Maxi Magnano es un fotógrafo argentino, autor de ‘Afterglow’, un fotolibro en el que recoge espacios vacíos, objetos abandonados, lugares en apariencia anodinos, imágenes en las que establece un vínculo entre lo presente y lo ausente. Principalmente autodidacta y analógico habla sobre su trabajo y sus motivaciones en esta charla con Rocío Madrid.

Las materias primas de Maxi Magnano, (Buenos Aires, 1989) son la luz, el tiempo, y el recuerdo. Sus imágenes son el camino que anda. A veces para, se toma algo, compra cosas que a simple vista pueden parecer inservibles pero cuyo valor se esconde en el intercambio, en la imagen que saldrá después del trato con el comerciante o el mesonero que habita ese espacio, donde las luces vibran y el tiempo está fosilizado.

‘Afterglow’, editado por la editorial independiente Paripé Books, es su primer libro y por el cual lo descubrí a través de Instagram. De repente, su trabajo, me hizo frenar ante el ritmo convulso de la app, para mirar esos espacios vacíos que me trasladaron al realismo mágico que leo en la literatura argentina de hoy. Sí, todavía hay imágenes capaces de hacernos viajar como las hacen las de Maxi, invitando a llenar de historias esos espacios vacíos.

Estas imágenes ¿son de Argentina en 1982?

Eso es un efecto que me interesa mucho de la fotografía, el poder ficcional que tiene.

¿Cómo empezaste con la fotografía y con un formato tan particular como el tuyo?

La fotografía entró en mi vida con mucha fuerza hace ya unos años, casi diez. Se presentó como una forma de recuperar el vínculo con el mundo en un contexto de mucha pérdida. La performatividad de la fotografía, el hecho de que haya que estar físicamente en un lugar, hizo que esta disciplina fuera una forma de ampliar mi territorio tanto geográfico como emocional.

Mis primeras aproximaciones al entorno desde un punto de vista fotográfico no fueron en clave documental o ensayística, sino más bien una forma de cristalizar un mundo interno, una experiencia subjetiva de las cosas. En todo esto siempre hubo un intento por asir algo tan vaporoso como el pasado y creo que la vuelta al fílmico tiene que ver con eso en parte.

© Maxi Magnano

En los últimos años, qué digo años, meses, el precio de la película se está disparando. Los que trabajamos en analógico vivimos bajo la amenaza constante de que el medio va a desaparecer porque no fabrican película y porque cada vez es más difícil que reparen cámaras. De hecho queda poco para que se extinga la generación del gremio que se dedicaba a ello y que posee esos conocimientos. ¿Cómo vives esto? ¿Cuáles son tus trucos para enfrentarte a estas adversidades? Revelas por tu cuenta, ves todos los tutoriales, compras piezas a japoneses por ebay… ¿Buscas soluciones o simplemente aprovecharás hasta que se acabe? Yo soy de esto último, pero me daría una pena infinita abandonar mi medio, no he encontrado en lo digital el placer que me da la película. ¿Te pasa algo parecido? 

En otro momento te hubiese respondido algo totalmente distinto, pero últimamente estoy pensando si la extinción de nuestro medio no será algo liberador, tal vez. Definitivamente no es algo que quiero que suceda, para nada. Pero me pregunto si no nos estará rigiendo un miedo al cambio y si no podemos, en lugar de esto, aceptar el hecho de que las cosas tarde o temprano van a ser diferentes.

Si la fotografía como tal deja de existir, ¿nos vamos a quedar sin nada que decir o sin formas de producir sentido? Pienso que la fotografía es un medio para un lenguaje que puede encarnarse de otras formas pero que es esencialmente humano.

No estoy buscando soluciones, pero porque creo que no podría encontrarlas. Lo que vaya a pasar con el fílmico está muy fuera de mi alcance realmente. Tampoco miro muchos tutoriales ni compro piezas, simplemente tengo mis cámaras que, por ahora, funcionan bien. 

