Niñorojo Project, o el binomio formado por Pascual Martínez y Vincent Sáez, se encuentra estos días presentando su proyecto ‘The tree of life is eternally Green’. Un trabajo de gran belleza que se puede ver en su versión expositiva en Can Basté de Barcelona, o comprar en su cuidada versión fotolibro desde hoy mismo. Una buena excusa para entrevistar a estos representantes de esa generación de murcianos que no paran de agitar el panorama fotográfico nacional. Una entrevista de Bea S. González.
Conocí a Pascual Martínez (Murcia, 1977) y Vincent Sáez (Almoradí, 1976) mucho antes de conocer Niñorojo. Creo recordar que estábamos en la inauguración de una exposición en Lens, mucho antes de que se convirtiese en mi segundo hogar. Es innegable que quienes vienen de tierras murcianas tienen algo muy especial: en el carácter, en la forma de vivir, y, por supuesto, en la forma de mirar.
Desde entonces nuestros caminos se han cruzado varias veces gracias a algunas casualidades preciosas, y he seguido la pista de cerca a todos sus proyectos. ‘The tree of life is eternally Green’ es un regalo visual en forma de viaje por una Rumanía desconocida. Una prueba de lo que se consigue con esfuerzo, valentía y mucho, mucho amor. Si por separado son grandes, cuando unen sus fuerzas son enormes.
El proyecto nace en 2014 a través de una residencia artística en Rumania, ¿Por qué Rumanía? ¿Conocíais previamente el país?
Pascual: En 2014 decidimos presentarnos a una residencia artística en Bucarest. Cuando planteamos el proyecto a la residencia, ya teníamos la idea en mente, nuestra intención era investigar sobre la relación que los rumanos tienen con su entorno natural, y en el dossier que presentamos así lo planteamos. Durante el proceso de investigación para presentarnos a la residencia, descubrimos que Bucarest es una ciudad rodeada por bosques salvajes y que la mayoría de los rumanos tienen una cierta dependencia de esa naturaleza desde tiempos ancestrales. Rumanía nos atrajo desde un principio por la cantidad de estereotipos que rodean al país: la leyenda del conde Drácula, los gitanos y su pasado comunista, pero nuestra intención fue completamente distinta, ya que queríamos centrarnos en los aspectos positivos del país para mostrar una realidad alejada de esos estereotipos y mostrar una visión diferente y más contemporánea de Rumanía.

‘The tree of life is eternally Green’ © Niñorojo Project
Vincent: Solicitar una residencia artística era el primer paso para abordar un primer gran proyecto conjunto, y tomamos la decisión de hacerlo fuera de España para poner a prueba nuestras capacidades. Nuestro objetivo era investigar la relación que el ser humano establece con su entorno natural, y pensamos en Islandia en primer lugar por la espectacularidad de sus paisajes. Pero encontramos una residencia en Bucarest que llevaba poco tiempo en funcionamiento y que un grupo de gente joven estaba promoviendo. Fue investigando sobre Rumanía cuando fuimos conscientes de lo poco que sabíamos sobre la cultura del país y de cómo los estereotipos parecían haber sido lo único destacable. Vampiros, gitanos, comunismo, o niños viviendo en alcantarillas… eran los temas que nos encontramos en nuestro proceso de investigación previo, y alejándonos de estos clichés, decidimos mostrar una visión más optimista y positiva, pero sin alejarnos de su realidad.
Este es un proyecto de largo recorrido, ¿Cuántos viajes habéis hecho? Imagino que otro tema importante para su desarrollo ha sido la duración de las estancias.
P: Hemos hecho cuatro viajes, en 2014, 2015 y 2017, en diferentes épocas del año, verano, otoño e invierno. Contabilizando todas nuestras estancias hemos estado cuatro meses residiendo en diferentes lugares del país y el modus operandi ha ido cambiando en cada uno de los viajes. En 2014, teníamos como campamento base la residencia en Bucarest, y además había una serie de compromisos establecidos de antemano con la residencia, que era realizar una exposición de los resultados del trabajo en una galería en Brasov y en la propia residencia en Bucarest. Ese año además de explorar la capital del país viajamos a Brasov, Bran y Sinaia, ciudades consideradas como la puerta de entrada a Transilvania. En este primer contacto comprobamos que esa relación que los rumanos tienen con su entorno natural era más fuerte de lo que pensábamos. Y eso nos animó a continuar con el proyecto, de ahí que pensamos en volver en sucesivas ocasiones.
