Helena Goñi ha sido la ganadora de la sección a concurso del Baffest de Barakaldo. Pero esta vizcaína también ha sido la ganadora de la convocatoria de Género y Figura. Iban Muga nos acerca a la realidad de una jovencísima fotógrafa que empieza a dar los primeros pasos de su carrera.

Helena Goñi (Bilbao, 1990), con solo 25 años acaba de publicar su primer libro, ‘Behind blue eyes’, gracias a Género y Figura, tiene una beca de la Diputación para exponer el proyecto y acaba de ganar la Sección Certamen del Festival de Fotografía de Barakaldo (Baffest). Es por eso una de las promesas más destacables del panorama fotográfico actual.

Videos, música, performances, dibujos o escultura están muy presentes en sus proyectos. Lleva encima las inseguridades lógicas de su edad, de la situación económica en general y del arte en particular. Es ambiciosa, agradable, trabajadora y soñadora. Quizás porque lo que está consiguiendo es mucho en poco tiempo, nos habla del pasado como si hubiesen pasado lustros cuando apenas son meses…

Charlamos con ella sobre sus proyectos, sobre la (des)igualdad de género, el futuro económico…

Padre y madre catedráticos en bioquímica, pero Helena Goñi elige Bellas Artes.

Es que hablaban mucho de bioquímica en casa. Nos llevaban de pequeñas a museos y a mi madre le gustaba mucho la fotografía. Recuerdo a mi madre haciendo fotos con su cámara analógica de 35 mm, que ahora tengo yo, una Ricoh. Fue mi padre quien me llevó a Bellas Artes. Yo quería hacer fotografía y pensaba en una FP, pero mi padre me dijo “no, te voy a llevar a Bellas Artes que te va a gustar”. Me enseñó la facultad a través de un amigo suyo que era profesor de pintura, me gustó lo que vi, el ambiente y así empezó todo. De todas formas, el plan de estudios de Bellas Artes no incluía mucha fotografía.

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© Helena Goñi

Por lo que decides hacer un máster.

Sí, me había quedado con la cosa de hacer fotografía, quería algo más enfocado a ello y me fui a hacer un máster de Fotografía dentro del contexto del arte contemporáneo en Saint Martins, una escuela de arte de Londres. Fue muy bien, pero muy diferente de lo que me esperaba. Sabía que en una universidad no me iban a enseñar técnica, pero quería que fuera más práctico, una evolución más natural en el momento en el que estaba. El director tenía un discurso muy interesante en cuanto a la fotografía contemporánea dirigido a la postfotografía, pero su manera de entender el trabajo de los alumnos era a través del vídeo, de la escultura en cobre, no trabajar la postfotografía desde la fotografía, sino llevarlo totalmente a otro campo y crear un discurso sobre la imagen y sobre lo fotográfico en ese otro campo.

Aunque no era lo que yo quería, luego he sabido apreciar el poso que me ha dejado. Sólo ha pasado un año, pero con la distancia ves las cosas diferentes. Este año ha sido un año de valoraciones y me doy cuenta de que el aprendizaje que tuve esos dos años por el máster y al vivir en Londres lo recojo más ahora. Antes estaba en una burbuja frenética de hacer cosas y de vivir allí, que ya era bastante potente.

También fuiste una de las primeras alumnas del Centro de Fotografía Contemporánea (CFC) de Bilbao.

Sí, estuve en CFC en 2013, en el primer año del centro. Hice un curso de proyecto personal con Ricky Dávila, que me vino muy bien porque estaba haciendo el trabajo fin de grado de Bellas Artes y mi profesor de la universidad entendía la fotografía de forma muy serial. Yo no quería eso, yo quería hacer una performance y fotografiarla, luego quería hacer fotografía instantánea, luego quería hacer retratos. Ricky me vino muy bien porque era mi primera y única vez en una educación fotográfica como tal y me apoyaba mucho, él lo entendía.

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© Helena Goñi

En casi todos tus proyectos la música tiene un peso importante.

