Ana Teresa Ortega, Premio Nacional de Fotografía 2020, expone en el Museo Universidad de Navarra ‘Pasado y presente, la memoria y su construcción’, que recorre su obra desde los años 90.
‘Pasado y presente, la memoria y su construcción’, de la fotógrafa alicantina Ana Teresa Ortega, puede visitarse en el Museo Universidad de Navarra de Pamplona hasta el 10 de octubre.
La muestra, comisariada por Pep Benlloch, hace un recorrido por los trabajos de la Premio Nacional de Fotografía 2020 desde los años 90 hasta la actualidad, que versan sobre la construcción y reedificación de la memoria individual y colectiva, el exilio, la identidad y la literatura como guardiana de esa memoria.
“Es la primera vez que puede ver esta selección de proyectos creando sinergias y relaciones entre ellos, dialogando en un contexto expositivo”, explica Ortega.
La exposición cuenta con fotografía, fotoescultura, proyecciones e instalaciones, mostrando la variedad de soportes utilizados por la autora y su evolución en su uso.
Formada en escultura, pero apasionada por la fotografía desde sus inicios, Ortega explica que “la única manera de aunar ambos recursos expresivos era expandir la fotografía, que saliese del marco, del soporte”.
En este sentido, Ortega recuerda que, en sus comienzos, recurría a “imágenes opacas, impresas sobre telas, y después sobre soportes transparentes, metacrilatos y vidrios que adquirían cierta ligereza visual. La elección del soporte facilita insertar al espectador porque funcionan casi como espejos en los que vernos reflejados”.
Asimismo, Ortega indica que las obras de carácter instalativo le permiten “hablar no solo de la memoria como conformadora de nuestra identidad colectiva, sino también de la cultura escrita. Pude basarme en libros, en la figura de la lectura, en las librerías y las bibliotecas como depósitos de memoria”. En esta línea, la propuesta también recoge una serie dedicada a “escritores y pensadores ilustres” que representan la escritura del siglo XX, unidos por su condición de exiliados, forzosos o voluntarios”.

En esta línea, también ha apuntado que la fotografía expandida sobre el muro le posibilita “hablar de una construcción de la memoria y de la necesidad de su reedificación constante. Muchas veces es frágil y es fácil que la perdamos. Por eso necesitamos reconstruirla cada vez. Como figura simbólica, utilizamos la imagen de una biblioteca y simbolizamos el depósito acumulado de la memoria como conformadora del ser humano”.
La muestra también recoge una serie de proyectos que recorren la Segunda República, la Guerra Civil y la dictadura franquista. “Como aprendices de la historia, vemos muchos huecos y vacíos que cubrir. En estos proyectos ha habido un intento de llenarlos, cuestionarlos, visibilizarlos y aprender de ellos”.
Así, Ortega recorre en estos trabajos prisiones habilitadas en la posguerra, obras públicas nacidas del trabajo forzado y escenarios del exilio científico.
La muestra, que pudo visitarse en las salas Ferreres y Goerlich del Centre del Carme Cultura Contemporània de Valencia en 2019, se presenta en las salas y corredores expositivos de la planta -1 del Museo Universidad de Navarra, estructurada de forma cronológica, a través de distintas series, algunas de ellas, inéditas: ‘Foto-esculturas’, ‘Figuras del exilio’, ‘La biblioteca, una metáfora del tiempo’, ‘Jardines de la memoria’, Pensadores’, ‘Cartografías silenciadas’, ‘De trabajos forzados’; ‘Lugares del saber y exilio científico’, y ‘Presencias sombrías, otra vez la memoria’.
Fotoesculturas
El primer contacto del visitante con la exposición son las ‘Fotoesculturas’, obras que “participan del volumen y la imagen fija”. Este formato híbrido entre la es- cultura y la imagen proviene de la formación de la artista en la Facultad de Bellas Artes de San Carlos de Valencia, en la especialidad de escultura, y su pasión desde siempre por la fotografía. “Desde que terminé, empecé a intervenir con el volumen y la fotografía. Ambos recursos lingüísticos me servían para trabajar con la fotografía y que la escultura también participara de este lenguaje”.