¿Qué diferencias habéis encontrado en cada uno de estos viajes?
V: Comenzamos el trabajo en julio de 2014. La primavera lluviosa había dado paso a un caluroso verano donde la naturaleza estaba exhuberante y en pleno apogeo. Herăstrău, Tineretului, Cişmigiu, Kiseleff, Carol, Titan… son algunos de los grandes parques del “pequeño paris” que recorrimos, observando y registrando con nuestras cámaras cómo los rumanos hacían vida fuera de los bloques comunistas, interactuando y relacionándose con él. Al final de ese mes expusimos el resultado de nuestra residencia en la ciudad de Brașov, en Transilvania, y allí tuvimos un primer contacto con la Rumanía más rural que contrastaba con la caótica capital que ya conocíamos.

‘The tree of life is eternally Green’ © Niñorojo Project
Volvimos a Rumanía un año después, entre julio y agosto de 2015, cambiando nuestra estrategia de trabajo. Conscientes de las limitaciones que habíamos tenido en el primer viaje y buscando un contacto más cercano con la gente, recorrimos el país de sur a norte, en autobús, tren, taxi, autostop, andando… Desde Bucarest hasta Iaşi, pasando por Sibiu, Roşia Montana, Cluj-Napoca, Baia Mare, y la región de Maramureş, nos adentramos en las zonas más rurales y buscamos el contacto directo con personas que tuvieran una implicación directa con el medio natural, ya fuera culturalmente, a través de su trabajo, o condicionado por su medio de vida.
En enero de 2017 volvimos justo después de una gran ola de frío que había cubierto el país de nieve y hielo. Durante aquel mes recorrimos el Delta del Danubio y profundizamos en la zona de Transilvania, trabajando con temperaturas entre los -6 y los -23 grados centígrados. Esta vez, alquilamos un coche para poder movernos con mayor libertad, a pesar de las difíciles condiciones de conducción por las precarias carreteras cubiertas de nieve.
Hay un último viaje realizado entre septiembre y octubre de 2017, pero donde ya nos centramos en otros proyectos surgidos a raíz del anterior.
Sabemos que la época y la temperatura influye claramente en la naturaleza, ¿lo hace también en sus habitantes? ¿Y en vuestras fotografías y lenguaje?
P: Sin duda alguna la temperatura, la época del año y la luz influye en forma de vivir de los rumanos y también en nuestras fotografías. Los primeros viajes que hicimos fueron en verano y otoño y lo que observamos fue la actividad frenética en todo el país. No sabíamos exactamente por qué trabajaban tanto durante la época estival, lo podíamos intuir e incluso ellos nos explicaban el porqué. Fue durante nuestra estancia en invierno cuando descubrimos que las temperaturas bajo cero les obligan a trabajar los pocos meses que tienen de buen tiempo, para hacer el acopio necesario de alimentos, así como hacer frente a las reformas en sus hogares. Los inviernos son realmente duros.
V: Sin lugar a dudas. Durante los viajes estivales observamos una actividad frenética en las zonas rurales. No terminábamos de entender los motivos por los que la gente se apresuraba a realizar arreglos en las casas, a almacenar leña y forraje para los animales, a preparar conservas de comida… Y fue durante nuestra estancia invernal cuando descubrimos que su ritmo de vida se ralentiza. Los inviernos son realmente duros, y el mejor ejemplo para explicar cómo el entorno condiciona su modo de vida.

‘The tree of life is eternally Green’ © Niñorojo Project
¿Y qué hay de la luz?
P y V: La luz en Rumanía es especial en cualquier época del año, y más destacable cuando sueles trabajar con la dureza de la luz del sureste de España.
En nuestros trabajos tratamos de utilizar la luz natural siempre que sea posible, incluso en interiores o condiciones complicadas de iluminación. Generalmente plantea muchas limitaciones técnicas y más cuando trabajas con equipos analógicos, como es nuestro caso. Las sombras son muy marcadas en estas condiciones y tendemos a buscar el detalle en ellas. Los ritmos de trabajo no siempre permiten trabajar con la luz deseada que permita detalles, así que los resultados finales después del revelado pueden no ser los esperados.
