La selección de la Agencia Zoom este mes recae sobre el trabajo del fotógrafo Ignasi Prat, un fotógrafo que se fija en la relación de los espacios y los símbolos que en ellos colocamos. Con ‘Los vencedores’ retrata edificios heredados del franquismo con una presencia muy real en nuestros días. Un texto de Raúl Martínez.
¿Cómo premió Franco a su camarilla golpista? Regalándoles casa, palacios y fincas (algunas expropiadas), entre otros privilegios. ¿Por qué estos edificios no fueron devueltos a sus legítimos propietarios después del franquismo? Obsesionado por lo que Ignasi Prat denomina «la banalidad del mal», este fotógrafo invirtió cinco años para identificar dónde están y cuáles son las residencias de la élite franquista. En total son las casas de doce militares y cinco civiles, la flor y nata de los golpistas y sus esbirros. Cuidado: España es el único país occidental cuyo Estado aporta recursos a una fundación (Fundación Franco) cuyos objetivos es el enaltecimiento de la figura de un fascista. Este es un ejemplo de como la fotografía documenta un proceso de desmemoria con sutileza, elegancia y claridad.
Cuarenta años después del restablecimiento de la democracia en España persiste el sentimiento de que quizás las cosas no se hicieron tan bien como nos dijeron en la tan cacareada transición española. La impresión de que los responsables franquistas se fueron de rositas sin tener que responder por las atrocidades que cometieron sigue viva en una parte significativa de la población y esta falta de legitimidad institucional se hace patente en momentos de crisis política o económica como los que estamos viviendo en la actualidad.
Como metáfora de la impunidad de la que gozaron todos aquellos que, por arte de birlibirloque, se convirtieron en demócratas de toda la vida de un día para otro aparecen los palacetes, las haciendas y demás edificios que las autoridades franquistas se autoconcedieron y que, todavía hoy, pertenecen a sus herederos.
El fotógrafo catalán Ignasi Prat Altamira ha querido escudriñar en este pasado y el resultado es esta serie de fotografías que bajo el significativo nombre de ‘Los Vendedores’ presenta las casas de algunos de los máximos responsables de la dictadura.
Son diversos los sentimientos que despiertan estos edificios: la omnipotencia del Régimen, su gusto por lo ampuloso, su hermetismo y la indignación de ver cómo los responsables de la sublevación militar y el mantenimiento de un larguísimo régimen dictatorial lo dejaron todo atado y bien atado antes de soltar lastre y abrazar las instituciones democráticas.
Más allá del legítimo sentimiento de injusticia que despierta la historia de estas viviendas, también vehiculan la vigencia del poder que todavía sustentan los herederos del poder franquista. Estas viviendas se convierten así en el vivo testimonio de la impunidad más absoluta.
Las fotos y el planteamiento de Ignasi Prat también hacen evidente la ruptura generacional que se ha producido: si para los contemporáneos de la supuestamente modélica transición que vivió España se aceptaba esta inmunidad como un mal menor, para las generaciones ya crecidas en democracia, sin el miedo al retorno al poder de los militares, resulta inaceptable que los responsables de 40 años de represión, saqueo y abusos puedan gozar, aun a través de sus descendientes, de privilegios propios de una edad de dominio de una parte de la población sobre otra.
Tras un arduo trabajo de investigación, Ignasi Prat pudo localizar 17 de estas propiedades, entre las que se encuentran las pertenecientes a personas tan destacadas del Régimen como el propio Francisco Franco y su hermano Nicolás, pasando por miembros de la Junta Militar que dio el golpe o antiguos ministros.
El trabajo de Prat abre la puerta a diversas reflexiones, en torno a la impunidad y los privilegios de los miembros del Régimen y sus familiares, pero también en torno a la memoria histórica y cómo ha sido planteada en este rompecabezas llamado España.