Estudié en el Conservatorio y hubo un momento en el que no sabía si dedicarme al arte o meterme en el curso superior de música. Mi relación con la música es muy fuerte y a la vez tengo una pequeña frustración con ella. Tocaba la flauta travesera y aunque de niña me encantaba, siendo adolescente me ponía muy nerviosa cada vez que tenía que actuar en público, lo vivía todo muy a flor de piel. Iba a campamentos de verano de flauta y recuerdo una vez que hice un solo, me aplaudieron y de repente noté que me iba a poner a llorar, salí y me fui a la playa llorando… Siempre he tenido una relación muy íntima con la música y quizás no he sabido llevarla. También tengo una especie de frustración porque no tengo el tiempo que me gustaría. Ya no toco la flauta porque la fotografía también requiere muchas horas, estudiar requiere muchas horas… Al final vas dejando ciertas cosas atrás y como no puedo dejarlas, aparecen en proyectos.

Un proyecto que me ha llamado la atención y que está íntimamente unido con la música es ‘Mein Herz Brennt: 13 variations through failure’.

Sí, es un proyecto que hice el primer año de máster. Ahí me empecé a cuestionar bastantes cosas en mi propia fotografía y a cuestionarme qué es el fracaso por todas estas frustraciones previas que yo tenía con la música, con la fotografía. Sentía cierto fracaso sentimental, llevaba un tiempo sin pareja, me sentía muy sola. Londres es una ciudad que hace que te sientas muy sola.

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© Helena Goñi

En esa época estaba con una canción de Rammstein, la de ‘Mein Herz Brennt’, en plan obsesión, porque yo soy así cuando voy “a saco” con algo. Decidí que tenía que aprender a tocar esa canción en piano. No sabía qué hacer, pero me puse a grabar mis ensayos y me di cuenta de que cuando me quedaba atrapada en un acorde, tocándolo mal mil veces seguidas porque el sonido me parecía interesante o porque no me salía bien, esa propia melodía tenía un valor y era bonito.

Entonces me planteé que si eso era bonito y me estaba seduciendo, por qué iba a ser un error o un fracaso, sólo porque no era lo que ponía en la partitura. Hice unos libros de partituras de las trece sesiones de piano. En ellos está registrado el error, es la transcripción de mi ensayo en partitura. El resultado es lo que yo toqué, con las notas inventadas, insertando el ruido ambiente.

En el siguiente proyecto, ‘Tourniquet’, ya empezamos a ver la juventud, la postadolescencia, característica de tu fotografía.

‘Tourniquet’ lo realicé en el segundo año de máster. Me eché pareja, él era de Bilbao y yo me iba a Londres en tres semanas, por lo que empezamos a desarrollar una relación a distancia. Y a partir de las conversaciones por skype, lo que hablaba con él y lo que yo sentía que echaba de menos de lo que significa estar con una persona, empecé a desarrollar un trabajo que está muy basado en la imposibilidad del tacto.

Y sí, mi tipo de fotografía es la que es, hay pantalones vaqueros, chaquetas de cuero, esas cosas siempre me han atraído. Pero luego también hay algunas piezas como una caja de luz con un escritorio, dos telas que están entre metacrilatos con una tela que sobresale y que te invita a tocar pero a la vez no puedes tocar todo lo que te gustaría…

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© Helena Goñi

De hecho, es habitual en tus trabajos no sólo utilizar la fotografía. Usas vídeo, escultura, performance…

Sí, me interesa crear situaciones donde la gente se junta; bien a través de un encuentro íntimo, el retratado y yo, o bien organizando un concierto en mi estudio y pidiendo a la gente que participe en una performance colaborativa, como en una de las piezas del proyecto ‘Behind blue eyes’.

Que incluso incluye una escultura, ¿no?

