La Sala Cana de Isabel II inaugura el curso con ‘Francisco Ontañón. Oficio y creación’, una amplia exposición que repasa las diferentes facetas del autor catalán que incluyen portadas de discos y libros, reportajes en revistas y prensa, así como sus fotografías más personales. Un artesano que entiende la fotografía como un oficio con una mirada de autor.
‘Francisco Ontañón. Oficio y creación’ se puede ver en la Sala Canal de Isabel II desde el 7 de septiembre hasta el 3 de noviembre. La muestra, comisariada por Alberto Martín, propone un repaso por las distintas facetas en las que Ontañón desarrolló su labor fotográfica, recopilando 220 fotografías de su archivo personal, así como fotolibros, revistas carteles de turismo o portadas de discos que muestran la versatilidad de uno de los fotógrafos españoles más importantes de la segunda mitad del s. XX.

“Esta exposición tiene tres puntos de partida”, explica Martín.“Una es encontrar al Ontañón autor dentro de profesional de la fotografía, no centrándonos en el autor. La segunda idea es destacar que esta generación tiene un concepto de la fotografía útil, es decir para ellos el estado natural de la fotografía es la fotografía impresa. Para ellos está pensada para circular, más que para ser expuesta. Y una tercera idea es que la fotografía tiene más que ver en aquellos años y con este tipo de uso, con la cultura visual que con el campo fotográfico propiamente dicho. En el fondo hablamos de la cultura de la imagen”.
Con esta exposición se pretende hacer un recorrido por las cinco décadas de trabajo del fotógrafo con gran variedad y versatilidad, desde el reportaje a aquellos trabajos de “fotografía mediatazada”, como la describe Martín, “ligada a los soportes en los que la fotografía circula”. Por ello podemos ver una zona dedicada a los reportajes, probablemente su faceta más conocida.

Hay otra zona dedicada a su relación con las revistas ilustradas de información general, su trabajo par Europa Press, para la revista “femenina” AMA, y La actualidad Española, donde “se forma su estilo, muy reconocible. La exposición también trata reivindicar la labor de estas revistas ilustradas que es donde se forjó toda una generación a la que pertenece Ontañón”.
Para el comisario hay un elemento diferencial entre Ontañón y el resto de su generación. Por ser hijo de la posguerra, “su mirada tiene una empatía enorme hacia la realidad social y se puede hablar de realismo y compromiso de manera muy definida, una mirada cruda y tierna al mismo tiempo”. Y refleja desde un punto de vista épico oficios tanto humildes como complejos, como los toreros, boxeadores o cantantes, donde el éxito y el fracaso se dan la mano”.

“Su estilo es reconocible y poco ortodoxo. Le gusta la borrosidad, las fotos movidas, las fotos oscuras que se desarrolla en los distintos oficios que realiza como fotógrafo”. Un estilo que mantiene tanto cuando hace fotografía informativo como cuando hace fotografía de ensayo. “Su generación priorizaba la imagen publicada y la narrativa en imágenes, pasando de la fotografía que informa a la que explica o desarrolla un punto de vista”.
La exposición intenta acoger la gran variedad de géneros fotográficos, desde los carteles de turismo a las portadas de discos y libros o la fotografía de naturaleza, pero se centra en dos elementos, la fotografía de reportaje, que acaba culminando en un fotolibro a modo de ensayo fotográfico. “Se ve en el recorrido cómo pasamos de imágenes individuales a imágenes colectivas. Cuando es autor y es considerado dentro de Afal a La Palangana, lo que cuenta es la fotografía individual. A medida que va entrando en el reportaje haciendo ensayo fotográfico y fotolibro, se satura de imágenes porque lo que se construya ya es una narrativa, una secuencia que establece un punto de vista”.

Sobre la fotografía “mediatizada”, la de oficio, la exposición se centra en su labor de portadista. “Fue revolucionario porque sacó la fotografía del estudio a la calle. Y le dio una gestualidad espontánea. Creó una imagen cercana de una generación de autores. Él fue el primero que lo hizo”. También encontramos las cubiertas que hizo para Alianza Editorial, que fue también otro hito en la industria cultura de este país. “Fue capaz de estar en los puntos de ruptura innovando en todos los campos”.
En la última planta vemos el retorno al fotoreporterismo en El País Semanal. Nuevos medios permiten nuevos formatos, ahora en color, donde publica la ‘Espectros’, con Manuel Vicent. “Una serie donde vuelve a captar los extremos de la vida”.
La muestra se completa con la proyección de un video realizado específicamente para la exposición que reúne una serie de entrevistas con algunos de los personajes que le conocieron o tuvieron relación profesional con él, entre ellos Ramón Masats, Karina, Miguel Ríos, Óscar Tusquets o Bernardo Pérez.

Francisco Ontañón (Barcelona, 1930-Madrid, 2008) fue amateur cuando dio sus primeros pasos en la fotografía en Barcelona, y enseguida formó parte de los grupos fotográficos más importantes de ese periodo, como Afal y La Palangana. En 1959 se trasladó a Madrid incorporándose a Europa Press como reportero. Trabajó durante cinco años para dos revistas ilustradas de referencia en sus respectivos ámbitos: AMA y La Actualidad Española. En estos medios desarrolló un estilo muy personal de reportaje documental, directo, cercano y tan exacto como expresivo, registrando la España del franquismo y de los planes de desarrollo.
En esa década colaboró con Daniel Gil en la mítica colección ‘El libro de bolsillo de Alianza’ Editorial, y también en Alianza Universidad dando forma fotográfica a las creaciones del diseñador para las cubiertas de los libros. Colaboró con Félix Rodríguez de la Fuente en aquellos coleccionables de animales de tanto impacto en la época e hizo también algunas de las campañas turísticas del Ministerio.
Ontañón hizo algunos fotolibros importantes, como ‘El libro de la caza menor’, con Miguel Delibes, ‘Los días iluminados’ con Alfonso Grosso en la prestigiosa colección Palabra e Imagen de Lumen, sobre la Semana Santa andaluza, o ‘Vivir en Madrid’ con Luis Carandell, retrato contrastado, cruel y tierno, del Madrid de los años setenta.

Hay un ámbito en el que Ontañón destaca por su creatividad, por la renovación estilística que aportó y por su capacidad para captar el espíritu de la época: las portadas de discográficas como Hispavox, CBS y RCA, para quienes trabajó durante más de una década, especialmente entre 1965 y 1975. Acompañó y dio imagen a la música pop en España y a sus intérpretes: el mundo ye-yé, el beat, el rock, el neo-folk, la rumba pop. Fotografió a algunos de los artistas más destacados: Karina, Miguel Ríos, Raphael, Cecilia, Mari Trini, Sandie Shaw, María Ostiz, Alberto Cortez, Rocío Jurado, Los Pasos, Los Payos, Módulos, Los Pekenikes o Las Grecas. Pero también hizo un extenso trabajo en los discos de flamenco, retratando a múltiples cantaores y cantaoras.

Cerró su trayectoria colaborando como reportero, con el El País Semanal, para quien desarrolló un último gran trabajo junto al escritor Manuel Vicent: la serie ‘Fantasmas,’ luego denominada ‘Espectros’, que se publicó semanalmente a lo largo de 1992.