La Fundación Canal muestra una extensa exposición sobre la fotógrafa americana Francesca Woodman, en la que se agrupa parte de sus imágenes bajo el título ‘Francesca Woodman. On being an angel’.
La Fundación Canal propone como inicio de la temporada la muestra ‘Francesca Woodman. On being an angel,’ una exposición monográfica que incluye la mayor parte de sus series fotográficas y sus conjuntos temáticos. Desde el 3 de octubre y hasta el 5 de enero se podrán disfrutar de un total de 102 fotografías, junto a seis cortometrajes realizados por la fotógrafa y que ayudan a comprender la forma de trabajar de la joven fotógrafa.
Woodman se ha convertido con el paso del tiempo en una de las fotógrafas contemporáneas más estudiadas, influyentes y comentadas gracias a unas originales e inquietantes instantáneas. Un legado de 10.000 negativos y 800 fotografías impresas, de las cuales apenas hemos visto una cuarta parte.
Tras su trágico suicidio en 1981, se convirtió en una fotógrafa de culto que, a día de hoy, sigue generando debate y preguntas sin respuesta. Todo ello forma parte de ese halo de misterio que rodea a su figura y que está presente en cada una de las fotografías de esta exposición, cuyo título, ‘Siendo un ángel’, hace referencia a uno de los temas preferidos que la artista utilizaba para representar su cuerpo y su rostro.

Anna Tellgren, conservadora del Moderna Museet de Estocolmo y comisaria de la exposición, explica que, aunque habitualmente se suele presentar la obra de Woodman en orden cronológico, en esta ocasión se ha agrupado por temáticas, tal y como se lo solicitó la familia de la fotógrafa, cuando se reunió con ella para preparar esta exposición.
Las claves de la fotografía de Woodman se pueden resumir en los siguientes:
Surrealismo
Sobre todo, a partir de su estancia en Roma, la obra de Francesca Woodman refleja una clara influencia surrealista. Al igual que los más destacados fotógrafos de este movimiento, como Man Ray o Boiffard, Francesca gusta de experimentar con la iluminación o las dobles exposiciones, utilizar símbolos sexuales, dobles de la propia artista o elementos como sombras, espejos, máscaras o animales (como las anguilas), que claramente remiten a la fotografía surrealista.

Ángeles
Francesca Woodman trató varias veces a lo largo de su trayectoria el tema de los ángeles, motivo con el que se identificaba particularmente, tal y como demuestra el alto número de autorretratos realizados bajo esta temática. Los ángeles de Francesca se alejan del concepto luminoso y celestial para mostrarse más bien como seres decadentes, etéreos y evanescentes, rodeados de sus habituales escenografías de edificios abandonados y paredes desvencijadas que se aprecian en la exposición en las instantáneas de las series ‘Angels, On being an angel’, ‘From a series on angels’ y ‘From angel series’.
Movimiento
Francesca Woodman entendía las fotografías como fragmentos de historias. Por este motivo, muchas de sus instantáneas transmiten una sensación de movimiento, que era la manera que tenía la artista de transmitir el tiempo a través de la imagen fija. Esto se aprecia claramente a lo largo la exposición en imágenes como ‘Sin título, Roma, Italia, 1977-78’, en la que la vemos en pleno salto, como si se levantara a sí misma tirándose del pelo, o en sus imágenes de ángeles, en algunas de las cuales se sugiere tanto el movimiento como la capacidad de volar.

El movimiento también está presente en la muestra en ‘Selected
Video Works’ (Obras en vídeo seleccionadas, 1976-1978), una colección de seis cortometrajes en los que las fotos de Woodman directamente cobran vida.
Transformación
La idea de transformación está muy presente en algunas de las fotografías más La idea de transformación está muy presente en algunas de las fotografías más icónicas de Francesca Woodman. Cuerpos que emergen, o tal vez desaparecen, del fondo, fundidos, metamorfosis… Las imágenes de la estadounidense también sugieren movimiento mediante la muestra de un elemento que se está convirtiendo en otro lo que, a su vez, también enlaza de nuevo con la iconografía surrealista.

