Desde hace semanas el caso de la desaparición de Santiago Maldonado estremece Argentina, llegando incluso a los medios internacionales. El suceso vuelve a poner de penosa actualidad los casos de desaparecidos, tanto en las dictaduras, como en las democracias corruptas. Y ante la impunidad del estado, la imagen se convierte en un arma poderosa, no sólo para el recuerdo, sino como forma de combatir estas acciones. La fotografía como herramienta política y resistencia. Un artículo de David Schäfer.

Recientemente, en Argentina, cientos de miles de personas salieron a las calles de todo el país a marchar por la aparición con vida de Santiago Maldonado, un joven artesano que se solidarizó con la lucha que mantienen los Mapuches. Estos pueblos originarios de la Patagonia argentina y chilena reclaman, desde hace muchos años, las tierras que les fueron usurpadas y luego vendidas, entre otros, a Carlo Benetton, quien cría allí sus ovejas para hacer las telas de las prendas que comercializa en distintas tiendas alrededor del mundo.

Según varios testimonios, el 1.º de agosto, Santiago Maldonado formaba parte de un grupo de personas que reclamaba por la liberación del dirigente Facundo Jones Huala, líder de la comunidad, que había sido detenido el pasado 28 de junio, por un pedido de captura de la justicia chilena. La Gendarmería  recibió la orden de reprimir y abrió fuego contra los manifestantes que salieron corriendo y, en su desesperación, no encontraron otra alternativa que cruzar un río para escapar de los militares. Todos se lanzaron al agua, salvo Santiago, que no sabía nadar.  A los pocos minutos, varios testigos observaron cómo los soldados de la Gendarmería lo llevaban detenido en un vehículo de la fuerza. Sin embargo, cuando sus familiares y sus amigos fueron a buscarlo, los gendarmes les informaron que ellos no habían detenido a nadie y que desconocían su paradero. Pese a los reclamos, los responsables de la represión no demostraron gran interés en buscar a una persona que hasta el momento de la violenta represión estaba viva y gozaba de buena salud.

A los pocos días de su desaparición y ante el silencio del Estado, comenzó a circular una imagen de Santiago con el texto: “¿Dónde está Santiago Maldonado?”. La foto en las redes sociales fue el disparador de un sinnúmero de acciones de la gente que se solidarizaba con la causa, porque entendían que Maldonado nos falta a todos. “Él no desapareció; lo desparecieron”, “La Gendarmería se lo chupó”, entre otros semejantes, son algunos de los señalamientos que más se repiten.

Las imágenes difundidas de Santiago no tienen gran similitud con las de los desaparecidos que vemos en los estandartes en las marchas del 24 de Marzo o en los juicios de lesa humanidad ni con la fotos que se exhiben en los sitios de memoria; sin embargo, persiguen el mismo objetivo: hacer visible la desaparición.

Aquellas fotos de los setenta, tal como lo explica Ana Longoni (‘Fotos y siluetas…’, 2010), habían sido extraídas del álbum familiar o del documento o cédula de identidad. A través de las primeras, se dejaba constancia de un lazo familiar; se mostraba a los desaparecidos compartiendo momentos con sus seres queridos. Las que provenían del DNI o de la cédula, en cambio, eran registros más impersonales, puesto que esas fotos tenían un fin específico: exhibir los rostros para la vigilancia y el control por parte del Estado.

Sin embargo, explica la autora: «El hecho de que las Madres y demás familiares elijan esas fotos subvierte o toma distancia de su origen en la burocracia estatal, y tiene el efecto inesperado de interpelar al propio Estado desaparecedor, en tanto antes cumplió el rol de Estado identificador, otorgó un documento de identidad y registró a las mismas personas que luego desapareció y de las cuales además niega su existencia».

La foto de Santiago Maldonado, en cambio, parece extraída de un red social e impone un presente con resabios de un pasado que nos estremece.

Esta imagen constituyó un punto neurálgico a partir del cual se desataron un sinnúmero de acciones que sin ella no hubieran tenido lugar. De modo espontáneo y con la fuerza del compromiso de quienes clamaron desde el primer momento por su aparición, se fueron sucediendo hasta instalar el tema en los medios hegemónicos. Un profesor lo nombró en la Universidad, mientras tomaba asistencia: “Maldonado, Santiago… ¿Santiago Maldonado?”, volvió a insistir. Lo que condujo a la respuesta de los estudiantes: “No está”. Un médico se asomó al pasillo donde esperaban varios pacientes para ser atendidos y preguntó: “Santiago Maldonado ¿está?”. Mientras, en las redes sociales, usuarios de todo el país escribían su nombre e informaban dónde estaban, para luego preguntar por el paradero de Santiago Maldonado. Hasta el prestigioso intelectual estadounidense Noam Chomsky pidió por su aparición en su cuenta de Instagram.

