El Espacio Fundación Telefónica de Madrid expone la primera gran muestra retrospectiva dedicada en España a William Klein. ‘Manifiesto’ hace un recorrido por las diferentes facetas del artista estadounidense, como cineasta, diseñador, pintor y, por supuesto, fotógrafo.
‘Manifiesto’, de William Klein, que se puede ver en Espacio Fundación Telefónica de Madrid desde el 8 de junio al 22 de septiembre y que forma parte de la programación oficial de PHotoEspaña, es la primera gran exposición retrospectiva que se le dedica al fotógrafo neoyorquino en muestro país, tras su paso por París, Londres, Amsterdam, Bruselas o Tokio.
Esta exposición, que destaca no sólo por tener algunos “tesoros” como la primera maqueta del mítico libro ‘Nueva York’ o tirajes de época, sino también por su diseño expositivo, del que ha sido responsable el propio estudio de Klein.
La muestra se gestó hace algo más de un año cuando se propone hacer un libro ‘Celebration’ (La Fábrica) que recoge distintos trabajos de Klein, y que ha estado firmando el propio autor, que ya ha cumplidos 91 años, este fin de semana en Madrid.
Comisariada por Raphaëlle Stopin, la muestra recorre las diferentes facetas creativas del autor, fotografía, por supuesto, pero también sus inicios en la pintura, su obra gráfica, su cine experimental, maquetas de sus libros, a través de 245 obras.

Tienen especial relevancia los ‘Contactos Pintados’ en los que se muestra cómo Klein se vale de diferentes disciplinas para crear su obra. También hay un amplio apartado a la irrupción de Klein en el mundo de la moda, en el que, una vez más, supuso una mirada única y revolucionaria. Y su trabajo experimental en cine que deja patente la mirada inconformista y radical durante toda su carrera.
“Klein ha tenido un vocabulario muy rico pero que ha sido reconocible durante toda su carrera creativa”, apunta la comisaria, Stopin. “Todo el mundo conoce a William Klein por su trabajo fotográfico, sobre todo en las calles de Nueva York primero, y otras grandes ciudades, después. Peor él empezó a hacer fotografía en el laboratorio con los temas más básicos, con luces y sombras. Y fue a raíz de ese trabajo cuando empezó a investigar con la pintura por sugerencia de Angelo Mangiarotti”.
“Uno de los momentos clave de la exposición, que muestra la capacidad interdisciplinar de Klein, son los ‘Contantos pintados’, en los que vemos el trabajo de reinterpretación, no sólo de fotografía sino tras su ampliación. Es muy emocionante ver los distintos originales que hay en la exposición por la fiscalidad que tienen”.

Biografía
Willliam Klein (Nueva York, 1928) crece en el seno de una familia de inmigrantes judíos húngaros, creció en el barrio irlandés de Manhattan. A los quince años se inscribió en el City College de Nueva York para estudiar Sociología. Durante la ocupación alemana trabajaba como operador de radio, realizaba dibujos animados para el periódico militar y jugaba al póquer, lo cual le permitió ganar una cámara Rolleiflex.
En 1947 se traslada a París para estudiar en la Sorbona y esta será su catapulta internacional, llegando a exponer en 1951 en Milán. En 1954 regresó a Nueva York durante unos meses. Fue entonces cuando conoció a Alexander Libermann, director artístico de la revista Vogue, que, impresionado por sus fotografías abstractas, le ofreció un contrato. Klein revolucionó la fotografía de moda con su innovador método, consistente en colocar maniquíes en la calle. Al mismo tiempo, su actividad en la revista le permitía financiar un proyecto personal: fotografiar a la ciudad y a los neoyorquinos de forma etnográfica, “como un antropólogo trataría a los zulúes”.

