Mujeres, fotógrafas, andaluzas; cómo, cuándo, dónde. Elena Pedrosa hace un exhaustivo repaso por el trabajo de la multitud de fotógrafas y artistas que utilizan a fotografía mostrando una pluralidad de trabajo que desarrollan en Andalucía.


Amalia López Cabrera, almeriense, fue la primera fotógrafa española con un estudio profesional, en Jaén, en 1857. De las fotógrafas andaluzas hasta 1939 ya se ocupa una interesante monografía del fotoperiodista cordobés Antonio J. González, investigador y estudioso de la historia de la fotografía cordobesa y andaluza, ‘Andaluzas tras la cámara. Fotógrafas en Andalucía 1844-1939’, que nos sirve como antecedente. 

En la trayectoria del grupo fotográfico AFAL, fundado por José María Artero y el recientemente fallecido Carlos Pérez Siquier, almerienses, sólo se menciona a una mujer: Ruth Lechuga, austriaca nacionalizada en México que participó en 1959 del grupo La Ventana. 

Desde 2009 hasta el momento, según el registro de exposiciones de su web, sólo seis fotógrafas andaluzas han expuesto de manera individual en el Centro Andaluz de la Fotografía y dos en exposiciones producidas por éste en otros espacios.

© Victoria Rodríguez Cruz

Otras 25 lo han hecho en dos exposiciones colectivas realizadas de 2017 a 2019, a lo que hay que añadir 9 de las 21 miradas en la itinerante ‘Galería de espejos. 21 miradas andaluzas’ comisariada por Juan Manuel Bonet.

El Diccionario de Fotógrafos Españoles, editado en 2014 por La Fábrica y Acción Cultural Española, “primer gran diccionario de fotógrafos españoles, que, en 660 páginas, reúne a más de medio millar de ellos desde el siglo XIX al XXI”, sólo incluye, de entre los 41 fotógrafos andaluces reseñados, a tres fotógrafas: Ana Torralba, Susana Girón y Marina del Mar. La Unión de Artistas Visuales de Andalucía sólo cuenta con 13 fotógrafas andaluzas entre sus socias. 

© Cristina Martín Lara

Si buscamos en Wikipedia, en la categoría “Fotógrafos de Andalucía” encontramos a la cordobesa Gloria Rodríguez, a Anna Elías, afincada en Sevilla desde 1991, siendo la única mujer seleccionada para el equipo de fotógrafos oficiales de la Exposición Universal de Sevilla de 1992, y a Cristina Martín Lara, malagueña que vive y trabaja en Berlín. Si ampliamos el concepto a artista visual, encontramos otras compañeras como María Cañas (Sevilla), Marina Vargas (Granada), Aixa Portero (Málaga) o Verónica Ruth Frías (Córdoba). Y es en este punto en el que quiero comenzar a acotar mi investigación. 

Especializada como docente de Artes Plásticas y Diseño, me interesan los discursos plásticos de autor de la fotografía contemporánea y es en ese ámbito en el que voy a bucear al encuentro de estilos, narrativas y sensibilidades con las que construir un corpus de estudio centrado en las fotógrafas-artistas, fotógrafas o artistas visuales que utilizan específicamente la fotografía como herramienta de creación.

Cuando creé el proyecto de comisariado online de fotógrafas artistas malagueñas en la web colectivofama.com lo hice desde esta premisa, no por dejar a un lado a las extraordinarias fotoperiodistas, publicistas y creativas dedicadas a la cobertura de eventos, el retrato editorial, el reportaje social o la fantasía, sino porque mi interés como comunicadora está en la fotografía como herramienta plástica y narrativa para expresar pensamiento o sentimiento de manera reflexiva. 

© Charo Corrales

Mi búsqueda no diferencia entre quienes se definen como fotógrafas y quienes son artistas multidisciplinares que destacan en el ámbito fotográfico, o cuentan con algún proyecto interesante para el lenguaje fotográfico contemporáneo. Y es ahí donde he puesto el foco, y donde he comenzado a investigar a través de repositorios y compilaciones de colectivos, entidades públicas y privadas y particulares que tienen una voz propia en Andalucía.

Repositorios de cultura andaluces y colectivos 

Entre los proyectos compiladores y repositorios andaluces consultados, he de destacar el extraordinario trabajo realizado por Sema D´Acosta en 2012 ‘Stand By. Guía de fotografía andaluza actual’, proyecto en el que contamos a 17 fotógrafas andaluzas de entre los 90 reseñados, y el proyecto Presente Continuo plataforma web de difusión y archivo dedicada al arte contemporáneo andaluz desde 1990, editado también por D´Acosta en 2015, de donde he seleccionado un total de 28 artistas andaluzas que trabajan específicamente con la fotografía. 

