Paco Junquera, fotógrafo, editor y formador, lleva más de 35 años viviendo la pasión por la fotografía en primera línea, pasión que sigue trasmitiendo a través de los talleres que imparte por toda España. Este fin de semana estará en Revelarte de Valencia enseñando los secretos de la edición gráfica, excusa que nos sirve para tener una charla con este gran fotógrafo.
Paco Junquera es historia del fotoperiodismo español. Vivió en primera persona la modernización de la fotografía de prensa y vio la modernización de un país a través de su visor. Ingresó en Cover en el año 1981, agencia de la que fue director dos años desde el 87. De ahí pasó a la revista Tiempo donde fue editor gráfico desde el 89 al 94. Después ha sido editor independiente, labor que ha combinado con la formación en EFTI, la Universidad Francisco de Vitoria o la Universidad Popular de Madrid. Ha ganado varias veces el Fotopres y sigue dando talleres, realizando visionados, acudiendo a festivales y estando al tanto de lo que hacen unos y otros. Lo mismo lo ves rodeado de los Premios Nacionales, que con las más jóvenes promesas, en los festivales más tradicionales, que con los autores más modernetes.
El gesto de Paco es siempre alegre, amable. La sonrisa, casi constante, hace que sus ojos se queden en dos alfilericos. Unos ojos que han vivido mucho. Eso sí, cuando tiene que decir algo serio o incómodo, todo su rostro se descoloca y se adapta a la nueva situación. Como si fuese un clown de ese circo que ama tanto.
Paco peina setenta años que le dan cierto aire despistado. Pero no hay que dejarse engañar. Paco sabe, y ve, y relaciona. Y curiosea. Y ha visto ya muchos leones rugir y mucho equilibrista en el circo de tres pistas que es la fotografía. Unas cervezas (él sin alcohol, que hay que cuidar el chasis) nos sirven para charlar sobre fotoperiodismo, integrismos fotográficos y el valor de la pasión en este oficio.

© Paco Junquera
¿Cuándo comienza tu relación con la fotografía?
Pues desde que tenía pocos años. Mi abuelo era fotógrafo profesional, lo que se llamaba “fotógrafo con galería”, en la calle Peligros de Madrid, un estudio que se llamaba Foto Marí. Y desde niño me subía a un taburete a ayudar a mi abuelo a revelar en el laboratorio pasando las copias del paro al fijador.
Desde siempre tengo en la memoria el olor del hiposulfito de sosa de los fijadores de la película. También un tío mío era fotógrafo en San Sebastián, y por si quedaba alguna duda, mi padre, que era el hombre más mañoso del mundo, para redondear el sueldo a fin de mes, pues siempre íbamos justos ya que eran tiempos duros, reparaba cámaras fotográficas.
Yo de niño, cuando mi padre no estaba, jugaba con Hasseblads, Leica, Linhof… Y ya con unos 16 años, mi padre me pasaba las reparaciones fáciles y con eso me sacaba unos dineritos.
Siempre tuve alguna cámara de las que se dejaban los clientes. De las más baratas, pero yo aprendía la técnica de manera casi inconsciente. Nadie me explicó nada, fue todo intuitivo.
¿Y querías ser fotógrafo?
Bueno, yo estudié Económicas. Empecé a trabajar de auxiliar administrativo en Iberia y, cuando acabé la carrera, entré en Telefónica como economista. Como decíamos en aquella época, éramos “jóvenes economistas con brillante porvenir”. No tenía mal sueldo, cobraba una pasta interesante, y trabajaba de 8 a 3, con lo que era el rey del mambo.