Recuerdo el caso de algún compañero a quien en un visionado de su portfolio el visionador comparaba la luz de sus imágenes con la iluminación con flashes de estudio… y no terminaba de entender que la luz del sureste es así.
¿Cómo ha evolucionado vuestra relación con los habitantes? Habéis creado lazos especiales con algunos de ellos, ¿verdad?
P y V: Nuestro primer viaje fue una toma de contacto con el país y sus habitantes, pero ya entablamos lazos especiales con muchos de ellos, como es el caso de Nicoleta Moise. A ella la conocimos al poco de llegar a la residencia, hablaba un perfecto español y nos ayudó a conocer la idiosincrasia del país. Y en nuestro segundo viaje conocimos a Talia Delgado y Mihaela Frunzeti, dos periodistas que viven en Bucarest y que dirigen el blog hispatriados.com. Es un blog en español con la información más completa que podéis encontrar sobre Rumanía. Ellas nos ayudaron a difundir nuestro proyecto y a localizar a familias dispuestas a colaborar permitiéndonos convivir con ellos. Cada vez que hemos vuelto a Rumanía nos hemos reencontrado con ellas tres porque ya forman parte de nuestra familia.

‘The tree of life is eternally Green’ © Niñorojo Project
Si algo podemos destacar de la sociedad rumana es su gran hospitalidad. Cuando contactábamos con alguna familia que estaba dispuesta a colaborar con nosotros, nuestro acuerdo era no pasar más de tres días en su casa. El primer día había una cierta tensión generada por la duda de lo que dos fotógrafos iban a mostrar de unas condiciones de vida humildes. El segundo día la tensión se iba disipando conforme nos íbamos integrando en su rutina y las primeras fotos iban apareciendo. El tercer día la tensión era inexistente y las cámaras casi pasaban desapercibidas; era entonces cuando nos pedían quedarnos más días con ellos, pero nuestro viaje debía continuar… Ahora, cuando volvemos a Rumanía, llevamos impresas las fotos que les hicimos como muestra de agradecimiento.
Podemos decir que tenemos una gran familia rumana a lo largo y ancho de todo el país, a la que le debemos muchísimo. Ellos nos acogieron en sus hogares, nos hicieron participes de su vida y no solo nos abrieron las puertas de su casa, sino también de su corazón.
Imagino que esos lazos afectivos os habrán facilitado mucho el trabajo fotográfico, ¿os sentís igual de cómodos en los retratos que en la fotografía de paisaje o bodegón?
P y V: Nunca nos hemos puesto límites ni barreras en nuestro trabajo. Amamos lo que hacemos e intentamos hacerlo lo mejor que podemos y sabemos. Es por esto por lo que nos sentimos igual de cómodos con los retratos, que con la fotografía de paisaje y bodegón. En nuestro trabajo se van alternando este tipo de imágenes que son imprescindibles para componer la narrativa final del trabajo.
Decís que el conocimiento, desarrollo y conservación del medio en Rumanía se asemeja más a los cánones orientales que a los occidentales. ¿cómo habéis retratado estos cánones orientales? ¿Dónde creéis que se ven mejor reflejados?
P y V: Esos cánones orientales están presentes en todos los rincones del país, por lo que no es difícil retratarlos. Los rumanos son una sociedad que históricamente ha luchado por su medio natural, su conservación y protección desde un profundo respecto. Son muchos los ejemplos que podríamos enumerar, pero sin duda, el más reciente y de mayor impacto, ha sido el movimiento Roșia Montană, donde la lucha por la preservación del entorno se enfrenta a la explotación capitalista de la segunda mina de oro más grande del mundo.
En temas como éste, es donde creemos que están mucho más orientalizados y sensibilizados con el medio natural como fuente de vida y recursos. Aspectos que tal vez en occidente hemos descuidado, o más que descuidar, hemos omitido frente al desarrollo antrópico. Esos cánones orientalizados a los que apelamos en el trabajo se encuentran en los pequeños detalles de las imágenes y están presentes en la anarquía de la propia naturaleza.