Tienen también especial repercusión en nuestra geografía Los Cuadernos de la Kursala, un proyecto expositivo y editorial nacido en 2007 y fundado por la Universidad de Cádiz que dirige el fotógrafo, profesor e investigador de la fotografía Jesús Micó y que cuenta hasta el momento con 94 autores de los que 27 son mujeres y sólo 4 son andaluzas: María Clauss, Camino Laguillo, Lola Guerrera y Marlene Freniche. Respecto a la exposición ‘Un cierto panorama. Reciente fotografía de autor en España’, también comisariada por Micó, la selección andaluza, que tuvo la ocasión de estar en el Centro Andaluz de la Fotografía en 2017, cuenta con cuatro fotógrafas de entre los 14 seleccionados: Mara León, Mar Martín, Antonia Moreno y Victoria Rodríguez Cruz. 

Eduardo D´Acosta añade en 2020 a través de la exposición ‘Horizonte cercano. Todos los caminos posibles de la fotografía andaluza’ en Fundación Valentín de Madariaga, el punto de vista de las Escuelas Públicas de Andalucía, Escuelas de Arte que forman cada año a profesionales de la Fotografía Artística con gran repercusión en el panorama artístico nacional, dignificando y significando este lenguaje común del proyecto artístico en la reunión de diferentes generaciones, y en cuya selección curatorial se incluyeron los trabajos de 17 fotógrafas de diferente trayectoria, edad y lenguaje.

He tenido también como referencia espacios de fotografía y creación no andaluces en los que me he movido como artista seleccionada: 

PHotoEspaña, que comienza a sumar sedes andaluzas, como la Galería MECA-Mediterráneo Centro Artístico, que lleva desde 2019 participando en este programa con exposiciones de fotógrafas andaluzas como Mar Garrido, Isabel Aranda, Estela García, Mónica Vázquez Ayala, Asunción Lozano o Blanca Morales. A este proyecto se han sumado en 2020 virtualmente nueve galerías andaluzas (no encontramos, no obstante, ninguna exposición de fotógrafas andaluzas en su programa) e incluso instituciones como el Ayuntamiento de Málaga con la exposición “Otras miradas. Tiempo de exposición” en la que ha participado el alumnado de Fotografía de la Escuela de Arte y Superior de Diseño San Telmo de Málaga con la coordinación y comisariado de Noelia García Bandera y Juan Macías, y en la que participaron diez fotógrafas en cuatro espacios. 

El foro “Encontro de Artistas Novos” organizado por Rafael Doctor y la fundación GAIÁS Cidade da Cultura de Galicia, ha dado voz a los trabajos de seis artistas andaluzas desde 2011 a 2022: Pilar Albarracín, María Cañas, Laura Franco, Valle Galera, Marina Vargas y Elena Pedrosa.

© Valle Galera

Y los “Encuentros de Creación Fotográfica de Andalucía”, bajo la dirección del mismo Rafael Doctor a través de la Agencia de Instituciones Culturales de la administración autónoma, reunieron entre 2018 y 2019 a doce fotógrafas andaluzas. 

La presencia femenina en estos eventos de fotografía contemporánea, no obstante, no es el asunto de este estudio y tengo que agradecer a asociaciones como MAV, Mujeres en las artes visuales, Colectiva Observatorio Cultural Feminista o No sin fotógrafas (NSF) que centren su atención en este asunto, así como a otros colectivos de mujeres fotógrafas que he conocido y que surgen para evidenciar la necesidad de unidad para poder visibilizar nuestro trabajo, como Femgrafía o Cómo ser Fotógrafa, que me han proporcionado los datos de artistas andaluzas que se dedican a la fotografía y que forman parte de estos colectivos.

Siguen siendo muy pocas, como es el caso de Laura M. Lombardía de Cádiz en Cómo ser fotógrafa, colectivo que funciona por selección de portfolios, o en NSF,  con Charo Corrales, Susana Girón, Bianca de Vilar o Marina Serrano, donde sin embargo cada fotógrafa puede redactar su propio perfil en la web del colectivo.

Considero que es cada vez más importante la presencia online, como apunta la campaña de Colectiva para incluir perfiles de artistas en la Wikipedia a través de gestoras editoras, o el proyecto Mujeres Mirando Mujeres, y por supuesto la labor de los Colectivos Fotográficos adheridos a la Federación de Fotografía Andaluza (FAF), que desde su web ponen a disposición del usuario los portfolios de sus socios y socias. De entre ellos, he podido recopilar para mi investigación perfiles interesantes como los de Lara&Bisbe, Erika Kruse, Santos Álvarez León, Maribel Martínez Asensi, Gema Casas, Carolina Santos, Fátima Conesa, Esperanza Manzanera o Manuela Quirón. 

