“Si vas al festival Les Reencontres d’Arles durante la semana profesional es que eres un loco… Un loco de la fotografía”. Esta es la premisa de partida de Amanda Vich, que ha acudido a la semana inaugural de los Encuentros para hacernos una crónica de su 50 edición y avisarnos de qué no nos podemos perder si vamos este verano.
Como cada año, arde Arles de calor durante la semana en la que arranca el festival de fotografía. Si repites cada año, sabiendo lo duro que es aguantarlo, es que eres un loco… Un loco de la fotografía. No sé si es la edad o el cambio climático, pero cada año me parece más insoportable aguantar el calor húmedo e intenso de Arles. Será el Río Ródano que pasa por la ciudad que le da un plus de calor como también le pasa a mi querida Florencia con su río Arno, serán los mosquitos que le dan este sufrimiento extra inhumano a lo ‘Corazón de las Tinieblas’ de Conrad. Lo que sé es que cada año me pregunto qué puñetas se le ha perdido a una “princesa” como yo para exponerme a estas calamidades.
Con el tiempo aprendes y vas a ver las exposiciones donde esté asegurado el aire acondicionado, donde sabes que no morirás en el camino por el sol del mediodía. Tienes tus trucos, que te da la experiencia, como comprarme un gran abanico y un sombrero que me ha salvado en más de una ocasión de no morir insolada.

Siempre que voy me pregunto por qué no cambian las fechas del comienzo y lo ponen cuando todo sería más agradable. Me pregunto por qué elijo ir durante la llamada “semana profesional”, cuando descienden aquí fotógrafos de todo el mundo, en vez de ir más tarde, hacia el final de un festival que dura hasta el 22 de septiembre.
Pero fui ahora en julio. Sudé, sufrí y disfruté, pero debo confesar que no tanto como en otros años. Siendo el 50 aniversario de les Rencontres d’Arles, me esperaba más. Hubo de todo. Una gran variedad de estilos, temas y nacionalidaes. Proyectos sobre el medio ambiente, el género, las fronteras, la religión, la tecnología, sobre postales, los recuerdos de la infancia, mucha fotografía de archivo, los sistemas autoritarios, la intimidad de los hogares (“living”) en todos los continentes. Pero hubo consenso entre los fotógrafos con los que hablé de que el nivel general es más bajo que en años anteriores. Sin embargo, siempre encuentras joyas, las suficientes joyas como para justificar el viaje y soportar el calor tropical.
Dicho todo esto y sabiendo de dónde partimos, os intento explicar con todas mis limitaciones lo que ha sido expositivamente hablando para mí este Arles.
‘Home Sweet Home 1970-2018: The British Home, a Political History’
Una de las exposiciones que me ha gustado más, tanto por sus 31 fotógrafos expuestos como por los textos que lo acompañan. Comisariada por Isabelle Bonnet, es un gran trabajo sociológico, histórico, cultural y político del pasado y presente de la sociedad británica, a través del espacio privado que son las casas desde los años 70 hasta la actualidad.
“The Germans live in Germany, The Romans live in Rome. But the English live at home.”
J.H. Goring. The Ballad of Lake and other Ryhmes. 1909
Esta cita extraída del libro de fotos que acompaña la exposición transmite lo importante que es la casa para los británicos.
Una frase similar que he oído muchas veces en Inglaterra es “An Englishman’s home is his castle” (La casa de un inglés es su castillo). Y también el lugar donde se siente más a gusto. Quizá no sea causalidad que el concepto de “comfort”, tan usado y explotado en la publicidad, proviene de una palabra inglesa. El interior de las casas que vemos en la colección, con su decoración y los objetos que contiene, nos habla de las personas que las habitan, su relación con el mundo y la interacción con la familia, sus gustos y sus marcadísimas clases sociales. Recorremos varias etapas históricas del último medio siglo a través de la mirada de los fotógrafos.