Estoy de acuerdo con vos sobre lo digital: realmente no encuentro el atractivo. Pero, volviendo a lo anterior, tampoco tuve que buscarlo hasta ahora. Quizás en otro momento, más adelante, sí tenga que adaptarme a los resultados de la fotografía digital.

Intento anticiparme un poco a esto y a veces uso una cámara digital que tengo, pero me cuesta mucho tomar estos acercamientos como algo más que un ejercicio o un boceto.

© Maxi Magnano

Hay algo más que creo que me aleja de la fotografía digital y es la cuestión de los costos. Aunque el valor de la película está en aumento hace tiempo, las cámaras analógicas en general tienen una relación calidad-precio muy superior. Hace poco conseguí mi primera cámara de formato medio, que es súper pesada y súper técnica (es una cámara de estudio que yo uso para sacar fotos en la calle), por un precio diez veces más bajo que el de una cámara digital de formato medio.

La creatividad de alguien puede hacer rendir cualquier aparato o elemento, pero creo que en general en digital es un poco más importante la capacidad técnica de la cámara, del sensor, es un medio más excluyente todavía.

En tus imágenes no aparece nadie, me da que pensar en el hábito que sigues para tomar las fotografías. Pienso, y si tiene insomnio y así se alivia de ello… En algunas imágenes me da la sensación de que hay un estudio u observación previos, que has vuelto a la hora que había que volver para inmortalizar eso que te imaginabas. ¿Compartirías algo de tus procesos?

No es que tenga insomnio, pero vivir alejado de la ciudad tanto tiempo implicaba tener que pasar afuera de mi casa muchísimas horas y, en muchos casos, volver de noche. Así que el efecto puede ser similar. La mayoría de los espacios que ves en mis fotos son lugares a los que fui más de una vez. Muchas veces encuentro algo que me interesa y lo anoto para volver en otro momento. Esto tiene que ver con la luz, con encontrar el lugar en un momento tranquilo, con poder hablar con la gente de ahí y también con poder pasar tiempo en esos lugares.

Durante mucho tiempo (ahora ya no tanto) estuve fotografiando comercios de Buenos Aires, y para mí la mejor forma siempre fue habitarlos en la medida de lo posible, hacerme cliente y tener una experiencia real del lugar. Definitivamente hay un estudio previo. De hecho hay lugares a los que tuve que ir varias veces, más de tres o cuatro, hasta poder encontrar la imagen que estaba buscando.

La Inteligencia artificial aparece como una nueva herramienta creativa hiperacelerando y abarcando todos los procesos de producción artística. Hay que resignarse y asumir que eso: será una herramienta más con la que podremos contar si nos apetece o no y que podemos seguir esperando 30 minutos en una cafetería hasta que se vayan los de la mesa de enfrente para conseguir la toma que buscamos. No sé si te dedicas plenamente a la fotografía, pero ¿cuál es tu opinión al respecto? ¿Cómo convives con la IA como generadora de imágenes siendo tan opuesta a nuestra forma de verlas?

Antes que nada y personalmente, todas las imágenes que vi hechas con IA hasta ahora me parecieron muy feas y muy aburridas también.

Últimamente se pronostica muy seguido la obsolescencia o la extinción de lo humano, de la experiencia humana o incluso de la especie, pero dudo que vaya a ser así. No creo que la IA sirva como reemplazo de otras formas de arte visual, pienso que antes que eso va a ser una herramienta más o un complemento.

En estos días estoy pensando en viajar, todavía no sé a dónde, a buscar diferentes representaciones del mundo natural en el discurso publicitario, y diferentes productos de la cultura material religiosa, como pueden ser los altares que se hacen en Argentina del Gauchito Gil, y creo que esos usos de la fotografía exigen siempre algo que la IA no tiene, que es la presencia, lo corpóreo, el punto de vista humano. Quizás tengamos que empezar a preocuparnos cuando la IA finalmente sea encarnada, pero del día y la hora nadie sabe por ahora.

© Maxi Magnano

Sí que tu mirada parece de ayer, pero ¿cuáles serían tus referentes actuales?

