La catalana Rita Puig-Serra combina los trabajos comerciales con una fotografía personal muy ligada a la propia experiencia. Reconocida por su primer fotolibro ‘Where Mimosa Bloom’, Rocío Madrid la entrevista por su particular forma de abordar lo documental.

Sigo el trabajo de Rita Puig-Serra (Barcelona, 1985) desde que descubrí que fue la autora de ‘Where Mimosa Bloom’ (2014, Éditions du Lic). Hasta entonces no había visto un fotolibro tratado con la misma delicadeza dentro del panorama nacional. Me sentí identificada con la imagen, el color y la ternura que emplea en el libro a pesar de estar contando una historia tan cruda como la vida.

Con base en Barcelona, Puig-Serra compagina sus proyectos personales con encargos comerciales representada por CANADÁ. Además de fotógrafa, ha estado involucrada desde el comienzo de su carrera en la edición de libros y publicaciones, trabajando, entre otras editoriales, con la singular Terranova y siendo redactora de la revista Perdiz. Además, da clases en Labasad y más cosas que harían esta entradilla interminable. El amor por los libros y las letras asienta las bases del trabajo de esta artista con formación en Humanidades y Literatura.

Este asombroso curriculum no quita para que Rita sea pura humildad. Desde que le propuse la entrevista, me recibió de la mejor manera, y así lo hizo el rato que estuve en su espacio; una extensión de ella por la calidez y la belleza del sitio. Me regaló ‘Good Luck with the Future’, otro de sus libros publicado gracias a ganar la 20ª beca Fotopres La Caixa. Después de la sesión, tuve la certeza de que a pesar de estar inundados por la inmediatez, aún en el oficio se siguen tratando las cosas con cariño y mesura: nos seguimos parando a contemplar la lluvia.

¿En qué proyecto estás trabajando ahora?

Estoy editando el libro de un proyecto en el que llevo años trabajando que se llama ‘Anatomy of an Oyster’. El trabajo, aunque no tiene nada que ver a nivel formal, está muy conectado a ‘Where Mimosa Bloom’, el primer libro que publiqué, en el sentido que sigue siendo una conversación que mantengo con mi madre.

En este caso, le cuento algo que nunca me atreví a hacer y que se me quedó muy encallado, haciéndose cada vez más y más grande, y más y más duro, dentro de mí. Podríamos decir que todo el proyecto trata de esto: de la dificultad de hablar y, al mismo, tiempo de la importancia que tiene el sacar, verbalizar aquello que tenemos dentro, para sanar.

© Rocío Madrid

Estudiaste literatura y comenzaste trabajando para editorial Seix Barral. ¿Esa base influye en tu trabajo de ahora? ¿Cómo consideras que lo hace?

Sí, estudié Humanidades, itinerario de Literatura, y luego hice un postgrado de Literatura Comparada. Mientras estudiaba la carrera, empecé a hacer prácticas en Seix Barral, en el departamento editorial. Luego estuve en Planeta Infantil y Juvenil, y de allí ya pasé a Ariel donde estuve trabajando unos cuantos años. La literatura y los libros siempre me han acompañado, desde muy pequeña me zambullía en la ficción, era mi mundo, y allí encontraba la paz. Y, con el tiempo, lo han seguido haciendo.

El libro como objeto también me ha fascinado desde siempre. Recuerdo un libro ilustrado precioso que me regalaron por un cumpleaños sobre la historia de los libros y recuerdo también como la lectura de Sur la lecture de Proust me fascinó. La literatura clásica me ha acompañado durante mucho tiempo. Y mis proyectos siempre tienen una base grande de lecturas y suelo trabajar también con el texto.

© Rocío Madrid

¿La fotografía te descubrió a ti o tú a ella? ¿Cómo fue el flechazo?

Fue muy natural. Cuando estaba en Ariel, descubrí la fotografía gracias a mi pareja de entonces, Dani Pujalte. Él estaba estudiando foto en ese momento y le ayudaba con sus proyectos de la escuela, escuchaba las clases que traía grabadas a casa, y poco a poco empecé a sentir un deseo muy grande de hacer fotos yo.

Me apunté a un curso de foto e hice un proyecto sobre mi abuela, que estaba a punto de cumplir cien años. Luego me apunté al Observatorio, en Barcelona, y allí desarrollé un proyecto sobre mi madre, ‘Where Mimosa Bloom’. Una vez el proyecto finalizado, lo publiqué con Éditions du Lic.

Cada vez tenía más ganas de seguir con la fotografía, así que decidí pedir una excedencia en la editorial donde trabajaba y aprovechar este tiempo para viajar y desarrollar un proyecto con Dani -‘Good Luck with the Future‘-. Durante este tiempo decidiría también si quería seguir en la editorial o intentar dar el salto a la foto. Un mes antes de volver del viaje, recibimos la noticia de que ‘Good Luck with the Future’ había sido uno de los ganadores del 20 Fotopres La Caixa. Me tomé esto como una señal y decidí intentarlo. Al volver, empecé a trabajar en Terranova, que unía los libros y la fotografía. Y, mientras, empecé a realizar mis primeros trabajos comerciales.