En la exposición hay ejemplos muy claros de transformaciones en imágenes como ‘Desde Space2, Providence, Rhode Island, 1976’, en la que un cuerpo femenino se funde con la pared desvencijada o ‘Sin título, MacDowell Colony, Peterborough, New Hampshire, 1980’, en la que la propia Francesca aparece con los brazos cubiertos con la corteza de un árbol remitiendo al mito clásico de la transformación de Dafne en árbol para escapar de la persecución de Apolo.
La mujer
El cuerpo femenino en general, y el de ella misma en particular, es el gran protagonista de la fotografía de Francesca Woodman. La artista utiliza su cuerpo, en ocasiones desnudo, para conectar con el espacio de una forma sorprendentemente original. Sus fotografías, tremendamente desafiantes y desinhibidas, plantean preguntas y están envueltas en un halo de misterio en torno a la representación y esencia de la mujer.
El enigma que roeda a Woodman incita a que surjan todo tipo de interpretaciones acerca de sus trabajos. En algunas de sus imágenes podemos apreciar como aparece la figura de la mujer de una manera rupturista respecto al rol que tradicionalmente se ha establecido a lo largo de la historia del arte. Algunos autores interpretan estos trabajos como una reivindicación del papel de la mujer en el mundo del Arte, como también hicieron, a finales de los años 70, artistas contemporáneas de la fotógrafa, como Ana Mendieta o Cindy Sherman.

En muchas de las imágenes de esta exposición vemos una mujer desafiante ante el mundo y muy rupturista, como manifiesta la historiadora del arte y activista feminista Abigail Solomon-Godeau, quien destaca la preocupación de Woodman por el cuerpo de la mujer y su posible interés por reflejar la dicotomía sujeto-objeto como una reivindicación llena de matices de la figura de la mujer.
Autorretratos
Si bien señalábamos en el punto anterior que las imágenes de Francesca están centradas fundamentalmente en el cuerpo de la mujer, hay uno que destaca por encima de todos: el suyo propio. Francesca se autorretrató desde sus inicios en todo tipo de poses y posturas. Esto se ha identificado tanto con una constante búsqueda del yo y con la autorreflexión, como con explicaciones más pragmáticas relacionadas con que la modelo más a mano para dar rienda suelta a sus constantes experimentos creativos era ella misma.
Sea cual fuere la razón, el caso es que los autorretratos de Francesca nos han transmitido una imagen sobre la propia artista que en muchas ocasiones se ha interpretado directamente en relación con su prematuro suicidio. Sin embargo, son muchos los expertos en su obra y allegados que invitan a centrarse solo en el contenido de sus fotografías a la hora de analizarlas sin tener en cuenta su trágico final. Por ejemplo, piden valorar los autorretratos de Francesca como fruto de la experimentación de una joven artista que realmente disfrutaba creando y en los que incluso se pueden apreciar muestras de su particular y excéntrico sentido del humor.

Cortometrajes
La exposición se completa con la proyección de ‘Selected Video Works ‘ (Obras en vídeo seleccionadas, 1976-1978), una colección de seis vídeos cortos editados y publicados en 2004 por The Estate of Francesca Woodman.
Pese a su prematura desaparición, Woodman produjo miles de imágenes, de las cuales The Estate of Francesca Woodman, en Nueva York, conserva alrededor de ochocientas. De estas, apenas se ha mostrado al público una cuarta parte en las diferentes exposiciones y publicaciones realizadas desde su muerte.
Vida y obra de Francesca Woodman
Pese a su prematura desaparición, Francesca Woodman (Denver, Colorado, 3 de abril de 1958 – Nueva York, 19 de enero de 1981) produjo miles de imágenes, de las cuales The Estate of FrancescaWoodman, en Nueva York, conserva alrededor de ochocientas. De estas, apenas se ha mostrado al público una cuarta parte en las diferentes exposiciones y publicaciones realizadas desde su muerte.
Resulta difícil determinar exactamente cuántas copias impresas de época se conservan de sus fotografías pues en muchas ocasiones Woodman escribía cartas en el reverso de sus fotografías y las enviaba por correo a familiares y amigos. Igualmente, la artista solía garabatear palabras, frases cortas o citas en muchas copias impresas, textos breves que desde entonces han hecho las veces de títulos de cada pieza en cuestión.

