores hombres heterosexuales. La entrevista va de fotografía, no de fantasías sexuales. ¿O sí?
En cualquier caso, fue un placer charlar con Bayona. Fue hace unos meses en un bar de los de toda la vida, aprovechando una de sus visitas a Madrid. Eso sí, en Chueca.
No te defines como fotógrafo, aunque te dedicas a ello de manera profesional.
Yo me especialicé en escultura cuando estudié Bellas Artes. En tercero me fui a Carrara de Erasmus, a esculpir mármol. Regresé en cuarto y me dejé alguna asignatura para no terminar en sólo cuatro años. Y seguí trabajando como escultor. De hecho mis primeras becas y premios fueron como tal.
El primer currículo que eché fue para trabajar en Carrefour. Me contrataron como director del departamento de publicidad y diseño en la sede de Granada. Y tras tres años, cuatro meses y dos días, me cansé.

‘La mujer pajaro’ de la serie ‘Once upon a time’. © Fernando Bayona
Parece una condena.
Sí, me cansé de hacer siempre lo mismo, acatar órdenes y tener poca libertad creativa, así que decidí marcharme. Antes de hacerlo pedí cuatro becas y tuve la gran suerte de que me las dieran todas. Con la gran fortuna de que una de ellas fuese la Magnum de fotografía en Italia. Lo dejé todo para dedicarme por completo a mi carrera artística.
Y acabas en Milán.
Sí. Haciendo un máster de fotografía que no me interesaba lo más mínimo. Me presenté a la beca en la categoría de Retrato en 2008. Envié unas “corridas”. Parecían hechas en 3D aunque era leche lanzada y fotografiada a alta velocidad. Para mí era el retrato más fiel que se puede hacer de una persona, por ser una muestra de ADN, de semen. Supongo que le haría gracia al jurado y me dieron la beca. 12.000 € para ser exactos. Dejé a mi novio de cinco años, mi casa, mi coche, mi estudio y me la jugué. Y justo al llegar discutí con ellos y me echaron del máster.
¿Cómo?
Después me readmitieron. Yo sabía lo que era Magnum, pero llegué y vi que soló querían que fuéramos a la calle a hacer fotos, sólo “fotografía documental”. Y no tenían siquiera un estudio. Yo no había dejado mi vida para que no me enseñaran nada de iluminación. La monté muy gorda y me echaron.
Pero a los dos días la volví a montar y me readmitieron. Llegaron a un acuerdo con una agencia de publicidad para que hiciera prácticas con ellos durante el máster. Estuve un año en un máster que no me interesaba nada. Lo bueno es que tenían unos contactos muy buenos y me enseñaron a usarlos.
¿Pero no aprendiste nada, aunque no fuera tu tipo de fotografía?
Aprendí mucho de relaciones públicas y de historia de la fotografía. Yo iba a clase y saqué muy buenas notas. Pero me dediqué a ver exposiciones y conocer fotógrafos. Aprendí más de ellos que del programa de estudios. Aún así me pusieron en contacto con una marca de relojes para pedir una beca para desarrollar un proyecto fotográfico con total libertad creativa. Me la jugué y pedí 30.000 € para un proyecto. Mis compañeros pidieron de 200 a 3.000 €. A mí evidentemente me la denegaron, pero a los pocos días se lo pensaron mejor y me ofrecieron seguir adelante con la propuesta. Ahí comencé a manejarme con buenos presupuestos.

‘La muerte de Gunn’ de la serie ‘Once upon a time’. © Fernando Bayona
Ja, ja. Lo dices como con pena. Como que te las dan a pesar de todo. No todo el mundo tiene capacidad para moverse en esos terrenos.
Pedí varias becas y ya está. Eran los años de bonanza. Hasta me tuve que comprar una cámara. Yo normalmente no tengo, me las prestan para mis proyectos. Mis alumnos tienen cámaras mejores que yo.
Me compré una cámara y esa fue realmente mi incursión. Sabía que la fotografía me gustaba, pero no sabía que me iba a gustar tanto. No soy de esos fotógrafos que controlan de técnica, de objetivos y de cámaras. La fotografía me interesa porque es un medio que te permite contar historias, que es lo que a mí me gusta. Y me permite hacerlo de manera mucho más rápida y directa que la escultura.
Y a pesar de eso, ¿por qué dices que no eres fotógrafo?
Porque no controlo muchos de los parámetros y técnicas que debería. Solo aquello que me interesa para mi trabajo. Y si no lo conozco y lo necesito, me pongo al día para obtener los resultados que deseo.
Pero, ¿eso es ser fotógrafo?
Cuando hablo con muchos fotógrafos que vienen a mis cursos, me quedo alucinado de la capacidad técnica que tienen, del control de las máquinas, de los softwares. Pero eso a mí no me interesa. Cuando quiero contar una historia, uso el medio y la técnica adecuada. Me informo, lo consigo y lo disparo.
La gente, cuando viene a mis cursos, espera que les hable de técnica y les cuente el secreto de la foto. En los primeros cinco minutos de clase les advierto que ni soy fotógrafo, ni sé de técnica, ni les voy a iluminar sus vidas. Les explico cómo hago mi trabajo. Y lo hago con luz. Y eso que tampoco soy experto en iluminación. Lo que en realidad les cuento es cómo conseguir vivir de este maravillo oficio que es la fotografía, de seguir manteniendo la ilusión y de encontrar estrategias de supervivencia.