Por ejemplo, el impacto de la llegada de la televisón en las casas, la importancia para los ingleses de los jardines, el empobrecimiento de las clases trabajadoras tras las políticas neoliberales de Margaret Thatcher, el contraste con las mansiones de las clases pudientes de Londres, los pisos del los okupas de los años 80-90, la llegada de la sociedad multicultural, la imposición de Blair de la ley de prevención del terrorismo y la reducción que eso supuso para las libertades y los derechos humanos. Y la apatía y vacío de los adolescentes.
Las fotografías de Anthony Haughey nos enseñan la degradación de los más pobres. En una de sus imágenes se ve una escena familiar decadente: en el salón un padre borracho duerme la mona, y en el mismo espacio la madre con sus dos hijos rodeados de cervezas y suciedad y, con un trasfondo de paredes despintadas, otra persona planchando.
En contraposición, Karen Knorr nos enseña las casas de los ricos del barrio exclusivo de Belgravia. En una de las fotografías vemos a una pareja de lo que bien podrían ser lores posando en el salón de su casa, con su decoración lujosa y señorial. La mujer, mirando a la cámara fíjamente con altivez aristocrática, lo dice todo, no hay como nacer en buena família para que la vida te vaya viento en popa. El marido, sentado en una sillón y la mirada al infinito, muestra una confianza en sí mismo al estilo emperador romano. Acompaña la imagen un pequeño texto que dice. “Hoy la seguridad es más que un lujo. Es una absoluta necesidad.”
The Anonymous Project. ‘The House’
¿Qué hace que una casa sea un hogar? La gente que vive en ella.
Siguiendo con el concepto de casa, pero desde una perspectiva más divertida, desenfadada y cinematográfica, no os perdáis la exposición ‘The Anonymous project’. En este caso, son fotografías de desconocidos que el cineasta Lee Shulman se encontró de manera fortuita. Y quedó tan fascinado con las vidas y sus historias en sus casas que empezó su colección de fotografías en color de los últimos 70 años. Como me comentó él mismo, para montar la exposición trabaja con su equipo humano de producción de sus películas para escenificar una casa y adaptarla en cada caso al espacio expositivo.

En Arlés, le dieron una casa semidestruida y la adaptó de una manera exquista. Por ejemplo, en la cocina nos encontramos todos los muebles típicos de los años 60 y en la nevera hay una fotografía de una mujer cocinando. Y así va construyendo todos los espacios. El salón perfectamente amueblado con una proyección de diapositivas, una instalación con televisores de diferentes tamaños y, dentro de ellos, fotografías con familias con el totem de la casa. Así vamos descubriendo todos los espacios del hogar casa y sus fotografías.
Pixy Liao. ‘Experimental Relationship’
La fotógrafa china Pixy Liao (1979) con su proyecto largo ‘Experimental relationship’ también nos habla del espacio privado, pero en este caso desde una perspectiva de género. Ella se hace fotografías con su novio japonés Moro, donde posa en un rol dominante, mientras que él asume la posición de sumisión. Como explica Liao, el objetivo de este experimento se basa en romper la inherente relación de modelo y conseguir un nuevo equilibrio.

En una de sus imágenes vemos a su novio desnudo, tumbado en la mesa de la cocina y con una papaya esconde su sexo, mientras Pixy Liao está sentada comiendo la fruta y mirando a la cámara. Como espectador, te das cuenta de cómo estamos de acostumbrados a este tipo de fotografías, dónde el hombre tiene el “poder”, al cambiar los roles se evidencia lo absurdas, ridículas y sexistas que son las fotografías que hemos ido asimilando como “normales” en nuestra cultura visual.
Evangelia Kranioti. ‘The Living, The Dead and Those at Sea’
Trabajo magnífico de la fotógrafa y directora de cine griega Evangelia Kranioti, ganadora de este año del premio Madame Figaro. La artista traspasa las barrreras de lo que está estipulado como fotografía documental para sumergirse en un mundo poético, sugerente y onírico en el que da libertad al espectador para imaginar y soñar. Sus fotografías y películas tienen unas imágenes fantásticas. Se ve que todo está muy pensado, pero está hecho de tal manera que todo fluye y parece natural.
En el proyecto ‘Exotica, Erotica y Etc.’, reflexiona con fotografías exquisitas y un documental sobre la pasión universal por explorar, como hicieron Ulises y Penélope. A través de la historia de los marineros de larga distancia la artista investiga geográficamente sobre el viaje y la vida en el barco. Y a la llegada a puerto, pone el foco en el amor.
En ‘Obscuro Barroco’ trabaja sobre Río de Janeiro y su cultura urbana queer, con sus metamorfosis. Combina fotografías con una magnífica videoinstalación llamada ‘Ecstasy Must Be Forgotten’ donde nos presenta el carnaval de Río a través de sus disfraces y su música. Y homenajea a sus personajes, como la transexual Luana Muniz (1961-2017), con sus exagerados labios, tatoos y sus cambiantes y largas uñas.
En ‘Era Incognita’, investiga sobre los egipcios que viven en las necrópolis del Cairo a consecuencia de la crisis de la vivienda en Egipto.

