La fotógrafa vasca Miren Pastor es la encargada de calentar el ambiente de cara al Baffest, el festival de fotografía de Barakaldo. Su proyecto, ‘Bidean’, ya se puede ver a las afueras de la ciudad, adelantándose a una programación que se presentará mañana. Baffest es un festival dedicado a las fotógrafas, y en esta primera edición cuenta con nombres como Cristina García Rodero, Cristina De Middel, Lurdes R. Basolí o Helena Goñi. Iban Muga se estrena en Clavoardiendo con una crónica personal sobre ‘Bidean’.

“Para mí ha sido un reto”, me dijo Miren Pastor. Hacía unos pocos minutos que nos habían presentado y era prácticamente la primera frase que intercambiábamos. “Un reto el elegir bien qué imagen va en qué lugar –aclaró–, saber retirar de la exposición aquellas fotografías que se mezclan demasiado con la propia naturaleza o colocar determinadas obras en el lugar preciso según la luz que entra en el camino”. Se le notaba emocionada hablando de las fotografías, comprometida con su trabajo, sincera.

He de reconocer que cuando me propusieron escribir sobre el proyecto ‘Bidean’ de Miren Pastor y la exposición que puede visitarse dentro del festival de fotografía Baffest de Barakaldo, me entró un miedo escénico que hacía tiempo que no sentía. El lector tipo al que iría dirigido –con altos conocimientos de fotografía y que en su mayoría ha oído y leído mucho sobre este proyecto– unido al hecho de que debía intentar plasmar en papel buena parte de las emociones que siento cuando veo el trabajo que compone el proyecto de Miren, convertía este artículo, precisamente, en un reto.

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© Miren Pastor

Con esa responsabilidad en la mente, acudí a la cita que los medios de comunicación teníamos con el festival Baffest con motivo de la presentación de la exposición de Bidean, pero no me costó mucho tiempo darme cuenta de que quizás era un reto demasiado grande para mí. ¿Cómo contar una décima parte de la atmósfera que allí se estaba creando? Me encontré con una muestra que se ajusta literalmente a la definición de “excepcional”. Una exposición compuesta por doce fotografías distribuidas en un paraje natural, en un recorrido a pie de tres kilómetros y medio, en el barrio de El Regato, el pulmón del segundo municipio más poblado de Bizkaia.

Es la primera ocasión en la que una exposición del proyecto Bidean incluye fotografías de las tres partes de las que se compone el mismo: del primer ‘Bidean’, unido a la luz, al bosque y a la adolescencia; del segundo ‘Bidean’, más rocoso, más abrupto, el del camino cambiante; y del tercer ‘Bidean’, el que desembocará en el mar. “La naturaleza es importante en el proyecto”, cuenta Miren. Iván del Rey de la Torre, teórico del arte y uno de los pilares del proyecto, lo resume con maestría: “Los tres peldaños que constituyen Bidean son alegoría de una perfecta comunión: el humano que es Naturaleza y la Naturaleza que tiene una parte humana; los ciclos son compartidos, cualquier cambio que afecte a una parte afecta a la otra”.

Una exposición en la que todo puede parecer azaroso, pero nada lo es. Cada fotografía tiene un emplazamiento bien escogido, un espacio perfectamente seleccionado, consecuencia del trabajo conjunto entre la autora y el equipo de Estudios Durero. La luminosidad cambiante, el gran tamaño de las imágenes, su orden, la distancia al camino, la accesibilidad, el mínimo impacto en el entorno… todo ello debía tenerse en cuenta para que la atmósfera creada tuviese el efecto deseado.

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Miren Pastor @ Roberto Villalón

A Miren Pastor la escuela de fotografía BlankPaper le cambió la vida. Fue precisamente el director de la misma, Fosi Vegue, quien le dio la pauta para que tradujera el título del proyecto, inicialmente en inglés, al euskera: Bidean. En camino. Qué mejor nombre para un trabajo que cuenta un proceso en marcha, una transformación. “Es un proceso sorprendente; el proceso se ha convertido en el proyecto, es un proyecto-río”, cuenta Miren.

‘Bidean’ nacía en el año 2011, con las fotografías que realizó al mundo adolescente que tan cerca tenía, con su hermano menor Ander como principal eje. Según nos dice, aunque marcó el inicio del trabajo, “el objeto del proyecto no es hacer protagonista a mi hermano, sino que mi intención es hablar de conceptos universales”.

Durante el paseo por la muestra Miren está atenta a todo lo que sucede a su alrededor. Denota una curiosa mezcla de expectación, incertidumbre y seguridad. Aprovecha las diferentes paradas que la prensa gráfica necesita para la toma de imágenes, para contarnos la historia que encierran las fotografías. Da la sensación de que podría diseccionar cada una de ellas hasta extraerles todo el néctar que contienen.

Nos habla de la imagen que considera la foto-semilla y de cómo un mismo retrato es tomado en el mismo lugar cuatro años después; nos habla sobre el paraje en el que una de las fotografías está tomada y de cómo cuando volvió poco tiempo después el agua había anegado el lugar y el motivo fotografiado había desaparecido por completo; nos da detalles de la obra icónica del primer Bidean y de la complejidad de su montaje en esta muestra; nos explica que en todo el recorrido solamente hay dos imágenes que pueden verse a la vez, que pueden dialogar entre ellas, un juego comunicativo entre la línea marcada por el agua en la propia roca y la línea de corte que marca el pecho de la imagen de su hermano Ander, ubicada apenas a unos metros de distancia. Cuenta cada una de las historias fijando su vista una y otra vez en las imágenes, como si ella misma estuviese descubriendo sus propias fotografías en ese preciso instante.