En Rumanía la naturaleza se abre camino y es el ser humano el que se adapta a ella, la respeta y no la domestica. Decir que esto está presente en todas las imágenes del trabajo o hablar de imágenes en concreto, sería muy osado por nuestra parte. Podríamos decir pues, que esos cánones orientales aparecen en los gestos más simples, en los pequeños detalles de la fotografía y en la complicidad con la que interactúan los rumanos con su medio natural. Son pequeños detalles que forman un todo. Por eso nos hemos esforzado para que la poesía y lirismo estén presentes en todas las imágenes que componen este trabajo.

‘The tree of life is eternally Green’ © Niñorojo Project
Hay un libro que ha articulado parte del trabajo y que tenía gran presencia en la exposición de PHE 17 en la Sala El Águila. ¿Es un objeto “fetiche” del proyecto? ¿Existen más objetos de este tipo?
P: Ese libro es una pieza importantísima del trabajo y lo consideramos como el prólogo del mismo. Son las “raíces” de todo lo que ha venido después. Cuando llegamos a la residencia el primer año, el staff había colocado montones de libros atados con cordeles, que usábamos como muebles auxiliares. Entre esos libros, observamos como de uno de ellos sobresalían algunas hojas, y cuando lo abrimos, la sorpresa fue mayúscula: lo encontramos repleto de hojas de diferentes especies, que alguien en algún momento del tiempo había puesto ahí a secar.
Alguien había construido un herbario para que nosotros lo encontráramos, fue un regalo y una clave muy importante para el trabajo. Además, era un libro que hablaba del comunismo en Rumanía después de la I Guerra Mundial y las hojas que se secaban entre las páginas del libro, de alguna forma tapaban u ocultaban esa historia, ese pasado comunista. Para nosotros fue una metáfora de nuestro trabajo y sin duda alguna el comienzo de todo lo que vendría después. A partir de ahí decidimos recolectar todo tipo de: plantas, hojas y flores en todos aquellos lugares donde realizábamos fotografías y así fuimos construyendo nuestro propio herbario, a la par que se iba desarrollando el trabajo. Hoy en día tenemos más de dos cuadernos donde se alternan las plantas y nuestras notas del trabajo, entre otras muchas cosas.
V: En Baia Mare conocimos a Minerva Luca. Ella es paisajista y trabaja en el Bastionul Măcelarilor (Bastión de los Carniceros). Tiene sus propios cuadernos de notas donde realiza ilustraciones botánicas de las plantas del jardín del Bastión. Ella ha convertido nuestro herbario en unas ilustraciones botánicas donde ha puesto todo su amor y sensibilidad.
Hablando de exposiciones, el pasado 10 de marzo se inauguró la exposición ‘The tree of life is eternally Green’ en el Espai Fotogràfic Can Basté, en Barcelona. La expo podrá disfrutarse hasta el 21 de abril. ¿Cómo habéis articulado esta nueva propuesta expositiva?
Planteamos una propuesta expositiva en la Sala Cava para la convocatoria que se hizo en el 14º Fòrum Fotogràfic Can Basté, sin haber estado jamás en el espacio, y guiándonos por un rudimentario plano y por las imágenes de otros planteamientos expositivos que se habían hecho anteriormente en esa sala. Hicimos un levantamiento tridimensional para tener una mejor concepción espacial y evaluar las posibilidades, ya que nunca habíamos visitado físicamente la sala, y nos sorprendió ver que no nos habíamos equivocado demasiado en su reproducción cuando llegamos a Can Basté. Defendimos la propuesta ante el jurado proyectando de fondo un audiovisual con el diseño expositivo, y obtuvimos una mención de honor que permitió que la exposición se materializara en este mes de marzo.
La Sala Cava es una antigua bodega en planta sótano, pero con unas excelentes condiciones de iluminación natural, paños de pared altos y techo en bóveda de cañón con tablero de ladrillo visto. Desde la ventana superior de la pared del fondo se veían los árboles de la calle, así que decidimos integrar ese espacio natural exterior, y destacar la calidez del propio espacio base, conduciendo al espectador hacia el fondo de la sala desde su acceso.
