Miss Beige, el personaje creado por la periodista, actriz y artista Ana Esmith, se ha convertido en un fenómeno en redes. Muchas publicaciones han dedicado páginas y entradas a este callado y misterioso personaje. Los días 26 y 27 de enero, Miss Beige hará acto de presencia en la Juan Gallery de Madrid para desafiar a los asistentes y cuestionarlos sobre el uso del selfie en las redes sociales. Una buena excusa para charlar con Ana Smith (pues Miss Beige no habla).

Ana Esmith es una performer y periodista madrileña que vive a caballo entre Londres y Madrid. Su formación periodística y teatral le han servido para crear a Miss Beige, su proyecto más reciente. Beige es una mujer hierática, pero atrevida, enfadada con el mundo, pero de gran corazón. Una performance que se desarrolla sobre todo en las redes sociales y que reciéntemente recopiló en un fotolibro.

Miss Beige, tal y como describen en la convocatoria de la Juan Gallery, «surge como la heroína de la normalidad, sin capa ni mallas ajustadas porque sabe que su vestido, bolso y guantes de color beige pueden destruir toda la vanidad que le rodea, ya que ella posee lo más valioso, amor propio y dignidad. Hasta el día de hoy, las heroínas femeninas siempre han sido plasmadas como objetos sexuales y no como seres osados. Este hecho ha provocado que la mujer no se sienta libre a la hora de jugar con su imagen. Así que esta pescadilla que se muerde la cola nos tiene abocados a una desigualdad eterna. Ante ello Miss Beige grita: ¡Abajo el género! ¡Arriba el beige!».

Fue mi amiga Almudena la que un día me dijo: «Oye, ¿conoces a Miss Beige?» Eché un vistazo a su página de Facebook y me enamoré. Miento, me ENAMORÉ, así, en mayúsculas. Siempre he sido más fan de los antihéroes que de los héroes, hay algo más humano en ellos.

Cuando cerré la entrevista y quedamos en el café de la Filmoteca, estaba nervioso. No sabía quién entraría por la puerta, si Miss Beige o Ana. Era la misma sensación de cuando vas a conocer uno de tus ídolos de juventud, sólo que esta vez me pilla con 48 años.

Ana entra finalmente. Miss Beige se comunica echando pipas por la boca, cosa que me sería casi imposible de transcribir. La conversación empieza y desde el momento uno descubro que tenemos muchas cosas en común, tanto que, avanzada ya la conversación, le doy a grabar.

Imagino que las reacciones del público ante Miss Beige serán de asombro, pero, ¿te has encontrado alguna vez alguien que se enamore de ella?

Sí, han pasado muchas situaciones donde la gente te mira con mucho cariño y amor con los ojos y es maravilloso. Pero lo bueno de Miss Beige es que reacciona igual ante el cariño que ante la apatía. Miss Beige no se vende por nada. Si tú me miras bien, pues bien. Yo lo que ofrezco es un juego a cualquier persona que quiera ver a Miss Beige. Juego con esa persona, el tiempo que esa persona quiera jugar es bienvenido.

‘Gana fama y échate a la cama’ © Maria Dain/Ana Esmith

Han pasado cosas maravillosas. Por ejemplo en Londres, en una performance, un chico bastante atractivo, alto, guapo se puso frente a mí y Miss Beige le miraba. Le empecé a escupir pipas y el chico recibía las pipas con cariño, le encantaba. Llego un momento que descolocó a Miss Beige, lo recibía con tanto amor que no es muy común. A la gente normalmente no le gusta. Ante eso, lo que hice fue sacarme pipas del bolso y se las di a él. Lo que hacíamos era escupirnos el uno al otro. Una cosa que puede sonar tan asquerosa se convirtió en un acto de amor precioso. Como él era extranjero, le tenía que dar más tiempo para pelar las pipas. Cuando los dos estábamos listos nos las escupíamos. ¡Toma, en tu puta cara! Nos hicieron un corro y fue un acto de amor tan bonito por parte de ambos, sin haber un beso o un abrazo, pero el amor se palpaba en el aire.

Volviendo al origen. ¿Cómo empiezas tu carrera artística?

