¿Cómo era el Japón de hace 150 años? El fotógrafo británico Felice Beato recreó uno para que sus contemporáneos pudieran soñarlo y coleccionarlo. Pablo Martínez Muñiz nos vuelve a traer una lección de historia de la fotografía y la magia de los viajes con sus ‘Pioneros’.
Si Felice Beato viviera hoy en día, sería como uno de esos fotógrafos todoterreno capaces de sobresalir en casi cualquier género. Un Nadav Kander, por ejemplo, que igual te fotografía la presa de las Tres Gargantas en China como el mejor fotógrafo paisajista, que un impresionante retrato de Obama. Tal fue su producción fotográfica y su versatilidad que, irremediablemente, tomé la decisión a la hora de escribir este artículo de seleccionar un trabajo suyo muy concreto para analizarlo en detalle. Además, son muchos los artículos sobre Felice Beato que circulan en Internet en lengua castellana, y en todos se tratan temas similares desde una perspectiva generalista y biográfica. Así pues, tras buscar en Internet, encontré el maravilloso álbum fotográfico ‘Views of Japan’ (Vistas de Japón) que atesora la J. Paul Getty Foundation de Los Ángeles, un álbum que vio la luz allá por 1868.

Retrato de Felice Beato.
Felice Beato fue un fotógrafo británico de origen italiano que nació en 1833 o 1834 en la isla de Corfú. Por aquella época, Corfú formaba parte del protectorado británico de las islas Jónicas, de ahí su nacionalidad británica. Su origen italiano se explica porque anteriormente Corfú había estado bajo dominación veneciana, lo cual justifica la presencia de una amplia comunidad de súbditos italianos en la isla. A partir de este amalgama de orígenes e identidades nos encontramos con un hombre que hizo de la fotografía y el viaje los elementos centrales de su vida.
Fue un pionero en muchos aspectos. Por ejemplo, fue uno de los primeros fotógrafos en desenvolverse en el periodismo fotográfico, un término que se desarrollará más adelante, al estar presente y fotografiar acontecimientos como la rebelión de los cipayos en la India y sus consecuencias (1857) y la Segunda Guerra del Opio, entre 1856 y 1860. Comenzó su carrera fotográfica en 1851, comprando su primera y única cámara de fotos en París, y durante un largo periodo de tiempo de diez años, estuvo viajando y tomando fotografías por Constantinopla, Malta, Grecia, Jerusalén, Crimea, India y China.
En noviembre de 1861 regresó a Inglaterra, donde permaneció hasta 1863. Vivió en Japón entre 1863 y 1884, donde desarrolló una importante labor como fotógrafo comercial y maestro de la primera generación de fotógrafos japoneses. Sin embargo, en 1877 abandonó la fotografía para dedicarse al comercio y la especulación financiera. Finalmente, entre 1884 y 1909, año de su muerte acaecida en Florencia, volvió a la profesión de la fotografía y estuvo trabajando en Sudán, Egipto y Birmania.
Japón
Nuestro fotógrafo llegó a Japón y se instaló en Yokohama en 1863, donde abrió un estudio fotográfico. Allí permaneció durante 21 años. Durante este periodo, Beato fue testigo, y así lo reflejó con su cámara, de los cambios acaecidos en la sociedad japonesa de la época. Unos cambios cruciales, que van a estar determinados por la transición dinástica entre el periodo Edo (1600-1868), de carácter feudal, y la época imperial del periodo Meiji (1868-1912), caracterizado por una progresiva apertura de la sociedad nipona.
En 1866 casi toda la producción fotográfica de Beato realizada en Japón ardió en el famoso incendio que destruyó gran parte de Yokohama. Tras el incendio, Beato redobló los esfuerzos para restituir el material destruido y volver a disponer de un stock fotográfico suficientemente amplio que le permitiera continuar con su negocio. Las fotografías del álbum “Views of Japan” están todas hechas a partir de esa fecha.
‘Views of Japan’ es un álbum fotográfico publicado en dos volúmenes de unas aproximadamente 200 imágenes acompañadas de textos de James W. Murray, entre otros. El primer volumen está compuesto de fotografías en blanco y negro que representan paisajes y lugares de interés, mientras que el segundo volumen- en el que se centra el presente artículo–, está compuesto por 99 fotografías, albúminas a las sales de plata posteriormente coloreadas que representan escenas de género y retratos. Las fotografías fueron coloreadas por artistas contratados por Beato siguiendo diferentes métodos.
Colorear las fotografías es una clara influencia de las estampas japonesas, realizadas con acuarelas y muy populares en la época. Esto nos indica hasta que punto los orígenes de la fotografía en Japón van a estar relacionados con la práctica artística vernácula. Por otro lado, las fotografías frecuentemente eran presentadas con un viñeteado oval que recortaba la imagen, de una forma suave y delicada, también del gusto de la época.
Los textos que acompañan a las imágenes están montados en el álbum en la página opuesta a la de la fotografía, y en general, aportan una información descriptiva de la imagen. Son textos que tratan de presentar de una forma elegante, sorprendente y estereotipada, ante el espectador occidental, cómo era la sociedad japonesa de la época. Así, el lector occidental que nunca ha estado en Japón se introduce de lleno en la cultura nipona, y desde este punto de vista son muy interesantes las relaciones que se van a establecer entre texto e imagen, siendo este ejemplo uno de los primeros al respecto.
No olvidemos que estos álbumes se realizaban para ser vendidos a los turistas occidentales, los cuales a su vez los mostraban a su círculo de amistades y a su familia a la vuelta del viaje, como si de un preciado souvenir se tratase. Por este motivo, las opiniones y puntos de vista que aparecen en los textos no dejan de tener tintes esterotipados, ya que pretenden guiar al espectador hacia unos mundos de fantasía en un imaginario lugar, que existe en la realidad pero que no deja de ser inventado en su descripción.
Como técnica fotográfica empleada, Beato utilizó el colodión húmedo con placas de cristal. Siguiendo un método de copiado similar al de otros fotógrafos de la época, llevó a cabo un sistema que le proporcionaba copias adicionales, que le hacía perder detalles pero que sin embargo era una forma económica de duplicar fotografías. Ello se conseguía sujetando con alfileres la imagen original a una superficie y volviendo a fotografiarla creando así un segundo negativo con el que poder hacer copias, generando más ganancias y asegurándose un negativo de repuesto por si se rompía la placa inicial.
Tipos Japoneses
La mayoría de las fotografías del álbum ‘Views of Japan’ muestran retratos y escenas de género de la sociedad nipona. Responden al género fotográfico de los “tipos”, imágenes en las que se reflejaba la diversidad de la sociedad mediante una descripción pormenorizada de sus características físicas, diferentes formas de vestir, instrumentos de trabajo utilizados, etc. En España, por ejemplo, destacan los álbumes sobre tipos realizados por el fotógrafo francés afincado en Madrid Jean Laurent, aproximadamente en la misma época que Beato.
Frecuentemente estas fotografías tenían un alto grado de escenificación. En el caso de Beato, muchas de sus fotografías de tipos están realizadas en su estudio, en el que contaba con una amplia variedad de objetos, atrezzo y vestuario para ambientar las tomas fotográficas. Además, recurría al empleo de fondos pintados para ambientar las escenas, como por ejemplo en la fotografía titulada ‘Musical party’ donde vemos un precioso fondo que representa diversos motivos vegetales y en lo alto de una especie de roca a un gallo. Los personajes que aparecen en las fotografías son en su mayoría actores que representan el papel asignado por el fotógrafo.