Estas obras, que se exhiben en una zona del corredor expositivo y en el atrio del Museo, Ortega no habla de “acontecimientos históricos concretos, sino de imágenes que, en su consideración atemporal, sirven para hablar de cualquier momento histórico. Entonces extraía imágenes de noticias para que funcionaran en un contexto diferente. Quería hablar del entorno mediático que me ser- vía para pensarme y pensar en lo colectivo, en la sociedad y sus problemáticas”.
Como explica la autora, los temas que ha abordado en sus trabajos, como el exilio, la memoria, la fotografía como documento o el archivo, han estado presentes desde el comienzo de su carrera, aunque de una forma más latente y simbólica en sus primeras obras: “Utilizaba la figura del exilio, pero sin especificar nada. Cuando hablaba de archivos, documentos y legajos, también lo hacía de una forma simbólica y figurada, pero sí aludía a la prensa directamente, como una obra en la que aludo a una novela de Patricia Highsmith, que habla el escenario del crimen. Yo inserto su título en un montón de titulares de prensa de diferentes periódicos. Esa foto escultura, con la imagen impresa en tela, está presentada como un quisco de los de antes. Es una presentación simbólica”.
Pensadores, escritura y memoria
En los siguientes trabajos, apunta Ortega, “los proyectos e intereses se van concretando y voy trabajando con otros materiales y recursos que me permiten escenificarlos en el espacio”.
Explora así también nuevos temas de reflexión en torno a los pensadores y escritores, la escritura y la lectura, con series como ‘Pensadores’, ‘Figuras del exilio’, ‘La biblioteca, una metáfora del tiempo’ y ‘Jardines de la memoria’.

Por ejemplo, ‘La biblioteca, una metáfora del tiempo’, propone “pensar la biblioteca como una especie de memoria en construcción. Los andamios forman parte del espacio en sentido tridimensional. A través de andamios de verdad, se proyecta una biblioteca donde hablamos de cómo la memoria es un espacio que siempre tiene que estar en construcción”.
Esta pieza alude directamente al título de la muestra y la autora precisa que “no puede ser cualquier construcción. Tenemos que pensar que siempre se está construyendo y qué tipo de construcción es”. La exposición también reúne a una serie dedicada pensadores y escritores del siglo XX, como Hannah Arendt, Primo Levi, Alejandra Pizarnik, María Zambrano o Elías Canetti, unidos porque “todos ellos, de alguna manera, han vivido alguna forma de exilio”.
En este proyecto, cuenta que le interesaban “aquellos espacios de la literatura que nos proporcionan espacios de pensamiento y libertad y traerlos al espacio público, que nos interpela al consumo. Siempre hay vallas que nos incitan, con rostros, generalmente bellos, a consumir. Y pensé que esta serie de escritores estaría bien llevarlos al espacio público y convertirlo en ese espacio de pensamiento, cambiar esas vallas por pensadores. Pero no lo hice así: recogí imágenes de ellos, de prensa o de libros.