Sí. Es una de las piezas del proyecto. En 2005, salíamos por la calle Iturribide de Bilbao, había mil cuadrillas, era como una ría de gente. Había un bar, el mítico Ikatz, que estaba lleno de capas de pintadas. En el baño entraban hasta ocho personas. Fue a ese baño donde llevé la primera cámara que me regalaron y se me rompió la primera noche. Y me dije, no puedo ser fotógrafa, soy un desastre. Pero bueno… aquí estoy.

Ese baño era más público que privado. Me interesaba mucho ese baño y quería hacer algo con él, algo que implicase un encuentro, porque para mí la fotografía es un encuentro o provocar esos encuentros. Lo que hice fue construir en mi estudio un baño de madera, que tiene las medidas prácticamente exactas (1 metro cuadrado). Vacié todo el estudio, dejé solo el baño e invité a mis amigos a dar un concierto. Y ese es el vídeo que está en la web. Fue como volver a generar ese ambiente, ese punto de encuentro y de bar, una cosa que ya no existe. Esta escultura estará en la futura exposición del proyecto.

Es precisamente con ‘Behind blue eyes’, el proyecto que tienes ahora entre manos, con el que te das a conocer.

‘Behind blue eyes’ lo empecé antes de irme a Londres y lo estoy terminando este año. Es un proyecto multidisciplinar, muy influenciado por lo efímero, el tiempo, la música, la distancia, todo ello dentro del contexto sociopolítico propio de Bilbao. Un proyecto que necesita un tiempo de desarrollo para que mi mirada vaya cambiando, nuestros cuerpos vayan cambiando. Lo que me interesaba era cómo en algo tan unido, un círculo muy cerrado, cómo cada uno se va formando. Siempre me ha marcado mucho vivir en Las Arenas, frente al Puente Colgante. La ría y las playas eran como una vía de escape y una fuente de inspiración continua. Salir de casa, sobre todo cuando estás en esas edades en las que tienes como más ira y más ganas de escapar y tienes a dos minutos un espacio abierto para ti es muy bonito.

Y la distancia…

La distancia es importante desde varios enfoques. Por una parte, la distancia temporal y emocional, que al haber realizado este proyecto durante tantos años hace que el proyecto sea muy heterogéneo en el tipo de imagen y en los recursos que utilizo.

No sólo no me he puesto límites a la hora de qué tipo de fotografía o qué tipo de discurso emplear, sino que además he utilizado fotografías de tantos años diferentes que mi manera de fotografiar también cambia mucho. En los últimos retratos hay como cierta sobriedad. Y por otra parte, está la distancia física, que al haber vivido en el extranjero durante dos años con visitas fugaces a Bilbao, hizo que en el proceso realizara una especie de filtro de qué era realmente lo que me interesaba de todo ello.

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© Helena Goñi

Sin embargo, podría parecer que es un trabajo que intenta hablar de la adolescencia.

Aunque sí es un proyecto en el que la adolescencia tiene su peso, me da rabia hacer énfasis en la adolescencia cuando hay millones de trabajos que muestran a sus veinte amigos. Para mí tiene más importancia el concepto de Bilbao, la fuerza histórica de la ciudad, la situación geográfica de mar y montaña, el punk desde un punto de vista histórico, su fuerza. Porque Bilbao, para lo pequeño que es, tiene mucho movimiento de música underground, de contracultura y todo eso es porque en los ochenta surgió el movimiento que surgió, porque hace el tiempo que hace, etc. Todo eso tiene peso en Bilbao y en los que vivimos aquí. Para mí eso es mucho más importante.

Hay un cierto paralelismo sociopolítico entre el Bilbao de principios de los ´90, en el que surgieron grupos de punk como Eskorbuto y Kortatu y donde la crisis económica dejaba a los jóvenes con una sensación de no tener futuro, y el actual. Empecé el proyecto en el último curso de la universidad porque sabía que me iba a ir fuera, no sabía ni a dónde ni a qué, pero sabía que me quería ir. El peso de lo efímero, de que esto se va a ir, está todo el rato en el proyecto. De hecho, he decidido expandir ahora este proyecto porque tengo ese rollo de que me voy a ir fuera.

