En el ecuador de la vigesimosexta edición de PHotoEspaña, Carmen Dalmau nos hace una crónica que servirá de guía a aquellos que aún no hayan acudido a ver sus exposiciones y de análisis a los que ya hayan disfrutado de ellas.
La edición XXVI de PHE23 anuncia un final de ciclo. Claude Bussac se despedía como directora y poco después recibimos la triste noticia del fallecimiento de Alberto Anaut.
A lo largo de estos años con el arranque de la canícula, tan presente este año por las olas de calor y con un cielo cubierto de cenizas que llegan desde los incendios de Canadá, hemos podido ver en Madrid mucha fotografía con grandes exposiciones. El festival se ha descentralizado con sedes en las dos Castillas, llegando al mar cantábrico, a París, Rotterdam o Turquía.
A lo largo de su trayectoria PHE se ha desarrollado con comisariados generales, el primero a cargo de Alejandro Castellote, al que siguieron Oliva María Rubio, Horacio Fernández, Sergio Mah y Gerardo Mosquera, comisariados colectivos, y los llamados carta blanca con Alberto García-Alix y Cristina de Middel, un comisariado invitado de Susan Bright y las dos últimas ediciones Resiliencia y Contra la Raza, esta última realizada por Elvira Dyangani, en las que el comisariado se fue desdibujando.

María Santoyo será la próxima responsable y el festival cobrará nuevo pulso y retomará con vigor una necesaria reflexión que requiere el medio fotográfico. Santoyo en los textos que figuran en la página web del Festival sostiene siguiendo a Susan Sontag que la fotografía es “un acto platónico” y “no toda imagen es fotográfica” y que al igual que no equivale una lista de la compra a un poema de Federico García Lorca, tampoco deberíamos comparar la masificación de los selfies con los autorretratos de Nan Goldin.
En el Círculo de Bellas Artes de Madrid puede apreciarse bien el planteamiento de PHE23.
En la sala Minerva, un pequeño espacio recogido al que se accede descendiendo la poderosa escalera de Antonio Palacios, hallamos la exposición ‘Como un torbellino‘, y la imagen ‘Bolette Berg con mostacho‘ que es el icono de esta edición. El rescate de un archivo fotográfico suele poseer el misterio gozoso del descubrimiento junto al añadido de disolución de la temporalidad, y mucho más si las placas rescatadas estaban secretamente escondidas en una caja etiquetada como “privadas”. Entonces el ojo voyeur se dispara.
Marie Hoeg y Bolette Berg fueron una pareja de fotógrafas noruegas con estudio abierto desde 1894. Comprometidas con la causa sufragista, en sus ejercicios de puesta en escena y condicionada por la mirada actual sobre los temas de género e identidad, veo más un juego inocente de disfraces que una acción reivindicativa de travestismo.

El Museo del Romanticismo acoge una exposición que puede conectar con ‘Como un torbellino‘. Titulada ‘Deshaciendo el género. Alice Austen‘. Muestra el trabajo de esta fotógrafa americana coetánea de la pareja noruega. Alice Austen retrató a las damas montando en bicicleta, boxeando o jugando al tenis, en escenografías que estaban reservadas a los varones.
En la sala Goya del Círculo de Bellas Artes se encuentra la exposición de Miralda ‘Cowboy Dreams‘. Aquí Miralda casi transformado en fotógrafo de calle dista mucho del artista que podemos ver en las colecciones del MACBA y de las grandes instalaciones. Las fotografías expuestas en ‘Cowboy Dreams‘ forman parte del archivo íntimo e inédito del artista. El catálogo que acompaña a esta exposición , nominado al Book Award 2023 de los Rencontres d’Arles resulta mas atractivo que su puesta en pared.

