Andrés Senra nos trae el trabajo del artista cántabro afincado en Nueva York Bubi Canal. Un creador audiovisual con especial interés por la fotografía. Reconocido internacionalmente, Canal ha desarrollado una obra con un sello fácilmente reconocible en la que los sueños, lo mágico, lo simbólico y lo alegre inundan sus fantásticas imágenes.
Cuando contemplas una fotografía de Bubi Canal (Santander, 1980), la reacción es casi inmediata: quieres saber más de ese mundo que se despliega ante tu mirada.
Su obra se construye a partir de la elaboración de una compleja puesta en escena en la que hasta el más mínimo detalle está cuidado. Los objetos y las máscaras que aparecen en su universo han sido creadas por él y el vestuario elegido atendiendo a formas, colores y líneas en un coqueteo compositivo con otra disciplina de las Bellas Artes, la moda.
La paleta de colores puros que utiliza el artista, especialmente el rojo y azul, son parte de su firma, pero será lo sublime, esa idea tan querida por los pintores del romanticismo, lo que produce ese extrañamiento que podemos vislumbrar en la luz que ilumina sus paisajes utópicos de naturaleza majestuosa poblados por seres fantásticos que son y no son de nuestro mundo. Friedrich y Turner tiñen los cielos de ese horizonte por venir.

He tenido la suerte de participar como modelo en una de sus sesiones fotográficas y entrar en ese estado emocional que podemos ver en sus imágenes. Bubi transmite una alegría por su trabajo, un regocijo en la tarea de artista, un joie de vibre que hace que disfrutes de la sesión mientras posas. Y es que l+s model+s de Bubi personifican de manera performática a estos seres entre lo humano y lo no humano que dan vida a sus retratos. El hieratismo mayestático propio del arte clásico griego nos conecta con el estado de trance extático en el que se muestran sus personajes que aparecen como cabalgados por los seres fantásticos de su particular Olimpo.

Desde su ya mítica serie ‘Supercolor’ cuando andaba por Madrid en 2010, antes de mudarse a Nueva York donde en la actualidad es artista en residencia en Silver Art Projects, hasta sus colaboraciones más recientes con New York Magazine, Bubi presenta en su trabajo un espacio liminal casi de ensoñación y de fábula. Estos espacios liminales nos trasladan al tiempo de la fábula, un tiempo otro donde todo es posible. Sin embargo, ese espacio de fábula no es necesariamente un lugar de inocencia naif, es un territorio cargado de misterio, como de hecho lo están los cuentos populares cuyas versiones originales hoy nos parecen siniestras acostumbrados como estamos a considerar lo monstruoso como perverso.
Por el contrario, los retratos de esos seres de mirada profunda que se hacen uno con las máscaras que ha creado Bubi nos permiten reencontrarnos con el monstruo, un monstruo otre que somos nosotres mismes, los que nos hemos apartado de la norma, porque esos otres, como diría Preciado, son el monstruo que nos habla.
Los referentes de Bubi son también inevitablemente los de las fábulas contemporáneas. En su obra podemos entrever influencias de los mundos de la ciencia ficción, la cultura pop y las nuevas mitologías neopaganas. En esa tradición de lo mágico, sus objetos y esculturas cobran vida atravesando esa construcción cultural que separa lo vivo de lo no vivo, para materializarse ante nuestra mirada como tótems y amuletos pop con poderes ocultos y capacidad de agencia. En su obra se cruza Occidente y Oriente, performance y representación, realidad y ficción, objeto-sujeto, asombro, ensoñación, misticismo y erotismo, oscuridad y luz, el ocaso y el alba, extatismo y hieratismo, monstruos y humanos, espíritu y materia.

Bubi recrea en sus imágenes mundos en los que reconocemos los símbolos de un nuevo lenguaje que desconocemos, pero que a la vez nos resulta familiar. Un lenguaje simbólico hecho de geometría y color, de líneas y formas, de seres y objetos antropomórficos y de humanos zoomórficos, un lenguaje inventado como el de toda utopía a la que huir y en la que descansar del universo gris de las ciudades que habitamos. Esos símbolos y ese lenguaje del que inmediatamente queremos formar parte nos permiten soñar con la posibilidad de seres híbridos que participan de nuevos ritos en el amanecer de un nuevo milenio. El futuro es ese lugar mágico hacia el que apunta Bubi Canal.