En ‘Beirut Fictions’, explica cómo las sirvientas de África y Asia viven en Beirut en la semiesclavitud sin esperanza de integración. Tuve la suerte de encontrarme a la artista durante una visita guiada, el calor era insoportable, pero a pesar de esto, me impresionó su presencia, su belleza, su confianza en ella misma, es lo más parecido que he visto a lo que me imagino como una diosa griega.
Mario del Curto. ‘Vegetal Humanity. As Gardens Unfurl’
Mario de Curto nos presenta en un jardín medio abandonado su proyecto ‘Vegetal Humanity’, donde durante más de 10 años el fotógrafo ha recorrido el mundo buscando la conexión entre las personas y la naturaleza. Son fotografías de gran formato escondidas entre las plantas y arbóles que impactan por su rareza y belleza.

‘On the Earth. Imaging, Technology and The Natural World’
En el Parc des Ateliers podrías estar siglos mirando libros del Book Awards pero sinceramente yo no tuve ni tiempo ni energía porque era un trabajo descomunal que daría para estar una semana en Arles, pero os aseguro que hay muchas joyas escondidas. Sí que vi, y vale la pena, la exposición ‘On the earth’, donde 25 artistas contemporáneos reflexionan sobre la relación entre las personas, la naturaleza y la tecnología.

Del premio “Louis Roederer Discovery Award”, donde galerías son invitadas a presentar a nuevos talentos de la fotografía destacaría dos exposiciones:
JJ Levine, ‘Family’, de la galería Castiglione
JJ Levine, con su proyecto ‘Family’, ha estado fotografiando su familia, amigos y conocidos en su LGBTQ comunidad de Montreal. Todo un homenaje a las nuevas familias, con y sin hijos, que viven en armonía. ¡Viva la deferencia y el amor!

Alys Tomlinson, de la galería Hackelbury Fine Art. ‘The Faithful’
Alys Tomlinson en ‘The faithful’ nos explica la vida de Vera, una monja ortodoxa cristiana que es parte de un trabajo más extenso titulado ‘Ex-Voto’. Durante varios años, el fotógrafo ha explorado las peregrinaciones en Europa, los paisajes, los espacios y decoraciones. Imágenes bellas en blanco y negro y un documental que te sumerge en sus vidas espirituales.
Kurt Tong. ‘Combing for Ice And Jade’
En el mismo espacio expositivo de las dos anteriores, uno de los espacios más calurosos e insoportables, también vi el proyecto de Kurt Tong titulado ‘Combing for ice and Jade’, con una instalación expositiva innovadora, donde se suporponen fotografías suyas con otras de archivo. El artista homenajea a su nanny de 87 años de edad que trabajó para su familia durante 40 años.
‘La Movida. Crónica de una agitación 1978-1980’
Cómo no, tengo que nombrar la exposición de La Movida donde se exponen fotografías de Alberto García-Alix, Ouka Leele, Pablo Pérez-Mínguez y Miguel Trillo. La sensación que tuve viéndola dos veces es que tenía ganas de más, necesitaba un espacio expositivo mucho más grande, que diera pie a exponer con más detalle el movimiento cultural e histórico que suposo para la España postfranquista «La Movida».

Christian Lutz. ‘El Dorado’
Christian Lutz se sumerge en el mundo de los casinos, en Las Vegas y Macao. Las fotografías nos transmiten un mundo lleno de lujo, artificialidad, crueldad, inhumanidad y decadencia. Buena instalación expositiva, cuando entras en el espacio todo pintado de negro, las fotografías resaltan y te impactan.
Las que me perdí y me dijeron que merecían la pena
Para ser justa, debo confesar que el agobio climatológico me impidió ir a algunas exposiciones muy bien recomendadas. Si volviese, preferiblemente hacia a finales de septiembre, iría a ver las siguientes:
Helen Levitt. ‘Observing New York Streets’
En 1930 Helen Levitt inmortalizó los barrios pobres de New York: graffitis, personas y niños en la calle con poses cómicas.
Philippe Chancel. ‘Datazone’
Philippe Chancel se ha pasado los últimos 15 años de su vida explorando áreas del planeta y documentando los síntomas de su decadencia por la globalización y paralización de la clase política delante el caos que se aproxima por el cambio climático.
‘Postcard. News From a Dream World’
Trabajo de diferentes artistas que usan las postales o se inspiran en ellas. Esta exposición reflexiona sobre lo que las postales nos dicen del mundo.