De ese proyecto nacerá la idea de una especie de diario de su regreso a casa “a través de un ojo americano y uno europeo”. Inicialmente, el libro solo se publicará en Francia. Los editores estadounidenses no reconocen en las fotografías de Klein la imagen que ellos quieren proyectar de la alta sociedad neoyorkina, más blanca, aburrida y distante. No obstante, el libro se erigió como un monumento propio y las ediciones italiana, británica y japonesa siguieron de cerca a la francesa, recibió el premio francés de fotografía Nadar. Tardó 40 años en ser publicado en los EE.UU.
Para Klein, Nueva York –sus idiosincrasias, sus barrios, sus carnavales y sus excesos– representa una tierra exótica que le corresponde a él explicar. Klein toma las calles, se mezcla con la multitud, recorre las aceras de Harlem, el Bronx o la Quinta Avenida. Sus fotografías no son posados ni se toman a escondidas. Son cercanas, personales. Klein rompe la distancia impuesta por la tecnología y las normas sociales. Se acerca tanto al sujeto que el gran angular lo deforma, y estos accidentes visuales desembocan en un lenguaje fotográfico original y expresionista, germen de la llamada “fotografía callejera”. Para Klein, la calle se convierte en un escenario vasto y generoso, un circo al aire libre en blanco y negro.
La exposición
Inicios y abstracciones fotográficas
Empezó a mediados de la década de los años 1950, tras estudiar en la Sorbona y frecuentar los talleres de André Lhote y Fernand Léger, sacudiendo todas las costumbres y barriendo los códigos existentes súbitamente. En 1952, por invitación del director italiano de teatro Giorgio Strehler, expone en Milán en el Teatro Piccolo; más tarde en la Galleria del Milione y realiza una serie de pinturas murales abstractas para arquitectos italianos. Uno de ellos, Angelo Mangiarotti, le encarga paneles murales en blanco y negro. En respuesta, Klein crea un conjunto de monumentales paneles giratorios de madera montados sobre rieles que, sin que él pudiera intuirlo, constituirán el inicio de su obra fotográfica. Es precisamente al fotografiar estos paneles pintados para documentarlos cuando Klein se encuentra cara a cara con la fotografía y su potencial, y se plantea recrear dichas geometrías blancas y negras en el laboratorio. Así, Klein inicia un corpus – redescubierto tardíamente en 2012– consistente en composiciones abstractas realizadas en el cuarto oscuro y expone sus “abstractos” en el Salón des Réalités Nouvelles de París.

El nacimiento de “lenguaje Klein” y las series de las grandes ciudades
En la década de los años 50 el libro era el primer canal de difusión de una obra fotográfica. En París contacta con Les éditions du Seuil, editorial en la que trabaja el cineasta experimental Chris Marker, quien le garantiza la publicación de su obra, respetando el proyecto original de Klein. Así publica en 1956 ‘Life is Good & Good for You in New York: Trance Witness Revels’, que se convierte en su manifiesto, un libro revolucionario que sentó las bases del “lenguaje Klein” e hizo temblar los principios de una fotografía que por entonces buscaba un lugar en las artes. Fue publicado en Italia y Japón y elevado de inmediato a la categoría de fundamental.
En este manifiesto se advierte la mirada global de Klein en su obra: hace de la calle su materia prima, abarcadora, generosa y voraz en todas sus dimensiones. Nos habla de un siglo en movimiento, un siglo de mutaciones, de creaciones, de emancipaciones. Situado siempre en el centro, muy cerca de su tema para captar mejor las líneas de tensión, crea, en la década de 1950, grandes conjuntos fotográficos en el corazón de las ciudades modernas como ‘New-York 1954-55’, ‘Rome 1956’, ‘Moscou 1959-61’ y ‘Tokyo 1961’. Pronto descubre la sociedad del espectáculo, dirigiendo para la televisión y fotografiando para la prensa de moda hasta que llegue el cine para satisfacer su deseo de movimiento y su compromiso como fotógrafo.

El cine y la imagen de moda en la obra de Klein
William Klein también mantiene una relación ambivalente con la fotografía de moda, que le divierte del mismo modo que le incomoda, y esta será, mediante la puesta en escena que implica, su puerta de entrada a la dirección cinematográfica. Llegado al mundo de la moda de la mano del director artístico de Vogue, Alexander Liberman, Klein lleva a la modelo a la calle, dejando que la calle entre en la imagen y la multitud se reúna, vaya creciendo y el tráfico se altere hasta que él pulse el obturador para registrar la tensión urbana en juego.
También Klein ha dirigido veintiuna películas –cortometrajes, mediometrajes y largometrajes– en los campos de la ficción y el documental, y cerca de 250 anuncios publicitarios. El dinamismo artístico que despliega en este ámbito es impactante, cambiando de un estilo a otro, y a veces combinando varios géneros en la misma película, desde la comedia musical a la telerrealidad. Al llegar al mundo del cine de manera tardía, Klein lo concibe como un espacio de libertad en el que escenifica sus proféticas visiones de nuestra modernidad, con un posicionamiento más político que nunca. Así, la exposición se completa con un enfoque sobre su película ‘¿Quién es usted, Polly Maggoo?’ (Qui êtes-vous, Polly Maggoo? 1966), una sátira inigualable y visionaria del mundo de la moda y, más ampliamente, de la sociedad del espectáculo.

Para interpretar a la protagonista, Polly Maggoo, Klein recurre a la modelo Dorothy McGowan, que había colaborado con él en muchas series de moda para Vogue.
Los contactos pintados
Por último, la muestra recoge también sus “contactos pintados”, realizados en su estudio y donde la fotografía se encuentra con la pintura, que el artista aplica con pinceles de gran tamaño. Las hojas de contactos se utilizaban hasta hace poco por los fotógrafos profesionales para visualizar de una sola vez todas las tomas de la misma película fotográfica. Los que se presentan en la exposición son originales, aunque están ampliados.

Puedes consultar todas las actividades programadas al rededor de esta exposición aquí.