‘La Movida. Crónica de una agitación. 1978-1988’ es la propuesta de Foto Colectania de Barcelona para la temporada otoño-invierno. Desde el pasado 18 de octubre y hasta el 16 de febrero se puede ver esta aproximación a este momento histórico desde la perspectiva de la fotografía, abordando ámbitos y miradas radicalmente diferentes como son las de Alberto García-Alix, Ouka Leele, Pablo Pérez-Mínguez y Miguel Trillo. Ferran Quevedo nos hace una crónica de esta muestra que ya se pudo disfrutar en la 50 edición de Les Rencontres d’Arles.

COLOR y más color, es lo que nos regalan los de Foto Colectania para estrenar el otoño. Comisariada en casa por Antoine de Beaupré, Pepe Font de Mora e Irene de Mendoza y con la colaboración de Adolfo Autric. ‘La movida. Crónica de una agitación. 1978-1988’ es una expo sencilla, bonita, amena, pequeña-grande, para disfrutar con tus sobrinos y hacerles una cresta. Una muestra con muchos extras, tantos como fotos, que nos transporta a momentos felices, obviando por un rato los malos, que al final parece que siempre son los más. Estrenada en Arles este verano, en un palacio (Palais de l’Archevêché). Pues eso, de lujo. 

© Miguel Trillo

CASUALIDADES. La exposición es un soplo de aire fresco en una Barcelona herida y desconocida, con una atmósfera turbia de noches llenas de fuego. Una Barcelona rebelde y angustiada que coincide en cercanía con aquel Madrid oscuro de los 80, de los días de plomo, flasheado, pintado en colores por estos 4 personajes, Alberto García-Alix (1956), Ouka Leele (1957), Pablo Pérez-Minguez (1946-2012), Miguel Trillo (1953) que supieron retratar la contracultura y el desenfreno en la cara de toda esa gente, rebelde porque si, del punk como respuesta a la mediocridad y al españolito de bien. No se me ocurre contexto mejor hoy. Muerto el dictador y en plena transición ya solo faltaba llamar MIERDA a la mierda, pero en letras de vivos colores y con la música de DEVO de fondo.

La expo retrata una fracción de tiempo de una fracción de la sociedad española, joven, espontánea y divertida que supo meter en la misma olla música, diseño, cine, creación, fotografía, pintura…

“Me acercaba a la gente y les soltaba un flash a quemarropa. Así estuve seis meses sin parar, y cuando me cansé me di cuenta de que había fotografiado a toda la Movida madrileña: camareros, chulos, cantantes, gogós, directores de cine, gorilas, managers y buscavidas…”.

Pablo Pérez Mínguez

Detalle de retrato de Péres Mínguez © Ferran Quevedo

Y la frescura inocente de Miguel Trillo, montando expos sin un puto duro, claro:

“La de Amadís fue una exposición muy punk, en el sentido de “hazlo tú mismo”, algo que estaba en el ambiente… (..) Supongo que, si estaba haciendo el fanzine ‘Rockocó’ con fotografías fotocopiadas en blanco y negro, tenía sentido exponer fotocopias en color. Coincidió con que Canon había comercializado su primera fotocopiadora en color y para mí fue un flash. Era algo vistoso y, a su vez rompedor, novedoso, underground.”

Ouka Lele nos llena la sala de Cibachromes pintados con acuarelas. Marca fina de la Movida, excelente su interpretación pop de la realidad, insuperables sus retratos. Mientras que Alberto García Alix aporta el blanco y negro a una movida en color. Rebelde. Como de costumbre, su trabajo acaba con la frivolidad de manera rápida, casi como una hostia en la cara, nada de excentricidades. Una foto de Radio Futura y 4 metiéndose un pico en el brazo que nos baja al planeta tierra. Alix es Alix y dispara cuadrado a las heridas, y ahí es el mejor.

Después de deleitarme en la sala cruzo las calles de mi ciudad y llego a la parada de metro esquivando contenedores ardiendo. La puta realidad, nuestra particular Movida. MIERDA.

© Alberto García-Alix

La exposición según Foto Colectania

Alberto García-AlixOuka LeelePablo Pérez-Mínguez y Miguel Trillo formaron parte de La Movida, convivieron y se encontraron en diferentes ambientes, pero lo excepcional es que cada uno la vivió y fotografió con una energía irrepetible y aproximándose desde polos radicalmente diferentes.

La exposición presenta una multifacética mirada sobre este movimiento, en la que se pueden contemplar extraordinarias fotografías de todos los autores, auténticas joyas como las copias de época de García-Alix, los originales coloreados de Ouka Leele, o los cibachromes de Pérez-Mínguez y Miguel Trillo. La muestra incluye además una selección de materiales como vinilos, fanzines o carteles, así como una proyección de actuaciones musicales, que complementan los universos de los fotógrafos con otros ámbitos como la música o el cine.

Las obras de la exposición pertenecen a los propios fotógrafos y a la Colección Adolfo Autric.