© Paco Junquera
Pero conocí a un compañero que tenía un laboratorio en su casa, mi amigo Pepe Pariente. Era un laboratorio de aficionado muy bien montado. Y revelaba con él. Luego, me compré mi propia ampliadora, y revelaba como fotos en el cuarto de baño. Y la gente va viendo mis fotos. Gracias a este amigo conozco a Antonio Tiedra, que ha trabajado en Diario 16, en El País y en Tiempo. Y me ayudó muchísimo desde un principio.
Porque enseguida descubrí que me encontraba cómodo en la fotografía documental o el fotoperiodismo. Como describe muy bien Eduardo Momeñe, yo no fotografío escenarios construidos, sino que mi escenario es el mundo. Y bueno, me fui liando con la fotografía, manteniendo mi trabajo.
Además, gracias a que mi hermano vive en París, voy de vez en cuando, leo y veo cosas, me traigo revistas y libros, y empieza el bicho a crecer. En 1979 había nacido la Agencia Cover con Jordi Socías y Aurora Fierro, que fueron los creadores. Y yo zascandileaba mucho por allí. Vi que aquello me gustaba y pensé: lo voy a intentar.
¿Dejaste tu trabajo?
Empecé a perseguir a Jordi Socías, que decía que soy el fotógrafo más pesado que ha conocido, porque lo tenía frito. Una vez hicimos una expo mi amigo Pepe y yo sobre el mundo del teatro moderno. Llevé a Jordi y a Eduardo Rodríguez, que ahora es teórico de la fotografía, y me ofrecieron formar parte de la agencia. Hablé con mi exmujer, que me apoyó muchísimo, y me metí.
¿En qué momento de tu vida diste ese salto?
Pues era el año 81. Yo tenía unos 35 años. Fui a hablar con mi jefe de Telefónica, que me decía que me había vuelto loco, pero vieron que era una decisión tomada. Y bueno, aunque mi exmujer trabajaba, estaba la expectativa.
¿Era arriesgado laboralmente?
En las agencias cobrabas según vendieses. El 1 de cada mes bajabas banderas y partías de cero. A partir del tercer o cuarto mes empezó a entrar un dinero, nos estabilizamos económicamente y hasta hoy.
¿Qué supone estar en Cover? ¿Qué es ser fotógrafo de prensa en la España del 81?
Para mí supone vivir unos años apasionados. De hecho, así se tituló la única exposición interesante que se ha hecho de mi trabajo, que se pudo ver en EFTI hace unos años. Era en plena transición, en el 81 vivimos el golpe de estado del 23-F y en el 82 gana el PSOE por mayoría absoluta. Y el país comienza a modernizarse y a salir de la negrura en la que habíamos vivido.

© Paco Junquera
Todo el mundo necesitaba alimento intelectual, y en fotografía ni te cuento el bache que había. Excepto el grupo AFAL, y algunas honradísimas excepciones, no había nada. Fue apasionante vivir aquello. Pero, además, qué narices, éramos bastante buenos.
Pasados los años, cuando dices que has trabajado en Cover, te miran con respeto. Una agencia que se liquida para siempre en 2009. El nivel de exigencia era muy alto.
¿Cómo era vuestra forma de trabajar?
Nuestro gran rival era EFE. Nuestra baza era la calidad fotográfica y el interés de los temas. Aunque también hacíamos fotos de “oficio” pero era con el interés de ver si surgía una imagen o dos imágenes diferentes para los medios. A veces no las compraban para publicar inmediatamente, sino para guardarla para más adelante.
Entonces la venta se hacía con copias físicas, con copias de 20×25 con el RC de Kodak. Y bueno, además en Cover teníamos al mejor laborante que ha habido en este país. Yo no hago de menos a Castro Prieto, lo quiero y admiro muchísimo. Pero Antonio Navarro era algo excepcional. Era capaz de sacar todo el trabajo del día, desde primera hora de la mañana revelando los sobres con rollos que habíamos dejado para que cuando llegara el editor tuviera los contactos. El otro día vi la exposición de Petersen con los contactos señalados, y me emocioné. Bueno, yo he visto a Antonio ¡haciendo tapados en el trabajo diario! Hacíamos fotos de gran calidad.
¿Erais buenos porque la prensa de la época era mala?
Fue cuando empezó a subir el nivel. En sitios como El País o Diario 16 había gente muy buena.
¿Y en “provincias”, como se decía entonces, también pasaban cosas?
Sí. El Correo, o La Vanguardia… Fue una época de revolución gráfica en prensa. Y vivir eso fue como una droga benéfica y una suerte descomunal.
Yo he vivido otra época de fotoperiodismo, cuando empezaba el declive. Y no recuerdo que se hablara de fotografía en términos de análisis de la imagen, o de ética informativa. ¿Vosotros los teníais?
Nosotros, dentro de la agencia, muchísimo. Nos reuníamos y trabajábamos mucho el coco. De hecho, nosotros le dábamos soporte a la prensa extranjera. Distribuíamos el España el material de la Agencia Contact, que la creó Bob Pledge, por ejemplo, que tenía todo lo mejor de la época. Nuestro trabajo, desde mediados de los 80, se distribuye a través de Gamma. Éramos muy conocidos fuera.