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© Helena Goñi

Acabas de ganar Género y Figura, un proyecto que reivindica a las mujeres fotógrafas, con ‘Behind blue eyes.’ Y como premio, la publicación de un libro.

¡Sí! Producían tres audiovisuales y un fotolibro y además se seleccionaban 74 mujeres fotógrafas para darles visibilidad en la web. En la publicación, que he tenido la suerte de poder realizar gracias a todo el equipo de Género y Figura y a La Troupe, en especial Nieves Limón, Miren Pastor, Víctor Garrido y Rubén García-Castro, me he centrado en lo fotográfico del proyecto y en que se mostrara un buen abanico de todo lo que es el proyecto, por ello hay imágenes tomadas desde 2005 hasta 2016, incluyendo frames de vídeo, instantáneas, analógicas… En definitiva, todo de lo que puedo echar mano para materializar mejor mis intenciones y deseos. Y también con una intención de dinamizar la publicación y de que no tenga un claro comienzo y fin, está organizada en pliegos sueltos que se pueden reordenar y, a su vez, utilizar como pósteres.

De hecho, ya has realizado la presentación de la publicación y ya se puede adquirir, ¿verdad?

Sí. La publicación tiene una tirada de 150 ejemplares (además de los 200 de Género y Figura) y mi idea ahora es distribuirlos entre Bilbao, Donostia, Madrid, quizás Londres. Quien quiera también puede escribirme un mail directamente a contact@helenagoni.com o pedirlo a través de mi web.

La pasada semana en una conferencia del Festival de Fotografía de Barakaldo (Baffest), se comentaba que prácticamente la mitad de las propuestas que se presentaron a Género y Figura eran muy similares.

Sí, no desde el género sino del género, del hecho de ser mujer.

En esas mismas conferencias recuerdo como una mujer, mientras hojeaba el libro ‘Grass’ de Michele Tagliaferri, comentaba que parecía fotografía realizada por una mujer. ¿Hay todavía ese concepto, ese estereotipo de fotografía de mujer y fotografía de hombre?

Ya se sugirió en esa conferencia, cuando se hablaba de la mirada femenina, de hacer un visionado e intentar adivinar si era un proyecto de una mujer o de un hombre. Es cierto que cuando vi el libro ‘Grass’, que me enamora, y el nombre, Michele, pensé en una mujer. Todos tenemos nuestros prejuicios, aunque luego queramos negarlos. Pero sí, asumí que era el trabajo de una mujer. Wolfgang Tillmans, Thomas Albdorf… hay muchos hombres con mucha sensibilidad que se podrían asociar a una mujer por los cánones que tenemos.

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© Helena Goñi

Según el último CIS, la igualdad de género ni siquiera aparece entre los problemas de los españoles.

Estamos acostumbrados a que nos lleguen determinadas imágenes en Facebook, en WhatsApp, estamos bombardeados por estereotipos que hay que destruir. Lo de la desigualdad de género se ha perpetuado tanto y es en realidad tan tóxico… Recuerdo que hace poco una conocida compartió un meme en internet que decía algo así como “el estoy lista en cinco minutos» de una mujer es igual al «llego en cinco minutos a casa» de un hombre. Y aunque generalmente no soy de discutir en redes sociales, le dije, “mira, esto es muy machista, que compartas esto tú…”. Y me contestó que no es sólo machista, que también es feminista porque se queja del hombre. Vamos, es que no entiendes nada.

Es que estamos programados desde pequeños.

Conozco a mucha gente de mi generación y a personas más jóvenes que yo que son completamente machistas. En general es educacional y cultural. Entender que las tareas de casa son responsabilidad de los dos, que a los hijos hay que cuidarlos entre los dos, que si una mujer quiere ser madre pueda serlo… Hace poco me hablaban de una chica de treinta y pico años a la que le hicieron firmar un contrato de que no iba a ser madre. Hay personas que saben que no quieren tener hijos porque quieren ser más libres y, en realidad, si las cosas estuvieran organizadas de manera diferente, no tendríamos por qué renunciar a la maternidad y podríamos a la vez desarrollar una carrera profesional.

