Diccionario (muy personal) de la creación fotográfica

Yo lo tengo claro: cuando alguien me dice que le da absolutamente igual lo que digan de sus fotos, empiezo a sospechar. Cuando algo nos deja indiferentes, entonces pasamos de ello. No hacemos fotos porque nos dé lo mismo, sino porque nos va la vida en ello, vivamos o no de las imágenes realizadas. Las fotos no se hacen porque necesitemos “congelar” la realidad, rememorar un hecho concreto o vivir más intensamente una experiencia (que también). Hacemos fotos porque, igual que la mayor parte de los seres humanos de este planeta, necesitamos comunicarnos con los demás, y es a través de las imágenes que lanzamos nuestros mensajes con la esperanza de que alguien los recoja y conteste.

Para la psicología, el ego es la entidad psíquica a través de la cual la persona se reconoce como “yo” y es consciente de su propia identidad. Definiciones de ego hay varias, pero esta nos sirve para comentar que, igual que la memoria visual del fotógrafo se edifica en gran parte gracias a las imágenes de los demás, la imagen que tenemos de nosotros mismos la construimos gracias a la retroalimentación de aquellos que nos rodean. La identidad personal es una construcción basada en lo que creemos que somos a partir de lo que los demás piensan de nosotros. Uno de convierte en fotógrafo –o en una clase u otra de autor– dependiendo de lo que las personas con las que interactúa (fotógrafos o no) opinan de él o ella.

Todo esto para decir que no me creo que haya gente que exponga su obra y le de igual lo que opinen de ese trabajo los espectadores. Las imágenes que con tanto empeño creamos se exhiben precisamente para acercarnos a los demás, para entablar un tipo de relación que de otra manera sería inviable, para averiguar qué clase de fotógrafos somos, para confirmar lo que pensamos acerca de nosotros mismos como personas y como creadores, para recibir afecto… Debido a su engreimiento, Narciso fue castigado a enamorarse de su propia imagen, lo que le llevó a ahogarse en el agua persiguiendo su misma belleza. Nadie debería llegar tan lejos, así que algo tan sencillo como saber que todos tenemos ego, que a todos nos gusta que nos adulen, que nuestras fotos las exhibimos para comunicarnos con los demás, aprender a encajar las críticas y tener siempre los pies en el suelo. Oscar Wilde dejó escrito que “un hombre que no piensa en sí mismo, no piensa en nada”. Parece ser que no hay nada más normal que pensar en uno mismo.

Ilustración: Josemaría Passalacqua sobre copia de la obra de Ligier Richier, ‘Cadáver de René de Chalon’ (circa 1545). Esta obra se encuentra en el contexto de la exposiciónCanon’ de Mateo Maté, desde el 19 de mayo hasta el 23 de julio de 2017 en la Sala Alcalá31 de Madrid. Fotografía de Paco Gómez.