CNRS Archives. ‘The Saga Of Inventions: From The Gas Mask To Washing Machine’
Este archivo es un pequeño resumen de la historia de la innovación que une ciencia, tecnología, industria y diseño. Desde un inicio hubo una política de fotografiar los inventos de forma rigurosa y ahora se convierte en un gran homenaje a todos los visionarios y pioneros.
Tom Wood. ‘Mothers, Daughters, Sisters’
La exposición aglutina fotografías hechas en las calles de Liverpool y alrededores de madres, hijas y hermanas entre 1970 y 1990, junto a una selección de postales familiares de su colección personal.

No solo fotografía, sino también buenos documentales
Adriana López Sanfeliu. ‘Elliott Erwitt, Silence Sounds Good’
Además de las exposiciones, la semana profesional te da la oportunidad de ir a estrenos de documentales como el titulado ‘Elliott Erwitt, Silence sounds good’ dirigido por la fotógrafa y cineasta Adriana López Sanfeliu. En este documental íntimo ,y que emociona porque es verdadero, la directora se expone y nos hace confidencias. También vemos la relación entre el gran fotógrafo de Magnum y Adriana que durante cinco años fue su asistente. Por ello viajaron juntos por todo el mundo. En el documental podemos ver la complicidad y amistad entre ellos y también el buen sentido de humor y sarcasmo de Erwitt que se refleja en muchas de sus fotografías icónicas.

Cada año vuelvo con miles de anécdotas. Pero este año me quedo con la siguente. Después de ver por segunda vez la exposición de La Movida para revisar si me había perdido algo por un golpe de calor, me siento en la entrada de las escaleras del palacio para descansar, uno de los pocos sitios donde cada año está asegurada una brisa. El perro de una de las personas que están instaladas casi todo el día allí por dicha razón, sale corriendo desesperado y se lanza a la fuente de la Place Republique, que está enfrente. Uno de los propietarios me mira y me dice: “Tenía calor”. Y yo le contesto: “Pues claro, como todos. Que envidia me da”. Yo quería ir detrás de él viendo cómo disfrutó de su bañito delante de todos los infelices que no nos atrevíamos a hacerlo por el siempre absurdo “¿qué diran?”.

Pues eso, de mayor quiero ser un perro, por lo menos durante la semana profesional de Arles. O mejor dicho, ya que estamos de deseos, mejor Anita Ekberg en ‘Dolce Vita’ cuando se baña en la Fontana de Trevi. Porque, la verdad, tener que ir como sonámbula de una exposición a otra, ver miles de libros y dejar de ver muchos más con la frustración que supone, no saber en muchos casos qué estás viendo porque ya no tienes ni fuerzas de mirar porque has visto tantas expos que confundes los días, las horas, las conversaciones, los libros de fotos, las caras, pues no tiene mucha gracia y piensas que ser perro o Anita sería mucho mejor.
¿Y por qué voy cada año como una oveja siguiendo el rebaño? Porque Arlés cada año me pone a prueba. Lo sé, es un acto masoquista, como muchos otros, pero os prometo que te da una satisfacción cuando lo superas, si lo superas, claro. Es el momento de la verdad: ¿morirías por la fotografía? Arlés te pone al límite: cada año es más complicado encontrar casa, es más caro, el calor te parece más infernal, la resaca te afecta más. Vas acumulando emociones, exposiciones y mucho cansancio y allí es donde sale lo mejor y peor de ti: hay risas, hay lloros, hay enfados y hay reconciliaciones, hay emoción o gran decepción al ver una exposición , hay fustración por expos que no ves porque no te da tiempo. Todo esto también es Les Reencontres d´Arles pero normalmente no te lo cuentan.

Me imagino que es como cuando tienes un hijo y nadie te ha contado lo duro e insoportable que puede llegar a ser pero a pesar de todo lo quieres mucho y hasta te atreves a tener más. Yo quiero a Arlés, pese a todo. Con calma y con aire fresco, sin sudor ni lágrimas. El Festival Les Rencontres de la Photographie d’Arles no tiene por qué ser un infierno sino una experiencia de la que uno puede sacar provecho y disfrutar, una experiencia por momentos celestial.