La nueva ‘fotografía social’, es decir, la foto de bodas de toda la vida, se autodefine como fotoperiodística y libre de artificio. Pero Nacho Bueno reivindica el montaje y la escenificación como una forma válida para hacer un buen reportaje. Que sea ‘cuqui’, hortera o audaz ya depende del fotógrafo.

Hace unos años me planteé apostar en serio por los reportajes de boda. La intención de ganarme la vida con la fotografía la tenía desde hacía un tiempo y vi en este tipo de encargos la posibilidad de estabilizar mis ingresos. Supongo que esto le sonará a unos cuantos, ¿no? Bueno, pues ya son tres años en los que la fotografía de bodas ha sido mi principal dedicación profesional. Reconociendo que me queda mucho camino por recorrer, voy a contar algo sobre mis experiencias, reflexiones y perspectivas.

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© Nacho Bueno Gil

Me ha ocurrido ya varias veces que en sitios como el Seminario de Fotografía de Albarracín, por ejemplo, cuando digo que hago bodas la respuesta es: “claro, encargos alimenticios”.  A mí, como me suena un poco a rollo mercenario respondo que sí, que alimenticio, pero que también me mola, que le voy pillando el gustillo y tal. Y es que en realidad en la boda hay muchas posibilidades de buscar y añadir el aporte personal. Igual no tantas si lo que quieres es renovar el lenguaje fotográfico, trascender, etc. Pero bueno, sí para disfrutar de la fotografía. La boda es además una buena escuela para la mirada, son diez horas sin apenas bajar la guardia, todo un reto. A mí personalmente me motiva no sólo el aspecto visual y documental, sino también otros matices en los que yo intervengo y que tienen que ver en general con el humor, ingrediente lubricante donde los haya, importante para mí dentro y fuera de la fotografía. Hay cosas que me motivan menos, pero uno se adapta o las va llevando.

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© Nacho Bueno Gil

Recuerdo que cuando empecé alucinaba con los textos que acompañaban a los post de las bodas de muchos fotógrafos. Cuando los leía pensaba para mis adentros: “pero escribir esto, ¿en verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación…?”. Todo era maravilloso, genial, increíble. Como cuando decía Homer Simpson en aquel genial capítulo que era el hombre mágico, del país feliz, de la casa de gominola, de la calle de la piruleta. Pero aquí sin sarcasmo. En los textos de los que hablo la pareja de novios solía ser la más maravillosa del mundo. Circunstancia que automáticamente dejaba a la pareja del anterior post en segunda posición mundial, y así sucesivamente.

No me cuadraban esas cuentas y me daba cierto repelús o pereza ponerme a ello. Pero el caso es que, al final, parece que hay que escribir texto acompañando el trabajo, y no sólo para ser leído por los protagonistas y futuras parejas casaderas, también para que los robots de Google entiendan de qué va tu blog y te posicionen en el buscador. Y bueno, qué duda cabe que uno se mete de lleno en este día tan importante en la vida de la pareja y les acaba cogiendo cierto cariño. Confesaré que hace un año, cuando yo creía que estaba siendo equilibrado y relativamente contenido en mis textos, mi cuñada me dijo durante una comida familiar: “Oye Nacho, ¿no es un poco ñoño eso que escribiste en tu blog el otro día? No te pega…”.

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© Nacho Bueno Gil

Supongo que a estas alturas todo el mundo está al corriente de lo que llaman nueva fotografía de bodas. Se viene haciendo en los últimos 8-10 años e incorpora la novedad de la intención fotoperiodística y la búsqueda de imágenes de pura fuerza visual a otros ingredientes más clásicos como la dirección del fotógrafo. Los trabajos de muchos fotógrafos de referencia me parecen muy buenos, la verdad. Son como águilas en la boda, que escanean cada rincón en busca de la luz. Por hacer alguna crítica, yo diría que para mi gusto suelen ser fotos, salvo excepciones, que transmiten lo mismo en el primer vistazo, como a los diez segundos o a los dos días. Contundentes pero evidentes, con poco misterio, vaya. Pero claro, eso es lo eficaz y lo que llega al cliente. Nada que objetar, de hecho yo también busco esas fotos, dentro de mis posibilidades.