Estudié periodismo en la Universidad Complutense y cuando estaba en el último año de carrera empecé a estudiar en una escuela de teatro en Madrid. No me gustó, vi que por ahí no iba. Había oído hablar de una escuela muy buena en Londres, me harté de valor y escribí a la escuela. Todavía no existía internet, estamos hablando de 1998. Me aceptaron y abendoné la escuela de teatro de Madrid y, ya terminado periodismo, me marché a Londres.

Eso me cambió la vida en todos los sentidos. Nunca me habían hablado de cómo se crea un actor o lo que pasa en escena en España. Me hizo tambalearme por todos los sitios, pero me dio las raíces de lo que puedo tener hoy en día.

‘Nunca digas de este agua no beberé’ © Maria Dain/Ana Esmith

Tenía sólo 21 años, y me tuve que buscar la vida. Londres es carísimo. Estudiar allí es una pasada, pero claro, tienes que trabajar para pagarte todo. Te conviertes en un ser mayor rápido, no es simplemente irte a Londres a pasártelo bien, si no a ser responsable de tu decisión. Londres es una ciudad apasionante, muy dura, pero apasionante. Estudié allí durante dos años, luego me mudé a París otro año y después volví a Londres y trabajé con varias compañías. Pero sobre todo con una compañía con la que hicimos muchas giras por Europa. Pero siempre haciendo mi propio trabajo. Es decir, he trabajado para otras personas, haciendo otros papeles, pero siempre he seguido haciendo mi propio trabajo, historias que yo movía por mi cuenta. Lo bueno de Londres es que te permite moverte por muchos sitios. Me cogieron en varios festivales en otras ciudades y el inglés se convirtió en mi primer idioma.

Empecé a crear en inglés porque era mi público. Perdí la conexión con España, artísticamente hablando. Venía sólo de paso a ver a la familia. Hasta que hace tres años me plantee dar la vuelta por razones personales y porque también me apetecía trabajar en España y hacer algo en castellano. Aunque ahora que puedo hago un personaje mudo.

‘Aubeigine’ © Maria Dain/Ana Esmith

¿Cómo fue la vuelta a España?

Por mi parte, con mucha ilusión. Después de tantos años, lo primero te encuentras un Madrid distinto. Yo tenía el recuerdo de mi adolescencia, yo me he hecho grande en Londres. Me dolió mucho el ambiente de penuria, el «¿qué vienes a hacer aquí? Esto es una mierda…» Casi nadie me dijo bienvenida, y eso es duro. Vienes con ganas y quieres hacer cosas. La gente que nunca ha salido de España tiene muy mitificado que todo es genial.

Artísticamente es muy difícil en todo el mundo, una ciudad te puede inspirar más que otra, que tenga más vida que otra, es ley de vida. Pero también hay ciudades más difíciles que otras y Londres es mil veces más difícil que Madrid. El día a día, simplemente el vivir. Vivir aquí es más sencillo, puedes vivir solo, en el centro, puedes permitirte muchos más caprichos que te puedes permitir en una ciudad como Londres, toda esa parte me pareció superatractiva.

Me agobiaba un poco el hecho de quedarme con el «se vive bien». Tenía una necesidad artística, si no me sentía muerta. Cuando regresé hace tres años, estaba inquieta. Y surge Miss Beige y ella me rescata. Me dije que esto es lo que quería hacer. Fue un proceso, pues ya habían pasado cuatro meses desde que volví a Madrid.

Miss Beige y la fotografía, ¿cómo se aúnan las dos?

Al ver que es un personaje que visualmente es tan impactante, y en directo obviamente mucho más, decido sacarla a la calle. Porque en la calle no es juzgada, en la calle puede ser una más. Me gusta mucho la canción de Pulp ‘I want to be like common people’, la quería utilizar como lema de Miss Beige. La mejor forma era salir a las calles, y que la gente te mirara, o no.