© Lara & Bibe

Es imprescindible esa labor de gestión cultural que mantiene la presencia y facilita el trabajo de investigación y conservación de la imagen desde la mirada de la mujer fotógrafa andaluza y quiero desde aquí animar a trabajar por consolidar el papel de los colectivos y a cuidar su permanencia en red; para mí ha sido una pena que desaparezca la presencia online de Generando Foco, un colectivo de fotógrafas de Granada que conocí hace dos años y que, en el momento de mi investigación, ha cerrado sus redes y mantiene dispersas a sus colaboradoras, con lo que no he podido obtener más información sobre las participantes: Irene Castillo, Heidi Zahn, Elena Valdivia DiazMaribel Montesinos FloresLía GuerreroMarcela CastroMarina Rojas Mesa y Zeneida Bernabé.

Fotografía contemporánea y acotación de la investigación

Una vez acotada la muestra, he querido centrarme en los conceptos “Mirar, sentir, pensar” para abordar una definición de la fotografía contemporánea del siglo XXI que me sirva para estudiar en base a estas acciones en vez de diferenciar los ámbitos genéricos de la fotografía en los que analizar esa mirada estética y conceptual. 

Desde que el prestigioso comisario del MOMA, Museo de Arte Moderno de Nueva York, John Szwarkoski, definiera el uso de Fotografía Espejo o Ventana, son claras las reflexiones en torno a la intención fotográfica o al uso de la misma. Por ejemplo, es habitual ahora la tendencia a considerarse agricultores o recolectores de fotografías, como apuntaba Eduardo Momeñe en su mítico libro ‘La visión fotográfica’. Se ha evidenciado ampliamente que la distinción por géneros no es una categoría de clasificación útil en la fotografía contemporánea, dada la mezcla intergéneros y la importancia de la intención a partir de las legitimaciones teóricas que, con el postmodernismo, definen la fotografía dentro de las artes plásticas o como recurso documental de las mismas. 

Óscar Colorado Nates, aunque utiliza la categoría de Fotografía Artística, que cada vez va siendo, también, menos deseable en nuestro ámbito, define una clasificación útil, en torno al concepto o la narrativa, la apropiación, la fotografía de archivo, aunque mezcla con aspectos más temáticos clásicos como retrato, objetos, autorretrato, ciudad, intimidad e incluso impasibilidad, este último término para referirse a la Escuela de los Becher. 

© Alba Blanco

Si abordamos por Escuelas clásicas, Düsseldorf, Vancouver, Helsinki o Boston han sido sin duda influencia para la fotografía contemporánea, sin embargo, aunque veo guiños en el corpus de obra estudiado, pienso que es limitante considerar que una artista se debe a sus referentes, y me satisface comprobar que el lenguaje visual de las fotógrafas analizadas para este estudio va más allá de fórmulas cerradas y estéticas heredadas. 

Me siento más cercana a la clasificación y reflexión que realiza José Gómez Isla en su libro ‘Fotografía de creación’, donde ya comienza a abordar la introducción de un arte digital incipiente en los 90 y la consciencia de una multiplicidad de estéticas, y diferencia más que nada el uso de la fotografía como archivo y colección y hace uso de la distinción concepto-forma. Considero que los trabajos que vamos a analizar a continuación encajan con el planteamiento realizado en este último libro. 

Finalmente, un antecedente muy relacionado con este estudio respecto a su área y su nivel de análisis es el texto ‘La imagen como fábrica. Fotografía contemporánea en Andalucía’, Editado por el Centro de Estudios Andaluces y escrito por Juan Ramón Barbancho, que aborda también de manera particular la cuestión de “género” y alude a un lenguaje común en cuanto a cuerpo, sociedad y territorio con las que me siento muy en afinidad. 

En las categorías que he establecido he encuadrado en “Mirar” la búsqueda de una estética, la observación de la belleza de la plasticidad fotográfica o la experimentación con materiales, entendiendo que esa fotografía se hace desde la inercia de la observación con curiosidad científica. 

“Sentir” es la categoría en la que he recogido la fotografía de terapia, introspección, autoobservación y autoconocimiento. No he querido incluir aquí la fotografía que, por su cualidad estética, pueda hacer sentir emoción, ese tipo de obra estaría encuadrada en la categoría anterior, sin que esto quiera decir que quien mira no siente, estamos sólo delimitando espacios para facilitar el estudio. 

