“De cada 10 filmes que sueño, ruedo uno”[1]. El cineasta José Luis Guerín lo expresa con naturalidad, como si fuese lo más normal del mundo. Como si la lógica consistiese en soñar 100 para conseguir solamente 10. Pero el cine no es el único arte donde se imagina mucho más de lo que se consigue. Hay que remontarse a mediados del siglo pasado para encontrar a un fotógrafo sostener que una docena de imágenes significativas al año era una buena cosecha. Habrá quien piense que, con semejante afirmación, Ansel Adams era pesimista, pero el paso de los años y la edad me han convencido para que termine viendo al gran paisajista de San Francisco como un gran optimista.
El acto fotográfico, y todo lo que conlleva, está repleto de quimeras. Sueños que perseguimos con ahínco para divisar quizá unos pocos, rozar un puñado y lograr, si llega, alguno de ellos. Una quimera podría ser lo que queremos alcanzar con la realización de imágenes. La segunda sería aquello que deseamos atrapar en nuestra obra. La tercera podría ser el mensaje que anhelamos hacer llegar a los demás. Una cuarta consistiría en la cantidad de público que deseamos para nuestra obra. Las críticas soñadas podrían ser la quinta. Tenemos, además, las expectativas sobre el reconocimiento, el valor de mercado, la difusión alcanzada y/o la independencia creativa lograda. Esperanzas que nos ponen en marcha, activan nuestra energía, disparan ideas nuevas y evitan, a veces, que tiremos la toalla. Ilusiones gracias a las cuales soportamos numerosas tormentas con tal de poder disfrutar en algunos momentos de un sol cálido y apacible.
Sigamos con Guerín: “Ser cineasta es una manera de relacionarte con el mundo, y no solo consiste en filmar”. Lo mismo podríamos decir del realizador de fotografías. Ser fotógrafo no puede consistir únicamente en hacer fotos. Sería absurdo. Consiste en sentir, elucubrar, percibir, comparar, recordar, desechar, analizar, cuestionar, perseguir. Vamos a dejarlo claro: ser fotógrafo consiste, por encima de todo, en soñar. Y luego, si acaso, todo lo demás.
[1] El País, 31 de diciembre de 2015, pág. 30.