© Paco Junquera
Además, España era un país de moda donde pasaban muchas cosas.
Nosotros nos planteábamos simplemente hacer y hacer y hacer. Con la satisfacción del trabajo bien hecho. Y acabarlas bien, y si no, repetirlas. Teníamos un nivel de exigencia bastante alto. A veces fallábamos, no éramos dioses, pero lo intentábamos.
Hacíamos un tratamiento diferente de la actualidad. Aunque hiciera la foto de todo el mundo, luego no la publicaba. Yo buscaba otra foto. Llegabas el primero, te ibas el último… Y tratabas de sacar cosas diferentes incluso de las ruedas de prensa.
Hace poco me escribieron para encargarme una foto de Gabriel García Márquez que, aunque la hice en una rueda de prensa, es algo diferente. Una foto que cuando murió se publicó en muchos sitios. Nosotros buscábamos diferenciarnos visualmente. No podíamos hacer lo mismo que hacía EFE.
Eso se traduce en el punto de vista. Es un término que ahora no se usa mucho, pero lo reivindico siempre. El punto de vista se resume en la opinión visual sobre lo que tienes enfrente. Es tener una visión activa sobre aquello que te rodea.
¿Cómo ves la situación de la foto de prensa actual?
Lo que está pasando en el 90 % de los periódicos es que no hay criterio. No hay editores. Y ahí sí, reivindico mi profesión. El editor gráfico es una figura a extinguir y no me queda más remedio que aceptarlo. Pero si nadie tiene una visión gráfica de lo que está ocurriendo, pasa lo que pasa. Y el periodista elige aquella foto que refuerza su mensaje en lugar de la foto que lo complementa para tener una mayor intensidad.
La fotografía de prensa se ha vuelto muy aburrida. El mundo ha cambiado y hay que asumirlo: la llegada de internet y la crisis de los medios de comunicación, que es brutal e imparable. Los mejores periódicos del mundo están con reducciones de personal contantes. Periódicos importantes de Estados Unidos que han despedido a todos los fotógrafos empezando por el editor. Porque a los gerentes, que son unos listos, se ve que saben de todo, les importa un rábano todo y quieren ganar dinero a corto plazo. Los periódicos ahora son de fondos de inversión, por lo que ¿qué criterio van a tener?
Hemos pasado del dominio de la economía productiva al dominio de la economía financiera, y eso ha supuesto el cambio que estamos sufriendo, pero sufriendo de verdad. Eso ha repercutido en la prensa, evidentemente.
Ya el año 92, tras los fastos que se celebraron en España, comenzó a bajar la inversión de publicidad en prensa y esa era la clave de su supervivencia. Y desde entonces sigue bajando y bajando.