Me gusta pensar que mi mirada es de hoy, pero sobre elementos o vidas pasadas. El concepto de fantasma está muy presente en mi forma de pensar la fotografía, desde sus varios matices, y la fotografía siempre traza un vínculo entre algo presente y algo ausente, casi como un médium. Me interesa recuperar las concepciones mágicas de la fotografía como algo capaz de capturar almas. 

En lo que es puntualmente fotografía, últimamente estoy revisando mucho el trabajo de Federico Clavarino y de Tillmans, que es un artista que hace mucho conozco pero recién ahora me está interesando de verdad.

Fuera de eso, últimamente las referencias a las que más recurro tienen que ver con formas o estrategias para trasladar diferentes tipos de arte a los formatos de instalación. Hace unas semanas vi una muestra de una performer argentina que se llama Verónica Meloni, en una galería de Buenos Aires que se llama Rolf. Su performance se centra en el acto de barrer, y la exposición recuperaba eso a través de algunos elementos, más que nada fotos del proceso y las diferentes escobas que usó. La obra era eso, algunas fotos y algunas escobas. En el momento no sentí mucho interés, pero pasaron unos días y seguía pensando en esa exhibición, en lo interesante que era esa transfiguración de lo performativo a la obra concreta.

Me di cuenta de que no estoy haciendo algo tan diferente: yo me traslado por diferentes lugares y zonas sin un rumbo específico y de ahí sale un cúmulo de fotos que contienen un recorrido implícito. Sin querer tomé esa muestra como una gran referencia, porque lo que estoy intentando ahora mismo es trabajar en una instalación que recupere justamente eso, el recorrido errático de mis fotos.

Cuando no tomas fotos, ¿qué te gusta hacer?

Nada muy loco, pasar tiempo con gente que quiero, cuidar plantas, lo normal.

‘Afterglow’ fue el libro por el cual te descubrí. Lo encontré por casualidad en ig (@Suffer_Rosa) y fue un flechazo inmediato. De repente veo alguien capaz de frenar el tiempo en pleno S XXI, en una capital como Buenos Aires y encima hace un libro bonito ¡qué maravilla! Me acuerdo que me iba a Alemania y me lo dejé en el carrito de la compra hasta que volví a España. Está editado por Paripé Books, una editorial independiente con muy buen filtro con lo que hacen. ¿Cómo ha sido el proceso de crear el libro? ¿Es tu primer libro o ya habías probado con el formato editorial? ¿Y por qué el título?

Gracias por tus palabras, me alegra mucho que te haya gustado el libro.

‘Afterglow’ salió en los últimos días de 2021, pero con la editorial habíamos empezado a hablar y tener reuniones alrededor de mayo de 2020, así que fue un proceso lento y muy espaciado, totalmente marcado por los tiempos de la pandemia y las restricciones. Patricio, el editor, estaba en Madrid y yo en Buenos Aires, así que casi no tuvimos contacto más que por videollamadas, chats, etc. De todas formas, se podría decir que el libro ya estaba prácticamente hecho en 2020, todo el material estaba listo, sólo había que maquetarlo.

Cuando se frenaron todas las actividades a comienzos de 2020, yo estaba justo en un momento muy prolífico, de mucho impulso, así que obviamente (y como a casi todos, asumo) las cuarentenas y el aislamiento fueron una interrupción, así que para salir adelante o al menos sentir que de alguna forma podía avanzar, me puse a revisar todo lo que había hecho y a intentar darle algún tipo de forma para presentarlo como proyecto a alguna editorial. 

© Maxi Magnano

Fue justo en ese momento, muy casualmente, que la editorial se contactó conmigo y me propuso hacer este libro que terminé llamando Afterglow. Fue la primera vez que publiqué bajo un sello editorial, pero se puede decir que siempre pensé en términos de libro, publicación o secuencia. Anteriormente había hecho otras publicaciones más informales y más breves, zines con imágenes, todo de forma independiente, pero esta fue mi primera publicación formal.