© Felice Beato
El resultado es altamente interesante desde un punto de vista sociológico, al establecer toda una serie de categorías sociales y profesionales que describen la sociedad japonesa: veremos jóvenes aristócratas, militares “satsuma”, médicos, conductores de carros para transportar personas tirados por ellos mismos, músicos, campesinas, monjas mendicantes, peregrinos, luchadores, etc. Se trata de una ficción de la sociedad, una estereotipación para el consumo occidental, en la que a partir de los referentes que Beato veía en su día a día, se iba construyendo un relato que narraba cómo era el Japón decimonónico.
Prueba de la construcción artificial de unas imágenes que describen una sociedad en su diversidad de formas y tipos será la repetición en sus fotografías de mismos elementos de atrezzo: una esterilla con diseños parecidos a un inmenso tablero de ajedrez, baúles, mesillas y sillas que se repiten…
Con imágenes de este tipo, Beato ayuda a consolidar en Europa una visión de Japón que permitirá a muchos occidentales contemplar, incluso viajar de una forma ideal, por un país seguro, apacible y tranquilo. Accesible para todos y sin el menor atisbo de peligro. Beato nos abre una exótica ventana a un mundo de fantasía, un mundo conceptualizado e interpretado a través de las lentes de un occidental, construido de acuerdo al gusto occidental, pues eran ellos a fin de cuentas los que compraban y consumían estos álbumes fotográficos.
Esta visión perdurará mucho tiempo, incluso después de la muerte de Beato, e instaurará una visión orientalista sobre las tierras del sol naciente. Una visión en la que el otro es visto de una forma edulcorada y libre de todo prejuicio, casi como un divertimento. Un adelanto de la supremacía moral occidental que sigilosamente se irá extendiendo por todo el mundo.

© Felice Beato