¿Dónde está Santiago Maldonado? #UnMesSinSantiago https://t.co/Tb5vW408BR

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Algunos fotógrafos aprovecharon el momento para retomar acciones que habían hecho en el pasado para pedir por la aparición con vida de otros desaparecidos. Gabriel Orge obtuvo el Primer Premio del Salón Nacional de Artes Visuales en 2015 con la obra ‘Apareciendo a López en el Río Ctalamochita‘. La imagen ganadora surgió del registro que realizó cuando proyectó un retrato de Julio López sobre los árboles que están en uno de los márgenes del río. López fue un testigo importante en un juicio por crímenes de lesa humanidad que, en plena democracia, luego de aportar un testimonio clave para la detención del ex Jefe de la Policía bonaerense, fue desaparecido, presuntamente por miembros del grupo de tareas que comandaba el ex funcionario.

Orge había comenzado su obra proyectando, a gran escala, la imagen de López sobre la pared lateral del edificio que tiene frente a su casa; sobre ese mismo muro, proyectó ahora la imagen de Santiago. Por medio de esta acción, señala Julia Amarger (‘El otro retrato…’, 2017), intervino el espacio público por un tiempo suficiente como para que los transeúntes interactúen con la obra: observándola, fotografiándola y compartiéndola a través de las redes sociales, para que, una vez apagado el proyector, la imagen sobreviva en la memoria de quienes dialogaron y dialogarán con ella.

Al cumplirse un mes de la desaparición de Maldonado, la foto que circulaba por las redes se materializó en miles de estandartes fueron llevaron por las calles de todo el país en multitudinarias marchas. En Buenos Aires, al final de la convocatoria, cuando los manifestantes se retiraban a sus casas, se registraron una serie de confusos incidentes que, según la versión oficial, habrían sido ocasionados por las personas que participaron de la marcha. Sin embargo, las imágenes tomadas por los fotógrafos que cubrían la manifestación aportaron otra versión de los hechos.

© Martín Katz

El fotógrafo Martín Katz nos describe el momento en que comienza la represión policial: «Ya se había ido gran parte de la gente, pero todavía había mucha que seguía en la plaza; había familias… La gente estaba descansando un poco luego de la jornada tan larga. De repente, empecé a escuchar motocicletas; empecé a escuchar cómo venían acelerando bastante las motos y, entonces, apareció Infantería».

Martín hizo un recorrido por la plaza para ver desde dónde venía las motos policiales y los “itakazos” –como denomina él a los disparos efectuados con la itakas– hasta quedar en un sitio apropiado para tomar fotos: «Yo quedé por detrás de ellos [los policías de Infantería] un poquito a la distancia y viendo qué pasaba, con mucho nervio; con mucha inquietud veo que todos estaban parapetados y empezaron a llegar policías de otros lados que estaban de civil, sin identificación, vestidos con jean. Yo veo que del otro lado había manifestantes tratándose de oponer a este acto arbitrario de la Policía que había venido sin ton ni son a amedrentar lo que había sido un marcha pacífica; veo que [los manifestantes] van a desplegar un cartel de Santiago y, entonces, me pongo por detrás de ellos porque ahí vi la foto».

En la imagen que tomó en la esquina de Avenida de Mayo y Bolívar, vemos entre los policías a una persona con sudadera y capucha gris, que lleva un chaleco de policía puesto encima, en el extremo inferior derecho. La hipótesis de que a los disturbios los provocaron infiltrados cobra aquí una especial trascendencia, ya que esta imagen podría confirmar las sospechas. La fotografía no solo nos permite constatar que el policía de civil estaba allí, sino que es capaz de decir, declarar, denunciar, a partir del acto fotográfico que la constituye, lo que Martín pudo ver. El fotógrafo publicó la foto en Facebook con la intención de que “sirva para que la gente se pregunte un poco qué está pasando”.

La represión terminó con treinta y una personas detenidas, que fueron liberadas a los dos días por falta de pruebas e irregularidades en el procedimiento de detención. Entre ellas, algunos fotógrafos y periodistas. En un video difundido por la página de Facebook Historias Ciudadanas, se puede escuchar a los mismos fotógrafos que grababan las detenciones decir con desesperación a los detenidos que subían al camión policial: “¡Gritá tu nombre!”. En los setenta, cuando las personas eran abordadas en la calle por la Policía, decían a viva voz quiénes eran por miedo a ser desaparecidos y para que sus familiares se enterasen pronto y los reclamaran. Esta triste expresión sobrevive en la actualidad, pero ahora acompañada por infinitas imágenes que se encargan de testimoniar el origen de esas voces.

Contra la desaparición, las imágenes. Las fotos y los videos no solo proponen un ejercicio de memoria, sino que también promueven la construcción de diferentes estrategias para enfrentar el presente. Las imágenes son un medio y nunca un fin en sí mismo; sobreviven al tiempo y pueden servir como vehículo para un cambio. Si bien sabemos que no podemos confiar completamente en lo que muestran, comprendemos que tampoco podemos prescindir de ellas. Allí donde las palabras no llegan, las imágenes ofrecen un testimonio visual, a medio camino entre las certezas y las dudas, que nos obliga a tomar posición.

Santiago desaparece en democracia durante una violenta represión de Gendarmería ordenada por el Gobierno. Este hecho golpea tan fuerte a los argentinos como para despertar el miedo a las desapariciones de los años setenta. Es allí cuando las imágenes, como disparadoras de acciones, emergen para poner voz a los silencios y materializar el interrogante: ¿dónde está Santiago Maldonado?

© Gabriel Orge