Y, si bien, “Pensar” se refiere a aquella obra discursiva y crítica, conceptual o de denuncia, no quiere esto decir que quien centra en la narrativa del diario personal desde el “Sentir” su trabajo no esté, al mismo tiempo, haciendo uso de un discurso crítico que es su interés hacer llegar a la sociedad a partir de su experiencia. Es sólo que entiendo que en estas piezas vamos a encontrar una línea de pensamiento que nos habla de qué temas o aspectos de interés están dentro de la narrativa contemporánea de la fotografía andaluza realizada por mujeres. 

Quisiera avanzar una conclusión, y es que las fotógrafas andaluzas parten de una intimidad propia y un leguaje personal en la creación de sus proyectos artísticos y de historias cercanas particulares que las animan a expresar desde la autenticidad de lo que les conmueve, interesa y afecta. 

Quiero remarcar, también, de antemano, que no me gustaría participar de la tendencia que, por ejemplo, se da en la literatura, que viene a insinuar que existe una “manera de escribir” femenina y una literatura para mujeres. La perspectiva de este análisis está lejos de esa dicotomía, considero que no existe una manera femenina de fotografiar, y eso me lo han demostrado creadores como el dúo sevillano Marina Morón, formado por Jesús Marina y Elena Morón, o Dori Hernández y Eduardo Maldonado, pareja de fotógrafos de Almería que disparan juntos sus instantáneas y crean sus narraciones visuales como si de un mismo punto de vista se tratase. 

No obstante, lo que sí está claro es que el autoconocimiento, la búsqueda de la identidad y la reflexión sobre el cuerpo, son aspectos que son tratados en mayor medida entre mujeres fotógrafas, y en el caso de esta muestra que vengo a analizar, pesa mucho más el encuentro en el sentir que la búsqueda estética del mirar o la implicación social en el pensar. Habría que reconsiderar, no obstante, aquello de que lo personal es político, y ver hasta qué punto cuando observamos y analizamos de cerca nuestro yo individual estamos reflexionado también acerca de la sociedad, comprendiendo sus formas y estableciendo sus límites. 

Fotógrafas que se acercan al “Mirar”

Dentro de esta categoría me es curioso observar cómo, de entre todas las fotógrafas seleccionadas, la mayoría se centran en el paisaje natural, en la conexión con la naturaleza. En estos trabajos el mirar es un ejercicio de curiosidad científica que va más allá de la mera contemplación. 

Observar la huella de lo natural, como hace Laura Brinkmann (Málaga) y sentir ahí el paso de la historia, del tiempo y del cosmos. Percibir incluso la herida de la domesticación de lo natural, como hace Lara Ganfornina. La mirada de los arquitectos, por otro lado, tiende a buscar ese equilibrio formal de lo arquitectónico que se percibe como belleza estética, como es el caso de Mercedes Higuero Bisbe y Elena Morón, ambas arquitectas, y ambas trabajando en equilibrio con la otra parte de su pareja artística, en el caso de Elena el historiador Jesús Marina, en el caso de Mercedes la visión emocional en el paisaje de la fotógrafa Nuria Murillo Lara. La búsqueda de la abstracción, la luz y la esencia, me hablan de una experiencia mística en esa estética compositiva. Quizá más cercana al sentir de lo que pensamos. 

Una suerte de poesía visual, un juego de haikus formales que encuentran similitudes en “las texturas, las líneas simples, las geometrías, el volumen y los trazos” de los espacios desnudos, sin presencia humana, en el trabajo de Lara & Bisbe (Málaga). 

“Estas piezas fotográficas sirven a los dos autores para hablarnos de lo fútil que es nuestra realidad y de nuestras limitaciones a la hora de verla. La forma como sentido, pero también como límite”, explica el dúo sevillano Marina Morón.  

Mª Ángeles Díaz Barbado (Granada) es otra artista de importante trayectoria que comparte con Laura su interés por el tiempo. Combinando pintura, instalación y fotografía, crea series en las que los paisajes y las naturalezas muertas reflexionan sobre el orden, la belleza y el tiempo que son el leitmotiv en su obra. No obstante, como explica la autora, la remisión a la noche, la observación de una naturaleza que simula estar viva pero está muerta, a través de los insectos disecados que utiliza en su fotografía nos acercan más al perfil de un taxidermista más que un alquimista, y mientras Brinkmann observa la luz, Mª Ángeles se acerca más a la búsqueda del ‘Orden del tiempo’, que es el título de este proyecto. 

Para Lara Ganfornina (Málaga) “buscar la luz, observarla, investigarla, se convierte en un ritual diario” y comparte con Brinkmann y Díaz Barbado la observación de la naturaleza y el interés por la sombra. Con el título de “Síndrome de domesticación”, Ganfornina observa la forma atrofiada con la que el contenedor deforma a la raíz en las macetas de las plantas. La manipulación del ser humano, la docilidad a la que somete, la pérdida del instinto de adaptación a la naturaleza como consecuencia, son reflexiones qué van más allá de la botánica o la jardinería. 