‘La anunciación’ de la serie ‘Circus Christi’ © Fernando Bayona
¿Y cómo empiezas a hacer tu primer proyecto personal?
Pues fue la beca de los relojes. Lo que realicé con aquello fue una serie sobre un circo ambulante. No es una gran historia, pero me sirvió para aprender mucho de iluminación. Y también a gestionar el tiempo, el dinero y dirigir a un equipo muy grande.
Eso ya empieza a marcar tu forma de trabajar. No sólo en los procesos de producción, sino cómo te expresas como fotógrafo. Empieza a haber una serie de características que se pueden ver en casi todas tus series.
Sí. Son imágenes que componen una historia. Cada una contiene una historia en sí, como si fueran un capítulo, y todas en conjunto constituyen un libro. Así es como me gusta trabajar. Planteo un tema de investigación y lo intento acotar desde diferentes prismas, diferentes historias que forman parte de una narración mucho más grande que dé una visión más amplia.
Por ejemplo, si hablo de prostitución masculina, me centro en diferentes personajes, en distintos ambientes y varios países. Y eso para contar que, el ser humano es igual en todas partes y que los motores que mueven al ser humano son el sexo y el amor, aunque siempre haya implícitos otros temas transversales como los celos o la violencia.

‘La Piedad’ de la serie ‘Circus Christi’ © Fernando Bayona
¿Ésa es tu visión?
Para mí sí. Las pulsiones poderosas del ser humano, el amor o el sexo, como dos caras de una misma moneda, la necesidad de reproducción y de protección. Y la guerra, la violencia. El odio o el amor. Yo siempre hablo de lo mismo. En mi foto hay sexo, violencia, drogas que te hacen cambiar la percepción de la realidad, o la religión que también la modifica. Hablo de muchas cosas, pero siempre partiendo de esos dos ejes fundamentales.
Y también pivotan sobre otros referentes visuales. Mucha de tu fotografía está basada en imágenes que forman parte de la historia del arte y de la fotografía. ¿Buscas imágenes que imitar o se trata simplemente un bagaje visual que acaba surgiendo?
Es un poco todo. A veces no te das cuenta de que estás copiando algo. Yo no era consciente de la importancia de la obra de Miguel Ángel en mi trabajo, pero yo era escultor. Tengo tan interiorizada la escultura, los volúmenes, que acabo metiendo luz como si trabajara con arcilla, añadiendo barro o luz para sumar elementos.
Me interesó mucho siempre la historia del arte, la pintura, pero también la publicidad o la literatura. Soy disléxico agudo, por lo que no disfruto de la lectura. Es un problema para mí. A veces mi cerebro no reconoce las palabras. Y por ello me fío mucho más de las imágenes y fuerzo mi retentiva visual. Y bueno, eso sale.
Y ser andaluz, no sé si es negativo o positivo, pero la iconografía religiosa es muy palpable. Yo crecí en una aldea muy pequeña de Jaén en la que la religión está muy presente en el día a día. Es un pueblo en continuo litigio entre protestantismo y catolicismo.
¿Y eso?
Es una comunidad pequeña fundada hace 300 años con las repoblaciones de Carlos III. Llegaron italianos y franceses, los católicos, y holandeses y alemanes, que trajeron el protestantismo. Y cada uno tiene su iglesia. La calle Real divide a las diferentes comunidades de fieles. Esa lucha estaba en el ambiente. Mi familia provenía de Francia, somos los Bayona, y aunque mis padres son ateos, mi familia era muy religiosa. Y bueno, también estudié en Granada, donde hay mucha presencia de la religión.