La Movida está considerada una de las épocas más singulares y espontáneas de la cultura contemporánea española, que tuvo lugar fundamentalmente en Madrid en los primeros años ochenta, coincidiendo con la alcaldía de Enrique Tierno Galván. Tras varias décadas de dictadura y ostracismo, la transición española vio aparecer una nueva generación fascinada por la modernidad y la idea de lo nuevo, que cristalizaría en creadores procedentes de diferentes campos como la música, la moda, el diseño, el cine, la pintura o la fotografía. Este apogeo cultural se distinguió de otras ciudades europeas por ser un fenómeno que conectaba directamente con la vida cotidiana del momento. El arte era la vida, y La Movida, según uno de sus protagonistas, Pablo Pérez-Mínguez, “tenía la magia de la sorpresa”.

Detalle de imagen de Ouka Leele © Ferran Quevedo

Madrid cambia y en las calles empieza a haber más gente por la noche que durante el día. Salas de concierto como El Pentagrama o la mítica Rock-ola se convierten en espacios neurálgicos del ambiente underground; multitud de fanzines y revistas, ahora consideradas de culto, como La Luna de Madrid y Madrid me mata, vehiculan ideas y posicionamientos; miles de jóvenes de todo el país siguen semanalmente programas de televisión que estaban a la vanguardia de Europa, como La edad de oro, por la que desfilaron en directo artistas y grupos musicales tanto nacionales como internacionales, o La bola de cristal, un programa dirigido al público infantil que protagonizó la polifacética Alaska y que incorporaba actuaciones musicales de líderes del momento como Santiago Auserón de Radio Futura. Es también la época donde salen a la luz las primeras películas de Pedro Almodóvar como Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón, rodadas en cualquier sitio, con diálogos desenfadados y llenas de situaciones disparatadas.

La Movida se convirtió, ya en su momento, en un fenómeno enormemente publicitado y mitificado. Periódicos y televisiones de todo el mundo fueron a Madrid para hacer reportajes de lo que allí estaba pasando. Pero más allá de ser un movimiento generacional o de compartir una sola ideología, La Movida fue un momento histórico de gran efervescencia, optimista y con un eclecticismo acusado en muchas ocasiones de un exceso de narcisismo y frivolidad. Quizás por eso algunos han renegado de este movimiento, al que sería interesante aproximarse desde una óptica distinta: la de la búsqueda de la libertad y la reivindicación de ser uno mismo tras un largo periodo de estancamiento.

Tal vez, como afirman muchos de sus protagonistas, el secreto de La Movida se reduce a que ha habido épocas en las que la gente, simplemente, se ha ‘encontrado’. O como dijo Pérez-Mínguez, “donde haya tres personas con ganas de hacer algo juntos, hay una movida”.

© Pablo Pérez Mínguez

Los fotógrafos

En este contexto, una serie de fotógrafos coincidieron en un momento de gran creatividad en sus trayectorias. Los cuatro fotógrafos que articulan la exposición fueron indiscutibles protagonistas de La Movida: Alberto García-AlixOuka LeelePablo Pérez-Mínguez y Miguel Trillo. Todos ellos convivieron, se cruzaron y, a su modo, cada uno de ellos fue un cronista de La Movida. La excepcionalidad de la fotografía de ese período es precisamente su aportación individual, reflejo de la diversidad de los mundos en los que se volcaron y de sus ricas personalidades desde el punto de vista fotográfico y que dan como resultado una mirada poliédrica sobre aquel momento.

Alberto García-Alix

Las fotografías de primera época de García-Alix son testimonio de cómo se transformaba la calle y los personajes que la habitaban. Sus imágenes constituyen otra crónica del momento, que nos muestra a una generación que también fue arrasada por la droga y el sida. La frase “Don´t follow me, I´m lost” (No me sigas, estoy perdido), además de ser el primer tatuaje de García-Alix, refleja perfectamente lo que para el autor fueron aquellos años.

Ouka Leele

Solo las insólitas circunstancias de aquella época desenvuelta pueden explicar la frescura y el riesgo de una jovencísima creadora que se atrevió a experimentar con un lenguaje propio. Sus fotografías oníricas y llenas de artificio, pintadas con acuarela, son el resultado, según la autora, de ideas que lentamente han cobrado forma en su imaginación.

© Miguel Trillo

Miguel Trillo

Próximo al epicentro de las actuaciones musicales y de la escena contracultural, retrata la libertad de la calle y la juventud del momento, agrupada en tribus según su manera de vestir y sus comportamientos. “Los grupos siempre hacían lo mismo sobre el escenario, siempre representaban el mismo papel, ya fuera en París, Roma, Londres o Madrid. Pero en el patio de butacas, en la arena de la plaza, el espectáculo era nuevo cada vez”.

Pablo Pérez-Mínguez

Pionero en España de distintos ámbitos fotográficos, su estudio fue uno de los centros neurálgicos de La Movida, donde pasaron y se fotografiaron todos sus protagonistas. Bajo el lema del “Todo vale”, el resultado es una impactante imaginería gamberra de los personajes más relevantes de la época.