Decidimos cubrir la pared del fondo de 5,36 x 4 m con un vinilo de una de las imágenes icónicas del proyecto, ‘El árbol del sarmale’, que es una escena tomada en uno de los monasterios de Maramureş donde un grupo de mujeres prepara en una mesa, bajo un gran manzano, una comida típica. La rama central del manzano se recortaba con la ventana y hacía que se fusionara con las ramas exteriores de la calle. Dividimos la sala en dos mitades, la más próxima al acceso con imágenes de invierno dispuestas en secuencia lineal, que muestran esas duras condiciones de vida que la naturaleza les impone. En la segunda mitad de la sala las imágenes van dispuestas siguiendo la continuidad de la perspectiva del árbol del fondo, en un orden aparentemente anárquico.

‘The last Saxons’ © Niñorojo Project
Usamos un vinilo de una de las páginas del libro rumano como transición entre ese invierno-verano, sobre el que hemos superpuesto algunas de las ilustraciones que Minerva Luca ha hecho. Y enfrentada, en la otra transición invierno-verano, justo a la mitad del paño mayor de la sala, colocamos la ilustración que dio pie a la portada del fotolibro, y de la que salen las siluetas de 100 pájaros de vinilo negro (cortadas a mano).
Con nuestro planteamiento expositivo hemos querido sumergir al espectador al entrar en la sala en la misma escena que nosotros vivimos al tomar la foto ‘El árbol del sarmale’. Es una exposición para recorrer linealmente desde el centro hasta el fondo, acercarse a ver los detalles de las imágenes a distinto tamaño, las notas y apuntes de nuestros cuadernos, tomar distancia de nuevo para ver las imágenes en su conjunto, y escuchar mientras tanto el sonido de fondo de los pájaros de Rumanía, banda sonora que la naturaleza nos había ofrecido en nuestros recorridos y que nosotros hemos querido compartir.
El proyecto tiene ya una gran trayectoria, fue seleccionado en Full Contact Scan 2016, Descubrimientos PhotoEspaña 2015, Encontros da Imagem 2014 en Braga (Portugal), y finalista en Barcelona International Photography Awards (BIPA) Lens Culture 2015″ y en 20 Fotopres La Caixa. ¿Qué apoyos institucionales habéis encontrado tanto allí como en España?
P y V: El trabajo tuvo muy buena acogida desde que volvimos a España con las primeras imágenes. Tuvimos opiniones de todo tipo, a veces incluso contradictorias, pero lo que pudimos comprobar en los diferentes festivales y visionados de portfolios donde participamos era que el trabajo no dejaba indiferente a nadie, lo cual era buena señal.
¿Habéis echado en falta un mayor apoyo para sacar adelante el proyecto?
P y V: Como bien sabemos, los apoyos institucionales para este tipo de proyectos son escasos, por no decir nulos, y aunque la mayor parte del trabajo ha sido autofinanciado, sí que contamos con la colaboración del Instituto Cultural Rumano en Bucarest a través de un programa de becas europeas que tienen para artistas extranjeros que pudimos disfrutar en 2015.
¿Cómo ha sido la acogida del proyecto fotográfico en ambos lugares?
P y V: Tanto en España como en Rumanía la acogida del proyecto ha sido excelente. Si cabe, tuvo mayor impacto en Rumanía, ya que para ellos fue muy sorprendente que dos fotógrafos españoles mostraran otros aspectos e interés por su país, y se esforzaran en dar una visión positiva del mismo. Los rumanos no son ajenos a su mala fama en gran parte de Europa, debido a la masiva inmigración de los gitanos rumanos. No son un ejemplo representativo porque tan solo son un 5% de la población del país, pero injustamente han contribuido a alimentar uno de los estereotipos que estoicamente soporta la sociedad rumana.
Ya está disponible en venta el fotolibro publicado por Overlapse que recoge esta gran aventura. ¿El formato libro ha estado siempre presente como un objetivo para el proyecto? ¿Y el formato expositivo?
P: Siempre hemos dicho que necesitábamos que el trabajo se tocara y se sintiera, de igual forma que se toca y se siente la naturaleza en Rumanía.

‘The last Saxons’ © Niñorojo Project
V: Las maquetas eran la mejor manera de mostrar nuestro trabajo cuando visitábamos lugares y familias, y también la forma en que mejor lo entendían quienes no estaban dentro del “circulus in probando” fotográfico. Esto nos ayudó además a hacer un trabajo más accesible al público y ser menos crípticos con nuestras imágenes.
¿Qué diferencias vamos a encontrar entre ambas propuestas (páginas/pared)?
