Lupe de la Vallina es una de las fotógrafas más reconocibles del panorama nacional, tanto por sus retratos como por su actividad en las redes sociales. Empezó a dar a conocer su trabajo en JotDown y desde entonces no ha parado. Rubén H. Bermúdez charla con ella sobre fotografía, procesos creativos, belleza, feminismo o TDAH.
Lupe de la Vallina (Madrid, 1983) es una de las retratistas de referencia en el panorama editorial actual. Graduada en Comunicación Audiovisual en 2006, estuvo trabajando en diferentes empleos hasta que descubrió que sus fotografías podían ser un medio para ganarse la vida. Desde hace siete años e habitual ver sus trabajos para publicaciones como JotDown, El País Semanal o Yo Dona. Además ha publicado para medios nacionales e internacionales como Le Monde, Vanity Fair, GQ Italia o Sportweek.
Pero Guadalupe (que así se figura en su carnet) también es conocida, y reconocida, por ser una de las primeras estrellas de Twitter, donde es @Lupe_ a secas, y una instagramer @lupedelavallina de consulta obligada, tanto para seguir su trabajo, como para conocer por sus stories la trastienda y la parte oculta (aunque divertida) de la vida de un fotógrafo. Desde hace un tiempo también imparte cursos de fotografía e incluso se ha atrevido con una charla TEDx.
Me flipan tus retratos, ¿es lo que más te gusta hacer?
Muchas gracias. Sí, es lo que más me gusta.

© Lupe de la Vallina
¿Tienes intención de que tus retratos sean reconocibles?
Sí, tengo intención de que la autoría esté marcada, pero aún no sé qué es lo que marca mi autoría. A veces alguien me dice que ha visto una foto que pensó que era mía y que al buscar el crédito, efectivamente, ve que estaba en lo cierto. Me alegra.
No sé, hubo una época que me preocupaba mucho de eso. Y luego me he dado cuenta de que no vale la pena, que corro el riesgo de imponerme una estructura o generarme tics fotográficos que no me permitan evolucionar. No me puedo quedar en que mis fotos sean en blanco y negro, o que estén movidas o cualquier cosa así. Tiene que ser algo que dure a pesar de mis cambios.
¿Cuál es el proceso o estrategia que sigues para hacer un retrato?
En general lo marca el medio para el que esté trabajando. Hay medios con los que estoy durante la entrevista, quizá tres horas, y mezclamos fotografía y redacción. Sin embargo hay otros medios en los que esto está muy diferenciado y tengo que hacer las fotos por mi cuenta, apenas después de ver al redactor cinco minutos. Yo prefiero tener mucho tiempo, claro, y poder conocer el sitio donde voy a estar, ver a la persona, ver cómo se mueve, cómo gesticula, de qué humor está, qué tipo de carácter tiene, etc. Voy a hacerle posar, y esto probablemente no le guste, así que intento prepararme un poco antes, trato de documentarme sobre el personaje antes de tenerle enfrente.
Técnicamente intento no utilizar iluminación artificial, prefiero luz natural, me siento más libre. Hace poco llevé LEDs para retratar a Ouka Leele en su casa, me daba algo de pánico porque ella es una fotógrafa con mucho recorrido. Y no es que me sintiera cuestionada, pero sí que no podía mantener con ella «el secreto» de lo que estaba haciendo. Al principio me sentía más incómoda si había alguien mirando por detrás, como que no tenía la libertad de meter la pata… Pero a medida que pasa el tiempo, empiezo a verlo como una colaboración entre el que posa y yo, poco a poco estoy más abierta a que se me vean los borradores.

© Lupe de la Vallina
Una vez tenía que hacer un retrato a un famoso y había como veinte personas detrás. Me sudaban hasta las pestañas, fue horrible.
Desde luego, cuanto menos gente haya mejor. Si puedo, y amablemente, echo a todo el mundo del espacio donde estemos haciendo las fotos. Habrá gente que trabaje de otra manera, pero yo busco intimidad. La necesito para que se genere una complicidad. Está todo en nuestra contra porque no nos conocemos. Él o ella está cohibido, y es probable que tengamos muy poco tiempo. Si encima hay un montón de peña detrás opinando o justificando su puesto, el retrato será peor. Y si hay un ayudante que pueda echar a la gente por ti, siempre es mejor.
El secreto de lo que estas haciendo, que nadie te descubra…
Desde que comencé, me ha acompañado la sensación de fraude, eso que llaman el síndrome del impostor. Y bueno, ya he aprendido a llevarlo. A medida que pasa el tiempo, he visto resultados. Y que la gente que me contrata sigue confiando en mí y responde de una forma positiva, no puede ser casualidad. Esa sensación es inevitable, así que para luchar contra ella intento prepararme lo mejor posible. Quizá luego el mejor retrato salga de la improvisación pero, para mí, hay que tener un plan para luego poder saltárselo.
¿Crees que ser mujer tiene algo que ver con esto?
Seguramente. Soy mujer y también tengo TDAH. Nosotros llevamos mal las funciones ejecutivas, que son las que te permiten ser eficaz. Además tenemos muy mala memoria de trabajo. Eso hace que esté constantemente con la sospecha de que algo va mal, de que me ha olvidado algo, de que la cita era en otro momento, en otro lugar, de que me pierdo algo. Y hablo desde la experiencia, me pasa, me organizo mal. Para mí es una especie de milagro que algo vaya normal, así que en mi caso también se añade eso.
He visto imágenes tuyas hablando sobre TDAH.
Sí, me he tomado el TDAH como un activismo, porque creo que es un problema que está bastante extendido y muy poco comprendido. Hay un mito de que no es verdad y de que es una defecto en la educación de los niños. Sin embargo es real y los adultos tenemos una problemática importante para llevar una vida normal, para mantener un matrimonio, para mantener un trabajo, para educar a los hijos, para no caer en bancarrota, etc.