‘Miss Beige se infiltra en el mercado asiático’ © Maria Dain/Ana Esmith

La fotografía es importante porque ahora todo el mundo comparte sus momentos íntimos en las redes sociales, sus momentos personales, es decir sus casas, sus cenas, pedidas de mano, de sus niños, todo lo privado. Pero parece que la gente se ha olvidado de la calle. Miss Beige, en vez de hacerse selfies, sale a la calle con eso que nos rodea y que a la gente parece que le llama la atención, lo ve todos los días. Me hago una foto al lado de un parquímetro, que lo ves todos los días y me parece tan absurdo tu selfie como tu cena en Malasaña.

Con la fotografía puedo captar parte de la realidad de la calle y poner ahí a Miss Beige, simplemente como testimonio. La fotografía me parecía importante para mostrar esas partes de la sociedad. El álbum de fotos se llama ‘Miss Beige in the Streets’, porque lo que ella hace es tomar las calles para ser una más. Esas partes que reflejan sus fotos son realidades, no son atrezo, no son fotos retocadas.

¿Decides colaborar con algún fotógrafo?

La persona que hace las fotos es Maria Dain, que es amiga mía. Por ahora ha sido la única persona que ha fotografiado a Miss Beige. Lo bueno es que somos tan amigas que, cuando vemos ciertas situaciones que son para nosotras perfectas, con solo mirarnos ella ya sabe lo que yo quiero. Esa complicidad ayuda mucho, además tenemos un humor muy parecido y eso potencia todo, no tengo nada que explicarle. Ella ha cuidado siempre mucho a Miss Beige y le estoy muy agradecida.

‘Soy marica’ © Maria Dain/Ana Esmith

Miss Beige triunfa en culturas tan diferentes como la española o la anglosajona. ¿Cuál crees que es la clave del éxito?

Creo que se debe a que es claro y sencillo, pero al mismo tiempo es un ovillo que si tiras de ello no acaba nunca. Cada persona lo recibe de una forma. Al no hablar, yo te tiro la pelota y tu resuelves el mensaje. Es una imagen impactante en cualquier país. Radica en la sencillez, una señora vestida de arriba a abajo en beige con una actitud que no cambia. Lo que cada uno ve es correcto, esa libertad por parte del espectador creo que es la que hace que funcione.

Miss Beige es muy crítica, ¿cuáles son sus reivindicaciones?

A mí de pequeña me llamaban la abogada de los pobres y lo llevaba con mucha dignidad. Ese espíritu que yo tenía de pequeña sigue en Miss Beige. A través de ella intento denunciar cosas que a mí me afectan. Es hiperreivindicativa, es parte de la sociedad. Sabe lo que pasa y está ahí para decir sí o no, incluso un vete a la mierda o hasta aquí hemos llegado. Desde la política o el desastroso grupo de la manada, ella está ahí para decir no se puede hacer eso o esto debe ser castigado. A mí me preguntan por qué llevo un martillo en el bolso. Y es que hay situaciones que hay que romper cabezas.

Siempre me pongo del lado del más débil, porque creo que son los que necesitan ayuda, darles voz. En todos los temas de política, obviamente, tienes que estar ahí, denunciando. Una cosa es que no estés de acuerdo, pero el no estar de acuerdo no es suficiente. El ciudadano tiene que hacer más. Esta actitud del español de quejarse todo el rato, sin hacer nada ante la vida. ¿Qué es lo que haces en tu propia vida para mejorar estas situaciones?

Cuando miro a Miss Beige tengo la sensación de tener delante a una sabia, a alguien que me dice éste es el camino. ¿Miss Beige siempre ha sido así? ¿Cómo era de pequeña?

Yo creo que nació Beige. Muchos de los valores que yo tengo personalmente y que me gustan los he potenciado al máximo. Y es una ensoñación mía. Yo soy una persona muy fiel, muy honesta, la dignidad es muy importante para mí. De todo eso potenciado al máximo sale Miss Beige, que quizá por eso es un personaje. Alguien tan puro hoy en día no puede ser porque la sociedad no te deja. Esa es la parte bonita y vulnerable de Miss Beige. Porque hay muchas fotos en las que si aparece su vulnerabilidad, como una persona fuerte, pero también muestra fragilidad. Ella nació así desde pequeña, con esos valores.

‘Entre volcanes anda el fuego’ © Maria Dain/Ana Esmith