© Lara Gafornina

 “Las construcciones visuales de Mar Garrido (Granada) desprenden ritmo, desgranan texturas, ensalzan tonalidades y recuerdan la importancia de la protección de nuestra vida”. La propuesta de sintonización con el paisaje de Clara González Ortega (Málaga) en su trabajo ‘La línea del horizonte’ coincide con Mar Garrido en la fragmentación inherente al encuadre fotográfico que no puede abarcar toda una mirada. En ambas se aprecia ese deseo de ampliar horizonte que da la producción de vídeo. Su ritual creativo pasa por las fases de sistematización, acumulación y proceso, abordando conceptos de espacio y tiempo mediante una repetición sistemática de tomas fotográficas. 

Para Clara, “el germen de la belleza está en la percepción tranquila y en las sensaciones que derivan de ella”. El tiempo, el cambio, la luz, en la línea de lo pictórico heredado del interés impresionista, como ocurre en la obra de Laura Brinkmann, se mezcla en las referencias de Clara con un lenguaje heredado del arte conceptual y el minimalismo. Una mente analítica que investiga el color en los paisajes, y que a la vez es capaz de procesar gran cantidad de imágenes necesarias para construir sus narraciones a modo de mosaico. 

© Mar Martín

Mar Martín (Granada), reside desde 2009 en Berlín. Si bien comparte con las obras anteriores el carácter narrativo, el minimalismo y la cualidad estética de sus imágenes, así como la introducción de elementos de la naturaleza y guiños al mundo científico, “A.L.M.A” hace de bisagra entre el mirar y el sentir precisamente porque Mar representa a través de la cualidad plástica de sus imágenes, “según su propia fantasía, el efecto del frío en el alma humana”. 

Fotógrafas que utilizan el “Sentir”

Cristina Martín Lara (Málaga) es una fotógrafa española que vive y trabaja en Berlín. Sus fotografías buscan provocar respuestas emocionales hacia el entorno en el que vivimos. Ha sido la primera fotógrafa malagueña en participar en PHotoEspaña y lo hizo en 2008 con su proyecto ‘Landpartie’ a través de la galería Cámara Oscura. “Landpartie es un experimento. Un test que pone a prueba sentimientos y emociones propios, personales, pero inducidos por nuestro entorno. Por tanto Cristina pone interrogantes, no ya al sujeto pensante cartesiano, sino al sujeto «sintiente» inscrito en la hipermodernidad: «Hablo de soledades, de pérdidas, de desorientación, de lo que podría ser y no es».”

Irene Castillo (Granada) es psicóloga y estudió Fotografía en Almería. Su trabajo está impregnado de una introspección poética, inspirada en los textos de Chantal Maillard o Wislawa Szymborska. Sus imágenes románticas son un diario emocional que compone a través de dípticos. 

© Marlene Freniche

El trabajo de Marlene Freniche (Almería) sirve de bisagra entre esa sensación estética del sentir poético de los trabajos comentados anteriormente y la narrativa personal de las autoras que muestran sus experiencias vitales como relato, ya que su lenguaje sigue siendo más estético que documental. Su proyecto Ex parte de la experiencia familiar como emigrantes y habla del desarraigo que siente a la vuelta a su país de origen. Ex es el número 70 de los cuadernos de la Kursala y fue seleccionado en 2019 al premio al mejor libro de fotografía del año en PhotoEspaña. ­­

Victoria Rodríguez Cruz (Huelva) tiene en común con Marlene Freniche el encuentro con la percepción familiar a través de la fotografía y con Rocío Velázquez el contexto del encuentro con el agua para ordenar sus emociones. Cruz, que es también gestora cultural, se sumerge en una búsqueda de la identidad a través de la investigación de lo cotidiano. Y nunca mejor dicho, ya que en su proyecto ‘Familia’ fotografía a sus allegados en el agua, sumándole la subjetividad y creatividad de la distorsión del agua y la luz. “De manera casual, hallé relación entre cómo los percibo en la vida y cómo se comportan en el agua”. 

© Rocío Velázquez

Rocío Velázquez (Málaga) nos cuenta acerca de Todos los mapas mienten: “Este proyecto parte de un intento de cartografía de todo y de nada, de vacíos, verborrea, de abismos, recorridos sin salidas y laberintos, de cuerpos expuestos, de enredos mentales, nudos en la garganta y en el estómago, de ausencias, de fórmulas no válidas, de etapas, de intentos y de yoes.” De alguna manera, explica, este acto performático que es registrado fotográficamente funciona a modo de ritual para recuperar el equilibrio. 