«Fotografiarlos, proyectarlos con un proyector de diapositivas y llevarlos directamente a un espacio público previamente elegido, era una forma de apropiarnos del espacio público a través del pensamiento”.
Asimismo, en ‘Presencias sombrías’, otra vez la memoria, el último que ha realizado (finalizado en 2019) Ortega trabaja en colaboración con escritores e intelectuales contemporáneos que “han pensado sobre la historia, su confluencia con la memoria y su papel como recuerdo vivo”.
La autora explica que es “un proyecto que intenta aunar el espacio literario y el histórico” y parte de una propuesta a una serie de escritores a quienes preguntaba por un espacio literario simbólico en su literatura. A continuación, la artista lo fotografiaba, el autor escogía una imagen y escribía un texto.
Intensa labor documental
En las últimas dos décadas, Ortega también ha trabajado diversos proyectos como ‘Cartografías silenciadas’, ‘De trabajos forzados’ (en proceso), ‘Lugares del saber y exilio científico’ y ‘Presencias sombrías, otra vez la memoria’. En ellos ha realizado una importante labor documental en archivos históricos nacionales donde pudo investigar documentos sobre el golpe de estado franquista, la Guerra Civil y las actuaciones represivas durante la posguerra. Paralelamente, la autora ha trabajado en la investigación y registro fotográfico en distintos enclaves de la geografía española que han sido lugares silenciados de represión, trabajo forzado o relacionados con el exilio científico.

La artista recuerda cómo en los inicios acceder a los archivos era un proceso complejo y lento, pero en el Archivo Militar de Ávila dio con un hallazgo clave en su investigación: “Había muy poco digitalizado y me encontré con una carpeta de planos de los espacios que habían utilizado como campos de concentración. Y ellos mismos, los militares, ponían en la planta: campos de concentración. Pensé que a partir de estos planos podría localizarlos físicamente, ir allí y fotografiarlos, hubiese lo que hubiese: un espacio baldío o que tuviera otros usos. Así empezó el proyecto”.
Visibilizar lo olvidado
Sobre estos últimos trabajos, la autora subraya que buscan “visibilizar, contar y señalar esos vacíos de los que todavía no se habla porque no están reconocidos a nivel político. En algunos sitios sí, pero hay poquísimos en los que haya una placa, que digan lo que han sido. En la medida que están ocultos para la mayoría de nosotros, no son públicos. No hay una memoria pública para esos espacios que no son visibles. No hay monumentos ni calles, ni aparecen en los libros de historia, es imposible que los conozcamos. No ha habido un reconocimiento y ahí tenemos un problema político”.

Ana Teresa Ortega Aznar
Ana Teresa Ortega Aznar (Alicante en 1952) comienza su producción fotográfica en los años 90. Es profesora titular de la Facultad de Bellas Artes de Valencia y codirectora del Máster en Fotografía, Arte y Técnica de la Universidad Politécnica de Valencia. En 2020 recibió el Premio Nacional de Fotografía. Su trabajo tiene como elemento central la fragilidad de la memoria histórica. Su obra reflexiona sobre los media como territorio de dominación y su efecto en una sociedad que ha olvidado cómo se piensa históricamente, el tema del exilio como evocación alegórica de diversas formas de olvido y exclusión así como la disolución de la memoria de la historia que desde diferentes estrategias discursivas incide en cómo nuestra cultura se ha construido y se construye en buena medida sobre la desmemoria, sobre el olvido intencionado. Estos temas van a ser tratados de manera reiterada y constituyen la piedra angular de su trabajo.

Ha expuesto en espacios como el Auditorio de Santiago de Compostela, el Palau de la Virreina de Barcelona; Galería Visor de Valencia; Schneider Gallery de Chicago; Galería Trayecto de Vitoria; Sala Metronom de Barcelona; Vanguardia Galería de Arte de Bilbao, el Centre d’Art la Panera de Lleida; el Centro Gallego de Arte Contemporáneo de Santiago de Compostela; el Centro de la Imagen de Ciudad de México, la Fototeca Nacional de La Habana; el Museo de Bellas Artes Emilio Caraffa de Córdoba (Argentina) y el Centro Cultural Gabriela Mistral de Santiago de Chile, entre otros.
Su obra se encuentra en museos y centros como Museo de Bellas Artes de Bilbao, Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Fundación Coca-Cola, Fundación La Caixa, Fisher Gallery-University of Souther de Los Ángeles; Centro Ga- llego de Arte Contemporáneo Santiago de Compostela; Consorcio de Museos de la Comunidad Valenciana y distintas colecciones.