© Lupe de la Vallina
Afecta a todo, a cosas que identificamos como virtudes, como la fuerza de voluntad o como llegar a tiempo. Siempre pongo el mismo ejemplo, si te quieres levantar, y tienes las piernas rotas, por mucho esfuerzo que hagas no lo vas a conseguir. Y a nosotros nos pasa algo parecido con una parte del cerebro. El TDAH suele generar un problema de autoestima y de relaciones que hay que trabajar. Cuando hablo, trato de hacer entender de una forma más cercana cómo funciona, y de dar nociones de cómo relacionarse y ayudar a alguien con TDAH. Hay gente que se atreve a ir al médico después de una charla y es diagnosticada. Probablemente su vida cambie radicalmente a mejor, y me siento muy orgullosa de eso.
El conflicto como motor.
Yo trabajo desde mi herida, y me costaría trabajar de otra manera. A mí me llaman las obras de gente que trabaja desde su herida, porque hay un conflicto. Yo creo que el hacerte públicamente vulnerable, cuando has intentado toda tu vida no serlo, tiene un perfume de liberación. Te hace poderoso. Es más difícil que te ataquen y, creo, permites a otra gente mostrarse también vulnerable.
De todas formas mi herida o trauma desde donde parto no es solamente el TDAH, que también, sino la necesidad de infinito, la necesidad de belleza. Esa relación entre la infinitud de lo que deseas y lo finito de lo que vives.
La belleza, ¿eh?
Sí, es lo que busco siempre. Concretamente en mis fotografías no tiene por qué ser la belleza física de los modelos. Salen arrugas, ojeras y curvas, pero sí busco retratar cualquier sujeto desde una armonía que atrae la mirada. Creo que es una forma de llegar a todos, no sólo a los que saben de fotografía. Cuando uno se separa de los cánones de belleza establecidos introduce una complejidad, que me parece fantástica, pero dificulta su acceso, ahora mismo no es mi camino.

© Lupe de la Vallina
Tus redes son muy populares, yo te sigo y se te ve natural, real.
Es muy molesto controlar e intentar dar una imagen que no es la tuya, requiere una capacidad de autocontrol que yo no tengo. Además, ahora es como si todos tuviéramos un canal de televisión y somos responsables del mensaje que damos y del posible efecto que tengamos.
Por ejemplo, yo evito conscientemente relacionar la comida con la culpa o hablar de dietas, de la preocupación por el peso… O intento que se vea que la vida familiar, para mí, es tan intensa e interesante como la profesional. Esto lo reflexiono ahora contigo pero, en realidad, mis redes son lo que me sale. Empezamos siendo pocos y ahora que somos muchos. Es normal seguir siendo como antes, como que ya vengo lanzada. Creo que no podrían ser de otra manera.
Perdona que insista pero, ¿sientes que hay un techo como mujer en el mundo de la fotografía?
Yo no me he sentido en desventaja. De hecho, el retrato es una cuestión íntima y creo que a veces me ha venido muy bien ser mujer. Sí que los hombre de sesenta o más, a veces, se sorprenden de que les dé ordenes, pero finalmente acceden a lo que les digo.
Lo que no sé es si me ha afectado a nivel de contratos o de salario. No sé si hay hombres haciendo lo mismo que yo a los que les paguen más y, sobre todo, no sé si por el hecho de ser mujer ha habido puestos a los que no he accedido; a lo mejor en diez años veo que no he avanzado lo que otra gente. No lo sé, es posible.
¿Hay un secreto para poder vivir de la fotografía comercial?
Yo me siento una afortunada y no podría decir a los demás lo que tienen que hacer. En mi vida se han dado una serie de casualidades que he aprovechado. He tenido suerte, eso es indudable. Pero sí creo que hay que adquirir una mentalidad empresarial, algo a lo que los fotógrafos no solemos prestar mucha atención. Y tienes que ver quién paga, cuánto, y dónde. ¡¿Dónde está el dinero de gente dispuesta a pagar por fotografía?! Gran parte de mi trabajo es corporativo, son retratos corporativos, por ejemplo.
Y luego organizarse. A mí me ayuda mi marido, que es mi colaborador, para mandar, reclamar o cobrar facturas. El mejor fotógrafo puede no conseguir vivir de la fotografía simplemente por no gestionar bien las facturas. Igual te tienen que ayudar.
¿Cómo nos ves a los del fotolibro y todo este rollo?

© Lupe de la Vallina
Os veo como los más guays del patio. Mi aspiración es trabajar como artista, me gusta la idea de hacer foto porque estoy respondiendo a un mundo interior o por tener una idea del mundo sin la necesidad de que haya un encargo. Eso me flipa de vosotros. Y también que sois una comunidad, eso desde mi lugar no existe (o no la conozco), y veo que vosotros sí sois una comunidad.