Es lamentable que haya que elegir entre la maternidad o una carrera profesional.

Así es. Eso nunca se lo va a plantear un hombre.

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© Helena Goñi

Decías que a tu alrededor, entre los jóvenes con los que te mueves, sigues viendo mucho machismo. Eso es muy preocupante.

Sí. No en mis amigos, pero comentarios que oigo, cosas que leo, actitudes… Que un hombre afirme que le ha costado entender la desigualdad, pero lo ha entendido, es perfecto. Obviamente a mí también me ha costado entender muchas cosas, ver ciertas cosas que vienen de donde vienen, cómo se podían cambiar. Pero lo que la gente debería hacer es autocrítica, “mira, es que esto yo antes no lo veía, ahora lo empiezo a ver y pongo lo que está en mi mano para que todo sea más justo”.

Precisamente esta semana se anunciaba que habías ganado la Sección Certamen del Festival de Fotografía de Barakaldo (Baffest), un festival cuyas exposiciones urbanas están protagonizadas exclusivamente por artistas femeninas. Después de su presentación, hubo críticas por este hecho en páginas fotográficas especializadas y en redes sociales.

A mí también me costó un montón entender el problema y de hecho yo he tenido una especie de extrañeza con el término feminismo, como cuando estaba estudiando en la universidad, porque yo lo asociaba al feminismo que hay en el País Vasco, que quizás tenga unas estrategias que no sé si eran las mejores. No fue hasta que estuve en Londres y conocí a una chica sueca que hacía estudios de comisariado y basa su investigación en el feminismo, que me empecé a empapar de las cosas y entender que sí es necesario hasta que llegue el momento en que ya no lo sea.

¿Y cómo solucionamos este grave problema?

Hay que pelear. Cuando veo a la gente de mi generación, incluso más jóvenes, no solo adoptar actitudes machistas, sino con hijos muy jóvenes y que estarán probablemente dando esa educación a esa nueva generación, me parece peligroso. Las canciones de reggaetón, todo lo que la gente está acostumbrada a oír, todo lo que la gente está acostumbrada a ver, en la publicidad, en la televisión…

En España va todo tarde, no solo en género, incluso en sociedades multiculturales. Recuerdo estar en España con ocho años y no ver un negro, irme a Canadá y los negros son jefes de banco, son chefs, son abogados… y hay mil razas, y conviven y hay paz. Y vuelvo y empieza igual a haber algo de inmigración. Pero, ¿dónde están? ¿Y qué hacen? Creo que no hay que adoptar una actitud de que las cosas van cambiando, porque no. Las cosas no están bien.

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© Helena Goñi

Las cosas están mal, pero a menudo oímos eso de que la juventud no se moja, que son vagos, pasotas. Ahí está Francia como contrapunto, con la juventud en las calles, en este caso luchando contra una reforma laboral.

He de admitir que he empezado a serlo hace un par de años, pero no soy una persona muy politizada en cuanto a revolucionaria, de movilización. En Francia siempre han sido más de movilizarse que aquí y aquí creo que hay microguerras, microbatallas, que desde arriba les interesa reforzar con los temas de los nacionalismos para que luego los temas más globales no se manifiesten, no se unan y no haya una expresión. Pero sí que creo que en los movimientos del 15M entraba todo eso y gran parte del sector que se movilizó eran jóvenes. Se peleaba y se luchaba por una situación global que nos afectaba sobre todo a nosotros.

Pero tú, siendo joven y mujer, lo tienes especialmente difícil.

Lo que más me preocupa es que yo no tengo una profesión.

Eres artista.

Creo que lo vería más claro si tuviese una profesión de ingeniero o profesora…

Pero es igual de respetable.