Mar Gascó Sabina (Sevilla) aborda el cuerpo “como vía de conocimiento y como lugar de reflexión autoreferencial.” Para ella, “los artistas han sido una pieza clave para trasmitir y cuestionar el conocimiento del cuerpo y el ser humano a la cultura.” En su trabajo se plantea “las experiencias corporales autobiográficas y, en concreto, aquellas derivadas de la enfermedad, como métodos de desdoblamiento que permiten la exploración, el re-descubrimiento, el auto-análisis y la formulación de auto-metáforas sublimados a través de un corpus artístico”. 

Mara León (Sevilla) es una fotógrafa conceptual. En su trabajo, de claro carácter performativo, emplea su propio cuerpo “como un reflejo”. La experiencia de la enfermedad y su huella ha dejado en la obra de Mara un marcado carácter activista, como demostró en su proyecto 730 con el que, con sólo una imagen a modo de campaña de comunicación, consiguió que se modificara la normativa que regula las listas de espera para reconstrucción de mama tras una masectomía en la sanidad pública andaluza. Desde el principio su obra ha estado vinculada al cuerpo, un cuerpo casi paisaje y un sentir casi en la categoría del mirar: «Nuestro cuerpo -explica- al igual que la naturaleza, recoge los agravios del tiempo, nos desnuda, madurando con sutilezas imperceptibles nuestro cuerpo, como si de un paisaje se tratase». 

© Mara León

Charo Corrales (Cádiz) está vinculada a la comunicación y la fotografía documental. Su trabajo tiene la conexión con los anteriores, especialmente con el de Rocío Velázquez, en la autorrepresentación “como forma de expresión para expulsar los fantasmas interiores”. Su trabajo es un foto diario que documenta situaciones de su vida cotidiana. Se define como Mujer, Artista y Feminista. Concibe el arte como terapia y proceso de autoconocimiento. 

El activismo a partir del cuerpo y el género es un híbrido de sentir-pensar que ocupa gran parte de los discursos plásticos artísticos de la actualidad. Es la relación que vemos entre este trabajo de Charo Corrales y el de Valle Galera (Jaén), que investiga y reflexiona sobre la influencia del otro en la identidad propia, pero no desde lo autorreferencial, sino proyectando su experiencia íntima e investigando, más como documentalista que como científica, pero por la misma razón que Mar Gascó: para comprender. 

Puede que por moda, puede que precisamente a causa de que la sobreproducción de la imagen digital desvirtúa una relación física ya cada vez menos frecuente con la fotografía como fetiche, de atesoramiento de la memoria a través del objeto-ritual, como diría Barthes, que puede generar consuelo gracias a la impronta de vida que ha quedado, ese aura de la que hablaba Benjamin. 

© Antonia Moreno

Todo lo que queramos teorizar al respecto va a justificar el momento fotográfico que vivimos, en el que las artistas-fotógrafas dejan su cámara a un lado para convertirse en narradoras de sí mismas a partir de las fotografías que hicieron otros. 

El álbum de fotos familiar es un rico manantial de referencias y usos para el autoconocimiento, para la terapia, para la fantasía narrativa, para la exploración plástica. Con la intención de contar la historia familiar, como hacen Antonia Moreno (Cádiz), Silvia J. Esteban (Málaga) o María Clauss (Huelva), documentando y construyendo a un tiempo, en un ejercicio sentimental y nada objetivo, pero también degustando la experiencia plástica mediante la intervención en busca de la actualización de la propia belleza que, ya de por sí, contienen estas imágenes del pasado, como es el caso de Laura Zorrilla (Sevilla), que revisita su álbum familiar para intervenirlo, o bien recuperando el placer del papel fotográfico de antaño para poder rasgar, quitar, poner, resignificar, con todo lo que conlleva en el nuevo discurso familiar construido, como ocurre en el trabajo de Elena Almagro (Granada).

© Elena Almagro

Reescribir y recuperar lo escrito es lo que tienen en común también trabajo de María Clauss, que busca la narrativa real de su historia en su proyecto ‘¿Mi abuelo el espía?’, con el de Sara Sarabia (Málaga), “Reminiscencia Suspendida”, explora la fragilidad de la memoria y su papel en la definición del yo. Uno se acerca más al trabajo de archivo y la investigación. El otro es un juego de luz, texto, fotografías y sonidos, que la artista cocina en su laboratorio de creación para reencontrarse. Y el uso plástico de la imagen y el texto que hace Sara, resulta igualmente semejante al trabajo de Alba Blanco (Córdoba) en su trabajo “Tiempo muerto”, en el que “se superponen fragmentos de agendas personales con espacios en proceso, estableciendo una confrontación entre dos aspectos temporales: la fugacidad y el afán por la permanencia”. Un proyecto que relaciona tránsitos y que sin embargo habla de presente, de actualidad actualizada, de historias que le suceden al mismo tiempo y que captura, quizá, para ser consciente y frenar la prisa. Un trabajo que es bisagra entre el observar sintiendo y el concepto de la imagen que nos habla y nos lleva a pensar.

