Este fin de semana, Soria ha acogido unas jornadas de presentación de la futura sede del Centro Nacional de Fotografía e Imagen, con diferentes actividades que han convocado este viernes a multitud de personas vinculadas con la fotografía. Un acto que ha marcado un momento histórico para nuestra fotografía y del que nos hace la crónica Roberto Villalón.
En inglés, pride tiene diferentes connotaciones, pero yo me quedo con dos que utilizamos las LGTBI+: orgullo y dignidad. No, no. No te estás equivocando de crónica.
El viernes se juntó parte de la flor y nata de la fotografía española en Soria para, por un lado, reivindicar la creación de un Centro Nacional de Fotografía e Imagen y, por otro, celebrar la existencia de un plan y presupuestos para la reforma del antiguo edificio del Banco de España como sede de esa institución, que tenemos que recordar que todavía no existe.
Lo del viernes fue uno de los momentos colectivos más emocionantes que he vivido desde que tengo algo que ver con esto de la fotografía, de mi salida del armario fotográfico.
Se juntaron casi trescientas personas vinculadas a la fotografía de muy distintas formas: foto de moda, fotoperiodismo, publicidad, paisaje, de autor, docentes, libreros, coleccionistas, asociaciones, sociedades, festivales, edición, diseño, curadoría, investigación, galerías, archivistas, fotolibreros… Aquello parecía la canción de Mecano. Gentes con intereses, gustos, perspectivas, reconocimientos, estatus y motivaciones muy diversas, sintiendo que formaban parte de un mismo colectivo.
Evidentemente, faltaba mucha gente. Especialmente, gente joven. Pero no sé si antes se ha vivido una concentración así, y casi por sorpresa.
Los antecedentes cercanos sobre lo que sucedió el viernes en Soria empezaron durante la pandemia. Entre los distintos planes dedicados a la reactivación económica (y anímica) de la sociedad española, se destinaron algunas ayudas específicas para la cultura, que sencillamente obviaban a la fotografía. No aparecíamos. Aquello provocó que se movilizara un grupo de personas reconocidas en el sector (Premios Nacionales y WPP) con el fin de ser escuchadas por el Ministerio de Cultura para tratar de que se nos tuviera en cuenta.
Se produjo la reunión en el verano de 2020, pero con un resultado decepcionante, según la información que se filtró a El País. No se concedieron ayudas, pero la reunión puso de manifiesto la necesidad de un Centro de Fotografía, ya una antigua reivindicación, que sirviera de representación en casos como este (o cuestiones de legislación, donde los y las creadoras gráficas no existimos).
El caso es que no hay mal que por bien no venga. Esa reunión provocó la creación de la Plataforma por el Centro Nacional de Fotografía e Imagen (lo explica muy bien Castro Pietro, uno de sus impulsores, en esta entrevista para LFMagazine) que se presentó al público en mayo del 2021. Esta plataforma estableció unas líneas para el modelo deseado de centro nacional que difundió mediante un manifiesto, que imagino que firmaste en su día.
Pues ese 26 de mayo, el proyecto cantó línea. El alcalde de Soria, Carlos Martínez Mínguez, para sorpresa de muchos (no sé si para los organizadores del acto también) ofreció el edificio del Banco de España de la ciudad, concretando en un espacio físico la idea del centro nacional, que ya anteriormente había “tenido” otras sedes que nunca llegaron a ser.
Y con ese aliciente, la plataforma y las administraciones implicadas siguieron trabajando hasta que se produjo la “anunciación”. El presidente del gobierno confirma el futuro centro en un acto político, hace aproximadamente un año.
Obras son amores y no buenas razones. Las referidas a la sede física (recordemos que se supone que nuestro centro busca tener representación y actividad en diferentes puntos del estado, además de una versión virtual, que estamos en 2022) están en proceso. El continente cuenta con 9 millones para su rehabilitación. Las otras, las referidas al BOE que conviertan el verbo en carne y que habite entre nosotros, creo que las están peinando. Las autoridades hablan de parto inminente.

Y así hemos llegado a este fin de semana de orgullo. La Plataforma ha sido la encargada de coordinar el acto que sirve principalmente para hacer visible el trabajo que se está realizando para conseguir un centro que dinamice el sector, que conserve y ponga el valor nuestro pasado, facilite nuestro presente y busque mejorar nuestro futuro. Pero sobre todo para exigir que sea una realidad y no se quede, de nuevo, en un sueño olvidado.
En el acto hablaron los representantes políticos e hicieron sus discursos. Esperamos que también hagan su trabajo. Sandra Maunac, en representación de la Plataforma, nos recordó para qué estábamos allí, para celebrar y reivindicar. Para recordar las décadas de retraso y la necesidad de reconocer nuestra aportación a la sociedad.
El catedrático de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada, Antonio Monegal, hizo un repaso sobre el valor de la fotografía, nuestra fotografía, porque muestra nuestra forma de ver el mundo. Reconoció la importancia de tener un centro como elemento dinamizador, recogiendo nuestro pasado, fomentando la interconexión entre sus distintas áreas, dando importancia también a los procesos. “Venimos a Soria a encontrarnos a nosotros mismos”.
Y como los fotógrafos y fotógrafas nos expresamos principalmente con fotografía, se proyectó un audiovisual dirigido por Alejandro Castellote, Chema Conesa y Nerea Ubieto, con la colaboración de Juan Valbuena y el montaje de David Linuesa, titulado ‘No hay imágenes sin imaginación’. Un repaso por nuestra memoria gráfica hasta la actualidad, combinando fotografías de más de 300 autores y autoras de distintas generaciones, que sirvió como gran preludio a un aplauso generalizado, emocionado y mantenido de todos los asistes.
Han pasado dos días. Los aplausos de los niñas y niños que creen en las hadas pudieron salvar a Campanilla de morir. Pero los centros nacionales parece que necesitan algo más.
Si cerca de 300 “personalidades” del mundo del cine, de la literatura, del teatro o de la pintura, se hubieran reunido un fin de semana, ¿habría tenido más trascendencia? Por supuesto, el acto ha aparecido en la prensa local. Y he localizado la estupenda crónica en El diario de Ana Tenías, la de Guillermo Navarro en ABC o la mirada desde Cataluña de Antoni Ribas Tur en el Ara. ¿Ha sido suficiente el ruido?
Bueno, en cualquier caso, si algo he aprendido de otros “orgullos” en los que he participado, es que la lucha siempre es continua y que celebrarse es también una necesidad. Que reconocerse, valorarse y reivindicarse también es un proceso interno. Como decía Monegal, para encontrarnos.
Este fin de semana, los y las devotas hemos paseado a Santa Fotografía por Soria. Ahora a ver si se obra el milagro.