© Paco Junquera
¿Qué fotos valoras de tu época de Cover? ¿Las que ocuparon portadas u otras más personales?
Hay fotos de las que me encuentro muy contento. Hay una foto de Charlie Rivel que es a la que tengo más cariño. Es la única foto que tengo montada y puesta en la pared de casa. Además, fue mi primer premio, en el primer Fotopres de La Caixa, cuando era un premio, no una beca. Premio al mejor retrato. Aquél premio me inyectó una alegría y unas energías que yo flotaba. Y, además, amo el mundo del circo desde que era niño. Otra foto que también me gusta especialmente una de un niño con un paraguas roto, de unas inundaciones. Estuve hasta 1989 cuando me contrató la revista Tiempo como Editor Gráfico.
Y luego está la foto del balcón de la victoria del PSOE en el 82. Esa foto es muy importante.
Es importante y he vendido miles de copias. Pero no es una buena foto, técnicamente hablando. Es una foto que cada vez que tenía que copiarla Antonio Navarro me maldecía, por lo complicada. Tuve suerte, pero fue gracias a la agilidad que tuvimos en la agencia. De ese momento había cuatro imágenes: una en color de Europa Press, pero se perdió en su archivo, otra de César Lucas, y EFE hace poco ha sacado otra instantánea de ese momento. La mía estaba hecha en unas condiciones malísimas. Película a 1.600, una antorcha Metz de las que usábamos entonces, y un objetivo más oscuro que el carbón. Y yo empecé a disparar, dando tiempo a que se recuperara el flash. Hay buenas sólo dos fotos.
También hay una foto de la Plaza San Marcos de Venecia a la que tengo mucho cariño y la copio para regalos en alguna ocasión. También hay otra foto de un accidente aéreo en Mejorada del Campo, cerca de Barajas, donde murió todo el mundo. Siempre he odiado hacer fotos de “casquería”. Me pongo malo cuando las veo. He hice una foto de sombra, luces, con los bomberos. Para mí esa foto es la tragedia.
Hay una foto de Chillida que también me gusta. Yo me colé en la galería y en un momento, él se levanta y mueve una de sus esculturas, y él sale movido y me gusta. También he hecho mucha política, pero la política es muy desagradecida.

© Paco Junquera
Tú estabas en una agencia puntera. Pero yo creo que suele haber poca curiosidad por otro tipo de fotografía. ¿Teníais curiosidad por ver lo que se hacía en otros campos?
Muy pocos fotógrafos la tenían. Yo conocía Nueva Lente, o el trabajo de Jorge Rueda. Y conocí muy pronto a Eduardo Momeñe. Él hacía un tipo de fotografía que no tenía nada que ver con lo que hacíamos nosotros. A él le interesaba la fotografía en general. Y él iba mucho por la agencia porque las copias se las hacía Antonio Navarro. Y desde entonces guardo la amistad, hablábamos mucho de fotografía.
Yo he sido siempre bastante abierto. Cuando descubro a Robert Frank, es que no me lo creo. Tengo una de las primeras ediciones de ‘Los Americanos’.
¿Cuándo lo descubres?
Yo lo descubrí en París. A España llegaba alguna revista francesa de fotografía. Había una muy buena que se llamaba Grandes Reportajes. Tenía fotoperiodismo de las grandes agencias y luego fotografía: retratos y de todo. Y yo iba a París porque tenía allí a mi hermano y me permitía salir de la negrura que vivíamos en España. Allí se masticaba la Libertad.
Cuando todavía trabajaba en Telefónica me traía las maletas llenas de libros. Uno de los primeros libros de mi modesta biblioteca fotográfica es Los Americanos en una de sus primeras ediciones, la que hizo Robert Delpire, que ha sido el mejor editor de libros de la historia.
En esos viajes y en esas revistas descubro a Avedon, que se aleja del fotoperiodismo. Porque a mí me interesa la FOTOGRAFÍA, en letras mayúsculas. Eduardo hizo una revista en la que yo colaboré en sus últimos números hablando de fotografía e internet, que se llamaba La Fotografía, no podía tener mejor nombre. Pero vamos, yo nunca he sido sectario, odio a los talibanes de la fotografía.
Siempre he estado abierto a todo tipo de fotografía. Cuando veía Nueva Lente hay cosas que me interesaban y otras que no. Lo de Félix Lorrio del grupo Yeti, o lo de Jorge Rueda, me gustaba. Y estaba muy lejos de mi trabajo fotográfico. Por eso me cabrea cuando me tratan dogmáticamente.