No digo que no sea respetable, lo que digo es que hay unos puestos de trabajo que están claramente para esas personas y yo no veo un puesto de trabajo claramente para mí. No estoy notando más el problema del 50% de paro juvenil porque yo he estudiado Bellas Artes, que siempre ha sido una carrera en la que es más difícil conseguir trabajo. Me refiero a que a un ingeniero nunca se le iba a decir “es que tú ahora vas a estar cuatro años sin trabajar”, era impensable. Entonces entiendo que desde ese punto de vista de gente que ha estudiado algo porque le han prometido un trabajo… pero es que yo no he estudiado porque me hayan prometido un trabajo. El sistema ha llevado a un pensamiento de lo que es bueno y lo que es malo a los padres, que han sido el último eslabón en transmitir esa educación a sus hijos. El que tendría que ser crítico es el que decide “yo voy a estudiar ingeniería porque me gusta o porque me van a dar un puesto de trabajo”. Pero con dieciocho años qué espíritu crítico vas a tener.

El problema para mí es que a la gente que ahora está intentando contratar o está lanzando iniciativas le es difícil monetizar. Ni siquiera el Moma o la Tate te pagan casi nada en las internships. En Londres me he hartado de ver trabajos de fotógrafos o de editores que no pagan. Estoy desesperada. Pero a la vez, sé que estudié algo porque me gustaba más que porque me pudiera salir algo de dinero… Y no sólo en España, que España ya es el culmen, ni en Inglaterra, ni en Nueva York.

Pero con 25 años has publicado un libro a través de Género y Figura, acabas de ganar el Baffest, casi nada…

A ver, no me puedo quejar. Eso es lo extraño, ¿no? Por una parte sí me quejo porque me agobio por el tema económico, por el tema de trabajo y de qué voy a vivir. He vuelto a tener que vivir en casa de mis padres y me frustra. Cuando la gente me dice “no sé de qué te quejas, te va muy bien”. Pues sí, es cierto, me han dado la beca de la Diputación, he ganado Género y Figura, he ganado Baffest, y suena muy bien. Estoy que no me lo creo, no me esperaba tanto éxito… Por una parte estoy muy agradecida y muy orgullosa de cómo lo estoy haciendo. Pero a la vez, no veo un duro y me agobia.

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© Helena Goñi

Pero muy pocos fotógrafos viven de sus proyectos, tienen que completarlo con encargos o dando clases.

No, si yo no tengo ninguna esperanza de que vaya a vivir de mi proyecto personal, sea lo que sea eso, que me parece que suena horrible, o fotografía de autor que tampoco me gusta. Sé que no podría estar aquí con lo de Baffest, Género y Figura y demás si tuviera un trabajo de ocho horas y ahí está mi dilema… ¿Cúando? ¿Cómo? Y ¿en qué? A mí hacer fotos me cuesta mucho. No si es algo que yo quiero, pero si me piden un encargo que no me apetece tengo una relación rara. Creo que tengo que ir probándome, que estoy en un momento en el que tengo que probar mucho en qué situación me siento más realizada. No busco hacerme rica.

¿Qué tienes ahora entre manos?

Pues terminar ‘Behind Blue Eyes’, intentar preparar exposición y buscar un lugar para exponer, que me apetece mucho, porque en el Baffest y en el libro lo que se ve es sólo fotografía. Pero en el proyecto hay esculturas, hay video. He pedido un global training (beca para trabajar fuera, en una galería de arte), mirar becas, plantearme ir a EEUU o Canadá, porque de pequeña viví en Canadá y me gustaría hacer un proyecto allí. Pero necesito financiación, empezar a buscar esas cosas…

¿Eres ambiciosa?

Sí, soy ambiciosa. Ambiciosa en cuanto a vivir una vida que me haga feliz.

Soñadora entonces…

Mis sueños el año pasado eran más surrealistas, ahora son algo más realistas. Pero tengo problemas con entender esto de los sueños realistas, porque al final los sueños son como las fantasías y los deseos. ¿Cómo voy a poner límites a eso? Si es lo único que me queda. Luego ya sé que se tiene que compaginar con la realidad de la vida, pero…

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© David de Haro

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