Me costó bastante encontrar una palabra o un título para abarcar y significar todo ese trabajo, porque no lo había pensado como un proyecto específico, sino que más bien eran fotos de mi vida, de lugares que para mí son cotidianos.

El libro tiene una transición que sigue diferentes momentos lumínicos, desde el día, pasando por la tarde, hasta la noche. Lo que quise fue concentrarme en la sensación posterior a cualquier experiencia fuerte y que, tal vez, el libro siga durando incluso después de ver la última página, como una especie de resonancia. La secuencia se puede interpretar como un día completo, desde el principio hasta su fin, y en ese sentido creo que puede simbolizar muchas cosas diferentes, una vida, el verano, la humanidad. Por eso me sirvió la palabra «afterglow», que tiene una referencia a la luz y al tiempo, al recuerdo. 

Además el libro lo abre Mariana Enríquez y lo cierra Leila Guerrero, dos grandes de las letras argentinas ¿Cómo ha sido trabajar con ellas?

Espero no decepcionarte pero realmente no trabajé muchísimo con ellas. La editorial me puso en contacto con ellas dos y cada una se encargó de hacer un texto breve para acompañar las fotos. Con Leila casi no tuve intercambio, ella vio las imágenes y después entregó un texto muy afilado que forma parte de la contratapa.

Con Mariana sí tuve más intercambio, ella me hizo varias preguntas por e-mail que yo le fui respondiendo. Creo que por eso el texto de Mariana es un poco más largo. Algo interesante es que ya antes del libro había gente linkeando el universo de mis fotos con el de los cuentos de Mariana Enríquez. Yo sinceramente sigo sin ver del todo bien esa relación, aunque la puedo entender, pero evidentemente para algunas personas tiene sentido ese cruce.

© Maxi Magnano

En cuanto al contexto artístico en Argentina ¿cómo crees que se valora la fotografía a nivel nacional? ¿Hay cultura fotográfica? ¿La fotografía tiene un bagaje definido?

Si hablo en términos generales de la valoración de la fotografía a nivel nacional corro el riesgo de hablar sin saber, es un punto de vista muy amplio porque la fotografía cumple muchas funciones en muchos ámbitos diferentes. Sin dudas hay una cultura fotográfica muy grande, con una identidad atravesada por los puntos de quiebre de la historia Argentina.

Esta pregunta me hace pensar en Adriana Lestido y las vertientes múltiples de su trabajo, que oscilan entre lo periodístico, lo documental y la fotografía como disciplina artística visual. Creo que es un muy buen ejemplo de la naturaleza compleja de la fotografía en Argentina. 

Me cuesta mucho pensar un panorama completo, los ámbitos son muchos y la relación de cada uno de ellos con la fotografía es diferente, pero creo que no es la disciplina más valorada en Argentina, pienso que tiene un lugar un poco más marginal que otras formas de arte visual.

También creo que hay una ruptura con lo que sería la tradición de la fotografía a nivel nacional, si es que se puede hablar de algo así, a la par de una mayor atomización o separación entre la gente que hace fotografía en Argentina hoy. Tal vez esto sea un resultado de la inmediatez con la que la fotografía se adapta a los formatos de redes sociales, puede que esto sea un factor que aleja a la gente que hace fotografía hoy de los procesos más complejos y costosos de producción a nivel material: impresión, montaje, etc. Esto no es necesariamente bueno ni malo, simplemente es lo que se da.

© Maxi Magnano

¿Qué es lo más loco que has hecho para tomar una fotografía? 

No sé si hice cosas muy locas. No hago nada muy particular porque pienso que las fotos eventualmente aparecen. Simplemente me tuve que hacer cliente de muchos lugares, en muchos casos comprar cosas que tal vez no necesito, pero esto definitivamente es algo que me sirve: mientras voy haciendo una serie de fotos se va armando una colección de cosas. 

Lo próximo que vas a fotografíar 

El centro.

Un lugar y un color

Asunción, rojo.