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© Miren Pastor

‘Bidean’ tomó forma tres años después de su nacimiento, en 2014, con la publicación del primer libro de la trilogía que compondría la primera fase del proyecto y como esencia de la exposición que Miren realizó en la galería Gema Llamazares de Gijón. Un libro en el que predomina el verde, el bosque, la luz y la adolescencia. “Un rayo de sol, una nueva fuente de luz, una ráfaga de aire, de viento, crean una nueva experiencia”, nos explica. “Cualquier mínimo cambio afecta a la naturaleza, tal y como sucede con ese periodo tan inestable como es la adolescencia, un periodo de total incertidumbre”.

La segunda parte del trabajo se publicaría un año más tarde, en 2015, y tal y como sucedía con el primer libro, este segundo ‘Bidean’ era la base de la exposición que la artista realizó en la Sala Amárica de Vitoria-Gasteiz. Un trabajo que en esta ocasión tenía la roca como protagonista principal. Piedras, riachuelos, Pirineos, riscos. Esos adolescentes que formaban parte del primer paso del proyecto, crecen, y tras cuatro o cinco años de convivencia con ellos sufren una transformación, lo que hace que irremediablemente ‘Bidean’ también se transforme. “Una vida que ya no es tan bonita como antes”.

La trilogía que cerrará esta primera fase de ‘Bidean’, tendrá el mar como principal protagonista. “Todo desciende y tiende a terminar en el mar”, nos dice con su sonrisa perenne, para a continuación recalcar que es la primera vez que se juntan en una misma muestra las tres partes que conforman el proyecto.

El fotolibro es la base que utiliza Miren para dar a conocer su trabajo, “una ayuda para poder estructurar el proyecto”, nos asegura. Cada uno de los libros que conforman ‘Bidean’ tiene dos particularidades: por un lado, la doble función de libro y recurso expositivo, ya que “al unir dos libros desencuadernados con las coordenadas indicadas y colgar los dípticos sobre la pared, podremos ver un mosaico formado por un paisaje que representa las características de cada etapa junto a las fotografías principales”. En el primer libro, el mosaico mostraba la imagen de un bosque; en el segundo, el paisaje rocoso; en el tercero, nos espera el mar. La otra particularidad, en este caso extrapolable a todos los soportes en los que se puede disfrutar el trabajo –exposición, web, soporte audiovisual y, por supuesto, libro– es que van de la mano de los textos metafóricos de Iván del Rey de la Torre, unas narraciones que te arrastran más adentro aún del universo Bidean.

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© Iñaki Andrés

Nos cuenta Miren que le encanta ver la reacción del paseante, de la gente menos relacionada con la fotografía de autor. Le gusta que se paren, que miren la imagen, e incluso la fotografíen y la envíen a otras personas a las que causará otra reacción quizás muy diferente.

El paseo se convierte por momentos en un juego. Según vas caminando te preguntas cuál será la siguiente fotografía, si estará tras la siguiente curva o algo más adelante, si se encontrará entre árboles o a pie del propio camino, si en ese momento estará más iluminada por los caprichos del sol o sometida a una leve penumbra. Hay instantes en los que estás tan atento a las imágenes, tan embebido en ellas, que casi se pierde la noción de cuál de los dos estaba antes y te preguntas si es la exposición la que ha sido incorporada al camino o, por el contrario, es éste el que ha llegado más tarde con el único fin de formar parte de ‘Bidean’.

Se trata de una exposición cambiante, casi efímera. La luz, el aire, la temperatura, el sonido de los pájaros, no será la misma hoy que mañana, no será igual a la ida que a la vuelta del camino y casi con toda seguridad no será la misma apenas unos minutos después de dejar de mirar la imagen. Una clara muestra de que un pequeño cambio en el entorno modifica las sensaciones del espectador, fue el hecho de que en el momento en el que nos hablaba sobre una de las fotografías de la exposición, el sol se abrió paso tímidamente entre las nubes y lo que teníamos frente a nosotros varió completamente. Parecía como si la fotografía, en pocos segundos, cobrase vida. Aunque, a decir verdad, viendo la confianza con la que Miren nos hablaba de ‘Bidean’ y la pasión con la que miraba sus fotografías, me entran dudas de si fue el sol el que entró en la escena o fueron sus ojos ilusionados los que iluminaron por un instante la imagen.

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© Iñaki Andres

Tras vivir la experiencia del recorrido y sentarme frente al ordenador, me doy cuenta de que mi reto sigue ahí. No ha desaparecido la responsabilidad de hacer sentir al lector una mínima parte de lo que yo siento cuando abro un libro de Miren, el tacto y el olor de sus páginas, el encontrarme en el camino con una fotografía de dos metros que no deja de mirarme mientras me acerco a ella, la envoltura de la propia naturaleza, de la luz, del sonido de los pájaros durante el camino. Lo intento varias veces, pero como no podía ser de otra forma fracaso estrepitosamente y la papelera de reciclaje va llenándose irremediablemente con borradores desechados.

Mientras apago el ordenador intento convencerme a mí mismo, sin demasiado ímpetu, de que mañana será otro día y que quizás la inspiración llame a la puerta. Nada más acostarme y apagar la luz me vienen dos frases a la mente. Una, la que dijo la propia Miren durante el paseo y que lleva martilleándome en la cabeza desde entonces: “Denbora behar da guztia ulertzeko” / “Hace falta tiempo para comprenderlo todo”. La otra, del propio Iván: “Las fotografías de Pastor son como el nerviosismo de los animales y de las plantas a finales de febrero y principios de marzo, simplemente”. Es entonces cuando me doy cuenta. ¿Se puede definir Bidean de una manera mejor que con estas dos frases? Imposible. Definitivamente, imposible.