Si bien la exposición no se presenta como un recorrido cronológico, la obra de Francesca Woodman suele dividirse en cinco períodos macados por sendos hitos, como son las primeras obras, sus años en la RISD de Providence, su estancia en Roma, sus años en Nueva York -entre 1979 y su muerte en 1981- y su breve paso entre medias por la Colonia MacDowell en 1980, como explica Anna Tellgren, conservadora del Moderna Museet de Estocolmo y comisaria de la muestra. Estos cinco periodos no tienen una correspondencia estilística clara y definida en sus trabajos, pero sí en su recorrido vital y en el ordenamiento de su obra.
Criada en una familia de artistas (su padre, George, era pintor y su madre, Betty, escultora y su único hermano, Charles, es videoartista), Francesca mostró un «talento precoz» para la fotografía desde que a los 13 años su padre le regaló su primera cámara. Con ella lleva a cabo sus primeras obras, retratándose en los lugares en los que pasó su infancia, desde
Boulder, el pueblo de Colorado residencia habitual de los Woodman, a Antella, un pueblo de la campiña italiana donde la familia veraneaba. Ya desde sus primeras imágenes Francesca experimenta con los elementos que acabarían componiendo su lenguaje único como el uso del blanco y negro, el formato cuadrado, la querencia por los autorretratos y los juegos de iluminación.

De este periodo se pueden observar algunas obras en la exposición que ya dan muestra de su prodigioso y precoz talento para la composición de imágenes únicas como ‘Autorretrato a los 13 años. Antella, Italia’ o alguna de la serie de instantáneas que tomó en el cementerio de Boulder, Colorado.
La madurez artística la alcanza irónicamente durante lo que se supone que es su periodo de formación, cuando pasa a ser estudiante de la Rhode Island School of Design (RISD) en Providence, Rhode Island, una de las escuelas de arte más antiguas de Estados Unidos. Allí recibió clases del reconocido fotógrafo Aaron Siskind.
Entre medias, una beca le permite pasar un el curso 1977-78 en Roma, en el marco de un programa para estudiantes destacados. Allí empieza a experimentar en mayor medida con las influencias surrealistas y futuristas, así como los ambientes decadentes.
En otoño de 1978 obtuvo su titulación en Bellas Artes y expuso su serie ‘Swan Song’ (“Canción del Cisne”, 1978) en la exposición que organizó la RISD para graduados de la escuela en la galería Woods- Gerry.
Acabados sus estudios, Francesca Woodman se traslada a vivir a Nueva York en 1979 con la firme convicción de hacer carrera como fotógrafa. Allí tuvo varios empleos de corta duración como secretaria, asistente de fotógrafo y modelo. En su trabajo como asistente, Woodman conoció a varias modelos con las que colaboraría más tarde en sus particulares experimentos creativos, como por ejemplo la serie ‘Blueprint for a Temple’ (Plano de un templo) en la que buscaba recrear la fachada de un templo griego utilizando modelos envueltas en togas, a la manera de cariátides, haciendo uso de la técnica de diazotipia y produciendo imágenes en color de gran formato.
Durante su estancia en Nueva York, durante el verano de 1980, fue becaria en la Colonia MacDowell en Peterborough, Nuevo Hampshire, donde siguió experimentando tanto en temas (por ejemplo, exploró la relación de la naturaleza y el cuerpo) y técnicas como el uso del color.
Los resultados de los esfuerzos de Francesca Woodman por dedicarse profesionalmente a la fotografía no fueron lo inmediatos y exitosos que le hubiera gustado y este sería uno de los detonantes que le acabaría llevando a un estado depresivo que, en última instancia, provocaría su suicidio en enero de 1981 tras algún intento previo, cuando se dejó caer al vacío desde la ventana de su piso en el Lower East neoyorquino.

El reconocimiento artístico de Francesca Woodman empezó a producirse poco después de su muerte. Una de las fechas claves sería 1986, cuando se celebró en el museo del Wellesley College la primera gran retrospectiva de la obra de Francesca Woodman, organizada por Ann Gabhart en colaboración con Rosalind Krauss. La muestra recorrió más tarde varios museos universitarios estadounidenses. Sus primeras exposiciones europeas tuvieron lugar en 1992, en el Shedhalle de Zúrich y el Westfälischer Kunstverein de Münster (Alemania), organizándose otra muestra 1993 en el Kulturhuset de Estocolmo, que después recalaría en el Museo Finlandés de Fotografía.
El éxito de las imágenes de Francesca desde entonces ha sido imparable y, hasta la fecha, se han celebrado en Europa y Estados Unidos, al menos medio centenar de exposiciones distintas sobre la obra fotográfica de Woodman, siendo la última de ellas la que acoge la Fundación Canal.