El lenguaje expositivo y el lenguaje del fotolibro son totalmente distintos, pero complementarios entre sí. Quien disfrute de la exposición se va a quedar con ganas de más, y eso lo va a encontrar en el fotolibro y viceversa, ya que nos esforzamos para que cada exposición sea distinta y en cada una de ellas ofrecemos diferentes elementos para que se convierta en una experiencia única. El libro ha tenido que adaptarse desde su maqueta a las condiciones finales de producción, pero se ha respetado su fondo y es algo que debemos agradecer al editor.
La producción final del libro ha ido pareja a la de la exposición en Can Basté, así que decidimos integrar elementos de diseño, como las notas de texto dentro de la propia exposición, o la narrativa estacional. No dio tiempo a tener ejemplares durante la inauguración de la exposición, pero haremos su presentación en ArtPhoto Barcelona a través de Can Basté.
¿Qué agentes han intervenido en el libro? ¿Cómo y dónde podremos conseguirlo?
El único año que no viajamos a Rumanía fue 2016, y aprovechamos para ir a Les Rencontres de la photographie d’Arles. En los visionados conocimos a Tiffany Jones de la editorial Overlapse, quien se enamoró del trabajo. Aunque teníamos un visionado de 20 minutos con ella, estuvimos casi una hora intercambiando impresiones. El resultado de aquel encuentro ha sido un año y medio de trabajo conjunto para que el fotolibro sea una realidad. Estamos muy agradecidos a Tiffany por confiar en nosotros y en nuestro trabajo.
Durante este tiempo hemos trabajado codo con codo en diferentes maquetas para llegar al resultado final: un libro hecho con mucho amor, mimo y cariño y que es casi un objeto fetiche, análogo al libro rumano que encontramos la primera vez que vivimos en Rumanía, y con el que se cierra un círculo. Bromeamos con Tiffany cuando decimos que este libro es como un hijo que hemos tenido entre los tres, y a nosotros nos gusta decir que en él se incluyen las tres cosas que José Martí dijo que cada persona debería hacer durante su vida: plantar un árbol, tener un hijo y escribir un libro.
La salida del libro se ha retrasado por el temporal que ha colapsado el Reino Unido en febrero –casualmente la propia naturaleza nos condiciona y limita-, pero ya puede conseguirse a través de la web de Overlapse https://www.overlapse.com/catalog/tree-life-eternally-green/. A nosotros nos gusta decir que más que un fotolibro, es un cuaderno de historias personales y cercanas enmarcadas en uno de los entornos naturales más sorprendentes.

‘Hoia Baciu’ © Niñorojo Projec
Este ha sido un trabajo con el que hemos conseguido cerrar muchos círculos: la complementación de nuestras miradas, los diferentes recorridos por todo el país que nos llevaban a lugares y personas conectadas entre sí, y el propio círculo que sigue el ritmo de la naturaleza.
Retomando el tema de los proyectos derivados de este, ¿qué será lo próximo?
En nuestros últimos viajes empezamos a profundizar en la historia de los últimos sajones de Transilvania (The last Saxons), una etnia de origen alemán que, durante más de ocho siglos, había logrado crear una comunidad fuerte y organizada en convivencia con rumanos, húngaros y romaníes, y cuyo declive comenzó en el siglo XX.
Estamos en contacto con asociaciones y fundaciones que tratan de conservar, proteger y cuidar esta estructura cultural en su autenticidad, y su patrimonio de más de 160 iglesias fortificadas construidas para defenderse de invasiones turcas y tártaras entre los siglos XIII y XVI. Descubrimos su historia trabajando en ‘The tree of life is eternally green’ porque sus raíces culturales han ido siempre muy ligadas a su entorno natural y han condicionado notablemente la cultura global rumana. Además de fotografías, este trabajo tiene video entrevistas a los protagonistas de la historia, grabadas en inglés, rumano, alemán y dialecto sajón.
‘Hoia Baciu’ es el trabajo que cierra la trilogía rumana, y profundiza en los orígenes del mito, la superstición y el cliché cultural, tomando como base el bosque de Hoia Baciu, próximo a Cluj-Napoca. Este bosque es conocido por ser foco de sucesos paranormales y apariciones de ovnis. Nosotros hemos estado allí y somos testigos de que algo ocurre en ese lugar, pero ya lo contaremos más adelante…