‘Jesús y María Magdalena’ de la serie Circus Christi © Fernando Bayona
Eso condiciona tu obra, recurres a la religión en muchas ocasiones. Pero también condiciona cómo se ve. Tú has recibido amenazas. Has visto como se clausuraba una exposición y eras amenazado de muerte. Todo por usar personajes bíblicos.
Jesús es una figura histórica. Y como tal se puede cuestionar o analizar desde múltiples perspectivas. Pero los religiosos consideran que sólo les pertenece a ellos. Y sí, tuve una exposición que duró 24 horas gracias a Hazte Oír. Consiguieron 32.000 firmas en un día, se las mandaron al rector de la universidad, que claudicó y me traicionó. Me invitó a una reunión de urgencia para cerrar de mutuo acuerdo la exposición. Pero en realidad ya había tomado la decisión unilateralmente, incluso se había mandado nota de prensa antes de que yo llegase.

‘Alicia’ de la serie ‘Long long time ago’ © Fernando Bayona
La noche de la inauguración de la exposición salí a tomar unas cervezas con los amigos y asistentes a la muestra para celebrarlo. Por la mañana me llamó mi marquetero para decirme que Carlos Herrera llevaba desde las 6.30 hablando de mí. “Se te va a caer el pelo” me dijo. Nada más colgar, me llamaron A3, Tele5 y Canal Sur para que les concediera entrevistas sobre la exposición. Aún no era consciente de la que se me venía encima.
Tras las entrevistas salí del centro cultural para tomar un café y vi que tenía un montón de llamadas perdidas en el teléfono. Y acto seguido me llamó un cura para insultarme mientras me veía atónito en la tele de la cafetería. En ese momento sólo pensé en mi familia y las consecuencias que les podía acarrear.
¿Y cómo vives una situación de acoso como ésa?
Perplejo. Afortunadamente las redes sociales no tenían el poder que tienen ahora. Y empecé a recibir llamadas de prensa, de teles, de radios. Y de la noche a la mañana me vi en un montón de medios. Cuantas más entrevistas concedía para explicar mi serie fotográfica, más empeoraba la situación. Yo creía que estaba apagando el fuego, y en realidad era todo lo contrario.
Difundieron mis datos personales, mi teléfono y la dirección de mi casa en varios blogs. Recibí muchas amenazas de muerte, de agresión. “Maricón de mierda, te vamos a reventar”. Y cuando lo quise denunciar, un policía me dijo que la culpa era mía, que no podía hacer nada. Reclamé y un superior nos puso protección durante unos días.
Durante un tiempo seguí recibiendo cartas de monjas pidiendo por mi alma, seguían llegando amenazas de muerte. Y se me cayeron todos los trabajos y exposiciones que tenía programados. Pero pasados unos meses se produjo un efecto bumerang. La gente se dio cuenta de que no buscaba polémica. Por supuesto que era consciente de que los chupacirios se podían enfadar un poco, pero no esperaba esa reacción tan violenta. Y volvieron las exposiciones que se habían caído. Y con mis series posteriores entendieron que esos son los temas que a mí me interesan.

‘Caperucita Roja’ de la serie ‘Long long time ago’ © Fernando Bayona
¿Te ha marcado? ¿Ahora te autocensuras?
Es verdad que he aprendido a no ser tan burdo. Esas series eran muy directas. Ahora soy mucho más sutil, pero mucho más incisivo. Creo que he madurado y veo que con pequeños elementos se pueden contar historias más potentes, sin necesidad de la bofetada inicial. Pero no me autocensuro. Si no, no hubiese trabajado sobre prostitución masculina. Eso me cerró muchas puertas. ¿Quién quiere exponer a maricones? O una serie sobre campos de concentración, ¿quién va a comprar ese tipo de obras?
A mí me encanta esa serie, he de confesar.
Y al final es de lo que más he vendido.
Otro de tus temas es la homosexualidad. Y eso puede hacer que se te identifique como artista gay, cuando simplemente es tu realidad. ¿Cómo influye ser gay en tu obra?
Es que cuento lo que hay en mi entorno, o desde la perspectiva de mi realidad. Parto de mi día a día. Soy maricón y de izquierdas. Pero eso hace que haya instituciones que no quieran mi trabajo, por ideología o por evitarse problemas con la oposición. Pero también me ha beneficiado, porque el colectivo gay suele apoyar al propio colectivo.
¿Cómo te planteas un proyecto?
Acoto un tema e intento analizarlo. Empiezo haciendo unos bocetos básicos. Busco en Google referencias de la ropa, estética o iluminación que me interesa. Después me reúno con el equipo y les digo lo que quiero.
¿Es siempre el mismo?
Suelo repetir, sí. Hablo con Carmen, mi estilista, Dani, el carpintero, Santi, el peluquero… Y les doy la libertad que ellos necesiten para aportar algo mejor de lo que yo esté proponiendo. En última instancia, soy yo quien decide, pero ellos y ellas me ayudan a mejorar.