¿Eres muy estricta a la hora de preparar un set? ¿Qué es lo que más te ayuda a inspirarte o a proyectar lo que buscas?

Suelo tener en mi cabeza las ideas bastante claras a la hora de preparar un set. Leo mucho sobre el tema a desarrollar y busco la inspiración en esas lecturas. Una lectura me lleva a la otra. Y una frase, un concepto, me llevan a una imagen. Y de allí, a otra imagen.

© Rocío Madrid

Y fuera del estudio, ¿qué es lo que más te inspira?

Realmente creo que me inspira todo: un detalle, una conversación, la naturaleza, un sueño, el arte… Pero, sobre todo, me inspira mucho la literatura, tanto el ensayo como la ficción. Y también viajar por Internet en busca de información sobre los conceptos que quiero desarrollar; es para mi super sugerente. El Diccionario de Símbolos de Cirlot también es una gran fuente de inspiración.

La mirada se entrena mucho con la fotografía ¿Has desarrollado tus propios trucos para acercarte y encontrar lo que quieres fotografiar?

Creo que es algo que voy desarrollando día a día y según el proyecto en el que estoy trabajando. Ahora mismo, por ejemplo, me interesa muchísimo la foto macro. Estoy obsesionada con acercarme lo máximo posible a lo que estoy fotografiando.

Compaginas tu trabajo como docente de una asignatura de la Basad que se llama Documental Intimista. ¿Cómo está siendo tu experiencia como docente? Háblanos un poco de ella y del interés que hay en tus alumnos con la fotografía.

Es supergratificante y muy enriquecedor, y al mismo tiempo un gran reto, tanto para los alumnos como para mí. En la asignatura se plantea desarrollar una minipublicación sobre un tema personal, algo que a los alumnos les apetezca trabajar relacionado con su intimidad. Salen de allí trabajos muy potentes, que les animo a continuar desarrollando una vez terminada la asignatura.

Creo que abrirse en canal cómo lo acaban haciendo la mayoría de los alumnos no es nada fácil, la mayoría no están acostumbrados a trabajar sobre su propia historia. Y tratar de poner todo lo que aflora en imágenes supone un gran desafío. Su entrega es altísima. Para mí, lo más increíble y emocionante es la energía que se genera durante las cinco semanas que dura la asignatura. Hay un compañerismo, una empatía y una generosidad brutales. Es algo mágico.

© Rocío Madrid

Has editado fotolibros con la editorial Terranova, una de las editoriales más delicadas a la hora de tratar el formato en papel. ¿Cómo ha sido la experiencia de trabajar con ellos? Entre los trabajos que desarrollaste, ¿cuál supuso el reto más grande para ti?

Trabajar en Terranova fue un gran reto, a la vez que una experiencia extraordinaria. Aprendí muchísimo y tuve la suerte de trabajar con grandes artistas a los que admiro mucho. Había trabajado antes como editora, pero empezar en Terranova supuso convertirme en mujer orquesta total. Hacía de todo. Desde llevar los paquetes de los libros que se vendían online a Correos, editar junto a los autores sus proyectos, buscar distribuidora, imprentas, pedir presupuestos, organizar las presentaciones, ir a ferias…

No recuerdo qué libro fue el que supuso el reto más grande, todos lo supusieron a su manera realmente. Pero el libro que recuerdo con más cariño es el maravilloso ‘Illa’ de Salva López, diseñado por Eloi Gimeno.

© Rocío Madrid

En cuanto a tus proyectos personales, todos son criaturas tuyas. Pero, ¿sientes predilección por alguno? ¿Cuál te supuso más esfuerzo?

‘Where Mimosa Bloom’ fue el primer proyecto largo en el que trabajé y también el primer fotolibro que hice. Fue un proceso muy muy largo, pero a la vez supergratificante y emocionante. Estaba aprendiendo a hacer fotos, con lo que, según avanzaba conceptualmente en el proyecto, iba avanzando también a nivel formal. Hubo muchas fotos que tuve que repetir varias veces. Todo en película. Fue un proyecto de ensayo-error total y de gran aprendizaje.

‘Where Mimosa Bloom’ me parece precioso. ¿Por qué elegiste este título para el libro que más ha destacado hasta ahora en tu carrera?

El título del libro viene de un árbol de mimosa enorme que había en el jardín de la casa donde vivía con mi madre. El árbol estaba torcido y desde hacía años lo teníamos atado con unas cuerdas para que no se inclinara más. Poco tiempo después de que mi madre falleciera, la mimosa acabó de ceder del todo y tuvieron que venir a cortarla. Fue muy simbólico.

¿Algún sueño que quieras cumplir a corto plazo?

Acabar el libro en el que estoy trabajando ahora. Y subir al Monte Olimpo.

¿Un libro que siempre tengas a la vista?

‘Some Windy Trees’, de Vincent Delbrouck.

¿Un color, una flor y un lugar?

Amarillo, mimosa, el mar.

© Rocío Madrid