© Marina Claus

Fotógrafas comprometidas con “Pensar”

Camino Laguillo (Sevilla), en su proyecto ‘Upper Rock’ comienza observando a los macacos del Peñón de Gibraltar, como quien realiza fotografías de viaje, sin una intención clara, pero su curiosidad de fotógrafa la lleva a investigar, documentar. El uso de la fotografía vernácula en este caso proviene de archivos no personales. Aunque Camino, para quien conozca su trabajo, centrado en la familia y las emociones, no tarda en resignificar en él el interés hacia una convivencia comunitaria, un deseo de antropóloga, que se interesa por “la familia del hombre”. 

Ese trabajar con las historias de otros, esa labor de antropóloga que bucea en los intersticios barriales, es algo común también con el trabajo de Celia Macías (Sevilla) y del dúo Moreno Grau (Málaga), formado por Alba Moreno y Eva Grau. La primera realiza una labor de fotografía participativa en la comunidad de Torreblanca, realizado con alumnado del colegio de la localidad con el fin de reflexionar acerca de las propiedades medioambientales del barrio. Si bien se acerca en el nivel de participación, entiendo que el matiz de horizontalidad lo aleja de la similitud del proyecto que comento más delante de la almeriense Ana Cayuela. Las malagueñas Eva y Alba se acercan también al ámbito suburbial, y parten de la imagen documental para documentar un hecho social. Y ese hecho social, lejos del cariz documentalista, es acompañado desde la transversalidad del arte a partir de un papel encontrado en un aljibe, de donde van recopilando pistas, cual detective que reconstruye una historia, hasta que sucede el cierre del mismo: “ Casi como si de un estudio antropológico se tratara acudimos periódicamente a un antiguo aljibe para recoger pedazos de papel de aluminio que por el consumo de heroína de las personas que allí se reunían adquieren diferentes trazados.”

La relación de una misma con el otro en sociedad, la búsqueda de identidad en esta sociedad capitalista, lleva a Ana Cayuela (Almería) a bucear en el mundo para sentirse a sí misma. Haciendo uso de la cámara de fotos como herramienta participativa, reflexiona acerca de la toma de poder que supone el encuadre fotográfico para construir realidades y mundos, y es por eso que comparte su posición de poder, desde la desnudez y horizontalidad de sus relaciones, creando un discurso coral que confluye en una narrativa reflexiva y política. Este proyecto está conectado con el sentir y el autoconocimiento, aunque su estética, dentro del nuevo documentalismo, y su vocación activista lo encaja en este pequeño bloque documental que he seleccionado. Y los he incluido porque conservan una subjetividad que permite llamarlos proyectos de autor. Me refiero a los trabajos ’90 varas’ de Susana Girón (Granada) y ‘Palma Palmilla’ de Marina Reina (Málaga), reportajes en profundidad que pretenden hacer pensar acerca de la situación social que describen. 

© Laura Nicoletta

Laura Nicoletta Rodríguez (Málaga) es una observadora antropóloga y al mismo tiempo activista. Construye un discurso a su medida para hacer reflexionar. Su observación no es neutral, su ideario la hace rebelarse, oponerse y mediar, crear, intervenir. ‘El regreso de Kreeh’, realizado en Tierra de Fuego (Chile), “parte con la finalidad de sumergirse en esta cultura de forma artística, mediante una interpretación de la historia a través del punto de vista de las mujeres selk´nam, destacando sus actividades, territorio y cosmovisión. Una historia silenciada y olvidada que se pone de manifiesto en este proyecto mediante una reinterpretación de la ceremonia del Hain, un ritual estrictamente masculino, donde se conceptualizaba con un gran despliegue de creatividad su mundo simbólico”.

Mercedes Pimiento (Sevilla) “promueve el espíritu crítico en los procesos creativos”. Su obra tiene un carácter íntimo y delicado, sus temáticas giran en torno a la propia materialidad, la escala, la naturaleza y lo cotidiano. ‘Proyectos para nuevas montañas II’ surge de una investigación “que se plantea como un diálogo narrativo y matérico entre diferentes lugares y paisajes. Tomando como punto de partida el hecho de la creación (nominal, física, mítica) de la montaña, se trabaja sobre la noción de paisaje como construcción social, atendiendo especialmente a las capas (de sedimentos, de memoria) que lo constituyen”. 