‘El hombre pájaro’ de la serie ‘What never was? © Fernando Bayona
Como un director de una película.
Sí. Se trata de no acotar a otros creativos su libertad. Eso construye un imaginario mucho más potente porque cada uno es muy bueno en lo suyo. Aunque el presupuesto aquí también influye, y mucho. Cuando no tengo beca o subvención que sufrague los gastos, lo hago con la ayuda de mi familia, mi marido, amigos, alumnos… Me adapto a los presupuestos y recursos.
En la serie ‘Long, long time ago’ tuve un presupuesto muy elevado. El banco suizo que me subvencionó el proyecto ya lo había hecho también previamente con fotógrafos de renombre como Erwin Olaf o Eugenio Recuenco . Y me pude lucir. Hay series que se hacen con 5.000 € y otras con 100.000 €. Para este en concreto me dieron esta última cantidad.
¿Es importante el dinero en fotografía?
Te podría decir que no, pero sí. No es lo mismo disparar con unos flashes con los que te apañas a duras penas que alquilar todo aquello que necesitas para obtener la imagen final que tienes en mente. Y no es lo mismo disparar un esquema de iluminación de tres flashes a poder permitirte tener 7 o 10 de diferentes tipos. Cuando no tienes medios, te toca hacerlo en posproducción. Al menos, en este tipo de fotografía sí se necesita dinero.
De hecho, tu proyecto sobre los campos de concentración será uno de series más baratas. Y es un cambio respecto a tu trabajo. Un viraje a la sencillez.
Por eso te decía que mis primeras series las veo burdas. Son historias fáciles de las que ya sabes el final. En cambio, aquí soy mucho más comedido y cuento historias dentro de una historia grande.
Esta serie pese a ser más sencilla, me parece más emotiva, se acciona un resorte brutal.

‘Paragraph 175’ © Fernando Bayona
En mi trabajo siempre está el cuerpo. Soy un tipo muy sexual. Y entiendo la vida con el cuerpo, con la interacción física. Aquí, mi regla era hablar del cuerpo sin enseñarlo. Esa era la dificultad, pero también lo más interesante. Me fui a vivir a esos campos de concentración, cinco días en cada uno. Desde que amanecía, en invierno, con una luz muy tenue, mucho frío. Y hacía fotos en los interiores, con exposiciones muy largas. Y creo que he conseguido hablar de los cuerpos sin mostrarlos. Y por eso, ese resorte del que hablas funciona.
Antes decías que en tus cursos hablabas sobre cómo vender la obra. Cuando hablamos de fotografía se nos suele olvidar la comunicación de esa obra, e incluso, cómo hacer que tu carrera sobreviva, cómo ganar dinero. ¿Cómo has desarrollado tu estrategia para crear y vender tu obra?
Entiendo que la creación artística sólo tiene dos formas de supervivencia, o vendes mucho o trabajas en otra cosa para invertir en esto. Mi opción fue no tener que trabajar de otra cosa y vivir del arte o de algo vinculado a ello. Entiendo que el creativo en España tiene que ser un hombre orquesta. Tiene que encontrar una estrategia de supervivencia y diversificarse. Tiene que ser gestor cultural, comunity manager, tiene que ser creador, tiene que ser galerista, es decir, estar en el sitio adecuado en el momento adecuado, y tienes que estar con los políticos. Es algo que no nos gusta, pero son los que manejan esto.
Yo lo entendí desde el principio. No quería ser camarero para llegar a final de mes, por poner un ejemplo. Quería tener la solvencia económica para invertir en mis proyectos personales. Por eso recurro a la gestión cultural o la docencia como aportación extra a la labor artística. Y eso, además, te da una visión complementaria, entiendes mejor cómo piensan los políticos y qué es lo que necesitan en su programación cultural.