Me llama la atención cómo describen esta nueva fotografía de bodas los portales más punteros, asociándola al fotoperiodismo como si éste fuese el sumun, el colmo de lo auténtico, como si huir del artificio fuese lo más. Luego, cuando veo las fotos que ellos premian o los portfolios de muchos fotógrafos, a mí sinceramente este discurso no me cuadra, o no del todo. A ver, puede ser que la mayor parte de las fotos que entregues al cliente sí que sean puramente documentales, pero luego al hacer el portfolio predominan las más visuales, y lo son porque en muchas de ellas tú has dirigido la escena con la pareja o invitados, has buscado la luz, el entorno, has dirigido el gesto, etc. No entiendo qué problema hay con reconocer esa calculada dosis de intervención (a veces no muy evidente).

La boda no es un conflicto armado, de hecho es más bien una gran puesta en escena en sí misma. Cualquier teórico del lenguaje fotográfico actual va a reconocer que fotografía y artificio van de la mano y que es en ese baile entre realidad e irrealidad donde está la miga. Existen mil formas diferentes de intervenir durante la boda que tienen que ver con la mirada de cada fotógrafo. El artificio puede darte una sorpresa visual, puede ser ingenioso, aburrido, sutil, evidente, espontáneo, hortera, surrealista, exagerado, divertido, pastelón, elegante… y al final marca más diferencias entre unos fotógrafos y otros que la destreza o mirada fotoperiodística. Es por eso que yo, aquí en clavoardiendo, exclamo: ¡viva el artificio, pardiez!

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© Nacho Bueno Gil

Momento de inevitable intervención es cuando llegan las fotos de pareja, fuera del ajetreo de la boda. Imprescindible en cualquier reportaje y todo un reto de dirección escénica, incluso cuando das a la espontaneidad e improvisación el espacio que, por lo menos para mi gusto, merece. Mi impresión aquí es que abunda el arrumaco tierno, servido a contraluz con frecuencia. No me parece muy imaginativo, yo le encuentro un aire como a fotografía publicitaria o de moda, y me recuerda a lo de los textos de antes. A ver, funcionar parece que funciona, por lo menos por ahora.

Recuerdo una ponencia de neuromárketing en BodaF, gran congreso de fotógrafos de boda organizado por UnionWep en Madrid. Nos explicaban la forma en la que toman decisiones los clientes de hoy en día: intuición y emociones. Nos decía el ponente que tenemos como tres cerebros superpuestos. En el exterior el humano, más reciente y racional; después el de mamífero, más emocional; y dentro de éste, por último, el de reptil, el más antiguo e instintivo. Entonces, según el ponente, aunque nos parezca que tomamos decisiones racionales al elegir el fotógrafo de nuestra boda, en realidad son excusas para satisfacer la decisión emocional del cerebro de mamífero, o el instinto del reptil interior. Cada uno que saque sus propias conclusiones.

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© Nacho Bueno Gil

Hay más cosas que no entiendo. La utilización de términos en inglés, la mezcla de fotos en color y blanco y negro, los filtros a discreción. Quizás con el tiempo alcance a comprender esto. Entonces quizás me ponga a ello, no lo descarto.

Me voy a permitir hacer una referencia a los fotógrafos de bodas de Zaragoza. ¿Es una impresión mía o es allí donde más buenos fotógrafos de bodas hay por habitante? La lista es muy larga. A ver, que aunque yo ahora viva en Peralta (Navarra), soy zaragozano y son a los que más conozco. Estoy intentando ser objetivo, de verdad, así que si alguien quiere confirmar o rebatir mi comentario que lo haga, por favor. Me estaba preguntando que quizás tenga que ver con que en Zaragoza funciona el único centro público y gratuito de formación no sólo técnica para fotógrafos profesionales (el Centro de Tecnologías Avanzadas). Y no sólo por eso, me da que casi más importante es que ha sido un lugar de encuentro donde los fotógrafos han estrechado lazos para luego quedar a echar unas cervezas y unas risas juntos. Consecuencia: se conocen, se respetan, se ayudan, se pasan clientes entre ellos… la calidad aumenta y los precios no bajan.

Esto de los precios sospecho que es un tema delicado, he escuchado a fotógrafos de diferentes sitios quejarse de la situación. Supongo que el mercado está ya más bien saturado a estas alturas y tienes que destacar para salir del barullo. Y destacar no sólo con la propuesta fotográfica, también con un marketing depurado y eficaz. Está la opción de los portales de servicios de boda, que incluyen la fotografía. Y aquí, como en cualquier mercadillo, el precio y tus habilidades de comercial me temo que son determinantes.

En fin, que en la fotografía de bodas hay tema creativo, yo creo que más del que parece. Y no sólo ha cambiado a lo largo de estos últimos años, sino que también tenemos recorrido para que siga evolucionando. ¿No creéis?
¡Salud!

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© Manuel Bono