© Paco Junquera
Recuerdo una exposición en una sala que tenía La Caixa en la calle Serrano, una exposición de Diane Arbus, de la que salí conmocionado, allá por el 91. Me dejó impactado. Ahora bien, si la exposición era Fotopres, iba como loco. Y recuerdo otra de Avedon, con ‘In the American West’. Cuando entro en esa sala y veo las copias de unos dos metros, casi lloro. Y digo, esto es La Fotografía. ¿Qué tiene que ver con el fotoperiodismo? Nada. ¡O todo! Es que estas discusiones fundamentalistas son tan absurdas y tan imposibles.
¿Te imaginas un pintor que ame la pintura que haga abstracta y que no vaya a ver pintura en el Museo del Prado? Pues a mí me han despreciado por haber sido fotoperiodista. Y me molesta cómo se ha trasmitido a generaciones de jóvenes ese espíritu talibán. Y en ese sentido algunas escuelas han hecho mucho daño.
Bueno, yo he oído críticas muy duras a ciertos fotógrafos hablando de “escuelitis”. Tal vez cierto desprecio a lo que hacen las nuevas generaciones. Y yo creo que eso no se da a la inversa.
Es que en las escuelas ha habido cierto talibanismo, aunque creo que las cosas se están calmando y poniéndose en su sitio. Pero bueno, ese rollo a mí no me interesa. Todos los años me voy a Paris Photo a ver qué se cuece. Y allí ves de todo, y todos se llevan bien. Percibo que ahora se ha amortiguado ese clima que había hace uno cinco o seis años. Pero me da pena que en Paris Photo, por ejemplo, apenas hay representación española en las exposiciones. Eso sí, espectadores cada año hay más. Y está bien que la gente viaje a ver lo que se hace fuera, en los festivales, en las galerías… Es que no podemos pensar que lo que se hace aquí es lo mejor. Hay que viajar.
Creo que las nuevas generaciones sí tienen ese interés y sí salen.
Eso es cierto. Por ejemplo, fue una delicia ver a Mar Sáez firmando su libro en París. Porque eso es lo que hay que hacer. Salir, echarle valor e ir con tu libro bajo el brazo. Además, me encanta ese libro, lo conocí en Albarracín. Cuando vi su trabajo, me encantó. Y verlo en París me pareció estupendo. Otro ejemplo de gente que se mueve es Ana Zaragoza, que viaja, que lucha. Por hablar de gente que conocemos. Hay que apostar, que arriesgar y currárselo.
¿Y qué crees que está pasando en la fotografía actual?
Creo que se están dando procesos de consolidación natural. Aquí el darwinismo también existe. Están saliendo cosas que están bien, hay cosas que me gustan. Soy muy malo para dar nombres, que ya tengo una edad, je, je. Pero sí percibo que se está trabajando bien.

© Paco Junquera
Has estado en una escuela muchos años y sigues dando talleres. ¿Qué te aporta a ti la docencia?
Yo ya soy bastante mayor y me refresca estar con gente joven que ama la fotografía. Y compartir la pasión por la fotografía. Me estoy acordando ahora de Iris G. Merás, una joven fotógrafa con un trabajo maravilloso de esos que he conocido en seminarios, talleres, Albarracín… Voy a ver qué se hace. Hago visionados, y es fundamental. Yo no me quiero quedar viendo obras como los jubilados.
Cuando das un taller, ¿qué propones?
Hablo de muchas cosas, pero insisto mucho en que hay que hacer una edición adecuada. Y tener en cuenta que según sea el soporte, hay que editar para ese soporte. No es lo mismo editar para una exposición que para un libro, o para una proyección. No se puede ir por la vida con la misma carpeta sin importar el destinatario. Si tienes un visionado, investiga antes quién va a ver tu trabajo y haz una edición pensando en ellos. Porque si no, puede que estés perdiendo el tiempo. La fotografía es inmensa, pero cada uno necesita unas cosas, y no es lo mismo una agencia que una galería.
¿Y sigues haciendo fotos?
Algunas hago.
¿Y hacer algo nuevo, algún reto que tengas como autor?
Me sigue gustando la fotografía, y hago fotos, pero no me lo planteo. Pero tampoco lo descarto. La vida continúa.

© Paco Junquera