‘La habitación del viento’ de la serie ‘What never was?’ © Fernando Bayona
¿Se inmiscuyen los políticos en la parte artística?
Siempre hay injerencias. Siempre. En todos los proyectos culturales. Desde que deciden la cantidad que te dan o determinan un proyecto. Dónde expones, dónde no, cantidad, tamaño… Incluso cuando te dan acceso a una sala, no es lo mismo que te metan en periodo vacacional o en otro momento. Pero los artistas tenemos que darnos cuenta de cuál es nuestro poder.
¿Y cuál es?
Tenemos la capacidad de mostrar nuestra visión de la realidad, de tomarle el pulso a la sociedad y de servírselo en bandeja de plata a los dirigentes, por muy incómodo que pueda resultar.

‘The news’ de la serie ‘The life of the other’ © Fernando Bayona
¿Y cuál es la intención de tu trabajo?
Yo soy muy básico. Decido contar algo y cómo contarlo. No voy a cambiar la historia del arte, simplemente aporto una visión personal con mi trabajo y vivo de ello. Soy consciente de que no voy a cambiar el mundo con mis imágenes, pero al menos lo intento.
Tú que has estado en los lados, de los que las piden becas y los jurados que las dan, ¿qué recomiendas a la gente que se presenta?
El consejo es que no hay consejo. Hay que presentarse a todo. En las becas, en la mayoría de las ocasiones no ganan los mejores. Hay filias, intereses ocultos… y al final ganan los segundones, los que generan consenso. Si yo estoy en un jurado defenderé a los que hacen fotografía cuidada y controlada, y habrá otros que prefieran el fotoperiodismo en blanco y negro y defenderá a sus artistas. Al final se va a los segundos de la lista para encontrar el consenso. Por lo que las becas, se las llevan aquellos que más se presentan. Los que más lotería compran.
Y, ¿en qué estás ahora?
A mitad de camino entre la producción de nuevas series fotográficas, varios proyectos expositivos, la docencia y la gestión cultural. Hace un par de meses terminé de dirigir la Beca de Residencia y Producción Artística EmerGenT del Ayuntamiento de Torremolinos.

‘Motel Capri’ de la serie ‘The life of the other’ © Fernando Bayona
Una beca “Gran Hermano” pero sin cámaras, juntando a diez artistas de diferente trayectoria, con carrera media y gente muy emergente. Así hay trasvase de experiencias. Unos aportan solidez y capacidad de análisis y otros frescura y ganas de comerse el mundo. Y los de 40 se dan cuenta de que vienen otros pisando fuerte, y los otros aprenden que las prisas hay que controlarlas. Y en las comidas se generan muchos debates.
Han convivido durante un mes con muy buenas condiciones. 1.500 € de honorarios, 750 de material. Residencia en un hotel junto al mar, piscina climatizada, spa, limpieza de habitaciones, bufet libre… En un concepto de “open studio”, que es la norma durante toda la residencia. El ciudadano puede entrar en todo momento a ver cómo se fragua conceptual y físicamente una obra. A los artistas les pido paciencia en ese sentido. Porque yo entiendo que hay una gran desafección entre el mundo del arte contemporáneo y la ciudadanía porque no les hacemos partícipes del proceso.
Éste es fundamental para que la gente se enganche y entienda que el arte contemporáneo necesita momentos de reflexión y que es importante que el artista no esté haciendo nada durante cinco horas mirando un lienzo en blanco. Y cuando el ciudadano interactúa con el y la artista, lo entiende porque éstos se lo explican de primera mano.
Pero también está el ciudadano al que no le interesa nada el arte, pero considero justo que pueda acercarse a ver qué se hace con su dinero, ya que esto se sustenta con dinero público. Así, contentas a unos y cultivas a otros.
En estos días también lanzamos otra propuesta de similares características en Marbella, pero centrada en el medio fotográfico y audiovisual.

‘Narciso’ de la serie ‘The life of the other’ © Fernando Bayona
¿Cuáles son tus nuevos pasos como autor?
Cada vez me interesa más el concepto de la soledad en el mundo contemporáneo, y hasta que punto vivimos una realidad no deseada. En la juventud imaginas un futuro idílico, pero a medida que maduras eres consciente de que tu plan A se ha convertido ya en Z. Te cuestionas si has perdido el tren o si aún estás a tiempo de retomarlo. Esas y otros pensamientos similares están inmersos en la serie. En las que además me cuestiono nuestras vidas en la era de las redes sociales, las aplicaciones para ligar, el sexo rápido…