Pioneros

Hay lugares que hemos visto miles de veces fotografiados por profesionales, por turistas, en las guías, en modo ‘selfie’… Pero, ¿cómo se fotografiaba la Acrópolis de Atenas hace más de 150 años? En tiempos de fotografía inmediata y de consumo rápido, Pablo Martínez Muñiz nos trae a Philippos Margaritis y Petros Moraites, dos fotógrafos griegos que nos dejaron constancia en maravillosas imágenes físicas de aquella ciudad acostumbrada a ser vista por la historia.

Cuesta imaginar que Atenas, a principios del siglo XIX, fuera un pueblo de apenas 4.000 habitantes. A diferencia de las otras dos grandes capitales del mundo clásico –Roma y Constantinopla– que a lo largo de la historia se mantuvieron en mayor o menor medida consagradas como centros de poder, Atenas sucumbió a los avatares de la historia y silenciosamente fue olvidada.

philippos-margaritis-002

Templo de Athenea Nike, sobre 1847 © Philippos Margaritis

Tras la conquista de la ciudad por las tropas romanas en el siglo II a.C., Atenas siguió siendo un importante centro cultural y filosófico durante aproximadamente 500 años. Emperadores romanos como Adriano la embellecieron y se enamoraron de ella. Sin embargo, con la llegada del cristianismo la ciudad comenzó su lento declive. Las escuelas filosóficas, antaño emblemas de la sabiduría de la ciudad, fueron cerradas por el emperador Justiniano en el año 529 d.C., y la ciudad, bajo el Impero Bizantino, perdió su importancia administrativa y como centro de poder en beneficio de Mistra, en el Peloponeso.

Más adelante, bajo el dominio otomano, la ciudad adquirió el estatus de kaza (centro administrativo local), pero sin llegar realmente a renacer de sus cenizas. Tras la Guerra de la Independencia Griega (1821-1829), se decidió que Atenas sería la capital del nuevo estado griego. Esto ocurrió el 18 de septiembre de 1834 y marcó para la ciudad el comienzo de la historia contemporánea. El establecimiento de la corte del rey Otón I, rey de Grecia aunque proveniente de una familia aristocrática bávara, supuso el renacimiento político, comercial, demográfico y económico de la ciudad. Desde entonces Atenas no ha dejado de crecer en todas direcciones, hasta convertirse hoy en día en una metrópolis de aproximadamente cuatro millones de habitantes que se extiende por toda el Ática.

Las fotografías de Philippos Margaritis (1810-1892) y Petros Moraites (c. 1835-1905) abarcan un periodo de 30 años desde 1850 hasta 1880 aproximadamente. Es un periodo fundamental para el desarrollo urbanístico de la ciudad. Supone la transformación de un pueblo de apenas unos miles de habitantes que vivían en pequeñas casas construidas sin un orden claro entre las antiguas y semienterradas ruinas clásicas (templos, ágora, teatros, etc.) a una ciudad que desarrolla una trama urbana planificada, abre amplias avenidas y construye edificios neoclásicos, tan a la moda en las principales capitales europeas.

philippos-margaritis-03

Templo de Athenea Nike, sobre 1847 © Philippos Margaritis

Los barrios que bordean la colina de la Acrópolis mantienen el aspecto original, mientras que a su alrededor una nueva ciudad se construye, tratando quizás de emular el esplendor clásico. Edificios como la Universidad, la Biblioteca Nacional o el Palacio Real (posteriormente transformado en Parlamento) copian el estilo clásico de la antigüedad y forjan todo un programa de intenciones políticas que pretende rescatar el pasado legendario de los griegos y construir una identidad propia, antaño diluida tras cientos de años de declive y dominación otomana.

Son fotografías que centran su atención en la Acrópolis, en su infinidad de puntos de vista, en la documentación de cada uno de sus edificios ruinosos y anticipan los primeros intentos de catalogar todo el legado arquitectónico de la ciudad para su restauración y preservación.