Si bien la investigación de estos dos últimos proyectos requiere un sentirse cerca, una conexión matérica en la que las artistas se implican, como explicaba anteriormente con los proyectos más documentales de Ana, Susana y Marina, el trabajo de Asunción Lozano (Granada), que en sus últimas creaciones está investigando con lenguajes innovadores de la postfotografía, investiga en la imagen virtual y viaja a través del mundo tomando como herramienta Google Earth. ‘Street view landscape’ es un trabajo apropiacionista y que juega con territorios explorados virtualmente para plantear una reflexión respecto al turismo: “Se muestran imágenes de los centros históricos de las ciudades más turísticas del mundo con una vista aérea de su centro histórico al que se suma una visión panorámica de una escena urbana”. 

© Claudia Frau

Y es esa actitud de denuncia, de pensamiento crítico, realizada precisamente desde donde es posible llegar a todos sitios, desde donde podemos, realmente cuestionarnos hasta dónde es necesario llegar y para qué para hacer una foto, para investigar un paisaje o una situación; la que nos enlaza con el siguiente y último bloque, en el que presento a una serie de mujeres guerreras que utilizan la apropiación, los recursos de la postfotografía así como del copia y pega tradicional, para cuestionar los estereotipos, la imagen social, precisamente a través de la autoimagen -como en el caso de Verónica Ruth Frías (Córdoba), Claudia Frau (Málaga) o Pilar Albarracín (Sevilla)-, así como la imagen de los medios, de la propaganda social, que rescatan e integran en sus obras para resignificarlas. 

© María Cañas

Me refiero al trabajo de María Cañas (Sevilla), quien desde el humor cañero y cañí representa la más pura esencia de la sorna andaluza, con fotomontajes que son bombas racimo para la mente del espectador, que siente, piensa y se deleita en el mirar a un tiempo. Y al de Nuria Carrasco (Málaga), que haciendo uso de la contrapublicidad, realiza una serie de ‘Fanzines Fake’, recreaciones de revistas como el mítico “Hola!” en las que inserta las vidas cotidianas nada cotizadas de personas procedentes de países tercermundistas o en riesgo de exclusión social. Ambas beben de la esencia dadá del fotomontaje político y del juego plástico del cadáver exquisito surrealista. 

Pilar Albarracín y María Cañas siempre han estado cercanas al poner el dedo en la llaga de los estereotipos machistas de la Andalucía profunda. Así para Verónica Ruth Frías “el sarcasmo, la irónica y el humor son fundamentales, aunque trate temas muy serios como la construcción de lo femenino, la maternidad, la violencia contra las mujeres o la discriminación de la mujer en la historia del arte”. Esa reflexión sobre la autoimagen en el mundo digital y exponencialmente saturado de selfies en el que vivimos, del que nos habla Verónica, nos acerca a la base filosófica de la reflexión de Asunción Lozano en el proyecto citado.

Por otro lado, el estereotipo femenino del que nos habla María Cañas en sus fotomontajes, tiene también relación con los ‘Retratos intervenidos’ de Claudia Frau, para quien la fotografía es una herramienta y no un fin. Todas ellas podrían compartir el interés de Claudia en “los metarelatos. La sociedad. La desinformación. El feminismo. La política”. Y es este un discurso común y necesario que abanderan con fuerte estas mujeres andaluzas.

© Cristina Lucas

Cristina Lucas (Jaén) en su mítica serie ‘Ese orden no tan viejo’ se cuestiona también la situación social a partir de la figura de la mujer. La anarquista y las fascistas son dos de las imágenes de esta serie que he seleccionado para dar una conclusión lógica a los discursos políticos y sociales que se han ido abordando, y que son tan de nuestro país, nuestra comunidad y nuestra historia. No tengo mucho más que decir sobre estas imágenes, que nos llaman a gritos a revisitar la historia.  

A modo de cierre, considerando los discursos, materiales y procesos abordados, sí hay que decir que la complejidad de estos trabajos profundos, corales, ricos en matices y con intención de análisis y expresión del individuo y la sociedad a un tiempo, podrían hablarnos de dejar a un lado, una vez más las categorías y, aunque esta investigación está aún por acabar, lanzar la hipótesis de que mirar, sentir y pensar, más allá del juego compositivo y la corrección técnica de la imagen fotográfica de los clásicos, adquieren un nuevo valor en aquello de decía Cartier Bresson de que “fotografiar es colocar el ojo, la cabeza y el corazón en un mismo eje”, aportando, gracias a las mujeres andaluzas de esta muestra, un eje hacia el centro de la Tierra que conecta, además, la matriz, la raíz del mundo y el alma.