En la sala Picasso de esta institución nos encontramos con tres grandes damas, Orlan descendiendo la escalera de Duchamp y su historia del arte que grita con lengua afilada apropiándose de Picasso y el retrato de Dora Maar, la mujer que llora, como un oportuno recuerdo en este año que se cumplen cincuenta años del fallecimiento de Picasso.
Junto a Orlan y su historia del arte un tanto kitsch, la siempre heroína romántica Marina Abramovic. Su pieza central merece ser disfrutada. ‘Seven deaths‘ es un homenaje operístico a María Callas. El resto de las piezas arropan la proyección.
‘La mujer pájaro, la mujer agua‘ de Fina Miralles es la exposición de esta artista conceptual española a la que deberíamos prestar mas atención. Sus acciones reflexionan con ligereza poética sobre la naturaleza y su cuerpo desde la década de los setenta del siglo pasado.
Es cierto que Abramovic, Orlan y Miralles trabajan performativamente con su cuerpo, pero con sensibilidades diferentes, la grandilocuencia, el exhibicionismo y lo mínimo se yuxtaponen en esta sala en un equilibrio inestable.

Una exposición sin copias fotográficas de Bleda y Rosa, comisariada inteligente e impecablemente por Marta Dahó en el Museo ICO es lo mejor de esta edición de PHE23. Cuando existe un íntimo diálogo entre comisario y artista con un buen trabajo por ambas partes supone un gozo para el espectador.
Mediante proyecciones dobles en un fondo negro se logra transmitir la coherencia y solidez al trabajo de Bleda y Rosa desde hace más de tres décadas, sin renunciar a ningún proyecto, sin reducir su serialidad y sin aturdir por lo dilatado de la producción. Un placer para los sentidos, que pueden disfrutar de un ritmo pausado que permite meditar sobre las imágenes.

En CentroCentro se puede visitar ‘African Studies‘ de Edward Burtynsky, presentado como una de las estrellas del festival, comisariada por el propio artista y patrocinada por Acciona. En otras exposiciones de este artista sus piezas resultan mas eficaces tanto visualmente como en su mensaje. Aquí sus imágenes en grandes dimensiones, empleando recursos ilimitados que no están al alcance de cualquier fotógrafo, llegan a una abstracción lírica que abusa de texturas y recursos, que se pierden entre la arquitectura del edificio de Palacios.
Louis Stettner (Nueva York1933- París2016) y Anastasia Samaylova (1984, USSR) en la Fundación Mapfre donde apuestan sobre seguro entre el equilibrio impecable del clasicismo del B/N y el color, entre tradición y modernidad con el uso de colores hirientes, ruido y fragmentación, que se desenvuelven atractivamente bien en los nuevos escaparates sociales. Por un lado referencias a la fotografía humanista en clave de Walker Evans que atraviesa todo el espíritu del siglo XX y por otro guiños al surrealismo de Magritte.

Louis Stettner, heredero del Photo League y posiciones políticamente comprometidas siguiendo el uso de la cámara al estilo de Hine, apela a nuestras emociones más nobles como ‘Madrid’ de Bernard Plossu comisariada por Rafael Doctor en la Sala El Águila que nos reconforta como espectadores porque en sus imágenes reconocemos el recorrido por la tradición fotográfica.
La exposición ‘Una visión propia‘ en el Museo Lázaro Galdiano es un trabajo de coordinación de Marta Soul a través de la plataforma Cómo ser fotógrafa que ha permitido bajo el paraguas de Virginia Wolf apreciar el trabajo retratístico de una gran selección de fotógrafas españolas actuales: Angélica Dass, Carmela García, Elisa Miralles, Estela de Castro, Gloria Oyarzábal, Laura M Lombardía, María Platero, Paula Anta, Sofía Moro y Soledad Córdoba.
Finalizo esta crónica mencionando a dos galerías participantes en el FESTIVAL OFF como Le Mur Gallery con Valery Katsuba y sus retratos posados con serenas puestas en escena y Cámara Oscura con el trabajo de Mendía Echeverría que siempre me emociona en su vivisección de un mundo que ya no existe, en museos que aún conservan su auténtica idiosincrasia y que nos siguen determinando como el marco conceptual para apresar las categorías con las que clasificamos lo que nos rodea.