Philippos Margaritis nació en Esmirna (actual Turquía) y pasó su juventud en Italia aprendiendo pintura. Comenzó su actividad fotográfica en el año 1846, de la mano del francés Philibert Perraud, quien le instruyó en la técnica del daguerrotipo. Es considerado como el primer fotógrafo griego. Del año 1847 son unos daguerrotipos que se conservan en el J. Paul Getty Museum (Los Angeles, EE.UU.) y que muestran unas vistas de diferentes edificios de la Acrópolis: el templo de Atenea Nike, el Partenón (vistas de frente y de perfil), los Propileos y el Odeón de Herodes Atticus. También incluyen vistas de otros monumentos de la ciudad como el arco de Adriano, el templo de Zeus Olímpico y la iglesia bizantina de San Teodoro. Son unas imágenes eminentemente descriptivas que huyen de cualquier ornamentación y que pretenden más bien testimoniar la existencia de unos monumentos casi en un estado ruinoso.

philippos-margaritis-04

El Arco de Adriano, Atenas. 1846 – 1847 © Philippos Margaritis

Prueba de este interés testimonial es la aparición en todas ellas de una figura humana que posa a una distancia media entre la cámara de fotos y el edificio, con la intención de servir de medida o canon que pueda ser comparado con las diferentes arquitecturas para hacerse una idea de las dimensiones de los edificios. Unas imágenes únicas, realizadas cinco años después de los famosos daguerrotipos atenienses de Girault de Prangey y que a diferencia de éstos, se centran más en fotografiar el edificio exento, separado de otras construcciones, sin prestar especial interés al detalle arquitectónico. La unicidad de estas imágenes (los daguerrotipos son positivos y como tales, copias únicas) les otorga, en palabras de Walter Benjamin, un carácter aurático.

En 1849, Philippos Margaritis abre su estudio en Atenas, el primero de la ciudad. Comenzó especializándose en fotografía de difuntos, una práctica muy extendida en los primeros años de la fotografía, aunque posteriormente irá evolucionando hacia una práctica profesional más relacionada con el retrato de personalidades. Influenciado por su formación en pintura, los retratos que realiza presentan la particularidad de ser coloreados a manos, una técnica que devendrá muy popular. Su técnica fotográfica rápidamente evolucionará del daguerrotipo a la utilización del calotipo y las copias en albúmina, en sintonía con los principales avances técnicos acaecidos en esa época.

En 1862 y tras la caída del rey Otón I de Grecia, Margaritis decide cerrar su estudio y exiliarse en Alemania. Volvió en diversas ocasiones a Grecia y siguió fotografiando Atenas. Aunque el corpus principal de su trabajo es el retrato, a través de sus vistas de Atenas disponemos de uno de los primeros testimonios gráficos de la ciudad. En las vistas generales de la Acrópolis que realizó, llama la atención la presencia de una alta torre a la entrada de los Propileos, hoy desaparecida: se trata de la torre Franca, construida en el siglo XII como parte del palacio de los Duques de Atenas. La torre fue demolida en 1874 como parte de un programa de restauración y eliminación de edificios post-clásicos en la Acrópolis.

© Petros Moraites

Petros Moraites está considerado como uno de los más importantes fotógrafos griegos. Nació en la isla de Tinos pero pronto emigró a Atenas para estudiar pintura. Fascinado por el nuevo invento de la fotografía, en 1859 abre su primer estudio en colaboración con otro fotógrafo, Athanasios Kalfas. Un año después dicha colaboración llegó a su fin y Moraites se traslada a un nuevo estudio donde desarrollará su labor como fotógrafo especializándose en el retrato de personalidades de la época: políticos, embajadores, intelectuales, actores y miembros de la familia real. En 1868 es nombrado fotógrafo oficial de Su Alteza Real, siendo el primer fotógrafo en obtener dicho título.

La Biblioteca Nacional de Francia conserva un hermoso álbum de vistas de Atenas, realizado por Petros Moraites en 1874 y titulado Recuil de Vues d’Athènes. Se trata de un conjunto de 35 imágenes, calotipos en papel a la albúmina, que recogen los principales monumentos de la ciudad, junto a dos vistas generales de la Acrópolis y una impresionante vista panorámica de Atenas compuesta por seis tomas fotográficas. Son fotografías que destacan por su precisión y calidad técnica, con unos hermosos acabados y gran nitidez. Nuevamente estamos ante un interés por documentar los monumentos de la ciudad, de forma que el corpus de imágenes responde a la creación de un imaginario de resonancias exóticas que pone en valor la ruina.

Este imaginario impresionará a los turistas europeos, de paso por Atenas en su Grand Tour orientalista. Así, la ruina redescubierta, puesta en valor y desgraciada y frecuentemente expoliada, se convertirá en la imagen de marca de una ciudad, Atenas, que aún hoy en día sigue fascinada por la acumulación de estratos y la convivencia de lo nuevo y lo viejo.

Con sus fotografías, Philippos Margaritis y Petros Moraites consolidarán una tradición de autores fotográficos, griegos y extranjeros, que apuntarán su cámara de fotos hacia la Acrópolis y el resto de monumentos clásicos. Atenas, tras siglos de olvido, por fin volverá a ocupar su lugar en la historia.

petros-moraites-02

© Petros Moraites